/ domingo 20 de octubre de 2019

Marie Curie

Maria Sklodowska –posteriormente conocida como Marie Curie– nació el 7 de noviembre de 1867, en Varsovia, Polonia (en ese tiempo dividida en tres territorios, bajo el control de Austria, Prusia y Rusia).

Su ciudad estaba bajo el dominio de los zares rusos, por lo que a los polacos les estaba restringido el acceso a la educación, así como al estudio de su historia y sus costumbres. Creció en un ambiente en el que se sentía vigilada constantemente, con la certeza de que hablar de más podía ocasionar que terminara sus días en Siberia, por lo que desarrolló un carácter sumamente reservado.

Sus padres eran profesores, así que se encargaron de que todos sus hijos recibieran una buena educación. Las precarias condiciones en que vivían causaron que Zosia, su hermana mayor, muriera de fiebre tifoidea y su madre falleciera de tuberculosis, lo que ocasionó que Marie perdiera su fe en el catolicismo. A pesar de todo, se graduó con honores de la educación básica. Ella, al igual que todos sus hermanos, anhelaba entrar a la universidad, y aunque su hermano Joseph ingresa a la escuela de medicina, la entrada a esa facultad estaba prohibida a las mujeres.

Por lo tanto, para satisfacer en parte su búsqueda del conocimiento comienza a asistir a la “universidad flotante”, la cual consistía en reuniones clandestinas de jóvenes en las cuales se dedicaban –en lugar de divertirse– a estudiar por las noches. Obviamente, esta preparación no podía ser tomada en cuenta oficialmente, así que, junto con su hermana Bronya, deciden ir a estudiar a París.

Para lo anterior, llegan a un acuerdo: primero irá la hermana mayor, mientras que Marie se quedará a trabajar para enviarle dinero para su manutención. Así que comienza a dar clases particulares y se convierte en la institutriz de los hijos de un rico agricultor y terrateniente. La simpatía que éste sentía hacia Marie termina cuando su hijo mayor se enamora de ella. Aunque su noviazgo termina, y ya no es bien vista por su jefe, tuvo que continuar con su trabajo para enviarle dinero a su hermana. En ese tiempo su padre consigue un buen empleo nuevamente y su situación económica mejora, por lo que Marie está lista para viajar a París a estudiar física y química en la Universidad de La Sorbona.

PARÍS

En el otoño de 1891, a la edad de 24 años, hace realidad su sueño de estudiar una carrera universitaria. Viaja en tren con unas cuantas pertenencias, que incluyen una silla plegable y una cobija –la sección de cuarta clase no contaba con asientos–, y llega a París para instalarse de la forma más austera posible. Se dedica con pasión a sus estudios, y se mantiene ocupada todos los días –lo cual le ayudaba a engañar a su estómago– y soporta los inviernos al vestirse con toda la ropa con que contaba al mismo tiempo.

Marie pensaba que no estaba al mismo nivel que sus compañeros, por lo que busca un puesto de ayudante en un laboratorio. Esto la lleva a conocer al profesor Pierre Curie, quien la acepta como asistente en 1894. Desde el inicio surge una gran admiración y respeto mutuo que al poco tiempo se transforma en amor. Marie y Pierre Curie se casaron en julio de 1895 en una sencilla ceremonia civil. Su luna de miel consistió en un viaje por Francia –en las bicicletas que habían recibido como regalo de bodas–. Su primer bebé nace en 1897, por lo que Marie se ve absorbida, además de sus investigaciones, por su labor como madre y ama de casa. Piensa por un tiempo en abandonar su trabajo, pero en ese momento entra en escena su suegro, un médico reconocido que había enviudado, quien les pide vivir con ellos y ayudar en la crianza de sus hijas.

LOS DESCUBRIMIENTOS

Basado en los descubrimientos recientes de Wilhelm Rontgen y Henri Becquerel, los esposos Curie realizan sus investigaciones en la Escuela Municipal de Física Industrial y Química de París. Después de meses de trabajo en el laboratorio, en 1898 descubren dos nuevos elementos: el polonio –nombrado así en honor a su país natal– y el radio, con lo que da inicio la ciencia de la radiactividad. Marie obtuvo su doctorado en ciencias en 1903, aunque encontró una severa resistencia en Francia al reconocimiento de su investigación.

