/ viernes 20 de marzo de 2020

Ocurrencias del Futbol | Una leyenda es la narración de hechos extraordinarios o especiales

En el deporte local tenemos un buen número de historias dignas de convertirse en leyendas.

Las leyendas del deporte no son exclusividad del profesionalismo. Y es que las leyendas se van formando igual que las obras de arte del alfarero, poco a poco, concediendo realces a los espacios que más llaman la atención, siendo el resultado esas obras de arte que todos conocemos. En el caso de las personas deportistas, la vida, que es el artista que moldea la obra, va acomodando las grandes hazañas deportivas, sin olvidar a los valores, que dentro de la subjetividad que aparentan, no son invisibles a la vida, que los va colocando en la persona, hasta conformar un halo que no logramos ver, pero que sentimos en cuanto esa persona está presente.

Lev Yashine "La Araña Negra", reconocido como el mejor portero del mundo del siglo XX, poseía la aureola de la que hago mención, que como todo lo esencial, sólo es visible a los ojos del corazón. A eso se debe que a 30 años de su partida 20/03/90, el monumento en su mausoleo luzca flores frescas colocadas por los turistas que visitan Moscú, ¿Creen ustedes que esos turistas lo hayan conocido? no lo creo, más bien es la leyenda que viste a la enorme personalidad de "La Araña Negra", un hombre del que no hay una fotografía en la que no aparezca sonriente.

Recién hemos sufrido la pérdida de un hombre al que recordaremos por siempre, no sólo por su enorme mérito deportivo, sino por todo lo que implica ser deportista, ese cúmulo de valores que son axiomas del futbol, esa sonrisa que permanece en cualquier situación y en cualquier lugar, eso que conforma la recia personalidad del hombre cabal, el caballero para quienes tuvimos la fortuna de tratarlo y, la imagen repetida del "Conejo" Pérez, para quienes tuvieron la fortuna de verlo jugar. Atleta en todo el sentido de la palabra, Moyo Lara, tendido en el suelo, reaccionaba explosivamente para desviar un balón que a la altura del larguero, amenazaba con penetrar su meta.

No, no se necesita haber sido deportista profesional para que una gran personalidad se convierta en leyenda, pasarán los años y estaremos hablando de Miguel Domínguez, Juan Sánchez, Totoy Avilés, Manuel Martínez, Hildefonso Chávez, Ernesto, Rafael y Jorge Hernández, Roberto Salas, Diamante Robles, Veracruz Aguilar, Héctor Aparicio y muchos más. Sí, inolvidables hazañas de las que fuimos testigos, pero lo más caro que ellos nos regalaron a cuantos pudimos tratarlos fue aquello a lo que refiero invisible para la vista, lo esencial, que sólo es visible a los ojos del corazón. Descanse en paz Moyo Lara. Portero del Atlanta, La Barra, El GUM, Almacén de Refinería.

A principios del siglo XIX seguía jugándose en las calles y campos ingleses una especie de futbol brutal y con escasas leyes... Gran Bretaña ocupó un lugar de privilegio entre las naciones más poderosas del despegue industrial, ya que tuvo allí su punto de arranque y expansión este fenómeno. La élite británica acaudalada tenía una filosofía básica de comportamiento entre utilitarista y pragmática. Esta élite en sus ratos de ocio -que fueron muchos y muy amplios-, supo combinar los negocios con la política, la cultura, el ejercicio físico y el espectáculo. Y así como fue capaz de admitir en su Parlamento a los políticos representantes de las clases obreras, o enviar batallones de combate a Egipto, Sudán y la India para primero conquistar y después intentar la conservación de aquellos pueblos, también supo saborear una buena obra teatral de Shakespeare, una ópera de Verdi, una representación vodevilesca o un enconado partido de futbol. Fue en Gran Bretaña, bajo la guía de esta clase dirigente, donde tuvo efecto el nacimiento de la mayor parte de los deportes que hoy son espectáculos de masas: entre ellos el futbol.

Como culminación del conjunto de factores a que nos hemos referido anteriormente, se crearon unas condiciones para que determinados grupos de personas se interesaran en pensar sobre los juegos deportivos. A partir de ese hecho empezó a intelectualizarse aquel juego de persecución de un balón que se había denominado futbol y que todavía se practicaba a nivel popular. Allá por el siglo XIV y XV, en los períodos en que recaía la prohibición real sobre la práctica del juego de pelota, fueron los momentos en que al mismo tiempo eran centros de acumulación y conservación culturales.

Los receptáculos en que se conservó el juego; luego en pleno siglo XIX, c uando el liderazgo intelectual de las sociedades pasó de los medios clericales a las nacientes universidades, fueron estas las sedes en cuyo seno se refinarían los ejercicios físicos, la competitividad y, en cierta medida, el embrionario espectáculo. Fue en los centros docentes de Eton, Harrow, Charterhouse, Winchester, Rugby, Cheltemham y, cómo no, en Oxford y Cambridge, donde los hijos de las clases altas británicas, que combinaban la cultura con el ocio, convinieron en la necesidad de organizar sus juegos... Continuará.

