/ jueves 22 de julio de 2021

Ocurrencias del futbol | Funcionamiento del entrenamiento programado

Seguro de que el futbol masivo (el que practicamos en el llano) puede ser entrenado en la forma ordenada que se hace con el profesional, es mi intención proporcionar al entrenador empírico los principios de la programación del entrenamiento.

Un programa, en la acepción que utilizamos el término, es una microestructura de entrenamiento compuesta por: Un objetivo (Fuerza, por ejemplo)... Un ejercicio (1/2 sentadilla, por ejemplo)... Un Método (El mismo que aparece en la dosificación, por ejemplo, el método de intervalo intensivo: 5 X 15 repeticiones, 40% de intensidad, ejecución rápida y pausa de 45 segundos... Una forma de organización del entrenamiento que considera tanto la organización del jugador en el espacio (filas, hileras, estaciones etc.,) y sus desplazamientos, como el material deportivo necesario.

Cada programa presenta una dosificación estándar, que puede ser ajustada hacia arriba como hacia abajo, de acuerdo con el estado de entrenamiento del deportista. El estado de entrenamiento, el momento del ciclo y el tiempo de entrenamiento adjudicado a cada objetivo en las siguientes etapas. El material deportivo que se utiliza para entrenar, a excepción de las máquinas para hacer fuerza, es sencillo y de bajo costo. Al respecto considero que cada aporte que se haga en este rubro, contribuirá a mejorar la presentación de los ejercicios, a elevar y variar las exigencias coordinativas y en consecuencia a lograr un estimulante clima de entrenamiento.

El hecho de presentar programas de entrenamiento puede sonar como proponer recetas de cocina, sin embargo, no debemos observar que los grandes chefs reciben con gusto ideas y recetas de sus colegas que finalmente, cada chef, entrenador en nuestro caso lleva a la practica y cocina de acuerdo con su sensibilidad e inteligencia. En el entrenamiento por medio de programas se intenta romper con el tedio de la preparación condicional tradicional del futbolista, caracterizada por trabajos largos y monótonos y, ofrecer los medios para realizar un entrenamiento más acorde con la dinámica del futbol actual.

Es obvio que es más fácil aspirar a algo que lograrlo, ya que las situaciones que se presentan en un partido de futbol son irrepetibles e imposibles de asimilar totalmente mediante un programa físico de entrenamiento. Sin embargo, considero que cuanto más desarrolladas tenga sus cualidades motoras un jugador y mayor sea su repertorio de destrezas generales y especiales, tendrá mayores posibilidades de resolver exitosamente las múltiples y complicadas situaciones de un partido.

Por otra parte, para aplicar de manera coherente y ordenada los programas de la segunda parte de esta obra, debemos estar en condiciones de integrarlos a un proceso de planeación del entrenamiento, el cual debe abarcar la preparación y el desarrollo del torneo de liga, pasando por los ciclos, etapas y microciclos hasta llegar finalmente a las unidades de entrenamiento, que es donde se insertan y se llevan a cabo los programas.

Mi experiencia en el entrenamiento del futbol me dice que el entrenamiento programado no solo incrementa el rendimiento del futbolista, sino que además, incrementa la disciplina táctica, mejorando no solo las cualidades motoras, sino también las volitivas, alcanzándose a percibir una mejor autoestima en el jugador y un incremento en la disposición al esfuerzo físico, igual que la disposición al trabajo conjunto. Y otorga al entrenador formas de control del gasto calórico, teniendo a su disposición formas precisas para detectar cuando un jugador se ha agotado.

Todos estos procedimientos practicados en el futbol amateur hacen creer que el entrenador es un mago, pues los cambios de jugadores que realiza en pleno partido son tan precisos, que al realizarlos el equipo en lugar de decaer incrementa su rendimiento. Toda esta información la tiene el entrenador en la tabla de cálculo de la que no se separa durante todo el juego y, ahí es donde está el engaño que convierte en mago al entrenador, ya que sus émulos ven a dicha tabla como a una varita mágica que realiza milagros. No, la tabla contiene un esquema de la táctica que se está empleando, con la lista de cada uno de los jugadores, con el control de todo lo que se deba saber acerca de su rendimiento (estadística).

El oxígeno es el principal alimento del cerebro, cuando el jugador empieza a errar pases cortos fáciles de realizar o comienza a discutir con sus compañeros, incluso con el árbitro, está indicando que ya hay una falla en la absorción de oxígeno (ya está cansado), otra señal es verlo detenerse y apoyar sus manos sobre sus rodillas y la más normal de todas, la aparición de calambres en sus piernas.

Igual puede detectarse al flojonazo que depende del esfuerzo de los demás, a ese se le descubre chequeándole su frecuencia cardiaca, que nos señala el umbral de nuestra resistencia aeróbica, mediante una simple operación, 220 menos la edad (supongamos 20 años) nos da 200, si acostumbramos a entrenar al 80% de nuestro umbral, lo estaremos haciendo a 160 pulsaciones por minuto. Así, si el flojonazo se encuentra en 90 pulsaciones, es que no está haciendo nada y que debe ser sustituido. La frecuencia cardiaca ideal en reposo es de 60 pulsaciones por minuto, algo que es común en los organismos bien entrenados, tener 70 u 80, es normal para quienes no son deportistas. No aplica para los niños.