El 19 de abril de 1906 ocurrió una tragedia: Pierre caminaba distraído y cruza la calle sin precaución, por lo que muere arrollado por un carruaje. Esto representó un dolor inmenso para Marie al perder, no sólo al amor de su vida, sino a su compañero de trabajo. A pesar de todo, regresó a laborar un día después del funeral. El Gobierno de Francia le ofrece una pensión que ella rechaza, al contestarle que era plenamente capaz de trabajar y mantener a sus dos hijas. Sin embargo, sí acepta otro ofrecimiento: la Universidad de La Sorbona la invita a ocupar el lugar de Pierre como profesora de Física en la Facultad de Ciencias –la primera mujer en 650 años de existencia de esa universidad en tener tal distinción–.

EL NOBEL Y EL ESCÁNDALO

En 1903 Marie Curie recibió, junto con su esposo, el Premio Nobel de Física por su trabajo sobre la radiación. En 1911 se le otorgó un segundo Nobel, en esta ocasión en química. Hay que mencionar que sólo han existido cuatro personas a las que se les otorgaron dos Premios Nobel; de ellos, Marie ha sido la única que lo recibió en dos áreas científicas diferentes.

Un escándalo apareció poco antes de la entrega de los Premios Nobel, en 1911: Marie había iniciado una aventura amorosa con Paul Langevin, antiguo alumno de su esposo, quien estaba casado y tenía cuatro hijos –aunque el matrimonio ya había fracasado–. Él confesaba que se sentía atraído hacia Marie como hacia una luz, mientras que ella decía sentirse fascinada por la maravillosa inteligencia de Paul. Jeanne, la esposa de Langevin, enloqueció cuando se enteró que la nueva amante de su marido era nada menos que Marie Curie, al grado de amenazarla de muerte si no se iba de Francia. La situación llegó a su punto crítico cuando Jeanne consiguió hacerse con las cartas de la pareja, y amenazó con sacarlas a la luz.

Días después el periódico Le Journal publicó la historia, y un gran escándalo cayó sobre los dos científicos. La opinión pública se lanzó contra ella al grado que tuvo que refugiarse en casa de un amigo. Incluso, el comité del Premio Nobel le pidió a Marie no acudir a la ceremonia de entrega. Entre las pocas muestras de apoyo que recibió destaca la de Albert Einstein, quien le escribió: “Siento la necesidad de decirle lo mucho que admiro su espíritu, su energía y su honradez. Siempre agradeceré que tengamos entre nosotros a gente como usted y como Langevin, genuinos seres humanos. Si la chusma sigue ocupándose de usted, deje sencillamente de leer esas tonterías. Que se queden para las víboras para las que han sido fabricadas”. Ella acudió a recibir su segundo Premio Nobel y el evento transcurrió sin incidentes que lamentar.

Para cuando Langevin firmó un acuerdo de separación con su mujer y quedó libre, Marie Curie ya se había alejado, devastada física y mentalmente por la situación vivida. Continuaron siendo amigos, pero el amor ya no regresó. Como anécdota final a esta relación, un nieto de Paul contrajo matrimonio con una nieta de Marie.

EL LEGADO

Además de continuar con sus investigaciones en radiactividad, Marie se dedicó a fundar un laboratorio de investigación para honrar la memoria de su esposo (conocido ahora como el Instituto Curie), para lo cual consiguió un importante apoyo de asociaciones y políticos de los Estados Unidos y otros países. Esto aunado a la gran labor que llevó a cabo durante la Primera Guerra Mundial, en el desarrollo de ambulancias equipadas con Rayos X para auxiliar a los soldados en el frente de batalla. Su trabajo abrió las puertas del mundo científico a las mujeres. Incluso, su hija mayor, Irene, recibió el Premio Nobel de Química en 1935. Marie Curie falleció el 4 de julio de 1934, víctima de leucemia, causada por su continua exposición a la radiación –al día de hoy, sus notas de trabajo todavía son radiactivas–. Su imagen como científica y sus investigaciones han perdurado durante más de un siglo.

e-mail: rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

Maria Sklodowska –posteriormente conocida como Marie Curie– nació el 7 de noviembre de 1867, en Varsovia, Polonia (en ese tiempo dividida en tres territorios, bajo el control de Austria, Prusia y Rusia).

