/ viernes 9 de febrero de 2018

Los más grandes futbolistas han estado caracterizados por un poderoso y absoluto impulso de la creación

Lo que se ha escrito de los gigantes que han alcanzado el reconocimiento mundial como leyendas del futbol. El gran escritor brasileño Paulo Coelho, escribió en el prefacio del libro de Pelé, “Mi Legado”: “Dicen que los ojos de un niño pueden ver la vida hacia adelante, mientras que los ojos de un anciano pueden ver la vida hacia atrás. En el medio, estamos tan ocupados con la vida, que no la vemos. Entregados al milagro de lo cotidiano, no siempre comprendemos lo que nos sucede en todas sus dimensiones. Hasta que llega el día en que volvemos la mirada hacia atrás y notamos que aquellos momentos que hemos narrado incontables veces adquieren una nueva luz. Nos hacía falta la mirada que da la experiencia”.

Pelé ha logrado una nueva hazaña: examinar sus vivencias con ojos nuevos para extraer de ellas nuevos significados. La reflexión sobre lo vivido enseña a distinguir lo que es pasajero de lo que es definitivo. En ese proceso, lo pasajero se desvanece; lo importante, permanece. Y todo lo vivido se convierte en una oportunidad de enseñarse a sí mismo y de compartir con otros, especialmente con las nuevas generaciones las enseñanzas que le tocó aprender.

Pelé sabe que otros viven y vivirán las mismas inseguridades y, que más tarde o más temprano deberán sortear los mismos obstáculos por los que él atravesó. A ellos se dirige, plenamente consciente de que algunas veces el entusiasmo y el entrenamiento no son suficientes para vencer: a ellos hay que sumarle la experiencia. Pues las tres circunstancias juntas aseguran la victoria, dentro y fuera del campo de juego.

Aquel era un día de 1950. Dondinho, el padre de Pelé le dijo, Dico, adentro que ya va a empezar la final... ¿Qué final?... La final de la Copa Mundial, Brasil contra Uruguay... ¿Dónde juegan?... En el Maracaná de Río, el estadio más grande del mundo... ¿Y qué festejamos pa’?... Que vamos a ganar... Varios amigos de papá se encontraban reunidos desde temprano, pendientes del radio... Mientras mi hermano y yo jugábamos, la radio comenta que Fiaca marca el 1-0. No recuerdo haber visto tanta alegría en casa ni en todo el barrio. Al rato, el golpe de alegría se convierte en silencio. El locutor dice que Schiaffino, que no es de los nuestros, anotó el gol del empate. Un poco más tarde se vuelve a hacer un terrible silencio, Alcides Ghiggia había anotado el segundo gol de Uruguay. El desconcierto era total. Así como la alegría era algo nunca visto, ahora las lágrimas llenaban los ojos de mi padre y de sus amigos.

¿Qué pasa papá?... Perdimos Dico, me dice avergonzado... perdimos 1-2... Es la primera vez que veo llorar a Dondinho. No sé por qué, tal vez sea una de esas cosas de niños, pero a pesar de que mi mundo parece sacudirse, me invade una gran calma y, desde el fondo del alma me sale una respuesta: No llore, papá, yo voy a ganar una Copa del Mundo para usted, se lo prometo. A los 17 años, Pelé cumplió su promesa. A los 21 fue bicampeón. Y a los 29 se convirtió en el único tricampeón en la historia del certamen al vencer en la final a Italia... “Es de carne y hueso como yo, nos narra Tarcisio Burgnic, el mejor cabeceador italiano, elegido exprofeso para anular a Pelé, cuando salté por aquel para mí fácil balón, vi que una sombra negra descendía cuando ya había cabeceado para vencer nuestra meta, me di cuenta de que estaba equivocado, aquel no podía ser humano.

Antes de Maradona y Messi existió la “Saeta Rubia”, nacido en Argentina y naturalizado español, en ambos países es una leyuenda, aun cuando con ninguno jugó un Mundial. Existen pocos videos de su magia, yo afortunadamente lo vi cuando iniciaban las transmisiones por televisión en los años 50, con una semana de atraso, veía los juegos del Real Madrid en la Liga Española, así que soy una de las ya pocas voces que dan fe de aquello. Alfredo DiStéfano jugó en la máquina de River Plate, vivió la época del Dorado en Colombia con Millonarios y ganó cinco Copas de Europa con Real Madrid... No he sido el más grande ni el más chico. Simplemente he sido normal.

Víctor Hugo Morales, conocido comentarista deportivo de Uruguay, exclamó impresionado, ¿De qué planeta viniste? Cuando aquel chapatín regordete dejó sembrados en el terreno a media docena de jugadores ingleses que fueron incapaces de quitarle el balón para que anotara aquel gol memorable. Aquello ocurrió durante el juego de cuartos de final del Mundial México 86, para más adelante darle a Argentina una Copa del Mundo y, más adelante escribir una página gloriosa en la historia del Club Nápoles de Italia... Estos son tres de los primeros jugadores escogidos para ingresar al Salón de la Fama en Pachuca... Ya hablaremos de otros tan importantes como estos, que han sido elevados al nivel de Leyendas del futbol.

