/ domingo 26 de septiembre de 2021

Ocurrencias del futbol | ¿Alguna vez han visto que un Real Madrid vs. Barcelona termine con una batalla campal?

¿Quién ganará? Hablamos de un clásico, un juego muy especial en donde el principal detonador no es ni la calidad de los equipos ni la fama probada de los jugadores, sino el odio, la enquistada rivalidad deportiva tanto en el terreno de juego como en la tribuna.

La diferencia entre los clásicos mexicanos, argentinos y uruguayos, en relación con los clásicos europeos, la señalan las diferentes culturas que predominan en esos países.

Para los países suramericanos y mexicanos un clásico que no acabe a golpes no cubre los requisitos que acrediten la condición de clásico. Así hemos sufrido un sinnúmero de clásicos América vs. Chivas, manchados por la violencia, que fueron todo un espectáculo para la borregada, pero una total desilusión para el que asistió a ver futbol.

¡NO! No recuerdo un solo clásico América-Guadalajara que haya aportado los elementos necesarios que hacen de un partido un “buen juego de futbol” (bonito, excitante y eficaz), y no creo que este nuevo enfrentamiento sea la excepción. Otro clásico que nos atañe y que debería ser más importante que el América-Guadalajara, es el clásico regional de Concacaf Estados Unidos vs. México.

EL ABUCHEO A PIQUÉ

El clásico más visto del mundo es el de los españoles Barcelona-Real Madrid, que encierra un odio que rebasa lo deportivo para incurrir en lo político, es casi una extensión de la Guerra Civil de España, recuerden el reciente abucheo del público español a su propio jugador Gerard Piqué, catalán declarado separatista, que rompió en llanto ante la impotencia para ver cumplido su objetivo.

Sin embargo, ¿cuándo han visto que un encuentro entre Real Madrid y Barcelona haya terminado a golpes? Eso pertenece al pasado, al aspartum griego, al antiguo Calcio italiano o al shoule francés que tuvieron que ser prohibidos por los gobiernos de esos países. La cultura inglesa superó a la barbarie de los hooligans, remitiéndolos al olvido, mientras que la cultura mexicana no ha logrado erradicar de los estadios el mentado grito homofóbico.

Los dos últimos encuentros (moleros) contra Estados Unidos los hemos perdido y, ¿Qué? Debería ser la respuesta en otras circunstancias distintas a las actuales, que son las de estar vigilando la actuación del director técnico del TRI. Es costumbre que, al abrir su era, todos los directores técnicos del TRI lo hagan perdiendo ante Estados Unidos. Y todos esos justificantes que siempre se le han concedido a los que han pasado por ahí se les han negado a otros que ni siquiera alcanzaron a calentar la banca.

AQUELLOS QUE NO ME CONVENCÍAN

Hubo etapas en las que nadie coincidía conmigo… Eres drástico al juzgar, dale tiempo, déjalo trabajar que recién empieza. Y reconozco que no eran cualquier cosa los técnicos aquellos que por una u otra razón no me convencían. Miguel Mejía Barón y su repudio por Hugo. Ricardo Antonio LaVolpe y su odio por Cuauhtémoc (el mejor jugador mexicano en ese tiempo) y su descarado nepotismo al dejar fuera al Cuauh para dar cabida a su yerno el “Chiquis”.

Y qué decir de Javier Aguirre, el “machote mexicano” que bajó la vista vergonzosamente ante el engreído gringo Bruce Arenas, quien con un odioso desplante, sin hablar, le dijo: ¿Cómo te vas a comparar conmigo? Mexicanito frijolero. Sin embargo, Hugo Sánchez, que como pocas veces, logró conjuntar lo mejor que en ese momento había, fue traicionado por el pobre espíritu de aquellos en los que depositó su confianza, su error más grande fue hacerse cargo de la selección mayor sin delegar a otro la dirección de la Sub-23, y le cayó la guillotina. Y el caso más penoso fue el de Víctor M. Vucetich, que fue destituido cinco minutos después de que inició, siendo él el más sorprendido.

Hoy, los comentaristas han iniciado su actividad de amarranavajas, todo mundo clama por sangre y, desde ya, condenan a los degenerados jugadores chivas y águilas que osen estrecharse la mano o, en el colmo, intercambien camisetas, lo cual descartamos desde ahora, ya que por medidas sanitarias eso no será posible. El América, con un entrenador que siendo merengue no cambia jamás su forma de juego, contra un joven Leaño, que ha enseñado las garras del predador que, agazapado, ha aparecido sorpresivamente para eliminar el escoyo que le impedía el ascenso.

Este es el nuevo sistema en las entrañas de las Chivas, algo que ya se dio cuando Mariano Varela fue acuchillado por otro depredador que al no poder con Almeyda, dio paso al gran obispo de la sede, que como dice una cosa dice otra, su majestad el señor Peláez. ¿Quién ganará? Cuando leas esto, ya lo sabremos.

