/ miércoles 10 de julio de 2019

Con café y a media luz | Pasadizos culturales

De las cosas que más disfruto hacer por las tardes es sentarme en alguna cafetería de la ciudad y pedir una humeante taza de la bien llamada “bebida de los dioses”. “Negro y sin azúcar”, así lo aprendí a tomar. En muchas ocasiones, no ha sido necesario hacer la aclaración, y el amigo que me lo sirve se adelanta a señalar: “Oscuro y amargo como su alma, ¿Verdad, Lic.? Y mi respuesta afirmativa está acompañada de una sonora carcajada.

Allí he tenido la fortuna de coincidir con grandes amigos y profesionales de los medios de comunicación de nuestra localidad, así como con otros personajes de la política, la burocracia y figuras de relevancia que tienen la maravillosa virtud de sentarse con “los de abajo” como este servidor y compartir un poco de sus opiniones y sus perspectivas de vida.

Recientemente, la suerte me llevó a compartir la mesa con dos buenos camaradas que tienen un poco más edad que este servidor y a los que siempre les he de aprender algo nuevo y esta vez no fue la excepción.

Entre los diversos temas que salieron en la charla de esa tarde destacó el de la develación de la estatua del galán tampiqueño Mauricio Garcés, conocido por todos nosotros por su amplia trayectoria en cine y televisión. Principalmente en la pantalla de plata en la que protagonizó en todas las cintas al conquistador otoñal y soltero empedernido que siempre tiene éxito con el llamado sexo débil por su simpatía y elegancia.

Aunque durante mucho tiempo se le acusó de ser homosexual, cosa que era proscrita y mal vista en el México de los sesenta y setenta, la realidad es que el hombre disfrutaba su soltería y de sus simpáticos vicios: las apuestas, los caballos y las mujeres. Además de que se dedicó en cuerpo y alma a cuidar a su madre.

Aquí entre nos, querido amigo lector, viene a mi memoria una plática que sostuve en los camerinos de Aguascaliente Televisión, con una actriz de la época de oro del cine mexicano quien me presumió los desdenes que durante algún tiempo le hizo al galán y, ante mi sorpresa, me dijo una frase que se quedó para siempre en mi memoria: “Mauricio no era homosexual, m´ijito, y me consta como solo le puede constar a una mujer”.

Volviendo al tema inicial de la entrega de este día, entre las cosas que se pusieron en la mesa, fue la posibilidad de crear algo que se llamó “pasadizos culturales”, como en otras ciudades en las que a lo largo de una calle se colocan las estatuas y bustos de los personajes más representativos de ese lugar.

Me sobresaltó el comentario de uno de mis amigos, pues señaló que no había suficientes personalidades para llenar siquiera una cuadra del paseo peatonal, debo reconocer públicamente que me molestó mucho y se lo hice evidente de la manera más educada posible.

Considero que nuestra tierra es pródiga en personajes que han marcado la cultura, las artes, la política y el mundo que, con su labor o ideología han redefinido la historia que hoy se vuelve un pasado común para el bien de la humanidad entera.

Porque no se trata solamente de “Pepito, El Terrestre” que en su momento fue considerado el hombre más alto del mundo y su fama alcanzó las más altas esferas circenses y en nuestros días se ha vuelto hasta un punto de referencia para las nuevas generaciones que se citan frente a su impresionante monumento que aguarda sentado en la Plaza de Armas.

O del Dr. José Sierra Flores, incansable impulsor de la educación, las artes y la cultura. Escritor de huapangos tan memorables como “La Chimenea” o “Las seis huastecas” y cuyo nombre recorrió todo el globo terráqueo cuando se cantó “El calcetín” y otras piezas más. La última versión estuvo en la voz de la artista Astrid Haddad.

No es exclusiva la fama de Roberto Cantoral, aunque haya quien refiera a que es originario de Ciudad Madero, su obra emerge de nuestra región y, desde el “Crucifijo de piedra”, hasta “El reloj”, el nombre de la zona sur de Tamaulipas estará implícito hasta la posteridad.

¿Qué me dice de Genaro Salinas? El hombre de la voz de oro, cuyo talento lo mismo le hizo cosechar los aplausos del público de toda Latinoamérica, como envidias de los protagonistas del gremio artístico de los cincuentas. Este personaje de origen económicamente discreto, vivió una serie de desencuentros que marcaron su vida en los escenarios, en lo sentimental e incluso en lo político, por lo que falleció muy lejos de su tierra adorada.

También podemos citar a Rodrigo González, o como lo conocieron los “chavos de la nueva ola” de un México contemporáneo que intentaba replicar el comportamiento de otras naciones del mundo, amparándose en la rebeldía de una juventud impetuosa que quería “comerse al mundo de un solo bocado”. González desarrolló el estilo del “Rock rupestre” además del “heavy nopal”, por su condición de mexicano. Lamentablemente esta estrella se apagó con el temblor de 1985 en la Ciudad de México.

Y estoy seguro que podría citar a más personajes, lamentablemente el espacio de la entrega de este día se ha agotado, pero aprovecho la misma para decirle a mi gentil amigo de café que, tampiqueños de renombre hay suficientes para llenar varios pasadizos culturales y hasta para tener un museo más en la ciudad.

¡Hasta la próxima!

