/ jueves 16 de mayo de 2019

Nobocov, ejemplo de la eterna relación de futbol y cultuta

Distante, solitario, impasible, el portero famoso siempre es perseguido y admirado por los niños.

Agradezco la atenta carta que me ha enviado el señor Felipe Lozano Villegas, que preocupado por lo que considera una pobre cultura deportiva (futbol especialmente), tanto entre los jugadores, en este caso infantiles, como entre los padres y los espectadores. Piensa el señor Lozano que esa misma incultura, se extiende hasta los servicios arbitrales. Pero esta preocupación no es exclusiva del señor Lozano, no, que va, este problema se ha enquistado, debido al poco interés que damos todos los metropolitanos locales a la verdadera cultura deportiva. El futbol ha dejado de ser el juego lúdico que nos enseñó el movimiento allá en nuestra primera infancia.

De la misma forma en que Erick Erikson aconseja que observemos las 8 personalidades del hombre, los maestros rusos, alemanes, franceses, argentinos y norteamericanos, que se encuentran entre los más estudiosos de la enseñanza del futbol de una manera científica, estableciendo métodos de enseñanza por edades, tal como lo hace Erikson con las ocho personalidades del hombre, cuya práctica inicia desde el vientre materno. Recién he visto al equipo infantil de diez años del Real Madrid compitiendo en una Liga Infantil española (Madrileña) y, es obvio que en ese aspecto están a muchos años de distancia nuestro.

La inconformidad con los arbitrajes va más allá de que estemos educados o no en esa especialidad, finalmente como el reglamento concede que la apreciación sea un recurso exclusivo del árbitro para calificar las acciones durante el juego, lo que es correcto y, a partir de ahí, tendremos que aceptar nuestra condición humana, que por humana no puede ser siempre la misma en todas las personas, de ahí, que haya escuchado usted decir a un señor muy enterado en estas andanzas, a quien se cuestionó si una falta marcada era correcta, la respuesta es la única que nos concede nuestra condición humana, “Si el árbitro la marcó, es falta, si no, no”.

Pero si bien es cierto que no podemos tener la respuesta a todo, si podemos y, mas bien diría, debemos dar acceso a la educación deportiva, no solo para nuestros niños, no, también los padres deben conocer el deporte que ellos le han escogido a su hijo, porque ni siquiera eso se la ha permitido, es costumbre que el padre escoja lo que va a ser el niño y, el equipo por el que ha de hinchar. Pero si vamos a establecer un sistema de enseñanza, tendremos que observar los pasos de la didáctica, caso contrario, estamos perdiendo el tiempo.

Uno- ya tenemos el alumno con todo su hambre de conocimiento... Dos- El objetivo, campeonato de Liga local o estatal o nacional. Tres, Necesitamos al maestro, que habrá que prepararlo porque aunque conoce de futbol, desconoce de enseñanza... Cuatro- Asignaturas, ¿Qué es lo que vamos a enseñar? En el campo, fundamentos, en el aula (el mismo campo pero sentados a manera de clase) Principios del juego, principios de la táctica... y Cinco- Pruebas... En que nos equivocamos al emprender el trabajo de educar... Nuestro medio está pleno de entrenadores empíricos, héroes anónimos que consiguen patrocinio para los uniformes y los balones, organizan la coperacha para el pago de los arbitrajes, algunos ponen el obligado garrafón del agua, deben llegar primero que los jugadores y, entrenar por lo menos dos días a la semana, el hombre tiene deseos de enseñar cuando él mismo no ha aprendido a hacerlo, porque en nuestra metropoli, nadie se preocupa por el profesor de instructores y, mirando lo económico que resulta encontrar empíricos como el que he mencionado, que lo hace todo, pues que necesidad hay del otro. ¿Se trabaja? Claro que sí, y mucho, pero no para encontrar el nivel de los niños de diez años del Real Madrid que juegan sobre la base de principios.

Si, si hay en nuestra metrópoli maestros de instructores, como también los hay y muy acreditados, maestros que nos hablen del reglamento, maestros que forman parte de la educación deportiva, no exclusivamente de aquellos alumnos cuya vocación sea el arbitraje, no señor, el jugador también debe recibir esa educación, no para discutir con el árbitro, sino para complementar su aprendizaje deportivo, agregando a los principios del juego, los principios existenciales, que son los que van a dar forma a la personalidad del buen ciudadano que queremos que nuestros hijos sean, que debería de ser el objetivo principal del futbol. Si, si hay quien prepare instructores, pero este oficio no es pagado en la localidad.

Apenas en mi columna de ayer, les hablaba a ustedes de las grandes personalidades que se formaron en la escuela que es el futbol. Todos ellos conocidos tanto por su arte, la literatura, la actuación, el canto, otros como Cuauhtémoc Blanco en la política, todos con un reconocimiento para el futbol, como fuente de su excelencia en la vida, como es el caso de Albert Camús, premio Nobel de Literatura quien dijo: Todo lo que supe acerca de la moral y de las obligaciones del hombre, se lo debo al futbol.

