/ jueves 2 de agosto de 2018

Naturaleza de los celos

Daniel Chavarria Garcia

Los diccionarios definen los celos como una respuesta emocional que surge cuando un individuo percibe una amenaza hacia algo que considera como propio.

Generalmente esto abarca la sospecha o inquietud de que la persona amada preste su favor a otra. Este proceso sicológico nace del miedo a perder determinada cosa, objeto, función o relación.

Los celos son también un sentimiento de envidia hacia el éxito o posesión de otra persona, acompañado de tristeza y la emulación por el deseo de tener algo que no se posee.

Shakespeare decía “los acres clamores de la envidia envenenan más mortalmente que la mordedura de un perro rabioso”. Y bueno, en realidad la naturaleza humana ha cambiado muy poco o nada con el paso de los siglos.

El tema central de los celos enfermizos es tratado en la obra teatral Otelo, el Moro de Venecia, escrita por William Shakespeare alrededor de 1603. Los celos de Otelo es una debilidad de la que se vale Yago para urdir su deseo de venganza, al sembrar intrigas para obtener el éxito.

Es en Venecia y el Puerto de Chipre el escenario donde se desenvuelve el triángulo de personajes mencionado; Otelo, sensato y seguro que naufraga por los celos patológicos, hasta volverse un individuo ansioso y pasional; Desdémona, su esposa, muy bella, y Yago, su alférez, personaje que encarna la hipocresía y la perversidad. En los cinco actos de que consta esta obra, Yago provoca que Otelo, ardiente y pasional, enloquezca ante lo que mira como la traición de su amada Desdémona, matándola, pero Otelo al darse cuenta de que todo era un engaño de Yago, finalmente lo mata, y se da muerte a sí mismo.

De ser posible, la lección de la obra es que los celos, justificados o no, conducen del amor al odio en segundos. Esto sella el destino humano y muchas veces es causante de su propia ruina.


Daniel Chavarria Garcia

Los diccionarios definen los celos como una respuesta emocional que surge cuando un individuo percibe una amenaza hacia algo que considera como propio.

Generalmente esto abarca la sospecha o inquietud de que la persona amada preste su favor a otra. Este proceso sicológico nace del miedo a perder determinada cosa, objeto, función o relación.

Los celos son también un sentimiento de envidia hacia el éxito o posesión de otra persona, acompañado de tristeza y la emulación por el deseo de tener algo que no se posee.

Shakespeare decía “los acres clamores de la envidia envenenan más mortalmente que la mordedura de un perro rabioso”. Y bueno, en realidad la naturaleza humana ha cambiado muy poco o nada con el paso de los siglos.

El tema central de los celos enfermizos es tratado en la obra teatral Otelo, el Moro de Venecia, escrita por William Shakespeare alrededor de 1603. Los celos de Otelo es una debilidad de la que se vale Yago para urdir su deseo de venganza, al sembrar intrigas para obtener el éxito.

Es en Venecia y el Puerto de Chipre el escenario donde se desenvuelve el triángulo de personajes mencionado; Otelo, sensato y seguro que naufraga por los celos patológicos, hasta volverse un individuo ansioso y pasional; Desdémona, su esposa, muy bella, y Yago, su alférez, personaje que encarna la hipocresía y la perversidad. En los cinco actos de que consta esta obra, Yago provoca que Otelo, ardiente y pasional, enloquezca ante lo que mira como la traición de su amada Desdémona, matándola, pero Otelo al darse cuenta de que todo era un engaño de Yago, finalmente lo mata, y se da muerte a sí mismo.

De ser posible, la lección de la obra es que los celos, justificados o no, conducen del amor al odio en segundos. Esto sella el destino humano y muchas veces es causante de su propia ruina.