/ sábado 13 de febrero de 2021

Ocurrencias del futbol | Los fanáticos odian a quienes les hacen sentir su propia inferioridad

Me sigue preocupando la marcada injerencia del tendencioso decir de los comentaristas de futbol sobre el débil discernimiento de la mayoría de la fanaticada.

A dos días de la derrota y, ni siquiera digo sufrida, porque dudo que alguien estuviera esperando lo contrario, los señores del micrófono continúan con su maquillada aceptación de que el Bayern es el mejor del mundo.

Pero que nos ganó con trampa y, al momento se convierten en el VAR de la televisión, repitiendo mil veces las faltas que les fueron perdonadas a los alemanes, una en especial, muestra a Pavard ejecutando un ridículo clavado fingiendo una falta recibida.

En esa falta, el francés Benjamin Pavard es claramente jalado de un brazo que el árbitro pitó muy a tiempo, lo ridículo del jugador, es que se lanza después de que el árbitro ya había pitado, hasta aquí todo está bien, lo que le faltó al árbitro fue amonestar al francés por exagerar la falta recibida, pero es falso que el colegiado haya sido influenciado por la acción ridícula del jugador.

Schopenhauer, filósofo alemán, no tenía una buena opinión de los hombres, alguna vez escribió lo siguiente. "Al ilimitado egoísmo de nuestra naturaleza, se une más o menos en todos los corazones humanos un fondo de odio, ira, envidia, rencor y malevolencia que se acumula como veneno en los colmillos de una serpiente, que solo aguarda su oportunidad de descargarse y, cuál demonio desencadenado de enfurecerse y rabiar".

Es cierto que todos estos vicios que menciona Schopenhauer se dan en la condición humana, pero no podemos de ninguna manera generalizar, pues se da un alto porcentaje de personas que son ajenas a estos deplorables vicios.

Para este filósofo, hay personas tan desdichadas, que no pueden soportar la visión de alguien a quien consideren feliz. Y sigue escribiendo sobre la envidia: Un ser humano, ante el placer y los bienes de otro, contempla sus propias carencias con mayor amargura.

Recuerdo bien como al ser entrevistado antes del juego contra el Bayern, el Tuca dijo que ellos representaban al futbol mexicano y, que respetaba tanto a quienes los apoyaban como a quienes no lo hacía, pues estaban en su derecho.

Yo, digo, siempre que un equipo mexicano está compitiendo con un extranjero, le deseo lo mejor, porque soy así, no soy envidioso, sin embargo, está molesto porque el VAR, según él, los privó del triunfo.

Para mí que fue la falta de tiro a gol (uno en todo el partido) y no el VAR quien los robó. ¿Por qué tan pocos tiros? pues porque su equipo, teniendo como objetivo principal, no perder, se paró muy atrás, pensando que el Chaka y Aquino sorpendieran con sus llegadas a los defensas laterales alemanes.

Pero resultó que si el Chaka y Aquino lograban llegar al medio campo eran detenidos y contraatacados, eso lo vimos todos, así fue como el acumulamiento de unidades en el área universitaria lograba retardar el gol que tarde o temprano caería.

La única justificación que tenemos para decir que Tigres ha brindado un gran partido, es que se logró un propósito, el de no ser goleados y, si jugaron para eso, lo hicieron bien, pero si se dicen robados, están cayendo en la arrogancia de considerarse invencibles.

Desgraciadamente, la envidia, que el Tuca dice no sentir, no existe sola, sino que es acompañada por el odio. La envidia más grave y persistente se da cuando el envidioso, lo que envidia son las capacidades innatas o naturales del envidiado. Un equipo con jugadores dotados para el arte, la habilidad, la velocidad, la fuerza y sobre todo la inteligencia, es susceptible de causar envidia.

Lo cierto es que la envidia es una pasión muy extendida, pero como no quiere mostrarse, se encubre, se niega, pero al final sale a flote y escuchamos decir: "Lo corroe la envidia", "se puso verde de envidia".

Todos los seres humanos sin excepción tenemos incubado el germen de la envidia y, ese germen en muchas personas jamás se desarrolla, gracias a que se pusieron como meta, ser rectos y honorables.

Cuando uno sufre un serio contratiempo o se ve embargado por una tristeza implacable tiende a plantearse la cuestión más obvia: ¿Por qué yo? Para la persona envidiosa, la pregunta obvia al ver que otro ha tenido mucha más suerte es: ¿Por qué es más fuerte y mejor ese equipo? ¿Por qué son mejores sus jugadores? ¿Por qué no los podemos vencer? Como podemos ver, todos cuestionamientos negativos, pues la mejor expresión sería decir: ¡Ah! qué buen equipo, ¿Cómo lo enfrentaré? ¿qué es lo que el Tuca hizo? Salir a jugar para que no lo golearan y lo consiguió.

Que se congratule de eso y que deje de ver fantasmas, nadie los robó. Si Messi, que tal vez sea mejor que Gignac y, el Barcelona, que tal vez sea mejor que Tigres, fueron capaces de aceptar dignamente que fueron superados por Lewandowski y por el Bayern por ocho goles a cero, el Tuca y sus Tigres pueden hasta estar orgullosos de haber perdido ante semejantes monstruos solo por un gol de diferencia.

No nada más Tigres, todos los mexicanos podemos luchar contra esa serpiente venenosa que se muerde su propia cola, si somos conscientes de dos cuestiones fundamentales: que siempre nos mantendremos lejos de esa serpiente, en la medida en que queramos de todo corazón crearnos una autocrítica y, prender nuestra conciencia de que gozamos de una naturaleza divinamente humana, que hace iguales a todos los equipos y jugadores por el simple hecho de disfrutar jugando.

