/ viernes 3 de abril de 2020

Ocurrencias del futbol | Todo llega en el momento adecuado. Debemos aprender a prepararnos

Por fin, con aquellos cuatro países europeos, que retando a la gran crisis y a la creciente espectación creada por el movimiento nacionalista en Alemania; Bélgica, Francia, Rumania y Yugoslavia dirimieron con una amplísima representación americana formada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Estados Unidos, México, Paraguay, Perú y Uruguay.

Demasiado ardua esta labor para unas selecciones del fuste de las belga, francesa, rumana y yugoslava. De todas ellas solamente los yugoslavos consiguieron alcanzar las semifinales y, de cara al gran encuentro final se cumplieron los pronósticos. Argentina y Uruguay otra vez hicieron de un evento de tono mundial, una cuestión particular, cubriendo un nuevo hito en una de las rivalidades más clásicas y apacionantes de la historia del futbol internacional. Y de nuevo ahora con un entusiasta ambiente a su favor, Uruguay remontó un 1-2 adverso para vencer finalmente por 4 goles a 2, victoria que originó una verdadera fiesta nacional.

Mientras tanto, en Europa, a pesar de la ya manifiesta crisis económica, las actividades futbolísticas sostenían un ritmo notable y creciente. Por una parte, el futbol británico seguía encerrado en las islas, pero sus torneos tenían la espectacularidad del pluralismo y las rivalidades conformadas por los británicos. Así, ingleses, escoceses, galeses e irlandeses constituían un peculiar internacionalismo con la suficiente dosis de emoción y calidad como para mantener una afición e incluso aumentarla. De todos modos, los británicos apenas sacaban la cabeza al continente. Y cuando lo habían hecho en los últimos tiempos, la satisfcción previsible se trocó en adversidad, como ocurrió con la ya mentada derrota ante la escuadra española por 4 goles a 3, aunque fuese una derrota honrosa, pues coincidió con uno de los mejores partidos realizados por la selección hispana en su ya dilatada carrera futbolística.

En 1931 fue la potente selección escocesa la que se aventuró a cruzar el Canal de la Mancha para enfrentarse a Austria, cuyo equipo había cobrado una, dirigido por el tándem técnico Mathias Sindelar y Hugo Meisl. Estos dos hombres habían aplicado a sus esquemas la célebre y discutida W-M y, contando con jugadores de gran clase, habían configurado un conjunto extraordinario. Fortaleza germánica y arte magia convergían en una combinación perfecta, equilibrada. Frente a este cuadro en ascenso se presentó en el estadio vienés, una tarde fría y humeda de 1931, un equipo escocés poblado con sus mejores profesionales, dispuestos a demostrar la permanente supremacía de su futbol. El descalabro fue, sin embargo, mayúsculo y, los austriacos sombraron al mundo del futbol con su victoria por 5 goles contra 0.

Aquel 5 a 0 sobre Escocia no fue casual. La Wunderteam austriaca fue el gran equipo de 1930, aunque su calidad no se viera correspondida por la obtención de títulos. Poco después de apabullar a los escoceses se fueron enseñoreando de las canchas europeas, derrotando con estrépito, derrotando a Francia en Colombes por 0 goles contra 4 y venciendo en la Copa Mitropa a cuadras tan calificadas como la italiana y la húngara. La fama de la Wunderteam era tal que parecía inevitable una confrontación con la selección de Inglaterra, la gran depositaria del origen del futbol y la de mayor raigambre entre las escuadras de las islas.

Finalmente en 1933, el conjunto de Sindelar-eisl fue invitado a competir en Londres enmedio de una expectación sin precedentes, tan intensa como el frío que cortaba el aliento de las miles de personas que se congregaron en el estadio. La selección de Inglaterra ponía en juego su prestigio, recordándose que ningún equipo continental había conseguido alguna vez vencer allí... Pero también era una realidad que ninguna escuadra tan potente como la Wunderteam había pisado el césped londinense. El mito y la realidad se enfrentaban, pero finalmente la tradición de imbatibilidad en su propio feudo no se rompió y los ingleses respiraron tranquilos. Vencieron por el justo tanteo de 4 goles contra 3, en un encuentro en el que el ambiente fue determinante dado que, a pesar de la derrota, la selección austriaca causó sensación, pero los ingleses pudieron seguir engañándose a sí mismos. La victoria justificaba aún aquella falsa realidad, pura ilusión de la supremacía mundial del futbol británico, puesto que acaban de derrotar a los que eran considerados los mejores de Europa y, América quedaba muy lejos. Por otra parte cabe consignar que los austriacos derrotados militarmente de la Primera Guerra Mundial, dieron al match el carácter de un desquite pacífico.

Los austriacos demostraron sus adelantos en el futbol ganando en Francia a la selección gala por 4 goles a 0 en un juego disputado en el Parque de los Príncipes. Los periodistas de la época compararon al futbol austriaco con el de los escocés.

