/ viernes 16 de julio de 2021

Ocurrencias del futbol | Nada es verdad, nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira

La volubilidad del mexicano es harto curiosa, si nuestra selección pierde, la borregada se suelta con su grito homofóbico y se suceden forcejeos en las tribunas que terminan en golpes.

No importa si los jugadores jugaron bien (ganando por marcador estrecho), o jugando no tan bien (empatando), o jugando mal (perdiendo), si el pobre raciocinio de esta borregada no es complacido, se suceden pantomimas tan desagradables, cuyas imágenes captadas por la televisión, dan la vuelta al mundo, siendo eso lo que más se sabe de nuestro futbol y, para colmo, demostrando su gran patriotismo, la borregada lanza su famoso grito, siempre ondeando orgullosos nuestro lábaro patrio, junto con las máscaras de luchador, que son el gran distintivo de nuestra cultura.

Hoy, jugando contra unos vecinos más amistosos y, con un árbitro honesto, todo en el terreno de juego estuvo tranquilo. Tres a cero y, ¡que!. Siento que nuestro equipo jugó mejor ante Trinidad y Tobago, solo que el árbitro no marcó un penalti que era la oportunidad de poder abrir a una defensiva que no solo jugó bien, sino que cuando fue superada, recurrieron a la brusquedad con la complicidad del árbitro que les permitió todo, no podemos decir que nuestros jugadores estuvieron mal, fue toda la borregada, que alentada por los sabios del micrófono, esperaban la goleada que a estos habladores les resulta muy fácil asegurar.

Es así que al salir de nuestro error, porque fuimos nosotros los que creímos en esos habladores y, ahora al darnos cuenta de que nos equivocamos al menospreciar a nuestro rival, llenos de vergüenza culpamos a nuestros jugadores, no por no haber ganado, sino por no haber cumplido nuestro pronóstico de 7 a 0. No, esos pichoncitos se han ido convirtiendo en halcones. Hoy hemos ganado 3-0 y, creo que ese es un marcador normal, nuestros rivales, que efectivamente son inferiores a nuestro nivel futbolístico, lo son en ese diferencial y no en el de las goleadas de antaño y, aun ese tres a cero, fue posible porque a buen tiempo cayó el primer gol, que rompió el entusiasmo de los chapines, de la misma forma que pudo haber ocurrido con los trinitarios si el árbitro hubiera marcado aquella clara falta cometida sobre Hirving Lozano.

Pero vuelvo a la volubilidad mexicana, hoy hemos elogiado y aplaudido el hermoso golazo que nos regaló Funes Mori, Bien decía Albert Camus, que el goleador es el poeta del equipo, lo cual es cierto, pero habría que hacerle algún honor a los porteros, porque en el juego contra Trinidad y Tobago, Rogelio, en una jugada similar, sacó un tiro parecido al que hoy fue gol, y en aquel juego no, porque el portero realizó la atajada del partido, lo que para los trinitarios fue todo un poema, mientras que para nosotros fue un mal tiro de Funes Mori aunque haya sido igual al que ahora fue gol.

Como pueden ver, los aciertos de nuestros jugadores son lo único que nos interesa ver a los mexicanos, los aciertos del rival, para nosotros no son aciertos, son errores de nuestros jugadores, las goleadas que nuestra selección producen a nuestros rivales, agilizan las lenguas viperinas de nuestros comentaristas, que se escuchan con una felicidad que pareciera que igual participarán de la prima que los jugadores reciben en estos casos. Esto inflama el entusiasmo de la borregada, entusiasmo al que el poco entendimiento transforma en una arrogancia tal, que prohíbe a nuestros jugadores cualquier resultado que no sea una goleada, so pena de que el grito homofóbico aparezca en las tribunas.

Le ganamos a Guatemala 3-0 lo cual es bien recibido por los fanáticos, pero jugando igual, o tal vez mejor, empatamos con Trinidad y Tobago. A Guatemala le hicimos el primer gol y se derrumbaron, a los trinitarios no les pudimos hacer el primer gol, porque se defendieron muy bien y, en estos casos, dependemos de una genialidad, de un gol extraordinario, de un autogol, o de un penalti, todas estas opciones se presentaron, pero el buen oficio de los trinitarios y la sobresaliente actuación de su portero, impidió que el primer gol cayera y, cuando apareció el penalti, todos lo vimos, incluso el árbitro, pero por alguna razón muy particular, no lo quiso marcar.

A tanto mirar jugar a nuestro equipo y, a sus émulos de CONCACAF, he notado que suele caer mucho su entusiasmo cuando reciben el primer gol. Recién ocurrió con Honduras y Granada, los catrachos, de mucho mayor nivel que los granadinos, sufrieron toda la primera parte de su partido al estrellarse sus ataques, ante la bien plantada defensa de los caribeños, pero bastó que llegara la primera anotación, para que los demás goles se presentaran en racimo.

Y mi pregunta continúa siendo la misma, ¿Qué ganamos si ganamos en esta Copa de Oro?, o ¿qué perdemos si perdemos? Si ganamos, ante toda la afición y las federaciones habrá sido normal y ante las arcas de la asociación, un gran negocio y, si perdemos, una gran vergüenza para nuestra tan famosa arrogancia, pero para las arcas de la asociación, seguirá siendo un gran negocio, así que lo mejor que pueden hacer los comentaristas, es encontrar argumentos para tratar el por qué México con titulares y Estados Unidos con desconocidos, el por qué no se habla con Concacaf para que expliquen por qué esa clase de arbitrajes e, incluso, llegar hasta FIFA con los mismos cuestionamientos.

