/ viernes 13 de noviembre de 2020

Ocurrencias del futbol | El goleador de un equipo es el poeta en el futbol... Albert Camus

El delantero centro: Indiscutiblemente el jugador más característico de la línea ofensiva, el atacante por definición, es el delantero centro o ariete.

Sus dominios están en el área porque su profesión es el gol por encima de todo. Tiene que estar siempre arriba, atento a las evoluciones de sus compañeros para hacer buena cualquier oportunidad, aprovechando el primer descuido de sus oponentes. Más que habilidad propiamente dicha, debe tener picardía, porque el engaño es fundamental en los metros finales.

Por ser el elemento más adelantado del equipo, se convierte además en arma de choque, de ahí que se le identifique como ariete, por tanto, la valentía y decisión serán también dos cualidades básicas en él. Pero también es el primer defensor cuando su equipo ha perdido el control del balón. Eso obedece al principio de la táctica, que nos dice que, si estamos en posesión del balón, diremos "apoyo" y, cuando no lo tenemos será "cobertura", o sea: En posesión "ataque", sin posesión "defensa" y aplica para cualquier parte del terreno de juego.

Hay un tipo de ariete conocido como "rompedor", que especula al máximo con su fuerza física para desarmar al defensa rival. Es el tipo de delantero que entra al remate sin miedo alguno, dando la cara y poniendo en peligro en más de una vez su propia integridad física. Todo lo contrario que el "rompedor" es el oportunista o pescador, aquel que, sin participar trascendentemente en la progresión del juego ofensivo, espera pacientemente cualquier rebote fortuito o despiste del adversario para aprovecharlo.

En el pasado los arietes estaban más diferenciados de acuerdo con sus características. En la actualidad, el ariete moderno está obligado a tener un poco de todo, aunque también están aquellos que, sin tener nada o limitándolo todo a la fuerza de voluntad, han llegado a ser más o menos útiles para el equipo. Nos estamos refiriendo al que en el argot futbolístico se califica como "tronco", muy luchador y valiente, pero desprovisto de cualidades técnicas. Al ariete tronco se le utiliza para abrir brecha en la defensa contraria y facilitar así la penetración de sus compañeros técnicamente mejor dotados.

La misión de delantero centro, envidiada otrora, es hoy por hoy una de las más ingratas dentro del equipo. Los planteamientos conservadores impuestos en la actualidad le convierten en un luchador solitario. El equipo atrás defendiendo, esperando la oportunidad de desplegarse y, entretanto el delantero centro allá arriba, completamente solo y desasistido, con el marcador central pegado a él, moviéndose de aquí para allá, persiguiendo un balón tras otro recurriendo con frecuencia a la rudeza.

Uno de los hombres que mejor han personificado el papel de ariete ha sido el alemán Gerd Müller, que no era alto ni de carrera rápida ni, mucho menos, estilista del balón, pero fue un gran ariete porque siempre estuvo allí, en el área revolviéndose en un palmo de terreno para chutar, provocando el fallo de la defensa para aprovecharlo sin piedad, cabeceando en cualquier posición y marcando goles y más goles. También defendía y cuando se hacía con el balón en el centro del terreno, lo cedía inmediatamente y corría rápidamente hacia el área, en donde se sentía como pez en el agua.

"Torpedo" Müller tomó el relevo de otro alemán inolvidable, Uwe Seeler. Ambos compartieron el eje del ataque de Alemania en el Mundial México-70. Eran los tiempos del declive de Seeler y la consagración de Müller. La afición estaba dividida y se decía que eran incompatibles. Los años resolvieron el problema, pero tanto el uno como el otro figuran con mayúsculas entre los más grandes en su puesto. Aunque Müller ha sido uno de los mejores ejemplos de ariete, la lista de los grandes del área es rica y variada y en ella figuran Ronaldo Nazario, Ferenc Puskas, Romario, Klinsman, Rudi Voller, Hugo Sánchez, Enrique Borja, Sergio Lira, Zlatan Ybrahimovic, Luis Suárez, increíblemente todos de corte distinto, ninguno de los que nombro se parece a los demás en su forma de jugar, pero todos son buenos.

Todos en suma, más o menos elegantes, más o menos poderosos, más o menos virtuosos, pero con un común denominador, el gol. Porque el ariete moderno ideal, en resumen, debe poseer unas cualidades diferentes, acordes con lo específico de su misión. Debe ser muy rápido de movimientos, sobre todo en corto y sacar el remate desde cualquier posición sin importarle cómo llegue el balón. Ha de saber usar el cuerpo y tener ese olfato que le permite pensar y resolver una décima de segundo antes que el defensor.

Les contaré una anécdota con uno de los más grandes goleadores del futbol mexicano. Me ocurrió en Monterrey cuando era un joven de 17 años, justo en el círculo de la media cancha del desaparecido estadio Tecnológico de Monterrey, cuando ahí en pleno partido, coincidí con el centro delantero contrario, algo extraño que los dos arietes se encuentren, el caso es que ahí estábamos solos. De pronto se dirigió a mí: ¿Tú eres nuevo verdad? Sí, le contesté, ¿cómo lo supo?... es que siempre mandan a que me marque al más pendejo... no les hagas caso, vete por allá, diviértete, yo de todos modos voy a meterles gol... Me lo dijo Julio Ayón Aparicio, tiempo después fuimos amigos y compañeros de equipo.

