/ domingo 31 de julio de 2022

Paradigmas | Del "Uy, qué miedo!" a "Vamos a Tabasco"

Aprovechar el periodo vacacional para visitar a parte de la familia en la Ciudad de México, cae como una bocanada dentro del torrente que circula a estas alturas de la vida cada vez con mayor lentitud en el corazón. Aprovechar la compañía consanguínea, es un regalo. Caminar, observar, estar sujeto a un clima que sugiere menor sudoración, es apreciado por turistas tropicales, aunque los capitalinos refieran, se quejen, viven temperaturas extremas.

Elegir a dónde partir por la mañana, es sinceramente un dilema. Estoy frente al país con 1,432 museos, siendo la Ciudad de México la entidad que concentra 168, la mayor cantidad. El Museo Nacional de Historia y el Museo Nacional de Antropología son dos de los recintos más visitados. México ocupa el segundo lugar con más museos en Latinoamérica; el primer sitio lo tiene Brasil, esto de acuerdo con el último informe (2019) del Instituto Latinoamericano de Museos y Parques (ILAM), con sede en San José, Costa Rica.

Hay que seleccionar la mejor opción hacia dónde orientarse. Desde niña, gracias a mi padre salir de vacaciones significaba como inclinación primaria de la familia asistir a los museos. Instituciones dedicadas a la adquisición, conservación, estudio y exposición de objetos de valor relacionados con la ciencia y el arte o de objetos culturalmente importantes para el desarrollo de los conocimientos humanos. Así que hoy, no me fue difícil en este laberinto de cultura, apuntar a un centro de esta naturaleza.

Siempre habrá intereses para dentro de la imaginación o creatividad pensar en un sitio que consiga hacer voltear la mirada. ¡Ahí está! MUCHO, museo que promueve manifestaciones culturales relacionadas con el cacao y el chocolate. Fundación Mucho A.C. fue creada en 2012 como una institución cultural y educativa.

Recorrer los pasillos de MUCHO, observar las vitrinas llenas de objetos del pasado y presente, denuncian que el cacao es un cultivo originario de México, con alta importancia cultural y económica. Los Olmecas (1500 a 400 a.C.) fueron los primeros humanos en saborear el cacao en forma de bebida de la siguiente manera: molían las habas de cacao, mezclándolas con agua, y añadiendo especias, guindillas y hierbas.

Los Mayas utilizaron la vaina del cacao para crear una bebida, alrededor del año 600 a. C. De igual forma existen varios documentos que señalan la predilección de los aztecas por la semilla, preparaban un brebaje amargo y concentrado llamado techocolat, cuyo consumo estaba reservado exclusivamente al emperador, nobles y a los guerreros. La vaina del cacao valía más para los indígenas que el oro, y la utilizaban como moneda de cambio para el trueque.

En el siglo XVI cuando Cristóbal Colón llegó a América, miró a los indígenas tomar el conocido “xocolatl”. Con el paso del tiempo se ha ido conociendo la amplia gama de propiedades de la excelente bebida. Ingerir el elixir, de fuerte sabor se sabe produce gran vitalidad y energía. De ahí la idea de llevar una caja de chocolates a los enfermos, cuando se visitan en los hospitales o en su domicilio.

Sin embargo, hoy con tristeza se relaciona a la planta del cacao con el cambio climático. Por el aumento de la temperatura del planeta y las largas e intensas sequías que vienen ocurriendo, el 90 por ciento de los cultivos ya no serán aptos en 2050, llevando a la extinción del chocolate, asegura un reciente informe de la National Oceanic and Atmospheric Administration.

Y bueno, mientras lo anterior sucede, si Usted se anima a visitar MUCHO ya que ande por el centro de la Ciudad de México, puede aprovechar, sacar raja de su recorrido y acudir a la pequeña tienda de Chocolates Rocío. Reditúe la oportunidad, sacúdase toda la parafernalia que circunda la inefable historia. Francisco José Hernández Mandujano, más conocido por su nombre artístico “Chico Ché”, pasará de cantar ¡Uy qué miedo! a "Vamos a Tabasco", porque este estado es un edén. El número uno dentro de la ruta del cacao.

