/ lunes 31 de mayo de 2021

Ocurrencias del futbol | Una leyenda narra hechos reales o fabulosos que perduran en el tiempo

Mucho disfruté las conferencias sobre la mitología griega, que el profesor José de Jesús Sandoval nos dictaba durante las veladas de la Claraboya Literaria del tal Villela, a quien saludo afectuosamente.

La mitología griega nos dice que Aquiles, hijo del rey Peleo y de Tetis, diosa griega del mar, quien intentó hacerlo inmortal sumergiéndolo en las aguas del río Estigia, pero que al tenerlo asido del tobillo derecho, al sumergir el cuerpo, el talón quedó fuera del agua, tornándose en el único punto vulnerable de Aquiles. Cuenta la leyenda que Aquiles fue famoso por haber vencido en muchas batallas en la Guerra de Troya, pero luego de matar a Héctor, Paris, hermano de este, traspasó con una flecha el talón de Aquiles, provocándole la muerte.

Una de las estructuras de las que poco se habla, pero que es recordada en el futbol, es el tendón de Aquiles y, digo que es recordada, porque es de la que más golpes recibe a lo largo de la vida activa de un futbolista. Situado en la aparte posterior baja del tobillo, el tendón de Aquiles es una estructura conformada por la unión de varios tendones, entre los que encontramos a los gemelos (interno y externo) plantar delgado y soleo; todos juntos, forman el tendón de Aquiles, el cual se inserta en el calcáneo (es decir, el hueso que forma el talón). Su función es la de llevar el talón hacia arriba y atrás y, con ello ser uno de los pilares de la marcha o carrera del ser humano.

Lamentablemente es un sitio que por su localización, en muchas de las maniobras del futbolista, como recibir, conducir o patear el balón a distancia, puede llegar a lesionarse, ya sea por un golpe directo, o bien por el esfuerzo de llevar a cabo cualquiera de las acciones anteriores y en las que el tendón no tiene suficiente fuerza o le hizo falta calentamiento. Solo imaginen que siempre protegemos, cuando hablamos de tobillo, a los maleolos (tibia y peroné) interno y externo, pero nunca nos fijamos en cómo proteger el tendón de Aquiles, ya que como está en la parte posterior y tiene mucha movilidad, es difícil protegerlo de los golpes.

En un juego de futbol, todas las entradas por atrás, las que tienen por objeto quitarnos el balón, son las de alto riesgo, pues si no le pegan al balón irremediablemente golpean al tendón de Aquiles. Créanme que esto duele y mucho. Una vez lastimado el tendón, ya sea por golpe o bien porque el esfuerzo fue demasiado grande, hay que determinar cuál tratamiento es el mejor para poder comenzar su recuperación. Uno de los mejores métodos iniciales de tratamiento es el hielo, el cual debe aplicarse inmediatamente después de llevar a cabo el entrenamiento, por espacio de 30 minutos. Muchas veces la aplicación del hielo por un período de cinco a siete días hace que las molestias sean controladas y mejoren.

Si, por el contrario, no hay alivio, el siguiente tratamiento será usar antiinflamatorios por un período de cinco días, junto con sesiones de terapia física. Es importante señalar que la actividad física durante este período puede verse limitada de acuerdo a como evolucione el paciente. Los estudios como el ultrasonido y la resonancia magnética los debemos dejar para los casos crónicos que no ceden con los primeros tratamientos, ya que hay tendones que incluso desarrollan quistes o pequeñas tumoraciones que pueden llevar al futbolista a cirugía. Cuídense y vayan al médico si la molestia no disminuye usando el remedio universal del hielo, no sea que esto provoque una lesión mayor.

