/ sábado 12 de junio de 2021

Ocurrencias del futbol | ¿Quién tiene más madera de capitán, el portero, el defensa, el mediocampista o el delantero?

Durante la Segunda Guerra Mundial y los primeros años de la posguerra el futbol europeo no pudo ofrecer ejemplos de buenas delanteras por razones obvias.

El gran futbol quedó reducido a América del Sur, pero la inexistencia en esa época de competiciones importantes impidió que formidables delanteras alcanzasen la fama de otras, quienes dispusieron de los escaparates que significan la televisión y los grandes torneos internacionales.

En este sentido es obligado recordar y destacar algunas lineas atacantes, en otras condiciones y otros tiempos habrían resistido con éxito la comparación con la delantera húngara de 1954 o la brasileña de 1970.

Por ejemplo, la famosa máquina del River Plate argentino integrada por Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau, quienes también eran conocidos como "Los Caballeros de la angustia" por el suspenso que creaban con sus asombrosas demostraciones de demonios del balón.

Debo aclarar que cuando les he ofrecido hablar únicamente de lo que me consta, salvo la delantera de Hungría del 54, lo demás que aqui narro no lo vi, pues la época grande del River Plate inició en 1940, justo cuando yo veía apenas la luz de la vida, aún cuando en los años de esplendor de Hungría pude ver películas del Mundial de Suiza 1954.

También en esa época, en Uruguay, dos delanteras de fábula o de película, como dicen los rioplatenses, dominaron el panorama futbolístico de ese país: la del Nacional llamado "quinquenio de oro" (1939-1943) integrada por Luis Ernesto Castro, Ciocca, Atilio García, Porta y Zapirain y, la del Peñarol de 1949 que fue la base del ataque uruguayo que ganó el Campeonato Mundial de 1950, formada por Ghigia, Hohberg, Miguez, Schiaffino y Vidal.

El Líder. Por definición, líder es el director o jefe de un grupo. Y un equipo de futbol, como grupo que es, necesita un líder. Esta necesidad se puso de manifiesto con el nacimiento del juego.

En el principio, el liderazgo coincidía con la capitanía del conjunto. Aquel jugador que por sus cualidades futbolísticas o su fuerte personalidad sobresalía de entre sus compañeros era elegido capitán.

En la actualidad sin embargo, no necesariamente debe coincidir en un mismo jugador la capitanía y el liderazgo, aunque en muchos casos siga manteniéndose aquella tradición.

De una u otra forma, lo cierto es que capitanía al margen, todo equipo necesita un líder, un hombre que dirija el juego del conjunto, que influya decisivamente entre sus compañeros y que sepa en un momento dado hacer reaccionar al equipo para superar alguna situación difícil.

Todos los grandes clubes han contado en los momentos gloriosos con uno de esos jugadores especiales. Y así a la historia victoriosa del Real Madrid está íntimamente unida a Alfredo DiStéfano, el Benfica a Eusebio, el Santos a Pelé, el Bayern a Beckenbauer y el Barcelona a Kubala.

Sin embargo, si todos los grandes líderes futbolísticos han sido jugadores excepcionales han tenido la personalidad o el encanto necesarios para interpretar ese papel.

Muchos observadores entienden que la figura del líder es contraproducente para el juego colectivo del futbol moderno. Argumentan que, casi siempre el juego se basa exclusivamente en ese líder, con lo que anulándole convenientemente se puede maniatar con cierta facilidad al resto del equipo.

Sin embargo olvidan quienes así lo interpretan, que el jugador que asume esta función hasta el punto de convertirse en el núcleo vital del equipo es un futbolista nada común, con unas cualidades y unos recursos difícilmente igualables.

Tanto es así que, aún sin tocar el balón, cuantas veces quisiera por lo férreo del marcaje a que se ve sometido, es capaz de seguir dirigiendo con maestría a sus compañeros, En una eliminatoria de la Recopa de Europa 1979-1980, Mario Alberto Kempes, sin ser un líder absoluto porque le faltaba carácter, fue el autor espiritual de un gol que materializó su compañero Pablo y que, prácticamente supuso la clasificación del Valencia y la eliminación del Barcelona.

En un contraataque valencianista, con el "matador" Kempes en punta, Pablo arrancó con el balón desde el círculo central.

La zaga del Barcelona, pillada a contrapié, se olvidó de Pablo y casi en bloque se fue a cubrir a Kempes, a quien obligadamente debería ir dirigido el pase.

Dándose cuenta Kempes, se abrió a su derecha arrastrando a sus marcadores, quienes cuando quisieron rectificar ya fue demasiado tarde. Pablo había quedado solo ante el marco azulgrana y fusilaba cómodamente.

Hay que hacer referencia, por último, al término crack, muy corriente en Sudaamérica y de más reciente aceptación en Europa. Se dice crack para identificar al jugador supremo, pero insistiendo en lo ya antes expuesto, no todos los crack han sabido ser líderes.

En México es común encontrar equipos "fuertes" como el América y el Monterrey, que carecen de un líder efectivo, las Águilas lo tienen en Memo Ochoa, cuya influencia queda a mucha distancia de sus delanteros y organizadores; en el Cruz Azul se practica un liderazgo compartido entre Jesús Corona y Pablo Aguilar; el de Tigres es muy claro en el medio campo a cargo de Guido Pizarro; en el Santos es Matheus Doria y tú los puedes ir identificando por su personalidad, que resalta sobre los demás jugadores, sea crack o no.

