/ miércoles 8 de enero de 2020

Con café y a media luz | Ni a dónde hacerse

Allá por el año 2004 – quizá 2005 – este servidor laboraba en los espacios noticiosos de una firma televisiva nacional en la Huasteca potosina. Era Ciudad Valles el punto de trabajo y en esa hermosa ciudad tuve la oportunidad de hacer grandes amigos y de conocer a personas interesantes en el ámbito de la política, de las relaciones internacionales, del desarrollo de espacios para personas en situación especial y muchos otros aspectos que, curiosamente, para ese tiempo se le escapaban a Tampico.

Entre las familias que pude conocer y que me trataron muy bien, como usted supondrá, fue la de don Alfonso Esper, la del maestro Tirso Pozos y, en esta ocasión quiero mencionar con un punto y a parte a la de Fructuoso López Cárdenas, aquel hombre llamado “el apagafuegos” en la administración de Miguel de la Madrid y quien también fuera delegado en dos ocasiones en el otrora Distrito Federal.

Aunque cuando yo nunca lo traté, la familia de “El Tocho” como le decían cariñosamente, siempre tuvo para mí un espacio de confianza, trabajo y colaboración, particularmente de la maestra María del Carmen, misma que durante la primera administración de Jorge Terán tuvo a su cargo la comisión de educación de esa administración pública municipal de Ciudad Valles.

Una de las frases que me repitió varias veces fue al inicio del segundo año de gobierno de ese ayuntamiento: “Ahora sí, mijito, ni a dónde hacerse”.

Y es que la experimentada mujer había aprendido bien “el teje y maneje” de las andanzas de la administración pública y aseguraba que el tiempo que dura un gobierno se debe dividir en tres partes fundamentales que, si bien es cierto, nunca las detalló como yo lo haré en la entrega de este día, sí me daba a entender de alguna manera que así “estaba el asunto”. Por tanto, es tan permisiva la disculpa para ella que nunca hizo desglose de su punto de vista, como para este servidor que está interpretando las declaraciones de hace más de quince años.

Pues bien, la primera parte del ciclo de un gobernante es esa que el mexicano la conoce como la de “Van empezando”. En ella es común y hasta válido el señalar responsabilidades a autoridades pasadas, malos manejos y encontrar culpables por los cuales no ha habido el avance deseado y las promesas hechas en campaña deberán esperar un poco más de lo dicho para convertirse en una realidad.

En el caso de los municipios, esta puede durar, entre los primeros ocho meses a un año, en tanto que, en las federales puede ocupar hasta los dos primeros años de gobierno.

La segunda etapa, según esta concepción, es la que le preocupaba más a mi interlocutora, pues era la que encerraba la mística de la frase “Ni para dónde hacerse”. Es decir, la administración en turno tendría que mostrar resultados a como diera lugar, cumplir con la mayor parte de las promesas y evidenciar los resultados. Demostrar con hechos que el programa de trabajo y el proyecto de gobierno son honestos, productivos e inobjetables.

Es justamente esa etapa la que está iniciando el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador.

A partir de este 2020, el Ejecutivo federal no deberá alegar que “hay otros datos” ni podrá culpar a administraciones pasadas, pues se supone que ya tuvo tiempo suficiente para “limpiar la casa” a través de los recortes, las cancelaciones de obra, la implementación de sus programas, los ceses de personal contratado por honorarios, la creación de institutos y una buena cantidad de promesas hechas durante el tiempo que aspiró a llegar a la presidencia de le República Mexicana.

Ya no serán justificables los crecimientos del cero por ciento, las situaciones de riesgo e inseguridad en lugares como el norte del país o la parte central de Veracruz, los índices de pobreza, el deterioro de las relaciones internacionales y otros factores más que han mantenido golpeada a la población mexicana pues ahora sí será todo responsabilidad de esta administración.

