/ viernes 22 de mayo de 2020

Ocurrencias del futbol | CON TRES PARTIDOS PERDIDOS POR MÉXICO, ARGENTINA '78 QUEDÓ PARA EL OLVIDO

Para cerrar el misterioso caso del Mundial Argentina '78, que dejó la sospecha de que los militares presionaron para que Perú entregara la calificación a los albicelestes, dejando fuera a Brasil que se fue invicto. La selección holandesa, subcampeona de Alemania '74, cooperó igualmente para la coronación de Argentina, al presentarse a competir sin la participación de sus dos mejores cartas, Johan Cruyff y Willem van Hanegem. En esta ocasión, pese a haber disputado la final con todo merecimiento, la "Naranja Mecánica" careció del toque distinguido de sus dos máximas figuras.

De nada sirvieron los viajes de Ernst Happel y algunos directivos de la Federación Holandesa que realizaron a Barcelona para convencer a Cruyff, ni la campaña popular que se suscribió en los Países Bajos para conseguir la presencia de su ídolo en Argentina. Molesto por la negativa del jugador y por el fracaso de todas sus gestiones, Ernst Happel trató de quitar importancia a la ausencia de Cruyff al frente del equipo holandés: hemos de terminar con el mito Cruyff, no vamos a salir al campo con 10 hombres porque él no viaje a Argentina, señalaba a los periodistas el entrenador holandés.

Sin embargo su ausencia se hizo notar de manera decisiva en el juego holandés, que también se había privado de Van Hanegem, el cual se negó a participar en el Mundial por diferencias de criterio con el entrenador Ernst Happel. Los primeros encuentros disputados por la selección naranja en el Mundial pusieron de relieve el vacío por la ausencia de sus dos astros (director y primer violín) en la orquesta naranja. Los jugadores de Ernst Happel derrochaban fuerza física, cubrían individualmente grandes cantidades de terreno, se arrojaban sobre el rival en un pressing constante pero también evidenciaban falta de imaginación y dirección para poder encauzar la fuerza.

Los encuentros disputados por Holanda en la primera ronda del Mundial no resultaron excesivamente brillantes y se saldaron con una victoria sobre Irán de 3-0, un empate a Perú 0-0 y una derrota ante Escocia 2-3. Fue a partir de la segunda vuelta cuando surgió de las botas de los jugadores holandeses el fuego naranja y tras una contundente victoria sobre Austria de 5-1, consiguieron un empate suficiente ante Alemania 2-2 y una discreta victoria frente a Italia 2-1, lo que les daba acceso a la final.

Con menos o mayor fortuna, Holanda trató de armar siempre un futbol rabiosamente de ataque y de bloqueo del equipo contrario, los tres delanteros en punta, Rep y René van de Kerkhof, ejercían un constante pressing sobre la defensa contraria, de manera que el adversario no pudiera comenzar a construir su juego con comodidad desde atrás. En el centro del campo, Haan, Brandts, Neeskens y Willy van de Kerkhof también realizaron funciones abiertamente ofensivas, con disparos desde lejos que hacían innecesaria la combinación con sus delanteros cuando se encontraban a menos de 40 metros de la portería contraria. También la defensa holandesa jugaba con vocación atacante y así era frecuente ver a Ruud Krol (el mejor de todos en cualquier posición) convertido en el auténtico líder del equipo, en frecuentes acciones ofensivas, y lo mismo puede decirse de Jansen y Poortvliet.

Menotti pudo repetir siempre la misma línea defensiva: Fillol en la puerta, Olguín, Galván, Passarella y Tarantini en la línea evolutiva de cuatro defensas, ayudados por Gallego como volante defensivo. En el centro del campo fue pieza importante Ardiles y en los restantes puestos de la zona alternaron Villa, Valencia, Larrosa y Oviedo. En el ataque, siempre buscando las mejores prestaciones ofensivas de su equipo, en donde Menotti utilizó su mayor número de efectivos: Houseman, Luque, Bertoni, Kempes, Alonso y Ortiz fueron los jugadores que combinó Menotti en la vanguardia de su equipo.

Un lateral ofensivo, Tarantini; un par de defensas centrales que se intercambiaban posiciones, Galván y Pasarella; un medio volante cerebral y trabajador en todo el campo, Ardiles; dos extremos hábiles, goleadores y rápidos, Bertoni, Alonso u Ortiz, y un ariete rompedor, Luque, conformaban un magnífico equipo que tenía las espaldas bien guardadas por Fillol, uno de los mejores porteros del campeonato. Con la garantía de la calidad individual de todos sus hombres, el apoyo incondicional del público y un sistema de juego siempre vistoso y de ataque, Argentina consiguió inscribir su nombre en el cuadro de honor de las Copas del Mundo... El equipo ideal fue este: Ubaldo Fillol (Argentina)... Manuel Resende de Matos "Nelinho" (Brasil)... Joao Justino Amaral (Brasil)... Ruud Krol (Holanda)... Bernard Dietz (Alemania)... Romeo Benetti (Italia)... Heinz Flohe (Alemania)... José Dirceu Guimaraes (Brasil)... René van de Ker-khof (Holanda)... Paolo Rossi (Italia)... Mario Kempes (Argentina).

