/ miércoles 9 de febrero de 2022

Ocurrencias del futbol | Extraño sería que el Tricolor anduviera bien

No es ninguna novedad que en cada eliminatoria de Concacaf para asistir a un Campeonato Mundial nuestra selección ande arrastrando la cobija y hoy, en vísperas del Mundial de Qatar, cuando se está cerca de recurrir a un bombero, el más recurrente, Javier Aguirre, con su gran fracaso dirigiendo al equipo Rayado de Monterrey, dueños de la plantilla más cara del futbol de América, no hay para dónde volver la vista.

El Tricolor debe cerrar con broche de oro la eliminatoria. Eso se decía en 2009 cuando estábamos a punto de ser eliminados y nos aferrábamos a un milagro que debería aparecer de inmediato, ya habían fracasado en su intento Fernando Tena, Víctor Manuel Vucetich y era el turno para Javier Aguirre.

Los fríos números señalaban que el Tri podía ser cabeza de grupo en Sudáfrica 2010. Una situación que sonaba irónica y hasta burlona pues en la selección no teníamos un equipo, había sólo 11 jugadores que saltaban a la cancha y les quemaba el balón y, ahora, con Aguirre, todo lucía diametralmente opuesto.

Faltaban dos jornadas eliminatorias y con la Copa del Mundo encima ya se vislumbraba un mejor panorama de los cuadro que jugarían aquella edición a nivel de selecciones. El Tri que había recuperado un nivel de identidad con la llegada de Javier Aguirre, sorprendió a propios y extraños colocándose en uno de los puestos que da la FIFA como cabeza de serie.

Curiosamente, los Rayados de Monterrey en aquel tiempo era el guapo del torneo que le quitó el invicto al Puebla y de paso consiguió su cuarta victoria en fila, la séptima de la campaña consolidándose como serio candidato al título, claro, sin Aguirre, la afición de Rayados se estaba rayando en esa temporada. Era el segundo torneo con Vucetich al frente, tenían ya 7 fechas sin perder, pero ahora, con Aguirre todo es distinto.

Por eso, hoy, con tiempo suficiente para no incurrir en el mismo error. Si Aguirre cuenta con el reconocimiento de ser el mejor director técnico mexicano, ¿es conveniente quitar al “Tata” para dejarle la responsabilidad al "Vasco"?. Urge que todo esto, si se va a hacer, se haga de forma que el equipo no pierda concentración, pues no basta con ganarle a Estados Unidos el próximo juego en el Azteca, sino que debemos hacernos a la idea de que es necesario ganar todos los demás partidos que se presenten, aunque ya se cuente con la calificación.

Pero el peor desgaste anímico lo tenemos en casa, con muchos problemas importantes terminando por sacar de quicio a los jugadores, apartándolos completamente de lo que debería ser su principal punto de atención, el Mundial de Qatar 2022. Así que por qué preocuparnos por nuestro enemigo, si al más importante por resolver lo tenemos entre nosotros.

En un sistema de competencia que promueve la mediocridad, no es posible encontrar la excelencia necesaria. Y regidos por un arbitraje malísimo que apoyado por un mal manejado VAR, que lejos de auxiliar a los colegiados, los confunde más que ayudarlos.

Miguel Layún, jugador de talla internacional, hecho al arbitraje de Europa, en donde jugó por mucho tiempo en Inglaterra, Italia y España, del que no se tiene conocimiento de indisciplina alguna, acabó por engancharse con quien menos debería hacerlo, él árbitro, que equivocado o no, es la máxima autoridad en el terreno de juego y por ende, debe de ser respetado, tenga o no la razón.

Son ya muchos los casos en los que un error arbitral ha ocasionado situaciones como esta, en las que un jugador es sacado de sus casillas, exhibiéndolo incluso por televisión, dañándolo en su persona y, seguramente en su economía, mientras que el público ignora si ellos, los árbitros, son castigados de la misma manera cuando son los verdaderos causantes de lo ocurrido.

Sin embargo, el jugador profesional no puede pensar como amateur, el jugador profesional está para jugar y, en el juego está para acatar las indicaciones del árbitro, así ha sido desde que se inventó el futbol, el árbitro es en el juego la máxima autoridad

Y es mejor estar de acuerdo con ellos que oponerse a sus decisiones, digo, si es que quieres continuar jugando.

Y no debemos espantarnos de nada, nadie diga de esta agua no beberé, porque después tendría que reconocer que cae más pronto un hablador que un cojo. Recuerdo bien aquella ocasión que llegué a mi casa, El Sol de Tampico, directo con mis buenos amigos Carlos Aguiar y Martín Aguilar para comunicarles de una ocurrencia mía, antes de que la supieran directamente de Ciudad Victoria. Yo, Raúl Nava, el bien portado, había golpeado a un árbitro.

Fue tal el agravio, que hasta los vestidores del Marte R. Gómez llegaron los federales para llevarme detenido, cosa que impidieron los mismos jugadores de Cuerudos y el locutor Avilés que fue el testigo más cercano a donde ocurrió aquello, que fue un total abuso de autoridad.

Sí, todo aquel apoyo a mi persona justificaba mi enojo, pero no mi reacción. Nada ocurrió con la prensa de Victoria ni con la de Tampico, pero sí con mi conciencia, que me hizo meditar muy concienzudamente acerca de mi comportamiento, quise a partir de esa fecha, aprender a controlar mis emociones.