Cabe hacer mención que, en la conferencia mañanera de ayer, el presidente AMLO señaló que “en este año sí se reducirán los índices de violencia”, entonces, ¿En el 2019 no se logró avanzar en ese rubro? Y para ampliar su declaración tocó el tema de Guanajuato y el despliegue especial de la Guardia Nacional como factor estratégico de cambio.

Afortunadamente, AMLO concibe al 2020 como el año del “sí” y es que, como dijera la maestra López Cárdenas, “No hay a dónde hacerse”; ya no habrán más opciones para justificar la ausencia en los resultados prometidos a la población mexicana.

La tercera y última etapa de un gobierno es una de nuevas justificaciones, nuevas promesas y más descuidos.

Las justificaciones estarán encaminadas a los resultados parciales de los programas que se llevaron al cabo. Vendrán temas como el mercado internacional, la fluctuación del peso, la política exterior y otros detalles por los cuales no se pudo llegar a las metas planteadas en el programa de gobierno a través de sus ejes rectores y se escucharán frases como “Eso estaba fuera de nuestras manos”.

Asimismo, y sin importar que el gobernante va de salida, realizará nuevas promesas y dirá que siempre contarán con su apoyo, además de que “tal o cual” programa continuará vigente porque beneficia a la población. ¿Recuerda usted la reforma educativa de EPN?, ¿En dónde está ahorita? De no continuar Morena en el poder ¿Qué pasará con las universidades y bancos del bienestar?, por citar un mero ejemplo.

Y, por último, empezarán los descuidos y los letargos burocráticos pues hay chamba que se “heredará” a los siguientes funcionarios, porque imperará la frase que bien pudiera titular a esta etapa: “Al fin que vamos de salida”.

En resumidas cuentas, gentil amigo lector, el 2020 representa para AMLO y su gabinete el inicio de la fase “Ni para dónde hacerse”, aquí no queda de otra más que dar resultados y cumplir las promesas hechas. Y hasta aquí, pues como decía un periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Con Café y a Media Luz

Agustín JIMENEZ CERVANTES

“Ni a Dónde Hacerse”

Allá por el año 2004 – quizá 2005 – este servidor laboraba en los espacios noticiosos de una firma televisiva nacional en la Huasteca potosina. Era Ciudad Valles el punto de trabajo y en esa hermosa ciudad tuve la oportunidad de hacer grandes amigos y de conocer a personas interesantes en el ámbito de la política, de las relaciones internacionales, del desarrollo de espacios para personas en situación especial y muchos otros aspectos que, curiosamente, para ese tiempo se le escapaban a Tampico.

Entre las familias que pude conocer y que me trataron muy bien, como usted supondrá, fue la de don Alfonso Esper, la del maestro Tirso Pozos y, en esta ocasión quiero mencionar con un punto y a parte a la de Fructuoso López Cárdenas, aquel hombre llamado “el apagafuegos” en la administración de Miguel de la Madrid y quien también fuera delegado en dos ocasiones en el otrora Distrito Federal.

Aunque cuando yo nunca lo traté, la familia de “El Tocho” como le decían cariñosamente, siempre tuvo para mí un espacio de confianza, trabajo y colaboración, particularmente de la maestra María del Carmen, misma que durante la primera administración de Jorge Terán tuvo a su cargo la comisión de educación de esa administración pública municipal de Ciudad Valles.

Una de las frases que me repitió varias veces fue al inicio del segundo año de gobierno de ese ayuntamiento: “Ahora sí, mijito, ni a dónde hacerse”.

Y es que la experimentada mujer había aprendido bien “el teje y maneje” de las andanzas de la administración pública y aseguraba que el tiempo que dura un gobierno se debe dividir en tres partes fundamentales que, si bien es cierto, nunca las detalló como yo lo haré en la entrega de este día, sí me daba a entender de alguna manera que así “estaba el asunto”. Por tanto, es tan permisiva la disculpa para ella que nunca hizo desglose de su punto de vista, como para este servidor que está interpretando las declaraciones de hace más de quince años.