Una de las estrellas que más he admirado en mi vida es el húngaro Ferenc Puskás, de quien no es fácil hablar en tan poco espacio. Sin embargo no me siento bien al no intentar hablar de él, aunque sea "en abonos" o sea poco a poco, ya que su historia va más allá del famoso futbolista. Escondido en un cuerpo regordete, se encuentra una pierna izquierda prodigiosa como no se ha visto otra. Su efectividad era casi perfecta, de ahí que al premio al mejor goleador cada año lleve su nombre, "El premio Puskás", al ver los viejos videos de los años cincuenta, no deja de impresionarme al ver que tiro que hacía, tiro que se convertía en gol. Eso es su mérito como goleador, no el de anotar goles en cantidad, que sí lo hizo, sino el de anotar ocupando una menor cantidad de oportunidades, les digo, casi gol por tiro.

Cuentan sus compañeros del Real Madrid de los años 50 y 60, que un día colocó seis balones a un metro fuera del área grande, diciendo, le voy a pegar seis veces al larguero y, nosotros contamos en voz alta, primera, segunda, tercera, cuarta, quianta, sexta... Increíble. Pancho tenía una zurda de precisión milimétrica, pero al mismo tiempo de sorprendente potencia. Kopa, el francés, también compañero suyo en el equipo merengue, comentó alguna ocasión: "Era un tirador extraordinario, los porteros pedían a sus defensas que se cerraran cuando vieran que Pancho iba a tirar desde 25 o 30 metros.

Puskás fue un jugador para el que los estereotipos no fueron hechos: pequeño de estatura para los cánones de cualquier época, su barriga es un ícono en el recuerdo del viejo madrilismo, al que el juego aéreo le costaba trabajo y que exclusivamente utilizaba la pierna zurda de potencia y precisión. En ella basó su leyenda. Casualmente su apellido signifíca "Escopeta" en el lenguaje magiar que se habla en Hungría. Amigo entrañable de Árpád Fekete, el húngaro aquel que dirigió a las Chivas de Guadalajara, al Nacional de Guadalajara, Oro, Toluca, Atlas, Pumas, Laguna, Jalisco, Tigres, UdeG. Atlante, León, Morelia y al TRI.

Hasta pronto amigo.

Mucho disfruté las conferencias sobre la mitología griega, que el profesor José de Jesús Sandoval nos dictaba durante las veladas de la Claraboya Literaria del tal Villela, a quien saludo afectuosamente.

La mitología griega nos dice que Aquiles, hijo del rey Peleo y de Tetis, diosa griega del mar, quien intentó hacerlo inmortal sumergiéndolo en las aguas del río Estigia, pero que al tenerlo asido del tobillo derecho, al sumergir el cuerpo, el talón quedó fuera del agua, tornándose en el único punto vulnerable de Aquiles. Cuenta la leyenda que Aquiles fue famoso por haber vencido en muchas batallas en la Guerra de Troya, pero luego de matar a Héctor, Paris, hermano de este, traspasó con una flecha el talón de Aquiles, provocándole la muerte.

Una de las estructuras de las que poco se habla, pero que es recordada en el futbol, es el tendón de Aquiles y, digo que es recordada, porque es de la que más golpes recibe a lo largo de la vida activa de un futbolista. Situado en la aparte posterior baja del tobillo, el tendón de Aquiles es una estructura conformada por la unión de varios tendones, entre los que encontramos a los gemelos (interno y externo) plantar delgado y soleo; todos juntos, forman el tendón de Aquiles, el cual se inserta en el calcáneo (es decir, el hueso que forma el talón). Su función es la de llevar el talón hacia arriba y atrás y, con ello ser uno de los pilares de la marcha o carrera del ser humano.

Lamentablemente es un sitio que por su localización, en muchas de las maniobras del futbolista, como recibir, conducir o patear el balón a distancia, puede llegar a lesionarse, ya sea por un golpe directo, o bien por el esfuerzo de llevar a cabo cualquiera de las acciones anteriores y en las que el tendón no tiene suficiente fuerza o le hizo falta calentamiento. Solo imaginen que siempre protegemos, cuando hablamos de tobillo, a los maleolos (tibia y peroné) interno y externo, pero nunca nos fijamos en cómo proteger el tendón de Aquiles, ya que como está en la parte posterior y tiene mucha movilidad, es difícil protegerlo de los golpes.

