/ jueves 5 de agosto de 2021

Ocurrencias del futbol | Desnuda tu bronca voz pasó de la noche al alba para abrigarse al calor de toda tu tierra jaiba. Descansa en paz, Andrés "Negro" Martínez

No, no lo puedo creer, si apenas ayer ha sido, comenzó el tiempo a correr y rápido ha transcurrido.

Era 1960, el escenario, el desaparecido estadio Tecnológico de Monterrey que lucía lleno a reventar, un año antes, en el también desaparecido estadio Tampico, en donde hoy se encuentran las instalaciones del Deportivo Español, los habíamos vencido, así que ahora, en su casa, se presentaba la oportunidad de tomar revancha, la venganza es dulce, pensaban aquellos extraordinarios futbolistas, encabezados por el inolvidable internacional Paco Montes, defensa central de la selección mexicana y, dirigidos por el legendario Rafael Navarro, también ex-seleccionado nacional,

UN TRABUCO

El nuestro era un verdadero trabuco, aun ahora, los pocos testigos de aquello, se preguntan, ¿De dónde sacaron el "Viejo" Aparicio y el Che Cazaubón aquel grupo de jugadores?, cuyos nombres son los siguientes, esperando que mi buen amigo, el Ing. Mariano Varela me corrija si es que mis 25 neuronas, omiten a alguno de ellos: Alberto Aguilar "Veracruz", Eduardo Suárez "Lalo", Jorge Álvarez, Sergio Martínez "Pacho", Héctor Reveles "Triquis", Edmundo Bracamontes "Mundo", Fernando Contreras "La Chela", Gilberto Echavarría, Moisés Ponce "El Ches", Octavio Benavides, Florentino Villegas "Tino", Margarito Álvarez "Mago", Fernando Navarro "El Papy", Miguel Domínguez "El Güero", Antonio Ledo "Gallego", Armando Ochoa, Joaquín Galar "Quincho", Rafael Hernández "Maquinita", Alfredo Robledo "Bodoques", Andrés Martínez "El Negro", Miguel Saintandré "El Flaco", Mariano Varela, Marcos Calderón, Luis Castillo "El Huicole", Adolfo Domínguez "La China" y Raúl Nava. Resultaba muy difícil aceptar que uno solo de estos jugadores fuera suplente.

Aquella hermosa noche, cuando la luna proyectaba la enorme sombra del impresionante cerro de la silla, el ambiente se presentaba caldeado como para crispar los nervios del más templado, pero que va, aquel grupo no sabía de nervios y ansiaba que el árbitro pitara el inicio para descargar toda la adrenalina acumulada. Muy pronto, la tragedia nos afectó, cuando en una jugada cercana a la banda derecha, un balón que votó a la altura del estómago, que intentó controlar con el muslo el "Triquis" Reveles, le fue disputada por un rival, que entró con los tacos por delante fracturándolo.

JUGAMOS CON DIEZ

Era falta que ameritaba expulsión, pero el árbitro, localista solo marcó falta. Por aquel entonces, aún no se permitían cambios, así que jugamos con diez jugadores desde el minuto diez de la primera parte, que fue cuando el Triquis tuvo que salir para ser atendido, yo fui bajado a la media y el Ches Ponce se fue a la defensa. La gente que llegó después al estadio, no supo jamás que uno de los equipos estaba incompleto. Así concluyó aquel primer tiempo. En la segunda parte, prevaleció la misma tónica, alternándose las llegadas a gol, originándose una tensión que se sentía en el graderío, en donde se escuchaban los gritos de angustia cuando el balón se acercaba a la portería defendida por Álvarez, de gran trayectoria en Monterrey y, los gritos de desconsuelo cuando el "Veracruz" Aguilar abortaba cuanto peligro se le presentaba.

Así, en medio de aquella efervescencia, en un ataque nuestro, un fuerte disparo, no recuerdo si de Mariano o de Miguel, fue rechazado por Álvarez, votando el balón frente al Negro Martínez que como era su costumbre, iba por todas, al ser techado por el balón, giró rápidamente lanzándose en Chilena, para sorprender a todos los asistentes, con un sorpresivo e impresionante gol, de una plasticidad única. Jamás, los que conocíamos al Negro, lo habíamos visto intentar siquiera una "chilena", siendo él, en esta ocasión el más sorprendido de todos.