Hasta pronto amigo.

El delantero centro: Indiscutiblemente el jugador más característico de la línea ofensiva, el atacante por definición, es el delantero centro o ariete.

Sus dominios están en el área porque su profesión es el gol por encima de todo. Tiene que estar siempre arriba, atento a las evoluciones de sus compañeros para hacer buena cualquier oportunidad, aprovechando el primer descuido de sus oponentes. Más que habilidad propiamente dicha, debe tener picardía, porque el engaño es fundamental en los metros finales.

Por ser el elemento más adelantado del equipo, se convierte además en arma de choque, de ahí que se le identifique como ariete, por tanto, la valentía y decisión serán también dos cualidades básicas en él. Pero también es el primer defensor cuando su equipo ha perdido el control del balón. Eso obedece al principio de la táctica, que nos dice que, si estamos en posesión del balón, diremos "apoyo" y, cuando no lo tenemos será "cobertura", o sea: En posesión "ataque", sin posesión "defensa" y aplica para cualquier parte del terreno de juego.

Hay un tipo de ariete conocido como "rompedor", que especula al máximo con su fuerza física para desarmar al defensa rival. Es el tipo de delantero que entra al remate sin miedo alguno, dando la cara y poniendo en peligro en más de una vez su propia integridad física. Todo lo contrario que el "rompedor" es el oportunista o pescador, aquel que, sin participar trascendentemente en la progresión del juego ofensivo, espera pacientemente cualquier rebote fortuito o despiste del adversario para aprovecharlo.

En el pasado los arietes estaban más diferenciados de acuerdo con sus características. En la actualidad, el ariete moderno está obligado a tener un poco de todo, aunque también están aquellos que, sin tener nada o limitándolo todo a la fuerza de voluntad, han llegado a ser más o menos útiles para el equipo. Nos estamos refiriendo al que en el argot futbolístico se califica como "tronco", muy luchador y valiente, pero desprovisto de cualidades técnicas. Al ariete tronco se le utiliza para abrir brecha en la defensa contraria y facilitar así la penetración de sus compañeros técnicamente mejor dotados.

La misión de delantero centro, envidiada otrora, es hoy por hoy una de las más ingratas dentro del equipo. Los planteamientos conservadores impuestos en la actualidad le convierten en un luchador solitario. El equipo atrás defendiendo, esperando la oportunidad de desplegarse y, entretanto el delantero centro allá arriba, completamente solo y desasistido, con el marcador central pegado a él, moviéndose de aquí para allá, persiguiendo un balón tras otro recurriendo con frecuencia a la rudeza.

Uno de los hombres que mejor han personificado el papel de ariete ha sido el alemán Gerd Müller, que no era alto ni de carrera rápida ni, mucho menos, estilista del balón, pero fue un gran ariete porque siempre estuvo allí, en el área revolviéndose en un palmo de terreno para chutar, provocando el fallo de la defensa para aprovecharlo sin piedad, cabeceando en cualquier posición y marcando goles y más goles. También defendía y cuando se hacía con el balón en el centro del terreno, lo cedía inmediatamente y corría rápidamente hacia el área, en donde se sentía como pez en el agua.

"Torpedo" Müller tomó el relevo de otro alemán inolvidable, Uwe Seeler. Ambos compartieron el eje del ataque de Alemania en el Mundial México-70. Eran los tiempos del declive de Seeler y la consagración de Müller. La afición estaba dividida y se decía que eran incompatibles. Los años resolvieron el problema, pero tanto el uno como el otro figuran con mayúsculas entre los más grandes en su puesto. Aunque Müller ha sido uno de los mejores ejemplos de ariete, la lista de los grandes del área es rica y variada y en ella figuran Ronaldo Nazario, Ferenc Puskas, Romario, Klinsman, Rudi Voller, Hugo Sánchez, Enrique Borja, Sergio Lira, Zlatan Ybrahimovic, Luis Suárez, increíblemente todos de corte distinto, ninguno de los que nombro se parece a los demás en su forma de jugar, pero todos son buenos.

Todos en suma, más o menos elegantes, más o menos poderosos, más o menos virtuosos, pero con un común denominador, el gol. Porque el ariete moderno ideal, en resumen, debe poseer unas cualidades diferentes, acordes con lo específico de su misión. Debe ser muy rápido de movimientos, sobre todo en corto y sacar el remate desde cualquier posición sin importarle cómo llegue el balón. Ha de saber usar el cuerpo y tener ese olfato que le permite pensar y resolver una décima de segundo antes que el defensor.

Les contaré una anécdota con uno de los más grandes goleadores del futbol mexicano. Me ocurrió en Monterrey cuando era un joven de 17 años, justo en el círculo de la media cancha del desaparecido estadio Tecnológico de Monterrey, cuando ahí en pleno partido, coincidí con el centro delantero contrario, algo extraño que los dos arietes se encuentren, el caso es que ahí estábamos solos. De pronto se dirigió a mí: ¿Tú eres nuevo verdad? Sí, le contesté, ¿cómo lo supo?... es que siempre mandan a que me marque al más pendejo... no les hagas caso, vete por allá, diviértete, yo de todos modos voy a meterles gol... Me lo dijo Julio Ayón Aparicio, tiempo después fuimos amigos y compañeros de equipo.

Hasta pronto amigo.