/ viernes 11 de febrero de 2022

Ocurrencias del futbol | ¿Qué es mejor, ganar jugando feo, o perder jugando bonito?

No les hablaré del precio de las plantillas de los clubes, mejor dedicaré mi espacio para analizar el valor de los equipos, a partir de que una cosa es el precio y otra el valor. Pero precio y valor no son las únicas condiciones dignas de ser calificadas. Las Chivas, por ejemplo, se encuentran entre las mejores plantillas existentes en nuestra Liga, mientras que Mazatlán, generalmente se encuentra más cerca del mal que del bien.

Sin embargo, los proyectos de cada uno de los equipos son distintos, así, Mazatlán cuenta con un director técnico especialista en programas a largo plazo. Ricardo “Tuca” Ferreti generalmente ha tenido éxito con los equipos que ha dirigido, teniendo el prestigioso récord de no haber sido despedido jamás.

Para esto, el “Tuca” ha sabido contar con el apoyo de quienes lo contratan, quienes pacientemente han sabido esperar a que sus ideas futbolísticas sean asimiladas por los jugadores. Así ha ocurrido con todos los equipos que ha dirigido: Pumas, Guadalajara, Tigres, Toluca, Morelia y Juárez, y al TRI, con un rendimiento total de 52.38 %.

Actualmente Juárez ocupa el lugar número 8, que si hoy terminar la fase de normal se encontrarían calificados para entrar a la Liguilla. Si tomamos en cuenta las condiciones de su contrato a largo plazo, encontraremos que su proyecto marcha como debiera y que igual que lo hizo con Tigres, la transformación de Juárez está por concretarse.

Tenemos también el ejemplo del Querétaro, que gasta fortunas en jugadores y directores técnicos, siempre con resultados negativos. Otro club con ideas raras es el Necaxa, que generalmente modifica sus plantillas en cada torneo, como si su objetivo principal se enfocara a la compra y venta de jugadores, lo cual no sé si le produzca beneficio alguno en lo económico, ya que en lo deportivo es un permanente ocupante de los últimos lugares de la tabla general.

Así, con un público paciente que al menos en este momento se conforma con que su ciudad cuente con un equipo en la Primera División Profesional, el “Tuca” trabaja duro con la seguridad que le brinda la experiencia que le dan los años trabajados siempre con proyectos a largo plazo.

Seguramente es esta característica forma de trabajar lo que impide que el “Tuca” se comprometa para trabajar con una Selección Mexicana en la que la exigencia no admite los proyectos a largo plazo, siendo lo más importante ganar siempre lo más pronto posible. Y así, nos damos cuenta de que no hay mayor tardanza para el fin deseado que el tratar de obtenerlo mediante proyectos a corto plazo.

Habiendo visto el juego entre el Guadalajara y Juárez no imaginamos la posibilidad de hacer jugar correctamente un equipo tan malo como el de Juárez, las Chivas han tenido la suerte en este torneo, de haberse encontrado con regalos, el primero fue el que le hicieron los bucaneros de Mazatlán, otro ejemplo de equipo que no quiere perder tiempo con proyectos largos.

Y el siguiente regalo es el que acaban de recibir de los Bravos de Juárez. Igual ocurre con el representativo nacional, en donde nos negamos a imitar a Estados Unidos, que sacrificaron sus anhelos por estar en el Mundial Rusia 2018 y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y que hubieran continuado igual si no hubieran calificado para ir a Qatar 2022, siempre fieles a su proyecto a largo plazo, que tiene por finalidad primero igualar a su Liga MLS con la Premier Legue de Inglaterra y, segundo, intentar ganar como locales el Campeonato Mundial 2026.

¿Que están locos?... Lo mismo se dijo de Uruguay y, ya ven, ese país enano de 3’473,727 habitantes ya ganó dos Juegos Olímpicos y dos Campeonatos del Mundo, ¿por qué no podría Estados Unidos lograrlo con sus 331’850,000 de pacientes y disciplinados gringos que quieren ser campeones del Mundo?

Tal vez sea que habiéndose formado en México tanto como jugador como director técnico, consideremos al “Tuca” como a un mexicano más y que por esa razón le tengamos la paciencia que a otros como a Santiago Solari, que la afición del América y los directivos del club le exigen que juegue bonito y que gane campeonatos.

Miren, el futbol es muy extraño, recuerdan ustedes al militar brasileño aquel que se llamó Jorge Silva Vieira, que fuera campeón con el América de Brasil en la Liga Carioca y, con el Galicia en el campeonato Baiano, para coronarse con el América de México en el 87-88 y en el 88-89, sin haber conmovido a ninguno de los seguidores cremas, sin dejar recuerdo grato en el sentir de sus dirigidos.

Se dice que previo al juego final, que valía el campeonato, Alfredo Tena, capitán y líder de aquel equipo en el “teamback” acostumbrado antes de iniciar el juego, propuso a sus compañeros desobedecer las indicaciones recibidas de Vieira, que eran contrarias al espíritu americanista, así el América se coronó por segundo año consecutivo jugando como le gustaba a su público, ganara o perdiera.

Todo lo contrario ocurrió con Leo Beenhakker, que combinando el estilo mexicano con el africano (Omam Biyik) camerunés y el zambiano Kalucha Bwualya, ofrecieron uno de los más admirados espectáculos jamás vistos en nuestros estadios y que se fue sin concluir su obra debido al capricho de un alto directivo americanista, que ordenó a Beenhakker no alinear a Joaquín del Olmo, lo que obviamente no hizo Leo, quien fue destituido justo cuando arrancaba la final de aquel 1994-1995…

Hasta pronto amigo.