Hasta pronto amigo.

Lo que se ha escrito de los gigantes que han alcanzado el reconocimiento mundial como leyendas del futbol. El gran escritor brasileño Paulo Coelho, escribió en el prefacio del libro de Pelé, “Mi Legado”: “Dicen que los ojos de un niño pueden ver la vida hacia adelante, mientras que los ojos de un anciano pueden ver la vida hacia atrás. En el medio, estamos tan ocupados con la vida, que no la vemos. Entregados al milagro de lo cotidiano, no siempre comprendemos lo que nos sucede en todas sus dimensiones. Hasta que llega el día en que volvemos la mirada hacia atrás y notamos que aquellos momentos que hemos narrado incontables veces adquieren una nueva luz. Nos hacía falta la mirada que da la experiencia”.

Pelé ha logrado una nueva hazaña: examinar sus vivencias con ojos nuevos para extraer de ellas nuevos significados. La reflexión sobre lo vivido enseña a distinguir lo que es pasajero de lo que es definitivo. En ese proceso, lo pasajero se desvanece; lo importante, permanece. Y todo lo vivido se convierte en una oportunidad de enseñarse a sí mismo y de compartir con otros, especialmente con las nuevas generaciones las enseñanzas que le tocó aprender.

Pelé sabe que otros viven y vivirán las mismas inseguridades y, que más tarde o más temprano deberán sortear los mismos obstáculos por los que él atravesó. A ellos se dirige, plenamente consciente de que algunas veces el entusiasmo y el entrenamiento no son suficientes para vencer: a ellos hay que sumarle la experiencia. Pues las tres circunstancias juntas aseguran la victoria, dentro y fuera del campo de juego.

Aquel era un día de 1950. Dondinho, el padre de Pelé le dijo, Dico, adentro que ya va a empezar la final... ¿Qué final?... La final de la Copa Mundial, Brasil contra Uruguay... ¿Dónde juegan?... En el Maracaná de Río, el estadio más grande del mundo... ¿Y qué festejamos pa’?... Que vamos a ganar... Varios amigos de papá se encontraban reunidos desde temprano, pendientes del radio... Mientras mi hermano y yo jugábamos, la radio comenta que Fiaca marca el 1-0. No recuerdo haber visto tanta alegría en casa ni en todo el barrio. Al rato, el golpe de alegría se convierte en silencio. El locutor dice que Schiaffino, que no es de los nuestros, anotó el gol del empate. Un poco más tarde se vuelve a hacer un terrible silencio, Alcides Ghiggia había anotado el segundo gol de Uruguay. El desconcierto era total. Así como la alegría era algo nunca visto, ahora las lágrimas llenaban los ojos de mi padre y de sus amigos.

¿Qué pasa papá?... Perdimos Dico, me dice avergonzado... perdimos 1-2... Es la primera vez que veo llorar a Dondinho. No sé por qué, tal vez sea una de esas cosas de niños, pero a pesar de que mi mundo parece sacudirse, me invade una gran calma y, desde el fondo del alma me sale una respuesta: No llore, papá, yo voy a ganar una Copa del Mundo para usted, se lo prometo. A los 17 años, Pelé cumplió su promesa. A los 21 fue bicampeón. Y a los 29 se convirtió en el único tricampeón en la historia del certamen al vencer en la final a Italia... “Es de carne y hueso como yo, nos narra Tarcisio Burgnic, el mejor cabeceador italiano, elegido exprofeso para anular a Pelé, cuando salté por aquel para mí fácil balón, vi que una sombra negra descendía cuando ya había cabeceado para vencer nuestra meta, me di cuenta de que estaba equivocado, aquel no podía ser humano.

Antes de Maradona y Messi existió la “Saeta Rubia”, nacido en Argentina y naturalizado español, en ambos países es una leyuenda, aun cuando con ninguno jugó un Mundial. Existen pocos videos de su magia, yo afortunadamente lo vi cuando iniciaban las transmisiones por televisión en los años 50, con una semana de atraso, veía los juegos del Real Madrid en la Liga Española, así que soy una de las ya pocas voces que dan fe de aquello. Alfredo DiStéfano jugó en la máquina de River Plate, vivió la época del Dorado en Colombia con Millonarios y ganó cinco Copas de Europa con Real Madrid... No he sido el más grande ni el más chico. Simplemente he sido normal.

Víctor Hugo Morales, conocido comentarista deportivo de Uruguay, exclamó impresionado, ¿De qué planeta viniste? Cuando aquel chapatín regordete dejó sembrados en el terreno a media docena de jugadores ingleses que fueron incapaces de quitarle el balón para que anotara aquel gol memorable. Aquello ocurrió durante el juego de cuartos de final del Mundial México 86, para más adelante darle a Argentina una Copa del Mundo y, más adelante escribir una página gloriosa en la historia del Club Nápoles de Italia... Estos son tres de los primeros jugadores escogidos para ingresar al Salón de la Fama en Pachuca... Ya hablaremos de otros tan importantes como estos, que han sido elevados al nivel de Leyendas del futbol.

Hasta pronto amigo.