Pues bien, la primera parte del ciclo de un gobernante es esa que el mexicano la conoce como la de “Van empezando”. En ella es común y hasta válido el señalar responsabilidades a autoridades pasadas, malos manejos y encontrar culpables por los cuales no ha habido el avance deseado y las promesas hechas en campaña deberán esperar un poco más de lo dicho para convertirse en una realidad.

En el caso de los municipios, esta puede durar, entre los primeros ocho meses a un año, en tanto que, en las federales puede ocupar hasta los dos primeros años de gobierno.

La segunda etapa, según esta concepción, es la que le preocupaba más a mi interlocutora, pues era la que encerraba la mística de la frase “Ni para dónde hacerse”. Es decir, la administración en turno tendría que mostrar resultados a como diera lugar, cumplir con la mayor parte de las promesas y evidenciar los resultados. Demostrar con hechos que el programa de trabajo y el proyecto de gobierno son honestos, productivos e inobjetables.

Es justamente esa etapa la que está iniciando el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador.

A partir de este 2020, el Ejecutivo federal no deberá alegar que “hay otros datos” ni podrá culpar a administraciones pasadas, pues se supone que ya tuvo tiempo suficiente para “limpiar la casa” a través de los recortes, las cancelaciones de obra, la implementación de sus programas, los ceses de personal contratado por honorarios, la creación de institutos y una buena cantidad de promesas hechas durante el tiempo que aspiró a llegar a la presidencia de le República Mexicana.

Ya no serán justificables los crecimientos del cero por ciento, las situaciones de riesgo e inseguridad en lugares como el norte del país o la parte central de Veracruz, los índices de pobreza, el deterioro de las relaciones internacionales y otros factores más que han mantenido golpeada a la población mexicana pues ahora sí será todo responsabilidad de esta administración.

Cabe hacer mención que, en la conferencia mañanera de ayer, el presidente AMLO señaló que “en este año sí se reducirán los índices de violencia”, entonces, ¿En el 2019 no se logró avanzar en ese rubro? Y para ampliar su declaración tocó el tema de Guanajuato y el despliegue especial de la Guardia Nacional como factor estratégico de cambio.

Afortunadamente, AMLO concibe al 2020 como el año del “sí” y es que, como dijera la maestra López Cárdenas, “No hay a dónde hacerse”; ya no habrán más opciones para justificar la ausencia en los resultados prometidos a la población mexicana.

La tercera y última etapa de un gobierno es una de nuevas justificaciones, nuevas promesas y más descuidos.

Las justificaciones estarán encaminadas a los resultados parciales de los programas que se llevaron al cabo. Vendrán temas como el mercado internacional, la fluctuación del peso, la política exterior y otros detalles por los cuales no se pudo llegar a las metas planteadas en el programa de gobierno a través de sus ejes rectores y se escucharán frases como “Eso estaba fuera de nuestras manos”.

Asimismo, y sin importar que el gobernante va de salida, realizará nuevas promesas y dirá que siempre contarán con su apoyo, además de que “tal o cual” programa continuará vigente porque beneficia a la población. ¿Recuerda usted la reforma educativa de EPN?, ¿En dónde está ahorita? De no continuar Morena en el poder ¿Qué pasará con las universidades y bancos del bienestar?, por citar un mero ejemplo.

Y, por último, empezarán los descuidos y los letargos burocráticos pues hay chamba que se “heredará” a los siguientes funcionarios, porque imperará la frase que bien pudiera titular a esta etapa: “Al fin que vamos de salida”.

En resumidas cuentas, gentil amigo lector, el 2020 representa para AMLO y su gabinete el inicio de la fase “Ni para dónde hacerse”, aquí no queda de otra más que dar resultados y cumplir las promesas hechas. Y hasta aquí, pues como decía un periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Con Café y a Media Luz

Agustín JIMENEZ CERVANTES

“Ni a Dónde Hacerse”