Para cerrar el misterioso caso del Mundial Argentina '78, que dejó la sospecha de que los militares presionaron para que Perú entregara la calificación a los albicelestes, dejando fuera a Brasil que se fue invicto. La selección holandesa, subcampeona de Alemania '74, cooperó igualmente para la coronación de Argentina, al presentarse a competir sin la participación de sus dos mejores cartas, Johan Cruyff y Willem van Hanegem. En esta ocasión, pese a haber disputado la final con todo merecimiento, la "Naranja Mecánica" careció del toque distinguido de sus dos máximas figuras.

De nada sirvieron los viajes de Ernst Happel y algunos directivos de la Federación Holandesa que realizaron a Barcelona para convencer a Cruyff, ni la campaña popular que se suscribió en los Países Bajos para conseguir la presencia de su ídolo en Argentina. Molesto por la negativa del jugador y por el fracaso de todas sus gestiones, Ernst Happel trató de quitar importancia a la ausencia de Cruyff al frente del equipo holandés: hemos de terminar con el mito Cruyff, no vamos a salir al campo con 10 hombres porque él no viaje a Argentina, señalaba a los periodistas el entrenador holandés.

Sin embargo su ausencia se hizo notar de manera decisiva en el juego holandés, que también se había privado de Van Hanegem, el cual se negó a participar en el Mundial por diferencias de criterio con el entrenador Ernst Happel. Los primeros encuentros disputados por la selección naranja en el Mundial pusieron de relieve el vacío por la ausencia de sus dos astros (director y primer violín) en la orquesta naranja. Los jugadores de Ernst Happel derrochaban fuerza física, cubrían individualmente grandes cantidades de terreno, se arrojaban sobre el rival en un pressing constante pero también evidenciaban falta de imaginación y dirección para poder encauzar la fuerza.

Los encuentros disputados por Holanda en la primera ronda del Mundial no resultaron excesivamente brillantes y se saldaron con una victoria sobre Irán de 3-0, un empate a Perú 0-0 y una derrota ante Escocia 2-3. Fue a partir de la segunda vuelta cuando surgió de las botas de los jugadores holandeses el fuego naranja y tras una contundente victoria sobre Austria de 5-1, consiguieron un empate suficiente ante Alemania 2-2 y una discreta victoria frente a Italia 2-1, lo que les daba acceso a la final.

Con menos o mayor fortuna, Holanda trató de armar siempre un futbol rabiosamente de ataque y de bloqueo del equipo contrario, los tres delanteros en punta, Rep y René van de Kerkhof, ejercían un constante pressing sobre la defensa contraria, de manera que el adversario no pudiera comenzar a construir su juego con comodidad desde atrás. En el centro del campo, Haan, Brandts, Neeskens y Willy van de Kerkhof también realizaron funciones abiertamente ofensivas, con disparos desde lejos que hacían innecesaria la combinación con sus delanteros cuando se encontraban a menos de 40 metros de la portería contraria. También la defensa holandesa jugaba con vocación atacante y así era frecuente ver a Ruud Krol (el mejor de todos en cualquier posición) convertido en el auténtico líder del equipo, en frecuentes acciones ofensivas, y lo mismo puede decirse de Jansen y Poortvliet.

Menotti pudo repetir siempre la misma línea defensiva: Fillol en la puerta, Olguín, Galván, Passarella y Tarantini en la línea evolutiva de cuatro defensas, ayudados por Gallego como volante defensivo. En el centro del campo fue pieza importante Ardiles y en los restantes puestos de la zona alternaron Villa, Valencia, Larrosa y Oviedo. En el ataque, siempre buscando las mejores prestaciones ofensivas de su equipo, en donde Menotti utilizó su mayor número de efectivos: Houseman, Luque, Bertoni, Kempes, Alonso y Ortiz fueron los jugadores que combinó Menotti en la vanguardia de su equipo.

Un lateral ofensivo, Tarantini; un par de defensas centrales que se intercambiaban posiciones, Galván y Pasarella; un medio volante cerebral y trabajador en todo el campo, Ardiles; dos extremos hábiles, goleadores y rápidos, Bertoni, Alonso u Ortiz, y un ariete rompedor, Luque, conformaban un magnífico equipo que tenía las espaldas bien guardadas por Fillol, uno de los mejores porteros del campeonato. Con la garantía de la calidad individual de todos sus hombres, el apoyo incondicional del público y un sistema de juego siempre vistoso y de ataque, Argentina consiguió inscribir su nombre en el cuadro de honor de las Copas del Mundo... El equipo ideal fue este: Ubaldo Fillol (Argentina)... Manuel Resende de Matos "Nelinho" (Brasil)... Joao Justino Amaral (Brasil)... Ruud Krol (Holanda)... Bernard Dietz (Alemania)... Romeo Benetti (Italia)... Heinz Flohe (Alemania)... José Dirceu Guimaraes (Brasil)... René van de Ker-khof (Holanda)... Paolo Rossi (Italia)... Mario Kempes (Argentina).