/ domingo 16 de enero de 2022

Miguel A. Sotelo González | Naciones y Generaciones

Para el historiador Arnold Toynbee en su obra Estudio de la Historia, el ascenso o decadencia de una civilización determinada depende de las respuestas creativas que vaya dando a los problemas que se van presentando en el curso de su existencia.

Si lo que sugiere Toynbee resulta cierto, eso explicaría en cierta medida los diversos ritmos de desarrollo entre las naciones e incluso de las generaciones humanas.

De este proceso general es difícil captar la contribución individual sometida a una prueba general, solo la respuesta conjunta de sus semejantes es perceptible como tendencia histórica.

Por ejemplo, si tomamos la historia de las Ciudades-Estados de la Grecia Antigua durante sus cuatro siglos de existencia.

Al comienzo de este periodo las sociedades que integraban esta liga de Ciudades-Estados se vieron enfrentados al problema de la presión demográfica sobre los medios de subsistencia que hasta entonces los griegos solían obtener casi por completo cultivando en sus propios territorios una variedad de productos agrícolas para consumo interno.

Pero cuando llegó la crisis las Ciudades-Estados reaccionaron de manera diferente, Corintio se dispuso a conquistar territorios de ultramar; Esparta por su parte satisfizo el hambre de sus ciudadanos atacando a sus vecinos y para ello hubo de reformar en un sentido militar toda la vida interna de su sociedad; por su parte Atenas especializó su producción interna para poder exportarla favoreciendo con ello el intercambio comercial con otras naciones para poder surtir aquellos productos de los que eran deficitarios.

En nuestros días la particularidad de las respuestas a los problemas que enfrentan las sociedades depende en gran medida del grado de desarrollo y organización de cada sociedad específica.

Así por ejemplo, algunos empresarios de la industria textil y del calzado están proponiendo el retorno de Asia a nuestro país para paliar el problema del desempleo, aprovechando que tal medida no afectaría nuestras relaciones comerciales con nuestro principal socio: Estados Unidos.

Y no es porque los norteamericanos ya no usen zapatos o anden desnudos deambulando por las calles, sino porque han trascendido esta fase de producción debido a la sofisticación de su industria y en su lugar abandonaron la elaboración de productos textiles y del calzado por la de productos más complejos y con mayor valor agregado.

Este esquema de evolución de las naciones y civilizaciones tal vez también pueda ayudarnos a comprender a la generación Millennial tan satirizada en nuestros días.

A la generación Millennial suele caracterizarse por su desconexión y olvido del pasado, pero tal vez sea solo porque los problemas a los que habrán de enfrentarse poco tengan, ya que ver con los que antes enfrentaron las generaciones que les precedieron.

La generación Millennial surge en un contexto de desarrollo industrial y tecnológico inédito en la historia de la humanidad, es el traslape con generaciones de la era analógica por decirlo de alguna forma, lo que ha dado pie a comparaciones despectivas.

Tal vez en los Millennials no encontremos un agudo sentido común que era la carta de navegación en el pasado para conducirse por la vida, porque ellos emergen en una era automatizada, donde no hay mucho que deducir, sino simplemente de cumplir las instrucciones y ejecutarlas correctamente.

Lo anterior no refleja carencia alguna, sino la adecuación al cambio tecnológico y social que sucede ante nuestros ojos, por el contrario, si bien pueden no contar ya con algunas cualidades de las que gozaron las generaciones pasadas, también es cierto que poseen otras más sofisticadas que se les dificulta aprender a sus padres hoy en día.

Regeneración.

Para el historiador Arnold Toynbee en su obra Estudio de la Historia, el ascenso o decadencia de una civilización determinada depende de las respuestas creativas que vaya dando a los problemas que se van presentando en el curso de su existencia.

Si lo que sugiere Toynbee resulta cierto, eso explicaría en cierta medida los diversos ritmos de desarrollo entre las naciones e incluso de las generaciones humanas.

De este proceso general es difícil captar la contribución individual sometida a una prueba general, solo la respuesta conjunta de sus semejantes es perceptible como tendencia histórica.

Por ejemplo, si tomamos la historia de las Ciudades-Estados de la Grecia Antigua durante sus cuatro siglos de existencia.

Al comienzo de este periodo las sociedades que integraban esta liga de Ciudades-Estados se vieron enfrentados al problema de la presión demográfica sobre los medios de subsistencia que hasta entonces los griegos solían obtener casi por completo cultivando en sus propios territorios una variedad de productos agrícolas para consumo interno.

Pero cuando llegó la crisis las Ciudades-Estados reaccionaron de manera diferente, Corintio se dispuso a conquistar territorios de ultramar; Esparta por su parte satisfizo el hambre de sus ciudadanos atacando a sus vecinos y para ello hubo de reformar en un sentido militar toda la vida interna de su sociedad; por su parte Atenas especializó su producción interna para poder exportarla favoreciendo con ello el intercambio comercial con otras naciones para poder surtir aquellos productos de los que eran deficitarios.

En nuestros días la particularidad de las respuestas a los problemas que enfrentan las sociedades depende en gran medida del grado de desarrollo y organización de cada sociedad específica.

Así por ejemplo, algunos empresarios de la industria textil y del calzado están proponiendo el retorno de Asia a nuestro país para paliar el problema del desempleo, aprovechando que tal medida no afectaría nuestras relaciones comerciales con nuestro principal socio: Estados Unidos.

Y no es porque los norteamericanos ya no usen zapatos o anden desnudos deambulando por las calles, sino porque han trascendido esta fase de producción debido a la sofisticación de su industria y en su lugar abandonaron la elaboración de productos textiles y del calzado por la de productos más complejos y con mayor valor agregado.

Este esquema de evolución de las naciones y civilizaciones tal vez también pueda ayudarnos a comprender a la generación Millennial tan satirizada en nuestros días.

A la generación Millennial suele caracterizarse por su desconexión y olvido del pasado, pero tal vez sea solo porque los problemas a los que habrán de enfrentarse poco tengan, ya que ver con los que antes enfrentaron las generaciones que les precedieron.

La generación Millennial surge en un contexto de desarrollo industrial y tecnológico inédito en la historia de la humanidad, es el traslape con generaciones de la era analógica por decirlo de alguna forma, lo que ha dado pie a comparaciones despectivas.

Tal vez en los Millennials no encontremos un agudo sentido común que era la carta de navegación en el pasado para conducirse por la vida, porque ellos emergen en una era automatizada, donde no hay mucho que deducir, sino simplemente de cumplir las instrucciones y ejecutarlas correctamente.

Lo anterior no refleja carencia alguna, sino la adecuación al cambio tecnológico y social que sucede ante nuestros ojos, por el contrario, si bien pueden no contar ya con algunas cualidades de las que gozaron las generaciones pasadas, también es cierto que poseen otras más sofisticadas que se les dificulta aprender a sus padres hoy en día.

Regeneración.