/ sábado 4 de agosto de 2018

Marcha de la raza humana

El racismo es una mancha en la historia de la humanidad. Nada lo justifica. Sus motivos no resisten un análisis serio.

El invento dudoso y torcido en alusión a la existencia de razas pura es algo deleznable; asimismo, la pretendida superioridad biológica que se traduzca a la vida cultural y capacidad sicológica. No hay tal. Entre mayor conocimiento del tema, mayor cantidad de mitos se derrumban.

El racismo es una verdadera mezcolanza de percepciones mas o menos confusas, del que surgen argumentos inverosímiles y creencias fuera de toda lógica.

Sin duda, el hombre contemporáneo es el resultado de siglos de mestizajes en un proceso que aun persiste.

La pretendida ambición mesiánica de la pureza de una raza es una ambición ilusoria, porque las diferencias entre los grupos raciales son innumerables. Ningún científico ha podido distinguir entre todos a uno con un determinado y único tipo biológico. Y en el caso de que se diera la hipotética superioridad biológica, ningún dato concluye que esto forzosamente se traduce per se, en una superioridad cultural o sicológica; y menos probable aun es que esta “superioridad natural” se refleje automáticamente en ventajas económicas o sociales.

En realidad, detrás de la gran mayoría de los actos de racismo se encuentra el torcido propósito de explotar a seres humanos.

En el siglo XVI los colonizadores se empeñaron en civilizar a los indios a causa de la “inferioridad natural de estos”.

Y en el siglo XVII la trata de negros se “justifico” por la superioridad de una raza con respecto a otra, todo con un claro objetivo mercantil, como salta a la vista.

El racismo es una mancha en la historia de la humanidad. Nada lo justifica. Sus motivos no resisten un análisis serio.

El invento dudoso y torcido en alusión a la existencia de razas pura es algo deleznable; asimismo, la pretendida superioridad biológica que se traduzca a la vida cultural y capacidad sicológica. No hay tal. Entre mayor conocimiento del tema, mayor cantidad de mitos se derrumban.

El racismo es una verdadera mezcolanza de percepciones mas o menos confusas, del que surgen argumentos inverosímiles y creencias fuera de toda lógica.

Sin duda, el hombre contemporáneo es el resultado de siglos de mestizajes en un proceso que aun persiste.

La pretendida ambición mesiánica de la pureza de una raza es una ambición ilusoria, porque las diferencias entre los grupos raciales son innumerables. Ningún científico ha podido distinguir entre todos a uno con un determinado y único tipo biológico. Y en el caso de que se diera la hipotética superioridad biológica, ningún dato concluye que esto forzosamente se traduce per se, en una superioridad cultural o sicológica; y menos probable aun es que esta “superioridad natural” se refleje automáticamente en ventajas económicas o sociales.

En realidad, detrás de la gran mayoría de los actos de racismo se encuentra el torcido propósito de explotar a seres humanos.

En el siglo XVI los colonizadores se empeñaron en civilizar a los indios a causa de la “inferioridad natural de estos”.

Y en el siglo XVII la trata de negros se “justifico” por la superioridad de una raza con respecto a otra, todo con un claro objetivo mercantil, como salta a la vista.