Hasta pronto amigo.

Distante, solitario, impasible, el portero famoso siempre es perseguido y admirado por los niños.

Agradezco la atenta carta que me ha enviado el señor Felipe Lozano Villegas, que preocupado por lo que considera una pobre cultura deportiva (futbol especialmente), tanto entre los jugadores, en este caso infantiles, como entre los padres y los espectadores. Piensa el señor Lozano que esa misma incultura, se extiende hasta los servicios arbitrales. Pero esta preocupación no es exclusiva del señor Lozano, no, que va, este problema se ha enquistado, debido al poco interés que damos todos los metropolitanos locales a la verdadera cultura deportiva. El futbol ha dejado de ser el juego lúdico que nos enseñó el movimiento allá en nuestra primera infancia.

De la misma forma en que Erick Erikson aconseja que observemos las 8 personalidades del hombre, los maestros rusos, alemanes, franceses, argentinos y norteamericanos, que se encuentran entre los más estudiosos de la enseñanza del futbol de una manera científica, estableciendo métodos de enseñanza por edades, tal como lo hace Erikson con las ocho personalidades del hombre, cuya práctica inicia desde el vientre materno. Recién he visto al equipo infantil de diez años del Real Madrid compitiendo en una Liga Infantil española (Madrileña) y, es obvio que en ese aspecto están a muchos años de distancia nuestro.

La inconformidad con los arbitrajes va más allá de que estemos educados o no en esa especialidad, finalmente como el reglamento concede que la apreciación sea un recurso exclusivo del árbitro para calificar las acciones durante el juego, lo que es correcto y, a partir de ahí, tendremos que aceptar nuestra condición humana, que por humana no puede ser siempre la misma en todas las personas, de ahí, que haya escuchado usted decir a un señor muy enterado en estas andanzas, a quien se cuestionó si una falta marcada era correcta, la respuesta es la única que nos concede nuestra condición humana, “Si el árbitro la marcó, es falta, si no, no”.

Pero si bien es cierto que no podemos tener la respuesta a todo, si podemos y, mas bien diría, debemos dar acceso a la educación deportiva, no solo para nuestros niños, no, también los padres deben conocer el deporte que ellos le han escogido a su hijo, porque ni siquiera eso se la ha permitido, es costumbre que el padre escoja lo que va a ser el niño y, el equipo por el que ha de hinchar. Pero si vamos a establecer un sistema de enseñanza, tendremos que observar los pasos de la didáctica, caso contrario, estamos perdiendo el tiempo.

Uno- ya tenemos el alumno con todo su hambre de conocimiento... Dos- El objetivo, campeonato de Liga local o estatal o nacional. Tres, Necesitamos al maestro, que habrá que prepararlo porque aunque conoce de futbol, desconoce de enseñanza... Cuatro- Asignaturas, ¿Qué es lo que vamos a enseñar? En el campo, fundamentos, en el aula (el mismo campo pero sentados a manera de clase) Principios del juego, principios de la táctica... y Cinco- Pruebas... En que nos equivocamos al emprender el trabajo de educar... Nuestro medio está pleno de entrenadores empíricos, héroes anónimos que consiguen patrocinio para los uniformes y los balones, organizan la coperacha para el pago de los arbitrajes, algunos ponen el obligado garrafón del agua, deben llegar primero que los jugadores y, entrenar por lo menos dos días a la semana, el hombre tiene deseos de enseñar cuando él mismo no ha aprendido a hacerlo, porque en nuestra metropoli, nadie se preocupa por el profesor de instructores y, mirando lo económico que resulta encontrar empíricos como el que he mencionado, que lo hace todo, pues que necesidad hay del otro. ¿Se trabaja? Claro que sí, y mucho, pero no para encontrar el nivel de los niños de diez años del Real Madrid que juegan sobre la base de principios.

Si, si hay en nuestra metrópoli maestros de instructores, como también los hay y muy acreditados, maestros que nos hablen del reglamento, maestros que forman parte de la educación deportiva, no exclusivamente de aquellos alumnos cuya vocación sea el arbitraje, no señor, el jugador también debe recibir esa educación, no para discutir con el árbitro, sino para complementar su aprendizaje deportivo, agregando a los principios del juego, los principios existenciales, que son los que van a dar forma a la personalidad del buen ciudadano que queremos que nuestros hijos sean, que debería de ser el objetivo principal del futbol. Si, si hay quien prepare instructores, pero este oficio no es pagado en la localidad.

Apenas en mi columna de ayer, les hablaba a ustedes de las grandes personalidades que se formaron en la escuela que es el futbol. Todos ellos conocidos tanto por su arte, la literatura, la actuación, el canto, otros como Cuauhtémoc Blanco en la política, todos con un reconocimiento para el futbol, como fuente de su excelencia en la vida, como es el caso de Albert Camús, premio Nobel de Literatura quien dijo: Todo lo que supe acerca de la moral y de las obligaciones del hombre, se lo debo al futbol.

Hasta pronto amigo.