/ sábado 18 de enero de 2020

Ocurrencias del Futbol I El mejor jugador es el que es feliz jugando y que hace felices a sus fans

Los que mejor lo han hecho son Garrincha, Ronaldinho y George Best.

En los años cincuentas y principio de los sesentas se solían celebrar en el viejo estadio de Insurgentes unos juegos que primero fueron pentagonales y después fueron hexagonales. Aquello constituía una gran fiesta futbolera, en donde se presentaban los mejores equipos de Europa y Suramérica. El FK-Austria, que en el 54 era el mejor equipo de Europa y que contaba con el gran tridente de los Ernestos, Ernest Ocwirk, Ernst Stopajkal y Ernst Melchior, tres atacantes verdaderamente letales. Pero igual nos visitaron el Honved de Hungría, el Udadukla y el Esparta de Praga, el primero, que tenía en sus filas al mejor jugador de Europa en aquel tiempo, Josep Mazopust, quien durante un juego contra el Puebla, al ser premiado como mejor jugador del partido, Francisco “Chale” Ruiz, tuvo la gentileza de entregarle el reconocimiento al buenazo jugador de la Mainero, tío de Marco Antonio “Chima” Ruiz.

Pero a quien hoy quiero referirme es al checoslovaco Andrei Kvasnak, carismático jugador de extraordinaria técnica, muy semejante a Zlatan Ibrahimovich, pero con mucha mayor simpatía que éste. Siempre sonriente, solía ganarse al público, que no le escatimaba el aplauso, aún cuando enfrentaba a los nuestros. Todavía, en los tiempos de Vela Kaloi dirigiendo al Tampico, compañeros como Salvador Lazarini, Fernando Terrazas y Raúl Arzate bromeaban apropiándose el nombre del checoslovaco.

Kvasnak fue en el Mundial de Chile 1962, uno de los puntales de la selección de Checoslovaquia que obtuvo el segundo lugar perdiendo ante Brasil y, que cayó ante la selección Mexicana de Nacho Trelles en aquel 3-1 inolvidable, con goles de Isidoro Díaz, Alfredo del Águila y Héctor Hernández. Creo que aquel triunfo mexicano fue aún más meritorio que el obtenido por el TRI ante Alemania en Rusia 18. Este hombre sonriente que contagiaba al graderío con su sonrisa, murió en 2007 víctima de cáncer de pulmón. Estando hospitalizado, un periodista le pidió una entrevista un día antes de su deceso, a lo que contestó, tú puedes venir a entrevistarme a la hora que gustes y, puedes escribir bien o mal de mi, porque igual me estarás haciendo publicidad. Aún en el final, el hombre le sonrio a la vida.

Al continuar la jornada dos, en el Alfonso Lastras, a las 19:00 horas, los tuneros del Atlético de San Luis recibieron a la Máquina cementera del Cruz azul. Guillermo Vázquez inició con: Felipe Rodríguez, Matías Catalan, Luis León, Ian González, Luis Rodríguez, José Antonio Castro, Camilo Mayada, Diego Álvarez, Nicolás Ibáñez, Germán Berterame, Dionisio Escalante... Y Robert Dante Siboldi jugó con: Jesús Corona, Julio César Domínguez, Pablo Aguilar, Juan Escobar, Adrián Aldrete, Elías Hernández, Pablo Cepillini, Rafael Baca, Roberto Alvarado, Luis Romo, Jonathan Rodríguez.

Muy pronto el San Luis mostró sus ansias de triunfo, creando de inmediato dos claras opciones que no cristalizaron, pero al minuto 37, Luis “Hueso” Reyes cobra con fuerza una falta fuera del área que es desviada por un defensor, engañando a Jesús Corona, que solo acertó a mirar cómo su meta era vencida. Más adelante, el San Luis, que proponía, en proporción de tres por uno del Cruz azul, en una jugada por el lado derecho, llegaron muy fácilmente hasta el fondo, para enviar un centro raso que eliminó tanto a Corona como a sus centrales, para que por el lado opuesto, un delantero potosino completamente solitario y con la puerta abierta, voló increíblemente su remate.

En la segunda parte prevaleció la misma tónica. Cruz azul con su juego totalmente predecible debido a que no cuentan con un ariete, un verdadero centro delantero y, si bien es cierto que Jonathan “Cabecita” Rodríguez, a quien se ha asignado ese trabajo, fue el autor del gol que igualaba los cartones en el minuto 62, su jugada de gol no es la de un ariete, sino la normal del jugador que llega de atrás gracias a su habilidad para desenvolverse en espacios abiertos, mientras que el centro delantero debe resolver sus jugadas en espacios cortos, en una zona llamada de improvisación, que es el único detalle en que sí cumplio el “Cabecita” que al recibir un balón de espaldas a gol, le hace un bote que aprovecha para eliminar a León, que comete el error de girar dando la espalda al balón, lo que aprovecha Rodríguez para vencer a Felipe Rodríguez igualándose el marcador.

Pero San Luis insistió una y otra vez, sin amilanarse por no concretar, hasta que, al minuto 75, Germán Berterame, asistido por Nicolás Ibáñez, remata el balón como le llega desde la media luna, saliéndole un tiro suave, pero muy pegado al poste, hasta donde la estirada de Corona no le sirve para al menos desviar. Nueva derrota de la máquina, que si no encuentra a un buen ariete, estará siempre supeditado a que los goles lleguen en contragolpes, centros de tiros libres o saques de esquina ya muy conocidos por los contrarios que solo deben marcar a Pablo Aguilar, o los eternos bombazos de Elías Hernández... No hay mejoría en la máquina.

