/ sábado 26 de septiembre de 2020

No se cambia el mundo con un smartphone | ¿Cómo impacta nuestra felicidad al medio ambiente?

Si no hubiera optado por las ciencias ambientales, seguro que hubiera dedicado mis estudios profesionales a la psicología, me resulta fascinante entender el comportamiento humano y deducir el razonamiento que empleamos para justificar nuestras acciones. Aún estoy lejos de considerarme conocedor en este campo, pero es cierto que mi curiosidad me ha llevado a buscar un enlace para entender los motivos del daño que estamos causando al planeta.

Hagamos un ejercicio y preguntarle a la persona de junto, ¿a qué venimos a este mundo? veamos cuántos coinciden con la respuesta “a ser felices”. Partiendo de aquí podemos tomar a la felicidad como una de los objetivos de la vida. Esto me lleva a plantearme lo siguiente: La constante búsqueda de nuestra felicidad, ¿conlleva un impacto sobre medio ambiente? Ante una pregunta que pareciera no tener congruencia, me permito compartir contigo durante el desarrollo de estas líneas un concepto que he definido como “parches de felicidad”, y cómo estos parches son, desde mi punto de vista, una de las principales causas de devastación a nuestro planeta.

Tratando de resolver mis cuestionamientos me encontré con el trabajo del Dr. Martin Seligman, un psicólogo y escritor estadounidense considerado como el padre de la psicología positiva, quien describe en una de sus más recientes contribuciones a este campo la teoría del bienestar, un modelo donde se detalla cuáles son los 5 elementos que engloban a la felicidad.

El primero de estos 5 elementos y en el que más tarde habré de enfocar el tema, son las emociones positivas, lo que el autor describe como aquellos placeres que buscamos durante el día y que nos dan una sensación temporal de satisfacción, claramente varía respecto a aquello que hace feliz a una persona, pero podemos destacar ejemplos generales como hacer un deporte, ver una película, degustar un platillo de nuestra preferencia o muy comúnmente, ir de compras. En segundo plano encontramos al compromiso, si bien la descripción anterior hace alusión a deseos externos, el compromiso es la conexión de una persona con sus propios deseos. Como número tres Seligman plantea las relaciones, cuyo significado hace sentido a la correspondencia fraternal, destacando la interrelación que existe entre el apoyo social y el bienestar de una persona. El cuarto es el significado de vida, aquello que hemos decidido que es el propósito de nuestra existencia, siendo así que trabajar y luchar por ello nos acerca a un sentido de autorrealización. El quinto y último nos habla del sentido de éxito, el desenlace de nuestros objetivos y metas que otorga un sentido de complacencia y un bienestar prologando.

Habiendo llegado a este punto, hagamos un análisis: las emociones positivas se conciertan de satisfacer deseos básicos y fugaces dándonos a experimentar sensaciones de bienestar de pocos minutos. El compromiso dependerá de lo mucho que nos interese aquello en lo que estamos implicados. Las relaciones pueden ir dictadas por un periodo de tiempo, pero bien en un vínculo de amistad o familiar, el cariño se extiende durante muchos años. Buscar nuestro significado no es una tarea fácil, mucha gente parte sin haber encontrado cuál fue su misión en este mundo, pero aquellos que logran encontrar el sentido de su vida se encuentran a sí mismos, esto da por hecho que la satisfacción los acompañe por el resto de los días. Por último, el cumplimiento de las metas promueve un efecto de desarrollo personal, cuyo grado de plenitud puede alargarse durante toda la vida.

Así es como dejamos a las emociones positivas como el más banal de los aspectos que engloban nuestra felicidad; buscamos experimentar placeres que aumenten nuestra satisfacción, siendo en gran parte mediante la adquisición de deseos materiales. Dicen que la felicidad no se compra con dinero, pero seamos honestos: ¿Cuándo nos ha puesto de malas estrenar un nuevo smart-phone, prendas de vestir, automóvil o algún otro artículo nuevo que en realidad no necesitamos? Buscar nuestra felicidad momentánea a través de la adquisición de materiales es lo que yo llamo “parches de felicidad”. Si bien es cierto que los niveles de placer tienen un efecto seguro e inmediato, su relación con el consumismo representa una amenaza real para el planeta.

La tendencia a cambiar de artículos por temporada siendo que la mayoría del tiempo no lo necesitamos, es una práctica cada vez más común como un efecto derivado de la globalización. El planeta está pagando por nuestros caprichos, pasamos tanto tiempo buscando nuestra felicidad que nos desconectamos de aquello que estamos arrastrando. La sensación de felicidad que produce el consumismo es un sentimiento artificial que no llena un vacío emocional.

