/ viernes 3 de agosto de 2018

Palabras para un fin de ciclo escolar

Cuando un ciclo acaba llega la hora de hacer una revisión.

Nuestra vida humana es corta y la vida escolar aún más. Seis años de primaria parecerían ahora un suspiro -y de hecho lo son- pero con el paso del tiempo se convierten en un espacio maleable, elástico en manos de la memoria.

Terminar la primaria es llegar a una frontera donde no concluye el camino sino que continúa. Irán a la secundaria y, al igual que cuando estaban en el kínder o iban a entrar a la primaria, el corazón de sus padres seguirá latiendo por ustedes con el más profundo amor.

Los años de primaria nunca se olvidan porque tienen alas, azúcar y canto. Recordar a los maestros que nos enseñaron a leer, a sumar y a razonar será siempre una especie de refugio en la nostalgia.

Con ustedes recordaremos -¿verdad que sí, Adriana?-, a los maestros que les tocaron: a la maestra Etelvina con la ternura cayéndosele de los labios; a la maestra María de los Ángeles con su seriedad inteligente, al maestro Fernando con su mesura que daba miedo pero que, en el fondo, era un niño inmenso; a la maestra Elizabeth con su dulce trato de madre universal; a la maestra Patricia con su preocupada mirada de amiga enérgica; a la directora Ana María, con su ubicuidad plausible.

Y recordaremos con ustedes los días en que nos pedían permiso para ir a casa de sus compañeros a hacer o terminar alguna tarea. “Ten cuidado, no te salgas, luego te llamo, pórtate bien, paso por ti a las tres.”

Hoy el cielo tendrá las estrellas que le instalemos. Le pondremos el color de los ojos de nuestros hijos y lo miraremos con la más infinita ternura que nos sea posible.

Hoy con ustedes le decimos adiós a nuestra querida escuela primaria, y en nuestros recuerdos quedarán los días lluviosos o con frío cuando corríamos para llegar a tiempo a la clase.

Recordaremos también los festivales cuando, para los bailables, los padres nos acostábamos tarde para terminar de zurcir el vestido del bailable.

Recordaremos cómo, en estos años, ustedes crecieron y nosotros nos hicimos seis años más viejos. Recordaremos cuando se enfermaron y veníamos con sus maestros y maestras a justificar sus faltas. Recordaremos sus rostros sonrientes de primer año y sus incipientes gestos juveniles de sexto.

En esta escuela primaria ustedes pasaron seis años que no olvidarán porque aquí, a lo largo y ancho de este patio, dejaron alegrías, temores, esperanzas.

Hoy todos juntos terminamos un año más de vida y de vida escolar. ¡Vivan los niños! ¡Vivan los maestros! ¡Viva México!

Los años de primaria nunca se olvidan porque tienen alas, azúcar y canto.

Cuando un ciclo acaba llega la hora de hacer una revisión.

Nuestra vida humana es corta y la vida escolar aún más. Seis años de primaria parecerían ahora un suspiro -y de hecho lo son- pero con el paso del tiempo se convierten en un espacio maleable, elástico en manos de la memoria.

Terminar la primaria es llegar a una frontera donde no concluye el camino sino que continúa. Irán a la secundaria y, al igual que cuando estaban en el kínder o iban a entrar a la primaria, el corazón de sus padres seguirá latiendo por ustedes con el más profundo amor.

Los años de primaria nunca se olvidan porque tienen alas, azúcar y canto. Recordar a los maestros que nos enseñaron a leer, a sumar y a razonar será siempre una especie de refugio en la nostalgia.

Con ustedes recordaremos -¿verdad que sí, Adriana?-, a los maestros que les tocaron: a la maestra Etelvina con la ternura cayéndosele de los labios; a la maestra María de los Ángeles con su seriedad inteligente, al maestro Fernando con su mesura que daba miedo pero que, en el fondo, era un niño inmenso; a la maestra Elizabeth con su dulce trato de madre universal; a la maestra Patricia con su preocupada mirada de amiga enérgica; a la directora Ana María, con su ubicuidad plausible.

Y recordaremos con ustedes los días en que nos pedían permiso para ir a casa de sus compañeros a hacer o terminar alguna tarea. “Ten cuidado, no te salgas, luego te llamo, pórtate bien, paso por ti a las tres.”

Hoy el cielo tendrá las estrellas que le instalemos. Le pondremos el color de los ojos de nuestros hijos y lo miraremos con la más infinita ternura que nos sea posible.

Hoy con ustedes le decimos adiós a nuestra querida escuela primaria, y en nuestros recuerdos quedarán los días lluviosos o con frío cuando corríamos para llegar a tiempo a la clase.

Recordaremos también los festivales cuando, para los bailables, los padres nos acostábamos tarde para terminar de zurcir el vestido del bailable.

Recordaremos cómo, en estos años, ustedes crecieron y nosotros nos hicimos seis años más viejos. Recordaremos cuando se enfermaron y veníamos con sus maestros y maestras a justificar sus faltas. Recordaremos sus rostros sonrientes de primer año y sus incipientes gestos juveniles de sexto.

En esta escuela primaria ustedes pasaron seis años que no olvidarán porque aquí, a lo largo y ancho de este patio, dejaron alegrías, temores, esperanzas.

Hoy todos juntos terminamos un año más de vida y de vida escolar. ¡Vivan los niños! ¡Vivan los maestros! ¡Viva México!

Los años de primaria nunca se olvidan porque tienen alas, azúcar y canto.