Hasta pronto amigo.

Los que mejor lo han hecho son Garrincha, Ronaldinho y George Best.

En los años cincuentas y principio de los sesentas se solían celebrar en el viejo estadio de Insurgentes unos juegos que primero fueron pentagonales y después fueron hexagonales. Aquello constituía una gran fiesta futbolera, en donde se presentaban los mejores equipos de Europa y Suramérica. El FK-Austria, que en el 54 era el mejor equipo de Europa y que contaba con el gran tridente de los Ernestos, Ernest Ocwirk, Ernst Stopajkal y Ernst Melchior, tres atacantes verdaderamente letales. Pero igual nos visitaron el Honved de Hungría, el Udadukla y el Esparta de Praga, el primero, que tenía en sus filas al mejor jugador de Europa en aquel tiempo, Josep Mazopust, quien durante un juego contra el Puebla, al ser premiado como mejor jugador del partido, Francisco “Chale” Ruiz, tuvo la gentileza de entregarle el reconocimiento al buenazo jugador de la Mainero, tío de Marco Antonio “Chima” Ruiz.

Pero a quien hoy quiero referirme es al checoslovaco Andrei Kvasnak, carismático jugador de extraordinaria técnica, muy semejante a Zlatan Ibrahimovich, pero con mucha mayor simpatía que éste. Siempre sonriente, solía ganarse al público, que no le escatimaba el aplauso, aún cuando enfrentaba a los nuestros. Todavía, en los tiempos de Vela Kaloi dirigiendo al Tampico, compañeros como Salvador Lazarini, Fernando Terrazas y Raúl Arzate bromeaban apropiándose el nombre del checoslovaco.

Kvasnak fue en el Mundial de Chile 1962, uno de los puntales de la selección de Checoslovaquia que obtuvo el segundo lugar perdiendo ante Brasil y, que cayó ante la selección Mexicana de Nacho Trelles en aquel 3-1 inolvidable, con goles de Isidoro Díaz, Alfredo del Águila y Héctor Hernández. Creo que aquel triunfo mexicano fue aún más meritorio que el obtenido por el TRI ante Alemania en Rusia 18. Este hombre sonriente que contagiaba al graderío con su sonrisa, murió en 2007 víctima de cáncer de pulmón. Estando hospitalizado, un periodista le pidió una entrevista un día antes de su deceso, a lo que contestó, tú puedes venir a entrevistarme a la hora que gustes y, puedes escribir bien o mal de mi, porque igual me estarás haciendo publicidad. Aún en el final, el hombre le sonrio a la vida.

Al continuar la jornada dos, en el Alfonso Lastras, a las 19:00 horas, los tuneros del Atlético de San Luis recibieron a la Máquina cementera del Cruz azul. Guillermo Vázquez inició con: Felipe Rodríguez, Matías Catalan, Luis León, Ian González, Luis Rodríguez, José Antonio Castro, Camilo Mayada, Diego Álvarez, Nicolás Ibáñez, Germán Berterame, Dionisio Escalante... Y Robert Dante Siboldi jugó con: Jesús Corona, Julio César Domínguez, Pablo Aguilar, Juan Escobar, Adrián Aldrete, Elías Hernández, Pablo Cepillini, Rafael Baca, Roberto Alvarado, Luis Romo, Jonathan Rodríguez.

Muy pronto el San Luis mostró sus ansias de triunfo, creando de inmediato dos claras opciones que no cristalizaron, pero al minuto 37, Luis “Hueso” Reyes cobra con fuerza una falta fuera del área que es desviada por un defensor, engañando a Jesús Corona, que solo acertó a mirar cómo su meta era vencida. Más adelante, el San Luis, que proponía, en proporción de tres por uno del Cruz azul, en una jugada por el lado derecho, llegaron muy fácilmente hasta el fondo, para enviar un centro raso que eliminó tanto a Corona como a sus centrales, para que por el lado opuesto, un delantero potosino completamente solitario y con la puerta abierta, voló increíblemente su remate.

En la segunda parte prevaleció la misma tónica. Cruz azul con su juego totalmente predecible debido a que no cuentan con un ariete, un verdadero centro delantero y, si bien es cierto que Jonathan “Cabecita” Rodríguez, a quien se ha asignado ese trabajo, fue el autor del gol que igualaba los cartones en el minuto 62, su jugada de gol no es la de un ariete, sino la normal del jugador que llega de atrás gracias a su habilidad para desenvolverse en espacios abiertos, mientras que el centro delantero debe resolver sus jugadas en espacios cortos, en una zona llamada de improvisación, que es el único detalle en que sí cumplio el “Cabecita” que al recibir un balón de espaldas a gol, le hace un bote que aprovecha para eliminar a León, que comete el error de girar dando la espalda al balón, lo que aprovecha Rodríguez para vencer a Felipe Rodríguez igualándose el marcador.

Pero San Luis insistió una y otra vez, sin amilanarse por no concretar, hasta que, al minuto 75, Germán Berterame, asistido por Nicolás Ibáñez, remata el balón como le llega desde la media luna, saliéndole un tiro suave, pero muy pegado al poste, hasta donde la estirada de Corona no le sirve para al menos desviar. Nueva derrota de la máquina, que si no encuentra a un buen ariete, estará siempre supeditado a que los goles lleguen en contragolpes, centros de tiros libres o saques de esquina ya muy conocidos por los contrarios que solo deben marcar a Pablo Aguilar, o los eternos bombazos de Elías Hernández... No hay mejoría en la máquina.

Hasta pronto amigo.