/ viernes 11 de junio de 2021

Ocurrencias del futbol | El centro delantero o ariete

No tiene que ser forzosamente un grandote, los hay de todo tamaño, buenos, malos y extraordinarios.

Indiscutiblemente, el jugador más carácterístico de la línea ofensiva, el atacante por definición, es el centro delantero o ariete. Sus dominios están en el área porque su profesión es el gol por encima de todo. Tiene que estar siempre arriba, atento a las evoluciones de sus compañeros para intentar culminarlas. Debe poseer un olfato especial para hacer buena cualquier oportunidad, aprovechando el menor descuido de los oponentes. Más que habilidad, propiamente dicha, debe tener picardía, porque el engaño es fundamental en los metros finales.

Por ser el delantero más adelantado del equipo se convierte además en arma de choque y, por tanto, la valentía y decisión serán también dos cualidades básicas en él. Pero también es el primer defensor cuando el equipo ha perdido el control del balón. Esta apreciación debe aplicarse igualmente a los extremos y, en definitiva a todos aquellos jugadores que están en punta, en primera línea de ataque. Si cuando el adversario prepara la ofensiva desde su propia defensa los delanteros permanecen estáticos, facilitan sus evoluciones. No se trata de que molesten, amaguen o hagan sombra, recursos todos ellos encaminados a que los laterales, el marcador central o el propio defensa libre no puedan reemprender la jugada con absoluta comodidad.

De cualquier manera y aunque esta observación defensiva resulta obligada al analizar el papel del delantero y más concretamente del ariete, es evidente que su rol fundamental en el conjunto tiene un matiz eminentemente ofensivo. Tal vez porque el delantero centro es un hombre de choque, que se mueve básicamente en el área, allí donde hay que decidir en cuestión de segundos sin dudas ni titubeos, es por lo que no necesariamente hay que ser un virtuoso del balón para ocupar un puesto tan esencial. La historia del futbol así lo demuestra. Innumerables han sido los centros delanteros que con un toque de balón nada académico han resultado de una efectividad impresionante. Sin embargo, una cualidad común en todos los que han sido y son grandes arietes se concreta en el juego de cabeza. Y llegados a ese punto también conviene aclarar que la estatura no constituye un factor determinante ni mucho menos.

Como en el caso del extremo, también hay diferentes tipos de centro delantero. Uno de ellos es el cabeceador por excelencia. En un equipo donde juegue un ariete de estas características puede llegar a darse el caso en que todas o casi todas las acciones se sistematicen en función de él, es decir, buscando su cabeza siempre que sea posible. Otro tipo de ariete es el llamado rompedor, que especula al máximo con su fuerza física para desarmar la defensa del rival. Es el clásico delantero que entra al remate sin miedo alguno, dando la cara y poniendo más de una vez en peligro su integridad física. Todo lo contrario que el rompedor, es el oportunista o pescador, es decir, aquel que sin participar trascendentemente en la progresión del juego ofensivo, espera pacientemente cualquier rebote fortuito o despiste del adversario para aprovecharlo.

En el pasado los arietes estaban más diferenciados de acuerdo con sus características. En la actualidad el ariete moderno está obligado a tener un poco de todo, aunque también están aquellos que sin tener nada o limitándolo todo a su fuerza de voluntad, han llegado a ser más o menos útiles a su equipo. Nos estamos refiriendo a los que el argot futbolístico califica como "tronco". Muy luchador y valiente, pero desprovisto de cualidades técnicas. Al ariete "tronco" se le utiliza para abrir brecha en la defensa contraria y facilitar así la penetración de sus compañeros mejor dotados.

La misión de delantero centro, espectacular y envidiada otrora, es hoy por hoy, una de las más ingratas dentro del equipo. Los planteamientos conservadores impuestos en la actualidad le convierten en un luchador solitario. El equipo atrás defendiendo, esperando la oportunidad de desplegarse y, entre tanto, el delantero centro allá arriba, completamente solo y desasistido, con el marcador central pegado a él, moviéndose de aquí para allá, persiguiendo un balón tras otro, recurriendo siempre a la rudeza.

En la actualidad tenemos arietes como el belga Romelu Lukaku, hombre de 1.91 metros de estatura y de gran fortaleza y con una técnica depurada. De iguales características está el sueco Zlatan Ibrahimovic que con 1.95 de estatura, posee una técnica impropia para semejante carrocería. Pero más impresionante aún tenemos a Ronaldo Nazario "El Fenómeno" que embestía igual que un búfalo, pero sin siquiera tocar a sus rivales, igual que lo hace el joven noruego Erling Haaland de 20 años de edad y 1.94 de estatura y, encontramos también a los atléticos, los esbeltos como Cristiano Ronaldo, Karim Benzema, Ruben Suárez. Kylian Mbappé y Robert Lewandowski, entre muchos otros, todos poseedores de una extraordinaria técnica individual.

Y he dejado para el final a los arietes chaparros que no calificarían como arietes simplemente por su corta estatura, Hugo Sánchez y Kevin Keegan (el super ratón), que en esa posición fueran grandes goleadores, escuche usted, destacándose como grandes cabeceadores, los dos hicieron época, uno con Pumas de la Universidad Autónoma de México y con el Real Madrid de España y el otro con el Hamburgo de Alemania y con el Liverpool de Inglaterra.