Una vez el balón en el fondo de las redes se produjo el silencio más impresionante que ustedes puedan imaginar, aquello duró un minuto que pareció eterno, para que después, el educado público regiomontano premiara aquella hermosa acción, con un estruendoso aplauso que nos hizo sentir como si estuviéramos en nuestro inolvidable estadio Tampico. Ese era Andrés "El Negro" Martínez, un temible ariete dispuesto siempre a romper cualquier clase de barrera que se le pusiera enfrente, que combinada con la habilidad y fuerza del otro tanque de guerra, el "Flaco" Saint André más la temible contundencia de Mariano Varela, nos facilitaba la tarea a los acarreadores.

El "Negro", que semejante a los veracruzanos, contaba con ese carisma que distingue a los jarochos, siempre lucía de buen humor, su categoría como jugador le fue reconocida por todo el mundo, tanto que nadie se ha podido explicar cómo fue que nunca le atrajo el profesionalismo. Yo pienso que como en aquellos tiempos, un trabajador de Pemex, del IMSS, de la CFE o de Teléfonos, ganaba más o igual que un futbolista profesional, así, que el Negro, que ya por aquellos años se estableció como empleado del IMSS, prefirió continuar con su afición en el amateurismo, jugando por gusto y no por obligación.

EN EL EQUIPO CELESTIAL

Tres de aquellos atacantes, Alfredo "Bodoques" Robledo, Miguel "Flaco" Saint André y Andrés "Negro" Martínez, visten el hermoso uniforme celeste del equipo celestial, en donde sin duda, hacen las delicias del Señor, agradecidos por el don divino que les concedió como verdaderos artistas del futbol... "El alba desembarcó en su puerto la mañana; doncella se hizo canción al estallar tu palabra. Y fue subiendo despacio y le crecieron las alas y echó a volar el espacio que solo duendes volaban. Permíteme que te sienta hermano en toda la escala, en estas puertas abiertas de par en par en mi alma".

Hasta pronto amigo.

No, no lo puedo creer, si apenas ayer ha sido, comenzó el tiempo a correr y rápido ha transcurrido.

Era 1960, el escenario, el desaparecido estadio Tecnológico de Monterrey que lucía lleno a reventar, un año antes, en el también desaparecido estadio Tampico, en donde hoy se encuentran las instalaciones del Deportivo Español, los habíamos vencido, así que ahora, en su casa, se presentaba la oportunidad de tomar revancha, la venganza es dulce, pensaban aquellos extraordinarios futbolistas, encabezados por el inolvidable internacional Paco Montes, defensa central de la selección mexicana y, dirigidos por el legendario Rafael Navarro, también ex-seleccionado nacional,

UN TRABUCO

El nuestro era un verdadero trabuco, aun ahora, los pocos testigos de aquello, se preguntan, ¿De dónde sacaron el "Viejo" Aparicio y el Che Cazaubón aquel grupo de jugadores?, cuyos nombres son los siguientes, esperando que mi buen amigo, el Ing. Mariano Varela me corrija si es que mis 25 neuronas, omiten a alguno de ellos: Alberto Aguilar "Veracruz", Eduardo Suárez "Lalo", Jorge Álvarez, Sergio Martínez "Pacho", Héctor Reveles "Triquis", Edmundo Bracamontes "Mundo", Fernando Contreras "La Chela", Gilberto Echavarría, Moisés Ponce "El Ches", Octavio Benavides, Florentino Villegas "Tino", Margarito Álvarez "Mago", Fernando Navarro "El Papy", Miguel Domínguez "El Güero", Antonio Ledo "Gallego", Armando Ochoa, Joaquín Galar "Quincho", Rafael Hernández "Maquinita", Alfredo Robledo "Bodoques", Andrés Martínez "El Negro", Miguel Saintandré "El Flaco", Mariano Varela, Marcos Calderón, Luis Castillo "El Huicole", Adolfo Domínguez "La China" y Raúl Nava. Resultaba muy difícil aceptar que uno solo de estos jugadores fuera suplente.

