/ martes 1 de octubre de 2019

Ningún equipo puede considerarse grande si está fuera de la verdad

Y hasta lo justificamos diciendo que nada malo tiene vivir en una mentira piadosa

No es aconsejable enfrentar a los dogmas. Hay sucesos que es mejor callarlos que comentarlos, pues una cosa es que un jugador crema, azul o puma, se vea envuelto en la interpretación de una jugada violenta en la que sea el agresor y, otra en la que el agresor sea un jugador chiva. Nada se dijo ni ningún comentarista cuestionó la cobarde agresión de Guillermo Sepúlveda sobre la humanidad del jovencito en aquel tiempo gran promesa del futbol mexicano, Armando Cuervo, quien en una jugada muy semejante a aquella en la que Armando Maradona fue fracturado por uno de tantos que con permiso para matar, lo cazó cobardemente por la espalda, igual que ocurrió con Cuervo. Dos años antes Andoni Goikoetxea había hecho lo mismo con Berndt Shuster, o sea que el gran Goiko, que nunca logró prender a Hugo, se había especializado en cazar barcelonistas.

Tiempo después, un sucesor de Sepúlveda le hizo trizas la pierna izquierda a Marco Antonio Ruiz “el Chima”, cortándole de tajo la posibilidad de realizar al que hubiera sido, después de Hugo Sánchez, la mejor representación mexicana en el futbol de Europa. Horrible fractura expuesta que a punto estuvo de acabar con la brillante carrera futbolística de uno de los jugadores que regalaba felicidad al graderío. Y ¿recuerdan ustedes que alguno de los informadores especializados haya alzado su voz al respecto? No, si pega un jugador cualquiera, hablamos de un asesino, si pega un chiva, fue un accidente.

En este caso, Briseño, un muchacho que ni siquiera ha logrado consolidarse. Que ha luchado por abrirse camino iniciando en un equipo en el que es difícil triunfar, Tigres y, que desatendiendo consejos emigró a Europa por su cuenta, buscando su realización sin lograrlo, como ha ocurrido a otros como Gudiño y Pulido y, que al repatriarse, sienten que acá no se ha avanzado y que han superado en experiencia efectiva a los que no han salido de aquí. Apenas recién, al ser entrevistado, Briseño, culpó a los comentaristas de haber creado la fama de que el Guadalajara es favorecida por los árbitros, palabras que acusan inmadurez y, que muy pronto le están cobrando piso.

Y ustedes se han dado cuenta, de todo esto, el muchacho ha aprendido que no todo es mostrar valor, que la intensidad con que se juega no debe rebasar jamás a la prudencia y, que ningún uniforme por más prestigio que tenga será justificación para poner a riesgo de lesión grave a un compañero de profesión, por más calentura que las bestias del micrófono inyecten para animar a un clásico, que jamás será más importante que la integridad de los jugadores que lo disputan... No pasó nada, es lo que escuchó a la mayoría de los parlanchines, mientras que Giovani, con una sonrisa falsa, se quiere hacer pasar por el perdonavidas que no es, que en el fondo, rumia su coraje de que, después de una larga inactividad, caiga en otra, cuando aún puede ser convocado a formar parte del TRI.

Otro afectado por el estúpido apapacho a jóvenes que sin haber aprendido aún a caminar, se les está repitiendo que ya son candidatos a irse a Europa a disputar un balón de oro, como es el caso de Cervantes, que se hizo expulsar tontamente, defendiendo una causa totalmente perdida, sin más argumento que el que los grandes jugadores chivas le han heredado, el exigirle a los árbitros “respeto por los colores del rebaño sagrado”, respeto que no es otra cosa que parte del dogma chiva.

El otro mal ejemplo, reflejo fiel de la enseñanza de otro dogmático del futbol mexicano, Ricardo Antonio Lavolpe, lo es el joven de 19 años, de apellido Castañeda, que al anotarle un golazo al Veracruz, para echar por tierra la alegría del público jarocho que después de 37 juegos sin ganar, celebraba ya el triunfo, para que la brillante jugada del mocoso lo hiciera reaccionar como un engreído que en lugar de agradecer a Dios por haberle ayudado a realizar semejante obra, lo ofenda al comportarse como un patán al que el primer logro lo saca de su realidad, que no es otra que la de un principiante con suerte, que no sabe que será de él mañana. Descaradamente encaró al público diciéndole que se callara.

Ahora, toca el turno a nuestra selección preolímpica, que estará enfrentando a Trinidad y Tobago, en un juego que crea una espectativa muy grande, ya que estaremos viendo en acción a la nueva generación de la que poco a poco, el "Tata" Martino estará sacando a los jugadores que irán relevando a las viejas glorias, que, parece que fue ayer, aparecieron por primera vez para ofrecer su esfuerzo, unos a partir de Sudáfrica 10, Brasil 14 y Rusia 18 y, de los que algunos, muy pocos, tendrán la oportunidad una vez más, de defender los colores patrios y, que en este transfer del 19 al 22, estarán sirviendo como monitores del "Tata", orientando desde la acción, a la nueva generación tricolor, que nos ha de representar primero en la eliminatoria de Concacaf y seguramente después en Qatar 2022.