Contacto: lupitarico@hotmail.com

Aprovechar el periodo vacacional para visitar a parte de la familia en la Ciudad de México, cae como una bocanada dentro del torrente que circula a estas alturas de la vida cada vez con mayor lentitud en el corazón. Aprovechar la compañía consanguínea, es un regalo. Caminar, observar, estar sujeto a un clima que sugiere menor sudoración, es apreciado por turistas tropicales, aunque los capitalinos refieran, se quejen, viven temperaturas extremas.

Elegir a dónde partir por la mañana, es sinceramente un dilema. Estoy frente al país con 1,432 museos, siendo la Ciudad de México la entidad que concentra 168, la mayor cantidad. El Museo Nacional de Historia y el Museo Nacional de Antropología son dos de los recintos más visitados. México ocupa el segundo lugar con más museos en Latinoamérica; el primer sitio lo tiene Brasil, esto de acuerdo con el último informe (2019) del Instituto Latinoamericano de Museos y Parques (ILAM), con sede en San José, Costa Rica.

Hay que seleccionar la mejor opción hacia dónde orientarse. Desde niña, gracias a mi padre salir de vacaciones significaba como inclinación primaria de la familia asistir a los museos. Instituciones dedicadas a la adquisición, conservación, estudio y exposición de objetos de valor relacionados con la ciencia y el arte o de objetos culturalmente importantes para el desarrollo de los conocimientos humanos. Así que hoy, no me fue difícil en este laberinto de cultura, apuntar a un centro de esta naturaleza.

Siempre habrá intereses para dentro de la imaginación o creatividad pensar en un sitio que consiga hacer voltear la mirada. ¡Ahí está! MUCHO, museo que promueve manifestaciones culturales relacionadas con el cacao y el chocolate. Fundación Mucho A.C. fue creada en 2012 como una institución cultural y educativa.

Recorrer los pasillos de MUCHO, observar las vitrinas llenas de objetos del pasado y presente, denuncian que el cacao es un cultivo originario de México, con alta importancia cultural y económica. Los Olmecas (1500 a 400 a.C.) fueron los primeros humanos en saborear el cacao en forma de bebida de la siguiente manera: molían las habas de cacao, mezclándolas con agua, y añadiendo especias, guindillas y hierbas.

Los Mayas utilizaron la vaina del cacao para crear una bebida, alrededor del año 600 a. C. De igual forma existen varios documentos que señalan la predilección de los aztecas por la semilla, preparaban un brebaje amargo y concentrado llamado techocolat, cuyo consumo estaba reservado exclusivamente al emperador, nobles y a los guerreros. La vaina del cacao valía más para los indígenas que el oro, y la utilizaban como moneda de cambio para el trueque.

En el siglo XVI cuando Cristóbal Colón llegó a América, miró a los indígenas tomar el conocido “xocolatl”. Con el paso del tiempo se ha ido conociendo la amplia gama de propiedades de la excelente bebida. Ingerir el elixir, de fuerte sabor se sabe produce gran vitalidad y energía. De ahí la idea de llevar una caja de chocolates a los enfermos, cuando se visitan en los hospitales o en su domicilio.

Sin embargo, hoy con tristeza se relaciona a la planta del cacao con el cambio climático. Por el aumento de la temperatura del planeta y las largas e intensas sequías que vienen ocurriendo, el 90 por ciento de los cultivos ya no serán aptos en 2050, llevando a la extinción del chocolate, asegura un reciente informe de la National Oceanic and Atmospheric Administration.

Y bueno, mientras lo anterior sucede, si Usted se anima a visitar MUCHO ya que ande por el centro de la Ciudad de México, puede aprovechar, sacar raja de su recorrido y acudir a la pequeña tienda de Chocolates Rocío. Reditúe la oportunidad, sacúdase toda la parafernalia que circunda la inefable historia. Francisco José Hernández Mandujano, más conocido por su nombre artístico “Chico Ché”, pasará de cantar ¡Uy qué miedo! a "Vamos a Tabasco", porque este estado es un edén. El número uno dentro de la ruta del cacao.

Contacto: lupitarico@hotmail.com