Hasta pronto amigo.

¿Quién ganará? Hablamos de un clásico, un juego muy especial en donde el principal detonador no es ni la calidad de los equipos ni la fama probada de los jugadores, sino el odio, la enquistada rivalidad deportiva tanto en el terreno de juego como en la tribuna.

La diferencia entre los clásicos mexicanos, argentinos y uruguayos, en relación con los clásicos europeos, la señalan las diferentes culturas que predominan en esos países.

Para los países suramericanos y mexicanos un clásico que no acabe a golpes no cubre los requisitos que acrediten la condición de clásico. Así hemos sufrido un sinnúmero de clásicos América vs. Chivas, manchados por la violencia, que fueron todo un espectáculo para la borregada, pero una total desilusión para el que asistió a ver futbol.

¡NO! No recuerdo un solo clásico América-Guadalajara que haya aportado los elementos necesarios que hacen de un partido un “buen juego de futbol” (bonito, excitante y eficaz), y no creo que este nuevo enfrentamiento sea la excepción. Otro clásico que nos atañe y que debería ser más importante que el América-Guadalajara, es el clásico regional de Concacaf Estados Unidos vs. México.

EL ABUCHEO A PIQUÉ

El clásico más visto del mundo es el de los españoles Barcelona-Real Madrid, que encierra un odio que rebasa lo deportivo para incurrir en lo político, es casi una extensión de la Guerra Civil de España, recuerden el reciente abucheo del público español a su propio jugador Gerard Piqué, catalán declarado separatista, que rompió en llanto ante la impotencia para ver cumplido su objetivo.

Sin embargo, ¿cuándo han visto que un encuentro entre Real Madrid y Barcelona haya terminado a golpes? Eso pertenece al pasado, al aspartum griego, al antiguo Calcio italiano o al shoule francés que tuvieron que ser prohibidos por los gobiernos de esos países. La cultura inglesa superó a la barbarie de los hooligans, remitiéndolos al olvido, mientras que la cultura mexicana no ha logrado erradicar de los estadios el mentado grito homofóbico.

Los dos últimos encuentros (moleros) contra Estados Unidos los hemos perdido y, ¿Qué? Debería ser la respuesta en otras circunstancias distintas a las actuales, que son las de estar vigilando la actuación del director técnico del TRI. Es costumbre que, al abrir su era, todos los directores técnicos del TRI lo hagan perdiendo ante Estados Unidos. Y todos esos justificantes que siempre se le han concedido a los que han pasado por ahí se les han negado a otros que ni siquiera alcanzaron a calentar la banca.

AQUELLOS QUE NO ME CONVENCÍAN

Hubo etapas en las que nadie coincidía conmigo… Eres drástico al juzgar, dale tiempo, déjalo trabajar que recién empieza. Y reconozco que no eran cualquier cosa los técnicos aquellos que por una u otra razón no me convencían. Miguel Mejía Barón y su repudio por Hugo. Ricardo Antonio LaVolpe y su odio por Cuauhtémoc (el mejor jugador mexicano en ese tiempo) y su descarado nepotismo al dejar fuera al Cuauh para dar cabida a su yerno el “Chiquis”.

Y qué decir de Javier Aguirre, el “machote mexicano” que bajó la vista vergonzosamente ante el engreído gringo Bruce Arenas, quien con un odioso desplante, sin hablar, le dijo: ¿Cómo te vas a comparar conmigo? Mexicanito frijolero. Sin embargo, Hugo Sánchez, que como pocas veces, logró conjuntar lo mejor que en ese momento había, fue traicionado por el pobre espíritu de aquellos en los que depositó su confianza, su error más grande fue hacerse cargo de la selección mayor sin delegar a otro la dirección de la Sub-23, y le cayó la guillotina. Y el caso más penoso fue el de Víctor M. Vucetich, que fue destituido cinco minutos después de que inició, siendo él el más sorprendido.

Hoy, los comentaristas han iniciado su actividad de amarranavajas, todo mundo clama por sangre y, desde ya, condenan a los degenerados jugadores chivas y águilas que osen estrecharse la mano o, en el colmo, intercambien camisetas, lo cual descartamos desde ahora, ya que por medidas sanitarias eso no será posible. El América, con un entrenador que siendo merengue no cambia jamás su forma de juego, contra un joven Leaño, que ha enseñado las garras del predador que, agazapado, ha aparecido sorpresivamente para eliminar el escoyo que le impedía el ascenso.

Este es el nuevo sistema en las entrañas de las Chivas, algo que ya se dio cuando Mariano Varela fue acuchillado por otro depredador que al no poder con Almeyda, dio paso al gran obispo de la sede, que como dice una cosa dice otra, su majestad el señor Peláez. ¿Quién ganará? Cuando leas esto, ya lo sabremos.

Hasta pronto amigo.