El fresno es considerado por muchos como el “árbol de la buena suerte”, apelativo que le fue otorgado por creencias antiguas basadas en que atraía la fortuna y alejaba las desgracias. Originario de Europa, crece, sobre todo, en Portugal y España, aunque también puede aparecer en Norteamérica y algunos países de clima tropical. Caracterizado por su poder de adaptación a los ambientes templados y resistencia al viento, no tolera el calor ni las temperaturas de extrema sequía.
La empresa Fender hace varias semanas anunció que había decidido dejar de usar esa madera en sus líneas de producción y solo la iba a dejar para algunas series limitadas o exclusivas. Parecer ser, ahora los expertos, desvelan era el secreto para que los instrumentos tuvieran el sonido característico diferente al de la competencia.
Clarence Leonidas Fender fundó Musical Instruments Corporation, en 1940. La empresa más famosa fabricante de guitarras y bajos eléctricos. Hoy continúa dominando la música popular. Leo Fender y el guitarrista Les Paul son citados, frecuentemente, como las dos personas con mayor influencia en el desarrollo de los instrumentos eléctricos del siglo XX.
Bueno, y ¿qué es lo sucedido con el fresno verde?
El barrenador verde esmeralda que ataca al fresno es un insecto muy pequeño y, al mismo tiempo, destructivo. Tiene color verde metálico y delgado cuerpo de 1/2 pulgada de largo y 1/8 pulgada de ancho. Originario de China y este de Asia, probablemente llegó a América del Norte escondido en embalajes de madera normalmente usados para transportar artículos de consumo, autopartes y otros productos similares. Mientras tanto Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, desmenuza junto al Panel Internacional contra el cambio Climático (IPCC) la temática que los llevará a la próxima cumbre sobre el cambio climático COP26 de Gasgow que debería celebrarse este año y debido a la Pandemia del Covid-19 quedó pospuesta para noviembre de 2021.
La poca seriedad que le dan los líderes mundiales a las cumbres, tienen evidencias en, con todo y el nuevo virus procedente de Wuhan, la temperatura del año que fenece será ascendente como los predecesores, originando nuevas alteraciones en la salud no solo del hombre sino de los animales, como la enfermedad de agua dulce, una afección que provoca dermatitis cutánea (graves lesiones ulcerosas) en delfines; o bien en la muerte del azafrán cultivado en Irán, de donde sale el 90% de la producción mundial.
No solo son en 2020 las vacunas, una esperanza hacia la vida, también debiera existir el cambio de Paradigma hacia el calentamiento global, otro dilema que torna en un suplicio sobre todo para las nuevas generaciones. No terminamos de asimilar la acelerada carrera contra reloj en el avance a la mitad del siglo, símbolo de las grandes inundaciones amenazantes con desaparecer prolongadas extensiones de tierra en el planeta.
¡Cifremos la esperanza en el 2021, no queda de otra!
Mi querido lector, le deseo salud y paz en su hogar, lo invito a que hagamos del próximo año un remanso de amor.
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