Hasta pronto amigo.

En el deporte local tenemos un buen número de historias dignas de convertirse en leyendas.

Las leyendas del deporte no son exclusividad del profesionalismo. Y es que las leyendas se van formando igual que las obras de arte del alfarero, poco a poco, concediendo realces a los espacios que más llaman la atención, siendo el resultado esas obras de arte que todos conocemos. En el caso de las personas deportistas, la vida, que es el artista que moldea la obra, va acomodando las grandes hazañas deportivas, sin olvidar a los valores, que dentro de la subjetividad que aparentan, no son invisibles a la vida, que los va colocando en la persona, hasta conformar un halo que no logramos ver, pero que sentimos en cuanto esa persona está presente.

Lev Yashine "La Araña Negra", reconocido como el mejor portero del mundo del siglo XX, poseía la aureola de la que hago mención, que como todo lo esencial, sólo es visible a los ojos del corazón. A eso se debe que a 30 años de su partida 20/03/90, el monumento en su mausoleo luzca flores frescas colocadas por los turistas que visitan Moscú, ¿Creen ustedes que esos turistas lo hayan conocido? no lo creo, más bien es la leyenda que viste a la enorme personalidad de "La Araña Negra", un hombre del que no hay una fotografía en la que no aparezca sonriente.

Recién hemos sufrido la pérdida de un hombre al que recordaremos por siempre, no sólo por su enorme mérito deportivo, sino por todo lo que implica ser deportista, ese cúmulo de valores que son axiomas del futbol, esa sonrisa que permanece en cualquier situación y en cualquier lugar, eso que conforma la recia personalidad del hombre cabal, el caballero para quienes tuvimos la fortuna de tratarlo y, la imagen repetida del "Conejo" Pérez, para quienes tuvieron la fortuna de verlo jugar. Atleta en todo el sentido de la palabra, Moyo Lara, tendido en el suelo, reaccionaba explosivamente para desviar un balón que a la altura del larguero, amenazaba con penetrar su meta.

No, no se necesita haber sido deportista profesional para que una gran personalidad se convierta en leyenda, pasarán los años y estaremos hablando de Miguel Domínguez, Juan Sánchez, Totoy Avilés, Manuel Martínez, Hildefonso Chávez, Ernesto, Rafael y Jorge Hernández, Roberto Salas, Diamante Robles, Veracruz Aguilar, Héctor Aparicio y muchos más. Sí, inolvidables hazañas de las que fuimos testigos, pero lo más caro que ellos nos regalaron a cuantos pudimos tratarlos fue aquello a lo que refiero invisible para la vista, lo esencial, que sólo es visible a los ojos del corazón. Descanse en paz Moyo Lara. Portero del Atlanta, La Barra, El GUM, Almacén de Refinería.

A principios del siglo XIX seguía jugándose en las calles y campos ingleses una especie de futbol brutal y con escasas leyes... Gran Bretaña ocupó un lugar de privilegio entre las naciones más poderosas del despegue industrial, ya que tuvo allí su punto de arranque y expansión este fenómeno. La élite británica acaudalada tenía una filosofía básica de comportamiento entre utilitarista y pragmática. Esta élite en sus ratos de ocio -que fueron muchos y muy amplios-, supo combinar los negocios con la política, la cultura, el ejercicio físico y el espectáculo. Y así como fue capaz de admitir en su Parlamento a los políticos representantes de las clases obreras, o enviar batallones de combate a Egipto, Sudán y la India para primero conquistar y después intentar la conservación de aquellos pueblos, también supo saborear una buena obra teatral de Shakespeare, una ópera de Verdi, una representación vodevilesca o un enconado partido de futbol. Fue en Gran Bretaña, bajo la guía de esta clase dirigente, donde tuvo efecto el nacimiento de la mayor parte de los deportes que hoy son espectáculos de masas: entre ellos el futbol.

Como culminación del conjunto de factores a que nos hemos referido anteriormente, se crearon unas condiciones para que determinados grupos de personas se interesaran en pensar sobre los juegos deportivos. A partir de ese hecho empezó a intelectualizarse aquel juego de persecución de un balón que se había denominado futbol y que todavía se practicaba a nivel popular. Allá por el siglo XIV y XV, en los períodos en que recaía la prohibición real sobre la práctica del juego de pelota, fueron los momentos en que al mismo tiempo eran centros de acumulación y conservación culturales.

Los receptáculos en que se conservó el juego; luego en pleno siglo XIX, c uando el liderazgo intelectual de las sociedades pasó de los medios clericales a las nacientes universidades, fueron estas las sedes en cuyo seno se refinarían los ejercicios físicos, la competitividad y, en cierta medida, el embrionario espectáculo. Fue en los centros docentes de Eton, Harrow, Charterhouse, Winchester, Rugby, Cheltemham y, cómo no, en Oxford y Cambridge, donde los hijos de las clases altas británicas, que combinaban la cultura con el ocio, convinieron en la necesidad de organizar sus juegos... Continuará.

Hasta pronto amigo.