Hasta pronto amigo.

Por fin, con aquellos cuatro países europeos, que retando a la gran crisis y a la creciente espectación creada por el movimiento nacionalista en Alemania; Bélgica, Francia, Rumania y Yugoslavia dirimieron con una amplísima representación americana formada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Estados Unidos, México, Paraguay, Perú y Uruguay.

Demasiado ardua esta labor para unas selecciones del fuste de las belga, francesa, rumana y yugoslava. De todas ellas solamente los yugoslavos consiguieron alcanzar las semifinales y, de cara al gran encuentro final se cumplieron los pronósticos. Argentina y Uruguay otra vez hicieron de un evento de tono mundial, una cuestión particular, cubriendo un nuevo hito en una de las rivalidades más clásicas y apacionantes de la historia del futbol internacional. Y de nuevo ahora con un entusiasta ambiente a su favor, Uruguay remontó un 1-2 adverso para vencer finalmente por 4 goles a 2, victoria que originó una verdadera fiesta nacional.

Mientras tanto, en Europa, a pesar de la ya manifiesta crisis económica, las actividades futbolísticas sostenían un ritmo notable y creciente. Por una parte, el futbol británico seguía encerrado en las islas, pero sus torneos tenían la espectacularidad del pluralismo y las rivalidades conformadas por los británicos. Así, ingleses, escoceses, galeses e irlandeses constituían un peculiar internacionalismo con la suficiente dosis de emoción y calidad como para mantener una afición e incluso aumentarla. De todos modos, los británicos apenas sacaban la cabeza al continente. Y cuando lo habían hecho en los últimos tiempos, la satisfcción previsible se trocó en adversidad, como ocurrió con la ya mentada derrota ante la escuadra española por 4 goles a 3, aunque fuese una derrota honrosa, pues coincidió con uno de los mejores partidos realizados por la selección hispana en su ya dilatada carrera futbolística.

En 1931 fue la potente selección escocesa la que se aventuró a cruzar el Canal de la Mancha para enfrentarse a Austria, cuyo equipo había cobrado una, dirigido por el tándem técnico Mathias Sindelar y Hugo Meisl. Estos dos hombres habían aplicado a sus esquemas la célebre y discutida W-M y, contando con jugadores de gran clase, habían configurado un conjunto extraordinario. Fortaleza germánica y arte magia convergían en una combinación perfecta, equilibrada. Frente a este cuadro en ascenso se presentó en el estadio vienés, una tarde fría y humeda de 1931, un equipo escocés poblado con sus mejores profesionales, dispuestos a demostrar la permanente supremacía de su futbol. El descalabro fue, sin embargo, mayúsculo y, los austriacos sombraron al mundo del futbol con su victoria por 5 goles contra 0.

Aquel 5 a 0 sobre Escocia no fue casual. La Wunderteam austriaca fue el gran equipo de 1930, aunque su calidad no se viera correspondida por la obtención de títulos. Poco después de apabullar a los escoceses se fueron enseñoreando de las canchas europeas, derrotando con estrépito, derrotando a Francia en Colombes por 0 goles contra 4 y venciendo en la Copa Mitropa a cuadras tan calificadas como la italiana y la húngara. La fama de la Wunderteam era tal que parecía inevitable una confrontación con la selección de Inglaterra, la gran depositaria del origen del futbol y la de mayor raigambre entre las escuadras de las islas.

Finalmente en 1933, el conjunto de Sindelar-eisl fue invitado a competir en Londres enmedio de una expectación sin precedentes, tan intensa como el frío que cortaba el aliento de las miles de personas que se congregaron en el estadio. La selección de Inglaterra ponía en juego su prestigio, recordándose que ningún equipo continental había conseguido alguna vez vencer allí... Pero también era una realidad que ninguna escuadra tan potente como la Wunderteam había pisado el césped londinense. El mito y la realidad se enfrentaban, pero finalmente la tradición de imbatibilidad en su propio feudo no se rompió y los ingleses respiraron tranquilos. Vencieron por el justo tanteo de 4 goles contra 3, en un encuentro en el que el ambiente fue determinante dado que, a pesar de la derrota, la selección austriaca causó sensación, pero los ingleses pudieron seguir engañándose a sí mismos. La victoria justificaba aún aquella falsa realidad, pura ilusión de la supremacía mundial del futbol británico, puesto que acaban de derrotar a los que eran considerados los mejores de Europa y, América quedaba muy lejos. Por otra parte cabe consignar que los austriacos derrotados militarmente de la Primera Guerra Mundial, dieron al match el carácter de un desquite pacífico.

Los austriacos demostraron sus adelantos en el futbol ganando en Francia a la selección gala por 4 goles a 0 en un juego disputado en el Parque de los Príncipes. Los periodistas de la época compararon al futbol austriaco con el de los escocés.

Hasta pronto amigo.