En un juego de futbol, todas las entradas por atrás, las que tienen por objeto quitarnos el balón, son las de alto riesgo, pues si no le pegan al balón irremediablemente golpean al tendón de Aquiles. Créanme que esto duele y mucho. Una vez lastimado el tendón, ya sea por golpe o bien porque el esfuerzo fue demasiado grande, hay que determinar cuál tratamiento es el mejor para poder comenzar su recuperación. Uno de los mejores métodos iniciales de tratamiento es el hielo, el cual debe aplicarse inmediatamente después de llevar a cabo el entrenamiento, por espacio de 30 minutos. Muchas veces la aplicación del hielo por un período de cinco a siete días hace que las molestias sean controladas y mejoren.

Si, por el contrario, no hay alivio, el siguiente tratamiento será usar antiinflamatorios por un período de cinco días, junto con sesiones de terapia física. Es importante señalar que la actividad física durante este período puede verse limitada de acuerdo a como evolucione el paciente. Los estudios como el ultrasonido y la resonancia magnética los debemos dejar para los casos crónicos que no ceden con los primeros tratamientos, ya que hay tendones que incluso desarrollan quistes o pequeñas tumoraciones que pueden llevar al futbolista a cirugía. Cuídense y vayan al médico si la molestia no disminuye usando el remedio universal del hielo, no sea que esto provoque una lesión mayor.

Una de las estrellas que más he admirado en mi vida es el húngaro Ferenc Puskás, de quien no es fácil hablar en tan poco espacio. Sin embargo no me siento bien al no intentar hablar de él, aunque sea "en abonos" o sea poco a poco, ya que su historia va más allá del famoso futbolista. Escondido en un cuerpo regordete, se encuentra una pierna izquierda prodigiosa como no se ha visto otra. Su efectividad era casi perfecta, de ahí que al premio al mejor goleador cada año lleve su nombre, "El premio Puskás", al ver los viejos videos de los años cincuenta, no deja de impresionarme al ver que tiro que hacía, tiro que se convertía en gol. Eso es su mérito como goleador, no el de anotar goles en cantidad, que sí lo hizo, sino el de anotar ocupando una menor cantidad de oportunidades, les digo, casi gol por tiro.

Cuentan sus compañeros del Real Madrid de los años 50 y 60, que un día colocó seis balones a un metro fuera del área grande, diciendo, le voy a pegar seis veces al larguero y, nosotros contamos en voz alta, primera, segunda, tercera, cuarta, quianta, sexta... Increíble. Pancho tenía una zurda de precisión milimétrica, pero al mismo tiempo de sorprendente potencia. Kopa, el francés, también compañero suyo en el equipo merengue, comentó alguna ocasión: "Era un tirador extraordinario, los porteros pedían a sus defensas que se cerraran cuando vieran que Pancho iba a tirar desde 25 o 30 metros.

Puskás fue un jugador para el que los estereotipos no fueron hechos: pequeño de estatura para los cánones de cualquier época, su barriga es un ícono en el recuerdo del viejo madrilismo, al que el juego aéreo le costaba trabajo y que exclusivamente utilizaba la pierna zurda de potencia y precisión. En ella basó su leyenda. Casualmente su apellido signifíca "Escopeta" en el lenguaje magiar que se habla en Hungría. Amigo entrañable de Árpád Fekete, el húngaro aquel que dirigió a las Chivas de Guadalajara, al Nacional de Guadalajara, Oro, Toluca, Atlas, Pumas, Laguna, Jalisco, Tigres, UdeG. Atlante, León, Morelia y al TRI.

Hasta pronto amigo.