Si no hubiera optado por las ciencias ambientales, seguro que hubiera dedicado mis estudios profesionales a la psicología, me resulta fascinante entender el comportamiento humano y deducir el razonamiento que empleamos para justificar nuestras acciones. Aún estoy lejos de considerarme conocedor en este campo, pero es cierto que mi curiosidad me ha llevado a buscar un enlace para entender los motivos del daño que estamos causando al planeta.

Hagamos un ejercicio y preguntarle a la persona de junto, ¿a qué venimos a este mundo? veamos cuántos coinciden con la respuesta “a ser felices”. Partiendo de aquí podemos tomar a la felicidad como una de los objetivos de la vida. Esto me lleva a plantearme lo siguiente: La constante búsqueda de nuestra felicidad, ¿conlleva un impacto sobre medio ambiente? Ante una pregunta que pareciera no tener congruencia, me permito compartir contigo durante el desarrollo de estas líneas un concepto que he definido como “parches de felicidad”, y cómo estos parches son, desde mi punto de vista, una de las principales causas de devastación a nuestro planeta.

Tratando de resolver mis cuestionamientos me encontré con el trabajo del Dr. Martin Seligman, un psicólogo y escritor estadounidense considerado como el padre de la psicología positiva, quien describe en una de sus más recientes contribuciones a este campo la teoría del bienestar, un modelo donde se detalla cuáles son los 5 elementos que engloban a la felicidad.

El primero de estos 5 elementos y en el que más tarde habré de enfocar el tema, son las emociones positivas, lo que el autor describe como aquellos placeres que buscamos durante el día y que nos dan una sensación temporal de satisfacción, claramente varía respecto a aquello que hace feliz a una persona, pero podemos destacar ejemplos generales como hacer un deporte, ver una película, degustar un platillo de nuestra preferencia o muy comúnmente, ir de compras. En segundo plano encontramos al compromiso, si bien la descripción anterior hace alusión a deseos externos, el compromiso es la conexión de una persona con sus propios deseos. Como número tres Seligman plantea las relaciones, cuyo significado hace sentido a la correspondencia fraternal, destacando la interrelación que existe entre el apoyo social y el bienestar de una persona. El cuarto es el significado de vida, aquello que hemos decidido que es el propósito de nuestra existencia, siendo así que trabajar y luchar por ello nos acerca a un sentido de autorrealización. El quinto y último nos habla del sentido de éxito, el desenlace de nuestros objetivos y metas que otorga un sentido de complacencia y un bienestar prologando.

Habiendo llegado a este punto, hagamos un análisis: las emociones positivas se conciertan de satisfacer deseos básicos y fugaces dándonos a experimentar sensaciones de bienestar de pocos minutos. El compromiso dependerá de lo mucho que nos interese aquello en lo que estamos implicados. Las relaciones pueden ir dictadas por un periodo de tiempo, pero bien en un vínculo de amistad o familiar, el cariño se extiende durante muchos años. Buscar nuestro significado no es una tarea fácil, mucha gente parte sin haber encontrado cuál fue su misión en este mundo, pero aquellos que logran encontrar el sentido de su vida se encuentran a sí mismos, esto da por hecho que la satisfacción los acompañe por el resto de los días. Por último, el cumplimiento de las metas promueve un efecto de desarrollo personal, cuyo grado de plenitud puede alargarse durante toda la vida.

Así es como dejamos a las emociones positivas como el más banal de los aspectos que engloban nuestra felicidad; buscamos experimentar placeres que aumenten nuestra satisfacción, siendo en gran parte mediante la adquisición de deseos materiales. Dicen que la felicidad no se compra con dinero, pero seamos honestos: ¿Cuándo nos ha puesto de malas estrenar un nuevo smart-phone, prendas de vestir, automóvil o algún otro artículo nuevo que en realidad no necesitamos? Buscar nuestra felicidad momentánea a través de la adquisición de materiales es lo que yo llamo “parches de felicidad”. Si bien es cierto que los niveles de placer tienen un efecto seguro e inmediato, su relación con el consumismo representa una amenaza real para el planeta.

La tendencia a cambiar de artículos por temporada siendo que la mayoría del tiempo no lo necesitamos, es una práctica cada vez más común como un efecto derivado de la globalización. El planeta está pagando por nuestros caprichos, pasamos tanto tiempo buscando nuestra felicidad que nos desconectamos de aquello que estamos arrastrando. La sensación de felicidad que produce el consumismo es un sentimiento artificial que no llena un vacío emocional.