Hasta pronto amigo.

No es ninguna novedad que en cada eliminatoria de Concacaf para asistir a un Campeonato Mundial nuestra selección ande arrastrando la cobija y hoy, en vísperas del Mundial de Qatar, cuando se está cerca de recurrir a un bombero, el más recurrente, Javier Aguirre, con su gran fracaso dirigiendo al equipo Rayado de Monterrey, dueños de la plantilla más cara del futbol de América, no hay para dónde volver la vista.

El Tricolor debe cerrar con broche de oro la eliminatoria. Eso se decía en 2009 cuando estábamos a punto de ser eliminados y nos aferrábamos a un milagro que debería aparecer de inmediato, ya habían fracasado en su intento Fernando Tena, Víctor Manuel Vucetich y era el turno para Javier Aguirre.

Los fríos números señalaban que el Tri podía ser cabeza de grupo en Sudáfrica 2010. Una situación que sonaba irónica y hasta burlona pues en la selección no teníamos un equipo, había sólo 11 jugadores que saltaban a la cancha y les quemaba el balón y, ahora, con Aguirre, todo lucía diametralmente opuesto.

Faltaban dos jornadas eliminatorias y con la Copa del Mundo encima ya se vislumbraba un mejor panorama de los cuadro que jugarían aquella edición a nivel de selecciones. El Tri que había recuperado un nivel de identidad con la llegada de Javier Aguirre, sorprendió a propios y extraños colocándose en uno de los puestos que da la FIFA como cabeza de serie.

Curiosamente, los Rayados de Monterrey en aquel tiempo era el guapo del torneo que le quitó el invicto al Puebla y de paso consiguió su cuarta victoria en fila, la séptima de la campaña consolidándose como serio candidato al título, claro, sin Aguirre, la afición de Rayados se estaba rayando en esa temporada. Era el segundo torneo con Vucetich al frente, tenían ya 7 fechas sin perder, pero ahora, con Aguirre todo es distinto.

Por eso, hoy, con tiempo suficiente para no incurrir en el mismo error. Si Aguirre cuenta con el reconocimiento de ser el mejor director técnico mexicano, ¿es conveniente quitar al “Tata” para dejarle la responsabilidad al "Vasco"?. Urge que todo esto, si se va a hacer, se haga de forma que el equipo no pierda concentración, pues no basta con ganarle a Estados Unidos el próximo juego en el Azteca, sino que debemos hacernos a la idea de que es necesario ganar todos los demás partidos que se presenten, aunque ya se cuente con la calificación.

Pero el peor desgaste anímico lo tenemos en casa, con muchos problemas importantes terminando por sacar de quicio a los jugadores, apartándolos completamente de lo que debería ser su principal punto de atención, el Mundial de Qatar 2022. Así que por qué preocuparnos por nuestro enemigo, si al más importante por resolver lo tenemos entre nosotros.

En un sistema de competencia que promueve la mediocridad, no es posible encontrar la excelencia necesaria. Y regidos por un arbitraje malísimo que apoyado por un mal manejado VAR, que lejos de auxiliar a los colegiados, los confunde más que ayudarlos.

Miguel Layún, jugador de talla internacional, hecho al arbitraje de Europa, en donde jugó por mucho tiempo en Inglaterra, Italia y España, del que no se tiene conocimiento de indisciplina alguna, acabó por engancharse con quien menos debería hacerlo, él árbitro, que equivocado o no, es la máxima autoridad en el terreno de juego y por ende, debe de ser respetado, tenga o no la razón.

Son ya muchos los casos en los que un error arbitral ha ocasionado situaciones como esta, en las que un jugador es sacado de sus casillas, exhibiéndolo incluso por televisión, dañándolo en su persona y, seguramente en su economía, mientras que el público ignora si ellos, los árbitros, son castigados de la misma manera cuando son los verdaderos causantes de lo ocurrido.

Sin embargo, el jugador profesional no puede pensar como amateur, el jugador profesional está para jugar y, en el juego está para acatar las indicaciones del árbitro, así ha sido desde que se inventó el futbol, el árbitro es en el juego la máxima autoridad

Y es mejor estar de acuerdo con ellos que oponerse a sus decisiones, digo, si es que quieres continuar jugando.

Y no debemos espantarnos de nada, nadie diga de esta agua no beberé, porque después tendría que reconocer que cae más pronto un hablador que un cojo. Recuerdo bien aquella ocasión que llegué a mi casa, El Sol de Tampico, directo con mis buenos amigos Carlos Aguiar y Martín Aguilar para comunicarles de una ocurrencia mía, antes de que la supieran directamente de Ciudad Victoria. Yo, Raúl Nava, el bien portado, había golpeado a un árbitro.

Fue tal el agravio, que hasta los vestidores del Marte R. Gómez llegaron los federales para llevarme detenido, cosa que impidieron los mismos jugadores de Cuerudos y el locutor Avilés que fue el testigo más cercano a donde ocurrió aquello, que fue un total abuso de autoridad.

Sí, todo aquel apoyo a mi persona justificaba mi enojo, pero no mi reacción. Nada ocurrió con la prensa de Victoria ni con la de Tampico, pero sí con mi conciencia, que me hizo meditar muy concienzudamente acerca de mi comportamiento, quise a partir de esa fecha, aprender a controlar mis emociones.

Hasta pronto amigo.