Hasta pronto amigo.

La volubilidad del mexicano es harto curiosa, si nuestra selección pierde, la borregada se suelta con su grito homofóbico y se suceden forcejeos en las tribunas que terminan en golpes.

No importa si los jugadores jugaron bien (ganando por marcador estrecho), o jugando no tan bien (empatando), o jugando mal (perdiendo), si el pobre raciocinio de esta borregada no es complacido, se suceden pantomimas tan desagradables, cuyas imágenes captadas por la televisión, dan la vuelta al mundo, siendo eso lo que más se sabe de nuestro futbol y, para colmo, demostrando su gran patriotismo, la borregada lanza su famoso grito, siempre ondeando orgullosos nuestro lábaro patrio, junto con las máscaras de luchador, que son el gran distintivo de nuestra cultura.

Hoy, jugando contra unos vecinos más amistosos y, con un árbitro honesto, todo en el terreno de juego estuvo tranquilo. Tres a cero y, ¡que!. Siento que nuestro equipo jugó mejor ante Trinidad y Tobago, solo que el árbitro no marcó un penalti que era la oportunidad de poder abrir a una defensiva que no solo jugó bien, sino que cuando fue superada, recurrieron a la brusquedad con la complicidad del árbitro que les permitió todo, no podemos decir que nuestros jugadores estuvieron mal, fue toda la borregada, que alentada por los sabios del micrófono, esperaban la goleada que a estos habladores les resulta muy fácil asegurar.

Es así que al salir de nuestro error, porque fuimos nosotros los que creímos en esos habladores y, ahora al darnos cuenta de que nos equivocamos al menospreciar a nuestro rival, llenos de vergüenza culpamos a nuestros jugadores, no por no haber ganado, sino por no haber cumplido nuestro pronóstico de 7 a 0. No, esos pichoncitos se han ido convirtiendo en halcones. Hoy hemos ganado 3-0 y, creo que ese es un marcador normal, nuestros rivales, que efectivamente son inferiores a nuestro nivel futbolístico, lo son en ese diferencial y no en el de las goleadas de antaño y, aun ese tres a cero, fue posible porque a buen tiempo cayó el primer gol, que rompió el entusiasmo de los chapines, de la misma forma que pudo haber ocurrido con los trinitarios si el árbitro hubiera marcado aquella clara falta cometida sobre Hirving Lozano.

Pero vuelvo a la volubilidad mexicana, hoy hemos elogiado y aplaudido el hermoso golazo que nos regaló Funes Mori, Bien decía Albert Camus, que el goleador es el poeta del equipo, lo cual es cierto, pero habría que hacerle algún honor a los porteros, porque en el juego contra Trinidad y Tobago, Rogelio, en una jugada similar, sacó un tiro parecido al que hoy fue gol, y en aquel juego no, porque el portero realizó la atajada del partido, lo que para los trinitarios fue todo un poema, mientras que para nosotros fue un mal tiro de Funes Mori aunque haya sido igual al que ahora fue gol.

Como pueden ver, los aciertos de nuestros jugadores son lo único que nos interesa ver a los mexicanos, los aciertos del rival, para nosotros no son aciertos, son errores de nuestros jugadores, las goleadas que nuestra selección producen a nuestros rivales, agilizan las lenguas viperinas de nuestros comentaristas, que se escuchan con una felicidad que pareciera que igual participarán de la prima que los jugadores reciben en estos casos. Esto inflama el entusiasmo de la borregada, entusiasmo al que el poco entendimiento transforma en una arrogancia tal, que prohíbe a nuestros jugadores cualquier resultado que no sea una goleada, so pena de que el grito homofóbico aparezca en las tribunas.

Le ganamos a Guatemala 3-0 lo cual es bien recibido por los fanáticos, pero jugando igual, o tal vez mejor, empatamos con Trinidad y Tobago. A Guatemala le hicimos el primer gol y se derrumbaron, a los trinitarios no les pudimos hacer el primer gol, porque se defendieron muy bien y, en estos casos, dependemos de una genialidad, de un gol extraordinario, de un autogol, o de un penalti, todas estas opciones se presentaron, pero el buen oficio de los trinitarios y la sobresaliente actuación de su portero, impidió que el primer gol cayera y, cuando apareció el penalti, todos lo vimos, incluso el árbitro, pero por alguna razón muy particular, no lo quiso marcar.

A tanto mirar jugar a nuestro equipo y, a sus émulos de CONCACAF, he notado que suele caer mucho su entusiasmo cuando reciben el primer gol. Recién ocurrió con Honduras y Granada, los catrachos, de mucho mayor nivel que los granadinos, sufrieron toda la primera parte de su partido al estrellarse sus ataques, ante la bien plantada defensa de los caribeños, pero bastó que llegara la primera anotación, para que los demás goles se presentaran en racimo.

Y mi pregunta continúa siendo la misma, ¿Qué ganamos si ganamos en esta Copa de Oro?, o ¿qué perdemos si perdemos? Si ganamos, ante toda la afición y las federaciones habrá sido normal y ante las arcas de la asociación, un gran negocio y, si perdemos, una gran vergüenza para nuestra tan famosa arrogancia, pero para las arcas de la asociación, seguirá siendo un gran negocio, así que lo mejor que pueden hacer los comentaristas, es encontrar argumentos para tratar el por qué México con titulares y Estados Unidos con desconocidos, el por qué no se habla con Concacaf para que expliquen por qué esa clase de arbitrajes e, incluso, llegar hasta FIFA con los mismos cuestionamientos.

Hasta pronto amigo.