/ sábado 18 de agosto de 2018

Los equipos afortunados se corrigen poco. Creen en el poder eterno y...

Qué tristeza ver jugar al Veracruz y, que irrespetuosos son algunos comentaristas, que haciendo leña del árbol caído, expresaron lo siguiente en sus programas de televisión: “La última prueba para el Guadalajara, ya si no le puede ganar al Veracruz, podremos hablar de la salida de Cardozo”.

Y bueno, cómo llamar irrespetuosos a quienes opinan que el Veracruz es un cheque al portador si apenas la semana pasada los vimos sacarle el juego al Puebla en el mismísimo Cuauhtémoc.

Y para quienes hemos visto el partido por la televisión, nos resultaba difícil saber cuál de los dos equipos era el que tenía baja de juego, porque tan chambón uno como el otro, aquello parecía menos que un juego llanero. Un tiro a gol que no llevaba gran cosa, pero que pegó en la pantorrilla del “Palmera” Rivas, engañando a Gallese para que las Chivas se fueran arriba uno a cero. Y más adelante, Eduardo López, autor del gol, con habilidad eludió contrarios para sacar de su portería a Gallese y techarlo haciendo gala de técnica de golpeo. No sé si el árbitro le vaya a otorgar el primer gol, si es así, López se estará apuntando un doblete. Para mí, López fue el único jugador destacado del juego.

Raúl Ochoa, de la revista “Proceso”, ha despedido así al vetusto estadio “Azul”. La virgen de Guadalupe, la virgen María, San Judas Tadeo y un niño Dios vestido con el tradicional uniforme del Cruz Azul son la religiosa alineación de un ordenado altar que protege el inmueble y que se encuentra en el vestidor del equipo local. En las entrañas del estadio Azul no hay trofeos ni títulos que presumir, pese a que existe espacio suficiente. A escasa distancia del vestidor que durante 21 años resguardó la intimidad de la escuadra cementera, sobresale una frase grabada con letras negras: “Queremos y vamos a despedirnos del Azul con trofeos”.

Algo extraño ocurre con este equipo de futbol de la capital del país que su mala imágen traspasa las fronteras en plena despedida de su estadio. En España, Rafael Escrig, vloguero reconocido, no pasó por alto lo que él mismo definió como “La maldición de Cruz Azul”. “¿Para ustedes, cuál es el equipo más desgraciado y que peor suerte tiene? Entonces no conocen la maldición de Cruz Azul, un histórico equipo mexicano que desde 1997 no gana un título de liga, habiendo perdido de las formas más crueles posibles. Todavía así su afición se mantiene siempre a su lado... Este es el Cruz Azul, el equipo con peor suerte del mundo. Sobre la gran balanza de la fortuna, raramente se detiene el fiel; debes subir o bajar; debes dominar y ganar o servir y perder, sufrir o triunfar; ser yunque o martillo... Siempre que pienso cuál es el equipo con peor suerte en el mundo, siempre me viene a la cabeza la imagen del Cruz Azul, el equipo cementero, el equipo mexicano, reiteró el español.

Hay que recordar que el Cruz Azul es considerado uno de los cuatro equipos grandes de la historia del futbol de México. Uno de los equipos con más seguidores y que tradicionalmente siempre ha estado peleando por los títulos. Desde 1997, cuando Carlos Hermosillo anotó con el rostro ensangrentado un penalti para coronarse campeones, Cruz Azul no ha vuelto a ganar un título de liga.

El estadio fue construido para jugar futbol americano, iniciando sus funciones con un juego entre los Pumas de la Universidad Autónoma de México y los Aguiluchos del Heroico Colegio Militar: el primer partido de futbol se realizó el 5 de enero de 1947 entre el Veracruz y el Racing de Avellaneda de Argentina. Imaginan ustedes a aquel Racing de Carrizo y Rossi contra un Veracruz con el “Pirata” Fuente, el “Pachuco” Durán, el “Chito” García, Rufino Leca, Grimaldo González, etc. El estadio Azul también fue casa del Necaxa y el América, el Marte y el Atlante y desde el 10 de agosto de 1996 ha sido la cancha del Cruz Azul, donde nunca ha sido campeón.

En el interior del Azul, los aficionados buscan el mejor ángulo antes de la demolición del estadio, cuna de la palabra “cruzazulear”, término que se empleó primeramente para referirse a cundo el Cruz Azul terminaba perdiendo los partidos que iba ganando. Después el apelativo se generalizó a unos equipos y hasta en el ámbito político. Para mí que en mis principios en el futbol, siendo niño escuchaba emocionado las voces de los grandes narradores de aquellos tiempos, como Agustín González “Escopeta”, el Rápido Esquivel, Cristino Lorenzo, Fernando Marcos, transmitiendo por radio el nacimiento del “Clásico” América-Chivas, los inolvidables pentagonales, con el Santos de Pelé, el FK Austria, el Uda Dukla de Praga, el Independiente de Avellaneda, el Bangú de Brasil y la algarabía que armó aquel inolvidable gol que Lupe Díaz hizo a Jorge Morelos en un Necaxa vs. Tampico. Con el estadio Azul se va un momento inolvidable de mi vida, cuando soñé ser futbolista.

