/ martes 12 de febrero de 2019

Lo que sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones del hombre, se lo debo al futbol... Albert Camus

Lo que sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones del hombre, se lo debo al futbol... Albert Camus

Jorge Valdano dijo una vez: “Nos empeñamos tanto por enseñar a los niños a ganar, que se nos olvida enseñarlos a jugar”.

Para Braulio “Babi” Pérez, el futbolista debe de tener su propia filosofía del futbol, y si no es capaz de explicarla, no es futbolista. ¿Cómo podríamos definir a esta extraña exigencia? ¡Educación! Finalmente, el futbol es un instrumento didáctico que ayuda a la formación integral del individuo. Les ofrezco aquí la propuesta de alguien que sabía de la vida.

“Pronto aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se dice derecha”: Albert Camus... En el futbol hay momentos que son exclusivamente poéticos: Los momentos del gol... Cada uno es siempre una invención, es siempre una perturbación del código: todo gol es “ineluctabilidad”, fulguración, estupor, irreversibilidad, precisamente como la palabra poética. El máximo goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año.

El escritor, poeta y uno de los mejores realizadores del cine italiano, Pier Paolo Pasolini, fue, al igual que del cine, un gran amante del balompié, tanto así que después de la derrota de Italia contra Brasil en el Mundial México 70 intentó justificar, a través de un extenso y puntual tratado teórico, las que podrían ser las razones de la derrota de su equipo. Y es que, decía el director, el futbol, más allá de solo 22 jugadores corriendo tras una bola, se trata de un sistema de signos, o sea, un lenguaje. El futbol tiene todas las características fundamentales del lenguaje por excelencia, al que los hombres han remitido como término de comparación: El lenguaje escrito hablado, el que se forma a través de las infinitas combinaciones de los “fonemas” que, en italiano, son las veintiún letras del alfabeto.

Pero además de Pasolini, quien a través de una publicación justificó la derrota de su equipo ante todos los amantes del futbol y creó la utopía deportiva al decir que el jugar al futbol poesía era la cosa piu bella del Mondo, 13 años antes de este tratado, hubo un Premio Nobel de Literatura que fue futbolero. En 1957 fue distinguido por su obra El Extranjero, texto en el que Albert Camus describe a personajes de espíritu confuso y universos llenos de destructivismo ético y social. Incluso después de obtener el mayor premio de las letras, Camus no dudaba al afirmar que si volviera a nacer y le dieran a elegir entre ser escritor o futbolista, eligiría lo segundo. Porque después de muchos años en que el mundo le permitió diferentes experiencias, lo que más supo a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debía al futbol, al menos eso fue lo que el francés dijo en “Lo que le debo al Futbol”, uno de sus muchos relatos.

Camus, además de escritor, filósofo, dramaturgo, periodista y ensayista, fue portero. Hay dos teorías que explican por qué terminó debajo de las escuadras, cuando en su niñez había sido mediocampista. Algunos aseguran que a los 17 años descubrió que era tuberculoso, e imposibilitado para correr, se transformó en arquero. Otros dicen que no fue la enfermedad sino la pobreza la que lo empujó a cambiar de puesto. “Como en el medio campo los zapatos se desgastaban más y no había plata para reponerlos, se abrigó bajo la portería”.

Camus fue un revolucionario en la Literatura del siglo XX también por eso, porque fue el primero de los intelectuales en reivindicar el futbol y hasta se atrevió a decirlo en sus escritos. Si no fuera por lo que representa la pelota, no sería lógico que un individualista tan feroz como él reconozca su fanatismo por un deporte tan popular. Murió a los 46 años en un accidente de tránsito. Pero alcanzó a indicar cuáles eran los sitios en que se sintió a gusto: “En los partidos del domingo en un estadio repleto de gente y en el teatro”, lugares que amó con una pasión sin igual y que representaban los dos únicos sitios en el mundo en los que se sentía inocente.

La vida es muy bella, y suele deparar finales inusuales para los grandes personajes. Un día antes de su muerte, se había anunciado en los diarios el trágico deceso de Fausto Coppi, el gigante del ciclismo, en un accidente vial, a lo que un amigo con quien comentaba el caso le dijo: “Esa es la forma más estúpida de morir”, al siguiente día, viajando en el automovil de otro amigo, se estrellaron a alta velocidad contra un poste y un árbol, muriendo Camus en forma instantánea, dejándonos en sus letras un conocimiento invaluable de la vida y del hombre. Hay tanto escrito acerca de Albert Camus, que me ha sido difícil escoger lo que hoy les he presentado, ya les platicaré acerca de sus equipos, e intentaré entender cómo es que a él no le afectó el haber nacido en Argelia, para hacer su vida en Francia, como sí ocurrió con Benzema, a quien se le atribuyen delitos de los que ha sido declarado inocente, pero que su origen argelino lo veta para formar parte de la selección de su país.

