/ domingo 15 de diciembre de 2019

Orejas

Aún recuerdo aquellos momentos de mi juventud, cuando el esposo de mi hermana la mayor, entonces su novio, le llevaba serenata en alguna noche de verano: “Despierta, dulce amor de mi vida, despierta, si te encuentras dormida”, cantaba el trío de Toñito el Ciego, Rodolfo Ávalos y otro que no recuerdo su nombre.

Creo que yo era el más receptivo de aquellas románticas notas, pues en ese entonces despertaba en mí el gusto por las niñas de mi barrio o del colegio: “Subirán por tu balcón, las flores que en rubor, reflejarán el brillo, el brillo de tus ojos, cuando tú me quieras”, desgranaba el trío sus notas con mi cuñado al frente, como Pedro Infante en la película de Los Tres García, mientras mis hermanas menores atisbaban por las ventanas para gustar del show y mis papás se hacían los dormidos.

Y mi hermano mayor se burlaba diciendo, "pues solo que traigan a los bomberos para subir por el balcón del quinto piso donde vivíamos"; no, no es cierto, esto último es broma.

Viene esto a colación porque donde vivo ahora, en la colonia Unidad Nacional de Ciudad Madero, tengo un vecino no identificado que de vez en cuando tiene festejo en su casa, o simplemente porque anda alegre y sin piedad alguna echa a volar un sistema de audio más fuerte que el del antro Byblos o el que traen los músicos de Julión.

La “serenata” a veces dura hasta las tres o cuatro de la mañana, en esta ocasión, el viernes por la noche, gracias a Dios se cansó a las 12 y media.

Pero además, en ocasiones habilitan un karaoke y es entonces cuando comienzan los berridos de los espontáneos que sin misericordia alguna gritan como desesperados, desafinados y todo lo que termina en ados, destrozando a Manzanero, a Luis Miguel o a quien se les pega la gana.

Y yo que venía huyendo de una situación similar cuando vivía en la colonia Estadio, en mi casa que ahora habita uno de mis dos hijos, donde al lado moraba un grupo de estudiantes familiares del dueño que tuvo que dejar la ciudad.

Esos chavos sí que estaban para el arrastre, puras canciones gruperas, con el volumen tan alto que se escuchaban hasta la Playa de Miramar, aderezadas con gritos como de apache mariguano, dejaban su escándalo cuando los gallos ya habían cantado como 50 veces.

Ya no hay moral ciudadana pues, a muchos les vale el sueño de los demás, no hay conciencia de solidaridad ni de respeto al descanso ajeno.

Y ni para qué ir a reclamar, capaz que sale uno como el perro de la Tía Cleta, que la primera vez que ladró le rompieron el hocico; tampoco llamar a la autoridad, porque nuestros ilustres cuicos no acuden a un llamado ni aunque estén matando a un cristiano.

Por lo pronto, yo ya compré unas orejeras como los audífonos que usaba Jacobo Zabludovsky para aislarme del infernal ruido musical, desafiando el peligro de no escuchar si algún caco trata de introducirse a mi hogar y se lleve hasta el perico sin que me percate de nada.

Definitivo, eran mejor las serenatas que mi cuñado Ricardo le llevaba a mi hermana Lidia.

P.D.- Señores, por favor ¡¡dejen dormir!!

E-mail:

armando_juarezbecerra

@hotmail.com

Aún recuerdo aquellos momentos de mi juventud, cuando el esposo de mi hermana la mayor, entonces su novio, le llevaba serenata en alguna noche de verano: “Despierta, dulce amor de mi vida, despierta, si te encuentras dormida”, cantaba el trío de Toñito el Ciego, Rodolfo Ávalos y otro que no recuerdo su nombre.

Creo que yo era el más receptivo de aquellas románticas notas, pues en ese entonces despertaba en mí el gusto por las niñas de mi barrio o del colegio: “Subirán por tu balcón, las flores que en rubor, reflejarán el brillo, el brillo de tus ojos, cuando tú me quieras”, desgranaba el trío sus notas con mi cuñado al frente, como Pedro Infante en la película de Los Tres García, mientras mis hermanas menores atisbaban por las ventanas para gustar del show y mis papás se hacían los dormidos.

Y mi hermano mayor se burlaba diciendo, "pues solo que traigan a los bomberos para subir por el balcón del quinto piso donde vivíamos"; no, no es cierto, esto último es broma.

Viene esto a colación porque donde vivo ahora, en la colonia Unidad Nacional de Ciudad Madero, tengo un vecino no identificado que de vez en cuando tiene festejo en su casa, o simplemente porque anda alegre y sin piedad alguna echa a volar un sistema de audio más fuerte que el del antro Byblos o el que traen los músicos de Julión.

La “serenata” a veces dura hasta las tres o cuatro de la mañana, en esta ocasión, el viernes por la noche, gracias a Dios se cansó a las 12 y media.

Pero además, en ocasiones habilitan un karaoke y es entonces cuando comienzan los berridos de los espontáneos que sin misericordia alguna gritan como desesperados, desafinados y todo lo que termina en ados, destrozando a Manzanero, a Luis Miguel o a quien se les pega la gana.

Y yo que venía huyendo de una situación similar cuando vivía en la colonia Estadio, en mi casa que ahora habita uno de mis dos hijos, donde al lado moraba un grupo de estudiantes familiares del dueño que tuvo que dejar la ciudad.

Esos chavos sí que estaban para el arrastre, puras canciones gruperas, con el volumen tan alto que se escuchaban hasta la Playa de Miramar, aderezadas con gritos como de apache mariguano, dejaban su escándalo cuando los gallos ya habían cantado como 50 veces.

Ya no hay moral ciudadana pues, a muchos les vale el sueño de los demás, no hay conciencia de solidaridad ni de respeto al descanso ajeno.

Y ni para qué ir a reclamar, capaz que sale uno como el perro de la Tía Cleta, que la primera vez que ladró le rompieron el hocico; tampoco llamar a la autoridad, porque nuestros ilustres cuicos no acuden a un llamado ni aunque estén matando a un cristiano.

Por lo pronto, yo ya compré unas orejeras como los audífonos que usaba Jacobo Zabludovsky para aislarme del infernal ruido musical, desafiando el peligro de no escuchar si algún caco trata de introducirse a mi hogar y se lleve hasta el perico sin que me percate de nada.

Definitivo, eran mejor las serenatas que mi cuñado Ricardo le llevaba a mi hermana Lidia.

P.D.- Señores, por favor ¡¡dejen dormir!!

E-mail:

armando_juarezbecerra

@hotmail.com