Hasta pronto amigo.

Qué tristeza ver jugar al Veracruz y, que irrespetuosos son algunos comentaristas, que haciendo leña del árbol caído, expresaron lo siguiente en sus programas de televisión: “La última prueba para el Guadalajara, ya si no le puede ganar al Veracruz, podremos hablar de la salida de Cardozo”.

Y bueno, cómo llamar irrespetuosos a quienes opinan que el Veracruz es un cheque al portador si apenas la semana pasada los vimos sacarle el juego al Puebla en el mismísimo Cuauhtémoc.

Y para quienes hemos visto el partido por la televisión, nos resultaba difícil saber cuál de los dos equipos era el que tenía baja de juego, porque tan chambón uno como el otro, aquello parecía menos que un juego llanero. Un tiro a gol que no llevaba gran cosa, pero que pegó en la pantorrilla del “Palmera” Rivas, engañando a Gallese para que las Chivas se fueran arriba uno a cero. Y más adelante, Eduardo López, autor del gol, con habilidad eludió contrarios para sacar de su portería a Gallese y techarlo haciendo gala de técnica de golpeo. No sé si el árbitro le vaya a otorgar el primer gol, si es así, López se estará apuntando un doblete. Para mí, López fue el único jugador destacado del juego.

Raúl Ochoa, de la revista “Proceso”, ha despedido así al vetusto estadio “Azul”. La virgen de Guadalupe, la virgen María, San Judas Tadeo y un niño Dios vestido con el tradicional uniforme del Cruz Azul son la religiosa alineación de un ordenado altar que protege el inmueble y que se encuentra en el vestidor del equipo local. En las entrañas del estadio Azul no hay trofeos ni títulos que presumir, pese a que existe espacio suficiente. A escasa distancia del vestidor que durante 21 años resguardó la intimidad de la escuadra cementera, sobresale una frase grabada con letras negras: “Queremos y vamos a despedirnos del Azul con trofeos”.

Algo extraño ocurre con este equipo de futbol de la capital del país que su mala imágen traspasa las fronteras en plena despedida de su estadio. En España, Rafael Escrig, vloguero reconocido, no pasó por alto lo que él mismo definió como “La maldición de Cruz Azul”. “¿Para ustedes, cuál es el equipo más desgraciado y que peor suerte tiene? Entonces no conocen la maldición de Cruz Azul, un histórico equipo mexicano que desde 1997 no gana un título de liga, habiendo perdido de las formas más crueles posibles. Todavía así su afición se mantiene siempre a su lado... Este es el Cruz Azul, el equipo con peor suerte del mundo. Sobre la gran balanza de la fortuna, raramente se detiene el fiel; debes subir o bajar; debes dominar y ganar o servir y perder, sufrir o triunfar; ser yunque o martillo... Siempre que pienso cuál es el equipo con peor suerte en el mundo, siempre me viene a la cabeza la imagen del Cruz Azul, el equipo cementero, el equipo mexicano, reiteró el español.

Hay que recordar que el Cruz Azul es considerado uno de los cuatro equipos grandes de la historia del futbol de México. Uno de los equipos con más seguidores y que tradicionalmente siempre ha estado peleando por los títulos. Desde 1997, cuando Carlos Hermosillo anotó con el rostro ensangrentado un penalti para coronarse campeones, Cruz Azul no ha vuelto a ganar un título de liga.

El estadio fue construido para jugar futbol americano, iniciando sus funciones con un juego entre los Pumas de la Universidad Autónoma de México y los Aguiluchos del Heroico Colegio Militar: el primer partido de futbol se realizó el 5 de enero de 1947 entre el Veracruz y el Racing de Avellaneda de Argentina. Imaginan ustedes a aquel Racing de Carrizo y Rossi contra un Veracruz con el “Pirata” Fuente, el “Pachuco” Durán, el “Chito” García, Rufino Leca, Grimaldo González, etc. El estadio Azul también fue casa del Necaxa y el América, el Marte y el Atlante y desde el 10 de agosto de 1996 ha sido la cancha del Cruz Azul, donde nunca ha sido campeón.

En el interior del Azul, los aficionados buscan el mejor ángulo antes de la demolición del estadio, cuna de la palabra “cruzazulear”, término que se empleó primeramente para referirse a cundo el Cruz Azul terminaba perdiendo los partidos que iba ganando. Después el apelativo se generalizó a unos equipos y hasta en el ámbito político. Para mí que en mis principios en el futbol, siendo niño escuchaba emocionado las voces de los grandes narradores de aquellos tiempos, como Agustín González “Escopeta”, el Rápido Esquivel, Cristino Lorenzo, Fernando Marcos, transmitiendo por radio el nacimiento del “Clásico” América-Chivas, los inolvidables pentagonales, con el Santos de Pelé, el FK Austria, el Uda Dukla de Praga, el Independiente de Avellaneda, el Bangú de Brasil y la algarabía que armó aquel inolvidable gol que Lupe Díaz hizo a Jorge Morelos en un Necaxa vs. Tampico. Con el estadio Azul se va un momento inolvidable de mi vida, cuando soñé ser futbolista.

Hasta pronto amigo.