No les hablaré del precio de las plantillas de los clubes, mejor dedicaré mi espacio para analizar el valor de los equipos, a partir de que una cosa es el precio y otra el valor. Pero precio y valor no son las únicas condiciones dignas de ser calificadas. Las Chivas, por ejemplo, se encuentran entre las mejores plantillas existentes en nuestra Liga, mientras que Mazatlán, generalmente se encuentra más cerca del mal que del bien.

Sin embargo, los proyectos de cada uno de los equipos son distintos, así, Mazatlán cuenta con un director técnico especialista en programas a largo plazo. Ricardo “Tuca” Ferreti generalmente ha tenido éxito con los equipos que ha dirigido, teniendo el prestigioso récord de no haber sido despedido jamás.

Para esto, el “Tuca” ha sabido contar con el apoyo de quienes lo contratan, quienes pacientemente han sabido esperar a que sus ideas futbolísticas sean asimiladas por los jugadores. Así ha ocurrido con todos los equipos que ha dirigido: Pumas, Guadalajara, Tigres, Toluca, Morelia y Juárez, y al TRI, con un rendimiento total de 52.38 %.

Actualmente Juárez ocupa el lugar número 8, que si hoy terminar la fase de normal se encontrarían calificados para entrar a la Liguilla. Si tomamos en cuenta las condiciones de su contrato a largo plazo, encontraremos que su proyecto marcha como debiera y que igual que lo hizo con Tigres, la transformación de Juárez está por concretarse.

Tenemos también el ejemplo del Querétaro, que gasta fortunas en jugadores y directores técnicos, siempre con resultados negativos. Otro club con ideas raras es el Necaxa, que generalmente modifica sus plantillas en cada torneo, como si su objetivo principal se enfocara a la compra y venta de jugadores, lo cual no sé si le produzca beneficio alguno en lo económico, ya que en lo deportivo es un permanente ocupante de los últimos lugares de la tabla general.

Así, con un público paciente que al menos en este momento se conforma con que su ciudad cuente con un equipo en la Primera División Profesional, el “Tuca” trabaja duro con la seguridad que le brinda la experiencia que le dan los años trabajados siempre con proyectos a largo plazo.

Seguramente es esta característica forma de trabajar lo que impide que el “Tuca” se comprometa para trabajar con una Selección Mexicana en la que la exigencia no admite los proyectos a largo plazo, siendo lo más importante ganar siempre lo más pronto posible. Y así, nos damos cuenta de que no hay mayor tardanza para el fin deseado que el tratar de obtenerlo mediante proyectos a corto plazo.

Habiendo visto el juego entre el Guadalajara y Juárez no imaginamos la posibilidad de hacer jugar correctamente un equipo tan malo como el de Juárez, las Chivas han tenido la suerte en este torneo, de haberse encontrado con regalos, el primero fue el que le hicieron los bucaneros de Mazatlán, otro ejemplo de equipo que no quiere perder tiempo con proyectos largos.

Y el siguiente regalo es el que acaban de recibir de los Bravos de Juárez. Igual ocurre con el representativo nacional, en donde nos negamos a imitar a Estados Unidos, que sacrificaron sus anhelos por estar en el Mundial Rusia 2018 y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y que hubieran continuado igual si no hubieran calificado para ir a Qatar 2022, siempre fieles a su proyecto a largo plazo, que tiene por finalidad primero igualar a su Liga MLS con la Premier Legue de Inglaterra y, segundo, intentar ganar como locales el Campeonato Mundial 2026.

¿Que están locos?... Lo mismo se dijo de Uruguay y, ya ven, ese país enano de 3’473,727 habitantes ya ganó dos Juegos Olímpicos y dos Campeonatos del Mundo, ¿por qué no podría Estados Unidos lograrlo con sus 331’850,000 de pacientes y disciplinados gringos que quieren ser campeones del Mundo?

Tal vez sea que habiéndose formado en México tanto como jugador como director técnico, consideremos al “Tuca” como a un mexicano más y que por esa razón le tengamos la paciencia que a otros como a Santiago Solari, que la afición del América y los directivos del club le exigen que juegue bonito y que gane campeonatos.

Miren, el futbol es muy extraño, recuerdan ustedes al militar brasileño aquel que se llamó Jorge Silva Vieira, que fuera campeón con el América de Brasil en la Liga Carioca y, con el Galicia en el campeonato Baiano, para coronarse con el América de México en el 87-88 y en el 88-89, sin haber conmovido a ninguno de los seguidores cremas, sin dejar recuerdo grato en el sentir de sus dirigidos.

Se dice que previo al juego final, que valía el campeonato, Alfredo Tena, capitán y líder de aquel equipo en el “teamback” acostumbrado antes de iniciar el juego, propuso a sus compañeros desobedecer las indicaciones recibidas de Vieira, que eran contrarias al espíritu americanista, así el América se coronó por segundo año consecutivo jugando como le gustaba a su público, ganara o perdiera.

Todo lo contrario ocurrió con Leo Beenhakker, que combinando el estilo mexicano con el africano (Omam Biyik) camerunés y el zambiano Kalucha Bwualya, ofrecieron uno de los más admirados espectáculos jamás vistos en nuestros estadios y que se fue sin concluir su obra debido al capricho de un alto directivo americanista, que ordenó a Beenhakker no alinear a Joaquín del Olmo, lo que obviamente no hizo Leo, quien fue destituido justo cuando arrancaba la final de aquel 1994-1995…

Hasta pronto amigo.