Hasta pronto amigo.

Lo que sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones del hombre, se lo debo al futbol... Albert Camus

Jorge Valdano dijo una vez: “Nos empeñamos tanto por enseñar a los niños a ganar, que se nos olvida enseñarlos a jugar”.

Para Braulio “Babi” Pérez, el futbolista debe de tener su propia filosofía del futbol, y si no es capaz de explicarla, no es futbolista. ¿Cómo podríamos definir a esta extraña exigencia? ¡Educación! Finalmente, el futbol es un instrumento didáctico que ayuda a la formación integral del individuo. Les ofrezco aquí la propuesta de alguien que sabía de la vida.

“Pronto aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se dice derecha”: Albert Camus... En el futbol hay momentos que son exclusivamente poéticos: Los momentos del gol... Cada uno es siempre una invención, es siempre una perturbación del código: todo gol es “ineluctabilidad”, fulguración, estupor, irreversibilidad, precisamente como la palabra poética. El máximo goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año.

El escritor, poeta y uno de los mejores realizadores del cine italiano, Pier Paolo Pasolini, fue, al igual que del cine, un gran amante del balompié, tanto así que después de la derrota de Italia contra Brasil en el Mundial México 70 intentó justificar, a través de un extenso y puntual tratado teórico, las que podrían ser las razones de la derrota de su equipo. Y es que, decía el director, el futbol, más allá de solo 22 jugadores corriendo tras una bola, se trata de un sistema de signos, o sea, un lenguaje. El futbol tiene todas las características fundamentales del lenguaje por excelencia, al que los hombres han remitido como término de comparación: El lenguaje escrito hablado, el que se forma a través de las infinitas combinaciones de los “fonemas” que, en italiano, son las veintiún letras del alfabeto.

Pero además de Pasolini, quien a través de una publicación justificó la derrota de su equipo ante todos los amantes del futbol y creó la utopía deportiva al decir que el jugar al futbol poesía era la cosa piu bella del Mondo, 13 años antes de este tratado, hubo un Premio Nobel de Literatura que fue futbolero. En 1957 fue distinguido por su obra El Extranjero, texto en el que Albert Camus describe a personajes de espíritu confuso y universos llenos de destructivismo ético y social. Incluso después de obtener el mayor premio de las letras, Camus no dudaba al afirmar que si volviera a nacer y le dieran a elegir entre ser escritor o futbolista, eligiría lo segundo. Porque después de muchos años en que el mundo le permitió diferentes experiencias, lo que más supo a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debía al futbol, al menos eso fue lo que el francés dijo en “Lo que le debo al Futbol”, uno de sus muchos relatos.

Camus, además de escritor, filósofo, dramaturgo, periodista y ensayista, fue portero. Hay dos teorías que explican por qué terminó debajo de las escuadras, cuando en su niñez había sido mediocampista. Algunos aseguran que a los 17 años descubrió que era tuberculoso, e imposibilitado para correr, se transformó en arquero. Otros dicen que no fue la enfermedad sino la pobreza la que lo empujó a cambiar de puesto. “Como en el medio campo los zapatos se desgastaban más y no había plata para reponerlos, se abrigó bajo la portería”.

Camus fue un revolucionario en la Literatura del siglo XX también por eso, porque fue el primero de los intelectuales en reivindicar el futbol y hasta se atrevió a decirlo en sus escritos. Si no fuera por lo que representa la pelota, no sería lógico que un individualista tan feroz como él reconozca su fanatismo por un deporte tan popular. Murió a los 46 años en un accidente de tránsito. Pero alcanzó a indicar cuáles eran los sitios en que se sintió a gusto: “En los partidos del domingo en un estadio repleto de gente y en el teatro”, lugares que amó con una pasión sin igual y que representaban los dos únicos sitios en el mundo en los que se sentía inocente.

La vida es muy bella, y suele deparar finales inusuales para los grandes personajes. Un día antes de su muerte, se había anunciado en los diarios el trágico deceso de Fausto Coppi, el gigante del ciclismo, en un accidente vial, a lo que un amigo con quien comentaba el caso le dijo: “Esa es la forma más estúpida de morir”, al siguiente día, viajando en el automovil de otro amigo, se estrellaron a alta velocidad contra un poste y un árbol, muriendo Camus en forma instantánea, dejándonos en sus letras un conocimiento invaluable de la vida y del hombre. Hay tanto escrito acerca de Albert Camus, que me ha sido difícil escoger lo que hoy les he presentado, ya les platicaré acerca de sus equipos, e intentaré entender cómo es que a él no le afectó el haber nacido en Argelia, para hacer su vida en Francia, como sí ocurrió con Benzema, a quien se le atribuyen delitos de los que ha sido declarado inocente, pero que su origen argelino lo veta para formar parte de la selección de su país.

Hasta pronto amigo.