Hasta pronto amigo.

Seguro de que el futbol masivo (el que practicamos en el llano) puede ser entrenado en la forma ordenada que se hace con el profesional, es mi intención proporcionar al entrenador empírico los principios de la programación del entrenamiento.

Un programa, en la acepción que utilizamos el término, es una microestructura de entrenamiento compuesta por: Un objetivo (Fuerza, por ejemplo)... Un ejercicio (1/2 sentadilla, por ejemplo)... Un Método (El mismo que aparece en la dosificación, por ejemplo, el método de intervalo intensivo: 5 X 15 repeticiones, 40% de intensidad, ejecución rápida y pausa de 45 segundos... Una forma de organización del entrenamiento que considera tanto la organización del jugador en el espacio (filas, hileras, estaciones etc.,) y sus desplazamientos, como el material deportivo necesario.

Cada programa presenta una dosificación estándar, que puede ser ajustada hacia arriba como hacia abajo, de acuerdo con el estado de entrenamiento del deportista. El estado de entrenamiento, el momento del ciclo y el tiempo de entrenamiento adjudicado a cada objetivo en las siguientes etapas. El material deportivo que se utiliza para entrenar, a excepción de las máquinas para hacer fuerza, es sencillo y de bajo costo. Al respecto considero que cada aporte que se haga en este rubro, contribuirá a mejorar la presentación de los ejercicios, a elevar y variar las exigencias coordinativas y en consecuencia a lograr un estimulante clima de entrenamiento.

El hecho de presentar programas de entrenamiento puede sonar como proponer recetas de cocina, sin embargo, no debemos observar que los grandes chefs reciben con gusto ideas y recetas de sus colegas que finalmente, cada chef, entrenador en nuestro caso lleva a la practica y cocina de acuerdo con su sensibilidad e inteligencia. En el entrenamiento por medio de programas se intenta romper con el tedio de la preparación condicional tradicional del futbolista, caracterizada por trabajos largos y monótonos y, ofrecer los medios para realizar un entrenamiento más acorde con la dinámica del futbol actual.

Es obvio que es más fácil aspirar a algo que lograrlo, ya que las situaciones que se presentan en un partido de futbol son irrepetibles e imposibles de asimilar totalmente mediante un programa físico de entrenamiento. Sin embargo, considero que cuanto más desarrolladas tenga sus cualidades motoras un jugador y mayor sea su repertorio de destrezas generales y especiales, tendrá mayores posibilidades de resolver exitosamente las múltiples y complicadas situaciones de un partido.

Por otra parte, para aplicar de manera coherente y ordenada los programas de la segunda parte de esta obra, debemos estar en condiciones de integrarlos a un proceso de planeación del entrenamiento, el cual debe abarcar la preparación y el desarrollo del torneo de liga, pasando por los ciclos, etapas y microciclos hasta llegar finalmente a las unidades de entrenamiento, que es donde se insertan y se llevan a cabo los programas.

Mi experiencia en el entrenamiento del futbol me dice que el entrenamiento programado no solo incrementa el rendimiento del futbolista, sino que además, incrementa la disciplina táctica, mejorando no solo las cualidades motoras, sino también las volitivas, alcanzándose a percibir una mejor autoestima en el jugador y un incremento en la disposición al esfuerzo físico, igual que la disposición al trabajo conjunto. Y otorga al entrenador formas de control del gasto calórico, teniendo a su disposición formas precisas para detectar cuando un jugador se ha agotado.

Todos estos procedimientos practicados en el futbol amateur hacen creer que el entrenador es un mago, pues los cambios de jugadores que realiza en pleno partido son tan precisos, que al realizarlos el equipo en lugar de decaer incrementa su rendimiento. Toda esta información la tiene el entrenador en la tabla de cálculo de la que no se separa durante todo el juego y, ahí es donde está el engaño que convierte en mago al entrenador, ya que sus émulos ven a dicha tabla como a una varita mágica que realiza milagros. No, la tabla contiene un esquema de la táctica que se está empleando, con la lista de cada uno de los jugadores, con el control de todo lo que se deba saber acerca de su rendimiento (estadística).

El oxígeno es el principal alimento del cerebro, cuando el jugador empieza a errar pases cortos fáciles de realizar o comienza a discutir con sus compañeros, incluso con el árbitro, está indicando que ya hay una falla en la absorción de oxígeno (ya está cansado), otra señal es verlo detenerse y apoyar sus manos sobre sus rodillas y la más normal de todas, la aparición de calambres en sus piernas.

Igual puede detectarse al flojonazo que depende del esfuerzo de los demás, a ese se le descubre chequeándole su frecuencia cardiaca, que nos señala el umbral de nuestra resistencia aeróbica, mediante una simple operación, 220 menos la edad (supongamos 20 años) nos da 200, si acostumbramos a entrenar al 80% de nuestro umbral, lo estaremos haciendo a 160 pulsaciones por minuto. Así, si el flojonazo se encuentra en 90 pulsaciones, es que no está haciendo nada y que debe ser sustituido. La frecuencia cardiaca ideal en reposo es de 60 pulsaciones por minuto, algo que es común en los organismos bien entrenados, tener 70 u 80, es normal para quienes no son deportistas. No aplica para los niños.

Hasta pronto amigo.