Escríbame y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

licajimenezmcc@hotmail.com

De las cosas que más disfruto hacer por las tardes es sentarme en alguna cafetería de la ciudad y pedir una humeante taza de la bien llamada “bebida de los dioses”. “Negro y sin azúcar”, así lo aprendí a tomar. En muchas ocasiones, no ha sido necesario hacer la aclaración, y el amigo que me lo sirve se adelanta a señalar: “Oscuro y amargo como su alma, ¿Verdad, Lic.? Y mi respuesta afirmativa está acompañada de una sonora carcajada.

Allí he tenido la fortuna de coincidir con grandes amigos y profesionales de los medios de comunicación de nuestra localidad, así como con otros personajes de la política, la burocracia y figuras de relevancia que tienen la maravillosa virtud de sentarse con “los de abajo” como este servidor y compartir un poco de sus opiniones y sus perspectivas de vida.

Recientemente, la suerte me llevó a compartir la mesa con dos buenos camaradas que tienen un poco más edad que este servidor y a los que siempre les he de aprender algo nuevo y esta vez no fue la excepción.

Entre los diversos temas que salieron en la charla de esa tarde destacó el de la develación de la estatua del galán tampiqueño Mauricio Garcés, conocido por todos nosotros por su amplia trayectoria en cine y televisión. Principalmente en la pantalla de plata en la que protagonizó en todas las cintas al conquistador otoñal y soltero empedernido que siempre tiene éxito con el llamado sexo débil por su simpatía y elegancia.

Aunque durante mucho tiempo se le acusó de ser homosexual, cosa que era proscrita y mal vista en el México de los sesenta y setenta, la realidad es que el hombre disfrutaba su soltería y de sus simpáticos vicios: las apuestas, los caballos y las mujeres. Además de que se dedicó en cuerpo y alma a cuidar a su madre.

Aquí entre nos, querido amigo lector, viene a mi memoria una plática que sostuve en los camerinos de Aguascaliente Televisión, con una actriz de la época de oro del cine mexicano quien me presumió los desdenes que durante algún tiempo le hizo al galán y, ante mi sorpresa, me dijo una frase que se quedó para siempre en mi memoria: “Mauricio no era homosexual, m´ijito, y me consta como solo le puede constar a una mujer”.

Volviendo al tema inicial de la entrega de este día, entre las cosas que se pusieron en la mesa, fue la posibilidad de crear algo que se llamó “pasadizos culturales”, como en otras ciudades en las que a lo largo de una calle se colocan las estatuas y bustos de los personajes más representativos de ese lugar.

Me sobresaltó el comentario de uno de mis amigos, pues señaló que no había suficientes personalidades para llenar siquiera una cuadra del paseo peatonal, debo reconocer públicamente que me molestó mucho y se lo hice evidente de la manera más educada posible.

Considero que nuestra tierra es pródiga en personajes que han marcado la cultura, las artes, la política y el mundo que, con su labor o ideología han redefinido la historia que hoy se vuelve un pasado común para el bien de la humanidad entera.

Porque no se trata solamente de “Pepito, El Terrestre” que en su momento fue considerado el hombre más alto del mundo y su fama alcanzó las más altas esferas circenses y en nuestros días se ha vuelto hasta un punto de referencia para las nuevas generaciones que se citan frente a su impresionante monumento que aguarda sentado en la Plaza de Armas.

O del Dr. José Sierra Flores, incansable impulsor de la educación, las artes y la cultura. Escritor de huapangos tan memorables como “La Chimenea” o “Las seis huastecas” y cuyo nombre recorrió todo el globo terráqueo cuando se cantó “El calcetín” y otras piezas más. La última versión estuvo en la voz de la artista Astrid Haddad.

No es exclusiva la fama de Roberto Cantoral, aunque haya quien refiera a que es originario de Ciudad Madero, su obra emerge de nuestra región y, desde el “Crucifijo de piedra”, hasta “El reloj”, el nombre de la zona sur de Tamaulipas estará implícito hasta la posteridad.

¿Qué me dice de Genaro Salinas? El hombre de la voz de oro, cuyo talento lo mismo le hizo cosechar los aplausos del público de toda Latinoamérica, como envidias de los protagonistas del gremio artístico de los cincuentas. Este personaje de origen económicamente discreto, vivió una serie de desencuentros que marcaron su vida en los escenarios, en lo sentimental e incluso en lo político, por lo que falleció muy lejos de su tierra adorada.

También podemos citar a Rodrigo González, o como lo conocieron los “chavos de la nueva ola” de un México contemporáneo que intentaba replicar el comportamiento de otras naciones del mundo, amparándose en la rebeldía de una juventud impetuosa que quería “comerse al mundo de un solo bocado”. González desarrolló el estilo del “Rock rupestre” además del “heavy nopal”, por su condición de mexicano. Lamentablemente esta estrella se apagó con el temblor de 1985 en la Ciudad de México.

Y estoy seguro que podría citar a más personajes, lamentablemente el espacio de la entrega de este día se ha agotado, pero aprovecho la misma para decirle a mi gentil amigo de café que, tampiqueños de renombre hay suficientes para llenar varios pasadizos culturales y hasta para tener un museo más en la ciudad.

¡Hasta la próxima!

Escríbame y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

licajimenezmcc@hotmail.com