Su ciudad estaba bajo el dominio de los zares rusos, por lo que a los polacos les estaba restringido el acceso a la educación, así como al estudio de su historia y sus costumbres. Creció en un ambiente en el que se sentía vigilada constantemente, con la certeza de que hablar de más podía ocasionar que terminara sus días en Siberia, por lo que desarrolló un carácter sumamente reservado.

Sus padres eran profesores, así que se encargaron de que todos sus hijos recibieran una buena educación. Las precarias condiciones en que vivían causaron que Zosia, su hermana mayor, muriera de fiebre tifoidea y su madre falleciera de tuberculosis, lo que ocasionó que Marie perdiera su fe en el catolicismo. A pesar de todo, se graduó con honores de la educación básica. Ella, al igual que todos sus hermanos, anhelaba entrar a la universidad, y aunque su hermano Joseph ingresa a la escuela de medicina, la entrada a esa facultad estaba prohibida a las mujeres.

Por lo tanto, para satisfacer en parte su búsqueda del conocimiento comienza a asistir a la “universidad flotante”, la cual consistía en reuniones clandestinas de jóvenes en las cuales se dedicaban –en lugar de divertirse– a estudiar por las noches. Obviamente, esta preparación no podía ser tomada en cuenta oficialmente, así que, junto con su hermana Bronya, deciden ir a estudiar a París.

Para lo anterior, llegan a un acuerdo: primero irá la hermana mayor, mientras que Marie se quedará a trabajar para enviarle dinero para su manutención. Así que comienza a dar clases particulares y se convierte en la institutriz de los hijos de un rico agricultor y terrateniente. La simpatía que éste sentía hacia Marie termina cuando su hijo mayor se enamora de ella. Aunque su noviazgo termina, y ya no es bien vista por su jefe, tuvo que continuar con su trabajo para enviarle dinero a su hermana. En ese tiempo su padre consigue un buen empleo nuevamente y su situación económica mejora, por lo que Marie está lista para viajar a París a estudiar física y química en la Universidad de La Sorbona.

PARÍS

En el otoño de 1891, a la edad de 24 años, hace realidad su sueño de estudiar una carrera universitaria. Viaja en tren con unas cuantas pertenencias, que incluyen una silla plegable y una cobija –la sección de cuarta clase no contaba con asientos–, y llega a París para instalarse de la forma más austera posible. Se dedica con pasión a sus estudios, y se mantiene ocupada todos los días –lo cual le ayudaba a engañar a su estómago– y soporta los inviernos al vestirse con toda la ropa con que contaba al mismo tiempo.

Marie pensaba que no estaba al mismo nivel que sus compañeros, por lo que busca un puesto de ayudante en un laboratorio. Esto la lleva a conocer al profesor Pierre Curie, quien la acepta como asistente en 1894. Desde el inicio surge una gran admiración y respeto mutuo que al poco tiempo se transforma en amor. Marie y Pierre Curie se casaron en julio de 1895 en una sencilla ceremonia civil. Su luna de miel consistió en un viaje por Francia –en las bicicletas que habían recibido como regalo de bodas–. Su primer bebé nace en 1897, por lo que Marie se ve absorbida, además de sus investigaciones, por su labor como madre y ama de casa. Piensa por un tiempo en abandonar su trabajo, pero en ese momento entra en escena su suegro, un médico reconocido que había enviudado, quien les pide vivir con ellos y ayudar en la crianza de sus hijas.

LOS DESCUBRIMIENTOS

Basado en los descubrimientos recientes de Wilhelm Rontgen y Henri Becquerel, los esposos Curie realizan sus investigaciones en la Escuela Municipal de Física Industrial y Química de París. Después de meses de trabajo en el laboratorio, en 1898 descubren dos nuevos elementos: el polonio –nombrado así en honor a su país natal– y el radio, con lo que da inicio la ciencia de la radiactividad. Marie obtuvo su doctorado en ciencias en 1903, aunque encontró una severa resistencia en Francia al reconocimiento de su investigación.

