/ lunes 7 de enero de 2019

Nunca darse por vencido

A mi juicio, (que es la opinión de un intruso en temas de boxeo), Mohammed Ali (Cassius Clay) es poseedor de los atributos y merecimientos para ser considerado no solo el mejor boxeador de todos los tiempos, sino también el mejor atleta que ha existido.

Alí se desplazaba sobre el cuadrilátero con la ligereza de un peso pluma, siendo un peso completo. Tuvo la valentía de renunciar a su exitosa carrera deportiva al negarse a pelear en la guerra de Viet Nam a causa de sus convicciones religiosas. Y, hasta el momento de expirar, dedicaba gran parte de su tiempo a prestar ayuda humanitaria internacional.

Mohammed Ali, a través de los años mantuvo su aureola de imbatibilidad, que surge del ánimo de no doblegarse ante las adversidades, como la enfermedad de Parkinson que lo aquejo y cuyas complicaciones al parecer lo llevaron a la muerte”.

Un boxeador comparable con Ali es Rocky Marciano, quien se retiro invicto con 49 victorias en la categoría de los pesos completos en 1950. Sin embargo, es complicado medir la grandeza de Marciano porque nunca conoció lo que es superar un fracaso en el cuadrilátero y sacar provecho de esto… a la manera de Ali.

El dominio de la adversidad es la marca del verdadero campeón. El sobreponerse a un estímulo adverso y salir mucho más fuerte. Hoy se llama poder de resiliencia, que no es más que el cultivo de la fortaleza mental, sicológica y emocional a toda prueba.

Mohamed Ali es una muestra indiscutible de la aptitud para perder y empezar de nuevo desde el principio, y jamas quejarse de las circunstancias, hecho que resulta de mantener a toda costa la capacidad de lucha en contra de las adversidades. Una anécdota al respecto es lo que sucedió en el tercer combate de Ali con Joe Frazier, trilogía que es considerada lo mejor que ha dado el boxeo mundial. En el minuto de descanso entre el 14 y 15 episodio, Ali le dijo a su manejador Angelo Dundee que ya no podía más, que si continuaba peleando sentía que podía morir. Dundee le dijo que siguiera, pero Ali amenazó con quitarse los guantes con los dientes. Entonces Dundee lo miró a los ojos y dijo, bien, detendré la pelea cuando suene la campana. Ali asintió con la cabeza y cuando se levantó del banquillo, vio que la esquina de Frazier, quien era un boxeador rocoso y disciplinado, detuvo el combate. Ali solo tuvo fuerzas para alzar los brazos y celebrar la victoria antes de desplomarse para ser asistido por su equipo, de acuerdo a observadores. Esta es la capacidad de resiliencia a prueba de balas que todos poseemos.

Nunca, nunca, nunca, hay que darse por vencido.

A mi juicio, (que es la opinión de un intruso en temas de boxeo), Mohammed Ali (Cassius Clay) es poseedor de los atributos y merecimientos para ser considerado no solo el mejor boxeador de todos los tiempos, sino también el mejor atleta que ha existido.

Alí se desplazaba sobre el cuadrilátero con la ligereza de un peso pluma, siendo un peso completo. Tuvo la valentía de renunciar a su exitosa carrera deportiva al negarse a pelear en la guerra de Viet Nam a causa de sus convicciones religiosas. Y, hasta el momento de expirar, dedicaba gran parte de su tiempo a prestar ayuda humanitaria internacional.

Mohammed Ali, a través de los años mantuvo su aureola de imbatibilidad, que surge del ánimo de no doblegarse ante las adversidades, como la enfermedad de Parkinson que lo aquejo y cuyas complicaciones al parecer lo llevaron a la muerte”.

Un boxeador comparable con Ali es Rocky Marciano, quien se retiro invicto con 49 victorias en la categoría de los pesos completos en 1950. Sin embargo, es complicado medir la grandeza de Marciano porque nunca conoció lo que es superar un fracaso en el cuadrilátero y sacar provecho de esto… a la manera de Ali.

El dominio de la adversidad es la marca del verdadero campeón. El sobreponerse a un estímulo adverso y salir mucho más fuerte. Hoy se llama poder de resiliencia, que no es más que el cultivo de la fortaleza mental, sicológica y emocional a toda prueba.

Mohamed Ali es una muestra indiscutible de la aptitud para perder y empezar de nuevo desde el principio, y jamas quejarse de las circunstancias, hecho que resulta de mantener a toda costa la capacidad de lucha en contra de las adversidades. Una anécdota al respecto es lo que sucedió en el tercer combate de Ali con Joe Frazier, trilogía que es considerada lo mejor que ha dado el boxeo mundial. En el minuto de descanso entre el 14 y 15 episodio, Ali le dijo a su manejador Angelo Dundee que ya no podía más, que si continuaba peleando sentía que podía morir. Dundee le dijo que siguiera, pero Ali amenazó con quitarse los guantes con los dientes. Entonces Dundee lo miró a los ojos y dijo, bien, detendré la pelea cuando suene la campana. Ali asintió con la cabeza y cuando se levantó del banquillo, vio que la esquina de Frazier, quien era un boxeador rocoso y disciplinado, detuvo el combate. Ali solo tuvo fuerzas para alzar los brazos y celebrar la victoria antes de desplomarse para ser asistido por su equipo, de acuerdo a observadores. Esta es la capacidad de resiliencia a prueba de balas que todos poseemos.

Nunca, nunca, nunca, hay que darse por vencido.