Hasta pronto amigo.

Durante la Segunda Guerra Mundial y los primeros años de la posguerra el futbol europeo no pudo ofrecer ejemplos de buenas delanteras por razones obvias.

El gran futbol quedó reducido a América del Sur, pero la inexistencia en esa época de competiciones importantes impidió que formidables delanteras alcanzasen la fama de otras, quienes dispusieron de los escaparates que significan la televisión y los grandes torneos internacionales.

En este sentido es obligado recordar y destacar algunas lineas atacantes, en otras condiciones y otros tiempos habrían resistido con éxito la comparación con la delantera húngara de 1954 o la brasileña de 1970.

Por ejemplo, la famosa máquina del River Plate argentino integrada por Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau, quienes también eran conocidos como "Los Caballeros de la angustia" por el suspenso que creaban con sus asombrosas demostraciones de demonios del balón.

Debo aclarar que cuando les he ofrecido hablar únicamente de lo que me consta, salvo la delantera de Hungría del 54, lo demás que aqui narro no lo vi, pues la época grande del River Plate inició en 1940, justo cuando yo veía apenas la luz de la vida, aún cuando en los años de esplendor de Hungría pude ver películas del Mundial de Suiza 1954.

También en esa época, en Uruguay, dos delanteras de fábula o de película, como dicen los rioplatenses, dominaron el panorama futbolístico de ese país: la del Nacional llamado "quinquenio de oro" (1939-1943) integrada por Luis Ernesto Castro, Ciocca, Atilio García, Porta y Zapirain y, la del Peñarol de 1949 que fue la base del ataque uruguayo que ganó el Campeonato Mundial de 1950, formada por Ghigia, Hohberg, Miguez, Schiaffino y Vidal.

El Líder. Por definición, líder es el director o jefe de un grupo. Y un equipo de futbol, como grupo que es, necesita un líder. Esta necesidad se puso de manifiesto con el nacimiento del juego.

En el principio, el liderazgo coincidía con la capitanía del conjunto. Aquel jugador que por sus cualidades futbolísticas o su fuerte personalidad sobresalía de entre sus compañeros era elegido capitán.

En la actualidad sin embargo, no necesariamente debe coincidir en un mismo jugador la capitanía y el liderazgo, aunque en muchos casos siga manteniéndose aquella tradición.

De una u otra forma, lo cierto es que capitanía al margen, todo equipo necesita un líder, un hombre que dirija el juego del conjunto, que influya decisivamente entre sus compañeros y que sepa en un momento dado hacer reaccionar al equipo para superar alguna situación difícil.

Todos los grandes clubes han contado en los momentos gloriosos con uno de esos jugadores especiales. Y así a la historia victoriosa del Real Madrid está íntimamente unida a Alfredo DiStéfano, el Benfica a Eusebio, el Santos a Pelé, el Bayern a Beckenbauer y el Barcelona a Kubala.

Sin embargo, si todos los grandes líderes futbolísticos han sido jugadores excepcionales han tenido la personalidad o el encanto necesarios para interpretar ese papel.

Muchos observadores entienden que la figura del líder es contraproducente para el juego colectivo del futbol moderno. Argumentan que, casi siempre el juego se basa exclusivamente en ese líder, con lo que anulándole convenientemente se puede maniatar con cierta facilidad al resto del equipo.

Sin embargo olvidan quienes así lo interpretan, que el jugador que asume esta función hasta el punto de convertirse en el núcleo vital del equipo es un futbolista nada común, con unas cualidades y unos recursos difícilmente igualables.

Tanto es así que, aún sin tocar el balón, cuantas veces quisiera por lo férreo del marcaje a que se ve sometido, es capaz de seguir dirigiendo con maestría a sus compañeros, En una eliminatoria de la Recopa de Europa 1979-1980, Mario Alberto Kempes, sin ser un líder absoluto porque le faltaba carácter, fue el autor espiritual de un gol que materializó su compañero Pablo y que, prácticamente supuso la clasificación del Valencia y la eliminación del Barcelona.

En un contraataque valencianista, con el "matador" Kempes en punta, Pablo arrancó con el balón desde el círculo central.

La zaga del Barcelona, pillada a contrapié, se olvidó de Pablo y casi en bloque se fue a cubrir a Kempes, a quien obligadamente debería ir dirigido el pase.

Dándose cuenta Kempes, se abrió a su derecha arrastrando a sus marcadores, quienes cuando quisieron rectificar ya fue demasiado tarde. Pablo había quedado solo ante el marco azulgrana y fusilaba cómodamente.

Hay que hacer referencia, por último, al término crack, muy corriente en Sudaamérica y de más reciente aceptación en Europa. Se dice crack para identificar al jugador supremo, pero insistiendo en lo ya antes expuesto, no todos los crack han sabido ser líderes.

En México es común encontrar equipos "fuertes" como el América y el Monterrey, que carecen de un líder efectivo, las Águilas lo tienen en Memo Ochoa, cuya influencia queda a mucha distancia de sus delanteros y organizadores; en el Cruz Azul se practica un liderazgo compartido entre Jesús Corona y Pablo Aguilar; el de Tigres es muy claro en el medio campo a cargo de Guido Pizarro; en el Santos es Matheus Doria y tú los puedes ir identificando por su personalidad, que resalta sobre los demás jugadores, sea crack o no.

Hasta pronto amigo.