El 19 de abril de 1906 ocurrió una tragedia: Pierre caminaba distraído y cruza la calle sin precaución, por lo que muere arrollado por un carruaje. Esto representó un dolor inmenso para Marie al perder, no sólo al amor de su vida, sino a su compañero de trabajo. A pesar de todo, regresó a laborar un día después del funeral. El Gobierno de Francia le ofrece una pensión que ella rechaza, al contestarle que era plenamente capaz de trabajar y mantener a sus dos hijas. Sin embargo, sí acepta otro ofrecimiento: la Universidad de La Sorbona la invita a ocupar el lugar de Pierre como profesora de Física en la Facultad de Ciencias –la primera mujer en 650 años de existencia de esa universidad en tener tal distinción–.

EL NOBEL Y EL ESCÁNDALO

En 1903 Marie Curie recibió, junto con su esposo, el Premio Nobel de Física por su trabajo sobre la radiación. En 1911 se le otorgó un segundo Nobel, en esta ocasión en química. Hay que mencionar que sólo han existido cuatro personas a las que se les otorgaron dos Premios Nobel; de ellos, Marie ha sido la única que lo recibió en dos áreas científicas diferentes.

Un escándalo apareció poco antes de la entrega de los Premios Nobel, en 1911: Marie había iniciado una aventura amorosa con Paul Langevin, antiguo alumno de su esposo, quien estaba casado y tenía cuatro hijos –aunque el matrimonio ya había fracasado–. Él confesaba que se sentía atraído hacia Marie como hacia una luz, mientras que ella decía sentirse fascinada por la maravillosa inteligencia de Paul. Jeanne, la esposa de Langevin, enloqueció cuando se enteró que la nueva amante de su marido era nada menos que Marie Curie, al grado de amenazarla de muerte si no se iba de Francia. La situación llegó a su punto crítico cuando Jeanne consiguió hacerse con las cartas de la pareja, y amenazó con sacarlas a la luz.

Días después el periódico Le Journal publicó la historia, y un gran escándalo cayó sobre los dos científicos. La opinión pública se lanzó contra ella al grado que tuvo que refugiarse en casa de un amigo. Incluso, el comité del Premio Nobel le pidió a Marie no acudir a la ceremonia de entrega. Entre las pocas muestras de apoyo que recibió destaca la de Albert Einstein, quien le escribió: “Siento la necesidad de decirle lo mucho que admiro su espíritu, su energía y su honradez. Siempre agradeceré que tengamos entre nosotros a gente como usted y como Langevin, genuinos seres humanos. Si la chusma sigue ocupándose de usted, deje sencillamente de leer esas tonterías. Que se queden para las víboras para las que han sido fabricadas”. Ella acudió a recibir su segundo Premio Nobel y el evento transcurrió sin incidentes que lamentar.

Para cuando Langevin firmó un acuerdo de separación con su mujer y quedó libre, Marie Curie ya se había alejado, devastada física y mentalmente por la situación vivida. Continuaron siendo amigos, pero el amor ya no regresó. Como anécdota final a esta relación, un nieto de Paul contrajo matrimonio con una nieta de Marie.

EL LEGADO

Además de continuar con sus investigaciones en radiactividad, Marie se dedicó a fundar un laboratorio de investigación para honrar la memoria de su esposo (conocido ahora como el Instituto Curie), para lo cual consiguió un importante apoyo de asociaciones y políticos de los Estados Unidos y otros países. Esto aunado a la gran labor que llevó a cabo durante la Primera Guerra Mundial, en el desarrollo de ambulancias equipadas con Rayos X para auxiliar a los soldados en el frente de batalla. Su trabajo abrió las puertas del mundo científico a las mujeres. Incluso, su hija mayor, Irene, recibió el Premio Nobel de Química en 1935. Marie Curie falleció el 4 de julio de 1934, víctima de leucemia, causada por su continua exposición a la radiación –al día de hoy, sus notas de trabajo todavía son radiactivas–. Su imagen como científica y sus investigaciones han perdurado durante más de un siglo.

e-mail: rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com