Hasta pronto amigo.

Me sigue preocupando la marcada injerencia del tendencioso decir de los comentaristas de futbol sobre el débil discernimiento de la mayoría de la fanaticada.

A dos días de la derrota y, ni siquiera digo sufrida, porque dudo que alguien estuviera esperando lo contrario, los señores del micrófono continúan con su maquillada aceptación de que el Bayern es el mejor del mundo.

Pero que nos ganó con trampa y, al momento se convierten en el VAR de la televisión, repitiendo mil veces las faltas que les fueron perdonadas a los alemanes, una en especial, muestra a Pavard ejecutando un ridículo clavado fingiendo una falta recibida.

En esa falta, el francés Benjamin Pavard es claramente jalado de un brazo que el árbitro pitó muy a tiempo, lo ridículo del jugador, es que se lanza después de que el árbitro ya había pitado, hasta aquí todo está bien, lo que le faltó al árbitro fue amonestar al francés por exagerar la falta recibida, pero es falso que el colegiado haya sido influenciado por la acción ridícula del jugador.

Schopenhauer, filósofo alemán, no tenía una buena opinión de los hombres, alguna vez escribió lo siguiente. "Al ilimitado egoísmo de nuestra naturaleza, se une más o menos en todos los corazones humanos un fondo de odio, ira, envidia, rencor y malevolencia que se acumula como veneno en los colmillos de una serpiente, que solo aguarda su oportunidad de descargarse y, cuál demonio desencadenado de enfurecerse y rabiar".

Es cierto que todos estos vicios que menciona Schopenhauer se dan en la condición humana, pero no podemos de ninguna manera generalizar, pues se da un alto porcentaje de personas que son ajenas a estos deplorables vicios.

Para este filósofo, hay personas tan desdichadas, que no pueden soportar la visión de alguien a quien consideren feliz. Y sigue escribiendo sobre la envidia: Un ser humano, ante el placer y los bienes de otro, contempla sus propias carencias con mayor amargura.

Recuerdo bien como al ser entrevistado antes del juego contra el Bayern, el Tuca dijo que ellos representaban al futbol mexicano y, que respetaba tanto a quienes los apoyaban como a quienes no lo hacía, pues estaban en su derecho.

Yo, digo, siempre que un equipo mexicano está compitiendo con un extranjero, le deseo lo mejor, porque soy así, no soy envidioso, sin embargo, está molesto porque el VAR, según él, los privó del triunfo.

Para mí que fue la falta de tiro a gol (uno en todo el partido) y no el VAR quien los robó. ¿Por qué tan pocos tiros? pues porque su equipo, teniendo como objetivo principal, no perder, se paró muy atrás, pensando que el Chaka y Aquino sorpendieran con sus llegadas a los defensas laterales alemanes.

Pero resultó que si el Chaka y Aquino lograban llegar al medio campo eran detenidos y contraatacados, eso lo vimos todos, así fue como el acumulamiento de unidades en el área universitaria lograba retardar el gol que tarde o temprano caería.

La única justificación que tenemos para decir que Tigres ha brindado un gran partido, es que se logró un propósito, el de no ser goleados y, si jugaron para eso, lo hicieron bien, pero si se dicen robados, están cayendo en la arrogancia de considerarse invencibles.

Desgraciadamente, la envidia, que el Tuca dice no sentir, no existe sola, sino que es acompañada por el odio. La envidia más grave y persistente se da cuando el envidioso, lo que envidia son las capacidades innatas o naturales del envidiado. Un equipo con jugadores dotados para el arte, la habilidad, la velocidad, la fuerza y sobre todo la inteligencia, es susceptible de causar envidia.

Lo cierto es que la envidia es una pasión muy extendida, pero como no quiere mostrarse, se encubre, se niega, pero al final sale a flote y escuchamos decir: "Lo corroe la envidia", "se puso verde de envidia".

Todos los seres humanos sin excepción tenemos incubado el germen de la envidia y, ese germen en muchas personas jamás se desarrolla, gracias a que se pusieron como meta, ser rectos y honorables.

Cuando uno sufre un serio contratiempo o se ve embargado por una tristeza implacable tiende a plantearse la cuestión más obvia: ¿Por qué yo? Para la persona envidiosa, la pregunta obvia al ver que otro ha tenido mucha más suerte es: ¿Por qué es más fuerte y mejor ese equipo? ¿Por qué son mejores sus jugadores? ¿Por qué no los podemos vencer? Como podemos ver, todos cuestionamientos negativos, pues la mejor expresión sería decir: ¡Ah! qué buen equipo, ¿Cómo lo enfrentaré? ¿qué es lo que el Tuca hizo? Salir a jugar para que no lo golearan y lo consiguió.

Que se congratule de eso y que deje de ver fantasmas, nadie los robó. Si Messi, que tal vez sea mejor que Gignac y, el Barcelona, que tal vez sea mejor que Tigres, fueron capaces de aceptar dignamente que fueron superados por Lewandowski y por el Bayern por ocho goles a cero, el Tuca y sus Tigres pueden hasta estar orgullosos de haber perdido ante semejantes monstruos solo por un gol de diferencia.

No nada más Tigres, todos los mexicanos podemos luchar contra esa serpiente venenosa que se muerde su propia cola, si somos conscientes de dos cuestiones fundamentales: que siempre nos mantendremos lejos de esa serpiente, en la medida en que queramos de todo corazón crearnos una autocrítica y, prender nuestra conciencia de que gozamos de una naturaleza divinamente humana, que hace iguales a todos los equipos y jugadores por el simple hecho de disfrutar jugando.

Hasta pronto amigo.