Hasta pronto amigo.

No tiene que ser forzosamente un grandote, los hay de todo tamaño, buenos, malos y extraordinarios.

Indiscutiblemente, el jugador más carácterístico de la línea ofensiva, el atacante por definición, es el centro delantero o ariete. Sus dominios están en el área porque su profesión es el gol por encima de todo. Tiene que estar siempre arriba, atento a las evoluciones de sus compañeros para intentar culminarlas. Debe poseer un olfato especial para hacer buena cualquier oportunidad, aprovechando el menor descuido de los oponentes. Más que habilidad, propiamente dicha, debe tener picardía, porque el engaño es fundamental en los metros finales.

Por ser el delantero más adelantado del equipo se convierte además en arma de choque y, por tanto, la valentía y decisión serán también dos cualidades básicas en él. Pero también es el primer defensor cuando el equipo ha perdido el control del balón. Esta apreciación debe aplicarse igualmente a los extremos y, en definitiva a todos aquellos jugadores que están en punta, en primera línea de ataque. Si cuando el adversario prepara la ofensiva desde su propia defensa los delanteros permanecen estáticos, facilitan sus evoluciones. No se trata de que molesten, amaguen o hagan sombra, recursos todos ellos encaminados a que los laterales, el marcador central o el propio defensa libre no puedan reemprender la jugada con absoluta comodidad.

De cualquier manera y aunque esta observación defensiva resulta obligada al analizar el papel del delantero y más concretamente del ariete, es evidente que su rol fundamental en el conjunto tiene un matiz eminentemente ofensivo. Tal vez porque el delantero centro es un hombre de choque, que se mueve básicamente en el área, allí donde hay que decidir en cuestión de segundos sin dudas ni titubeos, es por lo que no necesariamente hay que ser un virtuoso del balón para ocupar un puesto tan esencial. La historia del futbol así lo demuestra. Innumerables han sido los centros delanteros que con un toque de balón nada académico han resultado de una efectividad impresionante. Sin embargo, una cualidad común en todos los que han sido y son grandes arietes se concreta en el juego de cabeza. Y llegados a ese punto también conviene aclarar que la estatura no constituye un factor determinante ni mucho menos.

Como en el caso del extremo, también hay diferentes tipos de centro delantero. Uno de ellos es el cabeceador por excelencia. En un equipo donde juegue un ariete de estas características puede llegar a darse el caso en que todas o casi todas las acciones se sistematicen en función de él, es decir, buscando su cabeza siempre que sea posible. Otro tipo de ariete es el llamado rompedor, que especula al máximo con su fuerza física para desarmar la defensa del rival. Es el clásico delantero que entra al remate sin miedo alguno, dando la cara y poniendo más de una vez en peligro su integridad física. Todo lo contrario que el rompedor, es el oportunista o pescador, es decir, aquel que sin participar trascendentemente en la progresión del juego ofensivo, espera pacientemente cualquier rebote fortuito o despiste del adversario para aprovecharlo.

En el pasado los arietes estaban más diferenciados de acuerdo con sus características. En la actualidad el ariete moderno está obligado a tener un poco de todo, aunque también están aquellos que sin tener nada o limitándolo todo a su fuerza de voluntad, han llegado a ser más o menos útiles a su equipo. Nos estamos refiriendo a los que el argot futbolístico califica como "tronco". Muy luchador y valiente, pero desprovisto de cualidades técnicas. Al ariete "tronco" se le utiliza para abrir brecha en la defensa contraria y facilitar así la penetración de sus compañeros mejor dotados.

La misión de delantero centro, espectacular y envidiada otrora, es hoy por hoy, una de las más ingratas dentro del equipo. Los planteamientos conservadores impuestos en la actualidad le convierten en un luchador solitario. El equipo atrás defendiendo, esperando la oportunidad de desplegarse y, entre tanto, el delantero centro allá arriba, completamente solo y desasistido, con el marcador central pegado a él, moviéndose de aquí para allá, persiguiendo un balón tras otro, recurriendo siempre a la rudeza.

En la actualidad tenemos arietes como el belga Romelu Lukaku, hombre de 1.91 metros de estatura y de gran fortaleza y con una técnica depurada. De iguales características está el sueco Zlatan Ibrahimovic que con 1.95 de estatura, posee una técnica impropia para semejante carrocería. Pero más impresionante aún tenemos a Ronaldo Nazario "El Fenómeno" que embestía igual que un búfalo, pero sin siquiera tocar a sus rivales, igual que lo hace el joven noruego Erling Haaland de 20 años de edad y 1.94 de estatura y, encontramos también a los atléticos, los esbeltos como Cristiano Ronaldo, Karim Benzema, Ruben Suárez. Kylian Mbappé y Robert Lewandowski, entre muchos otros, todos poseedores de una extraordinaria técnica individual.

Y he dejado para el final a los arietes chaparros que no calificarían como arietes simplemente por su corta estatura, Hugo Sánchez y Kevin Keegan (el super ratón), que en esa posición fueran grandes goleadores, escuche usted, destacándose como grandes cabeceadores, los dos hicieron época, uno con Pumas de la Universidad Autónoma de México y con el Real Madrid de España y el otro con el Hamburgo de Alemania y con el Liverpool de Inglaterra.

Hasta pronto amigo.