/ domingo 1 de mayo de 2022

Paradigmas | Deuda, a cambio de acciones climáticas

Un grupo de funcionarios internacionales entre ellos: David Malpass, presidente del Banco Mundial; Kristalina Georgieva directora del Fondo Monetario Internacional (FMI); David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) y Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) realizaron un llamado para tomar medidas urgentes en aras de la seguridad alimentaria. Ello fue durante la junta previa a las reuniones de primavera del FMI y del BM.

Parte del escrito señala que: "El mundo está convulsionado por una combinación de crisis. Las secuelas de la guerra en Ucrania se suman a la actual pandemia de Covid-19 que ya está entrando en su tercer año, en tanto que el cambio climático y la mayor fragilidad y el conflicto implican prejuicios persistentes para la gente en el mundo entero. El marcado encarecimiento de los alimentos básicos y la escasez de la oferta ejercen más presión sobre los hogares en todo el mundo y están sumiendo en la pobreza a otros millones de personas…”

Del 19 al 28 del presente mes los organismos internacionales abordaron con 189 representantes de todos los países miembros de las instituciones, temas que ponen en jaque al sistema económico mundial y amenazan la recuperación económica. Y fue ahí en escenario frente a las instalaciones del FMI en Washington hasta donde llegó un grupo de protesta para denunciar la explotación que de los recursos naturales han hecho a lo largo de varias décadas las corporaciones surgidas tras la Segunda Guerra Mundial.

Con una intervención urbana, en la que una “abuela” argentina hace una entrega paródica al FMI de sus “últimas joyas” —naturaleza y biodiversidad— miembros del movimiento civil y social Avaaz reclamaron que se reconozca la deuda ecológica que tienen los países ricos con los países emergentes. Y “Argentina tiene un importante superávit ecológico y recursos naturales que le proveen servicios ecosistémicos vitales y de gran valor que podrían valer mucho más que su deuda soberana y que no está siendo reconocida por los acreedores financieros”. Indicó terriblemente iracundo el ecologista argentino Oscar Soria, director de campañas de Avaaz.

Y es que el mundo realmente vive una inflación que se ha convertido en una preocupación global. Lo que la humanidad está viviendo hoy es una crisis distributiva. Hay sectores de la economía que se benefician con ganancias extraordinarias inesperadas producto de las guerras y miles de millones de personas en el mundo que sufren las consecuencias de los aumentos de los precios. El incremento de la desigualdad tiene consecuencias sociales y políticas que persisten en el tiempo.

La mayor parte de los países pobres están endeudados tanto con el BM y/o el FMI que a través de las políticas neoliberales los sumergen en préstamos con altas tasas crediticias, con el paso del tiempo se tornan impagables, ejemplo lo tiene Argentina, que actualmente les grita el abuso del cual has sido sujetos.

Tienen razón los manifestantes, Argentina debe retomar la postura que expuso durante el 2021 en distintos foros internacionales, donde propuso la creación de mecanismos financieros que permitan canjear la deuda por acciones climáticas e incluso incorporando los temas de biodiversidad. Y no solo el país sudamericano, que se adhieran los demás deudores, a quienes azota el peligro de que el hambre se intensifique por el cambio climático acelerado y cuyas generaciones futuras seguirán endeudadas de por vida.

BM y FMI, vístanse con el traje de la solidaridad y empatía, vuelvan a la misión por la que fueron creados. Promuevan la prosperidad compartida, garanticen la estabilidad financiera, faciliten el comercio internacional, promuevan un empleo elevado y crecimiento económico sostenible.

¡Ya basta de discursos! Acaben con la pobreza en el mundo.

lupitarico@hotmail.com

Un grupo de funcionarios internacionales entre ellos: David Malpass, presidente del Banco Mundial; Kristalina Georgieva directora del Fondo Monetario Internacional (FMI); David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) y Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) realizaron un llamado para tomar medidas urgentes en aras de la seguridad alimentaria. Ello fue durante la junta previa a las reuniones de primavera del FMI y del BM.

Parte del escrito señala que: "El mundo está convulsionado por una combinación de crisis. Las secuelas de la guerra en Ucrania se suman a la actual pandemia de Covid-19 que ya está entrando en su tercer año, en tanto que el cambio climático y la mayor fragilidad y el conflicto implican prejuicios persistentes para la gente en el mundo entero. El marcado encarecimiento de los alimentos básicos y la escasez de la oferta ejercen más presión sobre los hogares en todo el mundo y están sumiendo en la pobreza a otros millones de personas…”

Del 19 al 28 del presente mes los organismos internacionales abordaron con 189 representantes de todos los países miembros de las instituciones, temas que ponen en jaque al sistema económico mundial y amenazan la recuperación económica. Y fue ahí en escenario frente a las instalaciones del FMI en Washington hasta donde llegó un grupo de protesta para denunciar la explotación que de los recursos naturales han hecho a lo largo de varias décadas las corporaciones surgidas tras la Segunda Guerra Mundial.

Con una intervención urbana, en la que una “abuela” argentina hace una entrega paródica al FMI de sus “últimas joyas” —naturaleza y biodiversidad— miembros del movimiento civil y social Avaaz reclamaron que se reconozca la deuda ecológica que tienen los países ricos con los países emergentes. Y “Argentina tiene un importante superávit ecológico y recursos naturales que le proveen servicios ecosistémicos vitales y de gran valor que podrían valer mucho más que su deuda soberana y que no está siendo reconocida por los acreedores financieros”. Indicó terriblemente iracundo el ecologista argentino Oscar Soria, director de campañas de Avaaz.

Y es que el mundo realmente vive una inflación que se ha convertido en una preocupación global. Lo que la humanidad está viviendo hoy es una crisis distributiva. Hay sectores de la economía que se benefician con ganancias extraordinarias inesperadas producto de las guerras y miles de millones de personas en el mundo que sufren las consecuencias de los aumentos de los precios. El incremento de la desigualdad tiene consecuencias sociales y políticas que persisten en el tiempo.

La mayor parte de los países pobres están endeudados tanto con el BM y/o el FMI que a través de las políticas neoliberales los sumergen en préstamos con altas tasas crediticias, con el paso del tiempo se tornan impagables, ejemplo lo tiene Argentina, que actualmente les grita el abuso del cual has sido sujetos.

Tienen razón los manifestantes, Argentina debe retomar la postura que expuso durante el 2021 en distintos foros internacionales, donde propuso la creación de mecanismos financieros que permitan canjear la deuda por acciones climáticas e incluso incorporando los temas de biodiversidad. Y no solo el país sudamericano, que se adhieran los demás deudores, a quienes azota el peligro de que el hambre se intensifique por el cambio climático acelerado y cuyas generaciones futuras seguirán endeudadas de por vida.

BM y FMI, vístanse con el traje de la solidaridad y empatía, vuelvan a la misión por la que fueron creados. Promuevan la prosperidad compartida, garanticen la estabilidad financiera, faciliten el comercio internacional, promuevan un empleo elevado y crecimiento económico sostenible.

¡Ya basta de discursos! Acaben con la pobreza en el mundo.

lupitarico@hotmail.com