/ sábado 19 de mayo de 2018

Máquina de los secretos

Uno de los momentos mas álgidos de la historia de México, que permanece en la máquina de los secretos, se suscitó el día 30 de noviembre de 1920 a las 12 y seis minutos de la noche...

Fecha en que ante la representación nacional rindió la protesta de ley como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, el General de División, Alvaro Obregón, para el periodo de 1920-1924.

Desde el inicio del azaroso periodo del Gral. Obregón en la presidencia es posible hallar el origen de los sucesos que desde el inicio ensombrecieron su cuatrienio. En principio es indispensable analizar una noticia que causó estupor en todos los círculos de la capital, el fallecimiento del recién nombrado Ministro de Guerra, general de División, Benjamín G. Hill, en su residencia del paseo de la Reforma la noche del 14 de diciembre de 1920”, apenas 15 días después de su nombramiento. El rumor de que había muerto envenenado se esparció como reguero de pólvora, pues la enemistad del Gral. Hill con Venustiano Carranza y su grupo era evidente.

¿El sincero y leal amigo y compañero de armas del Gral. Obregón, fue objeto de un complot? Lo cierto es que los caudillos revolucionarios en su gran mayoría gradualmente desaparecieron en forma violenta.

En el mandato del Gral. Obregón se suscitaron hechos de carácter político y social que no le dejaron desarrollar ampliamente su programa de gobierno como él hubiera deseado. Uno de esos acontecimientos fue indudablemente la extraña muerte del Gral. Hill.

¿Quién era el Gral. Hill, al que el Titular del Ejecutivo confió la seguridad del país?

Dibujemos un paréntesis. En la guerra producto de la invasión de la república mexicana por los ejércitos de los angloamericanos, con motivo de la anexión del estado de Texas, muchos prisioneros fueron favorecidos por el Gral. Santa Anna (cosa que no tuvo reciprocidad), entre ellos un niño hallado en filas enemigas del que supuso habrían matado a su padre en algún encuentro. A este pequeño se le colocó en el Colegio de Minería, donde fue excelentemente educado a costa de la nación. ¿El apellido del niño? ¡Hill! ¿Será el mismo general compañero de armas de Obregón que duró solamente quince días cómo Ministro de Guerra y jefe de las tropas mexicanas?

Lo cierto es que el Gral. Hill tuvo oportunidad de ser Presidente de México. Pero hay quienes dicen que no lo dejaron llegar.

El ganón de la carrera por el sillón presidencial, origen de odios, envidias y desencuentros resultó ser el Gral. Plutarco Elías Calles, al imponerlo el Gral. Obregón como su sucesor una vez sofocada la rebelión delahuertista.

Cuatro años después, cuando todo indicaba que el Gral. Elías Calles le devolvería el poder presidencial al Gral. Obregón, gracias a una reforma constitucional que permitía la reelección, el “Manco de Celaya” murió en un mortal atentado llevado a cabo en el restaurante La Bombilla, el 17 de julio de 1928, en medio de la guerra cristera con miles de víctimas.

Se esparcieron rumores y sospechas acerca de quién o quiénes habrían ordenado la ejecución, de la que el más beneficiado fue precisamente el Gral. Calles, autor del denominado maximato.

Uno de los momentos mas álgidos de la historia de México, que permanece en la máquina de los secretos, se suscitó el día 30 de noviembre de 1920 a las 12 y seis minutos de la noche...

Fecha en que ante la representación nacional rindió la protesta de ley como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, el General de División, Alvaro Obregón, para el periodo de 1920-1924.

Desde el inicio del azaroso periodo del Gral. Obregón en la presidencia es posible hallar el origen de los sucesos que desde el inicio ensombrecieron su cuatrienio. En principio es indispensable analizar una noticia que causó estupor en todos los círculos de la capital, el fallecimiento del recién nombrado Ministro de Guerra, general de División, Benjamín G. Hill, en su residencia del paseo de la Reforma la noche del 14 de diciembre de 1920”, apenas 15 días después de su nombramiento. El rumor de que había muerto envenenado se esparció como reguero de pólvora, pues la enemistad del Gral. Hill con Venustiano Carranza y su grupo era evidente.

¿El sincero y leal amigo y compañero de armas del Gral. Obregón, fue objeto de un complot? Lo cierto es que los caudillos revolucionarios en su gran mayoría gradualmente desaparecieron en forma violenta.

En el mandato del Gral. Obregón se suscitaron hechos de carácter político y social que no le dejaron desarrollar ampliamente su programa de gobierno como él hubiera deseado. Uno de esos acontecimientos fue indudablemente la extraña muerte del Gral. Hill.

¿Quién era el Gral. Hill, al que el Titular del Ejecutivo confió la seguridad del país?

Dibujemos un paréntesis. En la guerra producto de la invasión de la república mexicana por los ejércitos de los angloamericanos, con motivo de la anexión del estado de Texas, muchos prisioneros fueron favorecidos por el Gral. Santa Anna (cosa que no tuvo reciprocidad), entre ellos un niño hallado en filas enemigas del que supuso habrían matado a su padre en algún encuentro. A este pequeño se le colocó en el Colegio de Minería, donde fue excelentemente educado a costa de la nación. ¿El apellido del niño? ¡Hill! ¿Será el mismo general compañero de armas de Obregón que duró solamente quince días cómo Ministro de Guerra y jefe de las tropas mexicanas?

Lo cierto es que el Gral. Hill tuvo oportunidad de ser Presidente de México. Pero hay quienes dicen que no lo dejaron llegar.

El ganón de la carrera por el sillón presidencial, origen de odios, envidias y desencuentros resultó ser el Gral. Plutarco Elías Calles, al imponerlo el Gral. Obregón como su sucesor una vez sofocada la rebelión delahuertista.

Cuatro años después, cuando todo indicaba que el Gral. Elías Calles le devolvería el poder presidencial al Gral. Obregón, gracias a una reforma constitucional que permitía la reelección, el “Manco de Celaya” murió en un mortal atentado llevado a cabo en el restaurante La Bombilla, el 17 de julio de 1928, en medio de la guerra cristera con miles de víctimas.

Se esparcieron rumores y sospechas acerca de quién o quiénes habrían ordenado la ejecución, de la que el más beneficiado fue precisamente el Gral. Calles, autor del denominado maximato.