Hasta pronto amigo.

Y hasta lo justificamos diciendo que nada malo tiene vivir en una mentira piadosa

No es aconsejable enfrentar a los dogmas. Hay sucesos que es mejor callarlos que comentarlos, pues una cosa es que un jugador crema, azul o puma, se vea envuelto en la interpretación de una jugada violenta en la que sea el agresor y, otra en la que el agresor sea un jugador chiva. Nada se dijo ni ningún comentarista cuestionó la cobarde agresión de Guillermo Sepúlveda sobre la humanidad del jovencito en aquel tiempo gran promesa del futbol mexicano, Armando Cuervo, quien en una jugada muy semejante a aquella en la que Armando Maradona fue fracturado por uno de tantos que con permiso para matar, lo cazó cobardemente por la espalda, igual que ocurrió con Cuervo. Dos años antes Andoni Goikoetxea había hecho lo mismo con Berndt Shuster, o sea que el gran Goiko, que nunca logró prender a Hugo, se había especializado en cazar barcelonistas.

Tiempo después, un sucesor de Sepúlveda le hizo trizas la pierna izquierda a Marco Antonio Ruiz “el Chima”, cortándole de tajo la posibilidad de realizar al que hubiera sido, después de Hugo Sánchez, la mejor representación mexicana en el futbol de Europa. Horrible fractura expuesta que a punto estuvo de acabar con la brillante carrera futbolística de uno de los jugadores que regalaba felicidad al graderío. Y ¿recuerdan ustedes que alguno de los informadores especializados haya alzado su voz al respecto? No, si pega un jugador cualquiera, hablamos de un asesino, si pega un chiva, fue un accidente.

En este caso, Briseño, un muchacho que ni siquiera ha logrado consolidarse. Que ha luchado por abrirse camino iniciando en un equipo en el que es difícil triunfar, Tigres y, que desatendiendo consejos emigró a Europa por su cuenta, buscando su realización sin lograrlo, como ha ocurrido a otros como Gudiño y Pulido y, que al repatriarse, sienten que acá no se ha avanzado y que han superado en experiencia efectiva a los que no han salido de aquí. Apenas recién, al ser entrevistado, Briseño, culpó a los comentaristas de haber creado la fama de que el Guadalajara es favorecida por los árbitros, palabras que acusan inmadurez y, que muy pronto le están cobrando piso.

Y ustedes se han dado cuenta, de todo esto, el muchacho ha aprendido que no todo es mostrar valor, que la intensidad con que se juega no debe rebasar jamás a la prudencia y, que ningún uniforme por más prestigio que tenga será justificación para poner a riesgo de lesión grave a un compañero de profesión, por más calentura que las bestias del micrófono inyecten para animar a un clásico, que jamás será más importante que la integridad de los jugadores que lo disputan... No pasó nada, es lo que escuchó a la mayoría de los parlanchines, mientras que Giovani, con una sonrisa falsa, se quiere hacer pasar por el perdonavidas que no es, que en el fondo, rumia su coraje de que, después de una larga inactividad, caiga en otra, cuando aún puede ser convocado a formar parte del TRI.

Otro afectado por el estúpido apapacho a jóvenes que sin haber aprendido aún a caminar, se les está repitiendo que ya son candidatos a irse a Europa a disputar un balón de oro, como es el caso de Cervantes, que se hizo expulsar tontamente, defendiendo una causa totalmente perdida, sin más argumento que el que los grandes jugadores chivas le han heredado, el exigirle a los árbitros “respeto por los colores del rebaño sagrado”, respeto que no es otra cosa que parte del dogma chiva.

El otro mal ejemplo, reflejo fiel de la enseñanza de otro dogmático del futbol mexicano, Ricardo Antonio Lavolpe, lo es el joven de 19 años, de apellido Castañeda, que al anotarle un golazo al Veracruz, para echar por tierra la alegría del público jarocho que después de 37 juegos sin ganar, celebraba ya el triunfo, para que la brillante jugada del mocoso lo hiciera reaccionar como un engreído que en lugar de agradecer a Dios por haberle ayudado a realizar semejante obra, lo ofenda al comportarse como un patán al que el primer logro lo saca de su realidad, que no es otra que la de un principiante con suerte, que no sabe que será de él mañana. Descaradamente encaró al público diciéndole que se callara.

Ahora, toca el turno a nuestra selección preolímpica, que estará enfrentando a Trinidad y Tobago, en un juego que crea una espectativa muy grande, ya que estaremos viendo en acción a la nueva generación de la que poco a poco, el "Tata" Martino estará sacando a los jugadores que irán relevando a las viejas glorias, que, parece que fue ayer, aparecieron por primera vez para ofrecer su esfuerzo, unos a partir de Sudáfrica 10, Brasil 14 y Rusia 18 y, de los que algunos, muy pocos, tendrán la oportunidad una vez más, de defender los colores patrios y, que en este transfer del 19 al 22, estarán sirviendo como monitores del "Tata", orientando desde la acción, a la nueva generación tricolor, que nos ha de representar primero en la eliminatoria de Concacaf y seguramente después en Qatar 2022.

Hasta pronto amigo.