/ jueves 21 de febrero de 2019

Para qué se quiere el poder

El responder a la pregunta de para qué se quiere el poder y el mando, supone una serie de reflexiones. Por ejemplo, podemos aludir a los superpoderes de los héroes de historietas y cómics hoy en boga, y a la clase de autoridad que a cada quien nos gustaría poseer

No me refiero tanto al aspecto o la manera de combatir de los superhéroes en mención; Superman puede volar y tiene una visión de rayos X. El Hombre Araña (Spiderman) emite telarañas de sus muñecas y vuela de un edificio a otro. Wolverine tiene garras de metal retráctiles que emergen de sus nudillos como armas mortales. Hulk utiliza su fuerza física para la destrucción de todo aquello que se le interponga. La Mujer Invisible (de Los Cuatro Fantásticos), puede hacerse incorpórea a simple vista.

Más bien, el meollo del asunto es la grandeza de espíritu y la altura de miras en el ejercicio del poder. Tratándose de la mujer invisible, la persona inmaterial automáticamente se ubica por encima de los humanos, incluso de los superhéroes, al acumular una enorme supremacía. Esta, podría invertir, de quererlo así, en la bolsa de valores y apropiarse de billones de dólares. Podría, si lo prefiere, dedicarse a la actividad política y ocasionar con mentiras la ruina económica, financiera y moral de sus adversarios, o podría, simplemente, engañar a sus amigos en el juego de naipes. Un ser impalpable podría evitar un gol en contra de la selección nacional de futbol de su país en una Copa del Mundo. La capacidad de parecer invisible a voluntad revela, de muchas maneras, reitero, la ética de la persona y su historia, ya que invariblemente se llega a una interrogante ¿Cómo se emplea un gran poder ¿En función de un proyecto meramente individual o bajo el noble interés del bienestar masivo?

¿Para qué se desea el poder? “Para qué se quiere. Para qué. Para qué. Para qué. Para qué. Para qué. Para qué. Para qué. Para qué”.

El responder a la pregunta de para qué se quiere el poder y el mando, supone una serie de reflexiones. Por ejemplo, podemos aludir a los superpoderes de los héroes de historietas y cómics hoy en boga, y a la clase de autoridad que a cada quien nos gustaría poseer

No me refiero tanto al aspecto o la manera de combatir de los superhéroes en mención; Superman puede volar y tiene una visión de rayos X. El Hombre Araña (Spiderman) emite telarañas de sus muñecas y vuela de un edificio a otro. Wolverine tiene garras de metal retráctiles que emergen de sus nudillos como armas mortales. Hulk utiliza su fuerza física para la destrucción de todo aquello que se le interponga. La Mujer Invisible (de Los Cuatro Fantásticos), puede hacerse incorpórea a simple vista.

Más bien, el meollo del asunto es la grandeza de espíritu y la altura de miras en el ejercicio del poder. Tratándose de la mujer invisible, la persona inmaterial automáticamente se ubica por encima de los humanos, incluso de los superhéroes, al acumular una enorme supremacía. Esta, podría invertir, de quererlo así, en la bolsa de valores y apropiarse de billones de dólares. Podría, si lo prefiere, dedicarse a la actividad política y ocasionar con mentiras la ruina económica, financiera y moral de sus adversarios, o podría, simplemente, engañar a sus amigos en el juego de naipes. Un ser impalpable podría evitar un gol en contra de la selección nacional de futbol de su país en una Copa del Mundo. La capacidad de parecer invisible a voluntad revela, de muchas maneras, reitero, la ética de la persona y su historia, ya que invariblemente se llega a una interrogante ¿Cómo se emplea un gran poder ¿En función de un proyecto meramente individual o bajo el noble interés del bienestar masivo?

¿Para qué se desea el poder? “Para qué se quiere. Para qué. Para qué. Para qué. Para qué. Para qué. Para qué. Para qué. Para qué”.