Aquella hermosa noche, cuando la luna proyectaba la enorme sombra del impresionante cerro de la silla, el ambiente se presentaba caldeado como para crispar los nervios del más templado, pero que va, aquel grupo no sabía de nervios y ansiaba que el árbitro pitara el inicio para descargar toda la adrenalina acumulada. Muy pronto, la tragedia nos afectó, cuando en una jugada cercana a la banda derecha, un balón que votó a la altura del estómago, que intentó controlar con el muslo el "Triquis" Reveles, le fue disputada por un rival, que entró con los tacos por delante fracturándolo.

JUGAMOS CON DIEZ

Era falta que ameritaba expulsión, pero el árbitro, localista solo marcó falta. Por aquel entonces, aún no se permitían cambios, así que jugamos con diez jugadores desde el minuto diez de la primera parte, que fue cuando el Triquis tuvo que salir para ser atendido, yo fui bajado a la media y el Ches Ponce se fue a la defensa. La gente que llegó después al estadio, no supo jamás que uno de los equipos estaba incompleto. Así concluyó aquel primer tiempo. En la segunda parte, prevaleció la misma tónica, alternándose las llegadas a gol, originándose una tensión que se sentía en el graderío, en donde se escuchaban los gritos de angustia cuando el balón se acercaba a la portería defendida por Álvarez, de gran trayectoria en Monterrey y, los gritos de desconsuelo cuando el "Veracruz" Aguilar abortaba cuanto peligro se le presentaba.

Así, en medio de aquella efervescencia, en un ataque nuestro, un fuerte disparo, no recuerdo si de Mariano o de Miguel, fue rechazado por Álvarez, votando el balón frente al Negro Martínez que como era su costumbre, iba por todas, al ser techado por el balón, giró rápidamente lanzándose en Chilena, para sorprender a todos los asistentes, con un sorpresivo e impresionante gol, de una plasticidad única. Jamás, los que conocíamos al Negro, lo habíamos visto intentar siquiera una "chilena", siendo él, en esta ocasión el más sorprendido de todos.

Una vez el balón en el fondo de las redes se produjo el silencio más impresionante que ustedes puedan imaginar, aquello duró un minuto que pareció eterno, para que después, el educado público regiomontano premiara aquella hermosa acción, con un estruendoso aplauso que nos hizo sentir como si estuviéramos en nuestro inolvidable estadio Tampico. Ese era Andrés "El Negro" Martínez, un temible ariete dispuesto siempre a romper cualquier clase de barrera que se le pusiera enfrente, que combinada con la habilidad y fuerza del otro tanque de guerra, el "Flaco" Saint André más la temible contundencia de Mariano Varela, nos facilitaba la tarea a los acarreadores.

El "Negro", que semejante a los veracruzanos, contaba con ese carisma que distingue a los jarochos, siempre lucía de buen humor, su categoría como jugador le fue reconocida por todo el mundo, tanto que nadie se ha podido explicar cómo fue que nunca le atrajo el profesionalismo. Yo pienso que como en aquellos tiempos, un trabajador de Pemex, del IMSS, de la CFE o de Teléfonos, ganaba más o igual que un futbolista profesional, así, que el Negro, que ya por aquellos años se estableció como empleado del IMSS, prefirió continuar con su afición en el amateurismo, jugando por gusto y no por obligación.

EN EL EQUIPO CELESTIAL

Tres de aquellos atacantes, Alfredo "Bodoques" Robledo, Miguel "Flaco" Saint André y Andrés "Negro" Martínez, visten el hermoso uniforme celeste del equipo celestial, en donde sin duda, hacen las delicias del Señor, agradecidos por el don divino que les concedió como verdaderos artistas del futbol... "El alba desembarcó en su puerto la mañana; doncella se hizo canción al estallar tu palabra. Y fue subiendo despacio y le crecieron las alas y echó a volar el espacio que solo duendes volaban. Permíteme que te sienta hermano en toda la escala, en estas puertas abiertas de par en par en mi alma".

Hasta pronto amigo.