/ sábado 26 de octubre de 2019

Pequeño y delgado hilo

El 1 y 2 de Noviembre son los días que los mexicanos reservamos para honrar el pequeño y delgado hilo que separa al ser de ya no ser.

En estas fechas se advierte con mayor fuerza el hecho indudable de que la vida y la muerte van indisolublemente unidas, y el festivo contraste entre lo serio y catártico que simboliza el viaje con destino al Exit, hacia donde todos vamos directo y sin escalas desde que nacemos.

Hoy, el culto prehispánico se entrelaza con el denominado Halloween, reconocido por sus calabazas con ojos que titilan en la noche, las brujas y parafernalia de monstruos ideados del otro lado del Río Bravo. Naturalmente, yo prefiero la calabaza en tacha y la visión de un altar de Muertos bien surtido, a la imagen de brujas en su escoba lanzando fieras carcajadas, por cinematográfica que esta imagen resulte.

El Día de los Difuntos me atrae por los esqueletos de juguete, las calaveras de azúcar, el aroma de pan de levadura con huesitos dibujados, los altares olorosos a copal e incienso, y el ritual de poner un camino de flores a los que ya partieron. Es cuando me nutro con el pan de muerto recién salido de los hornos, acompañado de una humeante taza de chocolate espeso. El aroma de pan de levadura y la presencia del chocolate caliente me provocan un gran amor por la vida y respeto a la muerte. Las rebanadas de pan de muerto, adornadas con huesos de azúcar de colores, me hacen guiños detrás de los cristales de las panaderías, presagio de la felicidad de compartir con los vivientes el alimento sagrado en honor a los muertos.

NOTA DEL DIA.- Aristóteles señaló que el tiempo libre no es el fin del trabajo, es el trabajo el fin de tiempo libre. Por tanto, éste debe consagrarse al arte, la ciencia, la política y, de preferencia, a la filosofía. Sin embargo, en un mundo donde el tiempo libre es una actividad vacía, ¿Dónde queda el amor a los valores humanos y el cultivo del intelecto? La sociedad entró en una etapa en que la vida para entenderse necesita de la ayuda de la economía. En la Antigua Grecia esto no era indispensable. ¿Será que la separación arbitraria del trabajo y tiempo libre responde a intereses que se relacionan con el desinterés para comprometerse en las decisiones colectivas? ¿Será que ya se perdió la fe en la oportunidad de ser escuchados por intermedio de actividades artísticas, filosóficas y políticas? ¿Por qué razón se llegó al grado de postular que el tiempo libre es “únicamente para pasarla bien y ya”? ¿La filosofía? Nombre ¡Para flojonazos! (Además, filosofar nos recuerda que pertenecemos a la raza humana y eso no es práctico ni conveniente). ¿Los libros? ¡Leer no es divertido! ¿La política? ¡Eso es una actividad muy sucia, dejénosla a nosotros, gritan los políticos!

El 1 y 2 de Noviembre son los días que los mexicanos reservamos para honrar el pequeño y delgado hilo que separa al ser de ya no ser.

En estas fechas se advierte con mayor fuerza el hecho indudable de que la vida y la muerte van indisolublemente unidas, y el festivo contraste entre lo serio y catártico que simboliza el viaje con destino al Exit, hacia donde todos vamos directo y sin escalas desde que nacemos.

Hoy, el culto prehispánico se entrelaza con el denominado Halloween, reconocido por sus calabazas con ojos que titilan en la noche, las brujas y parafernalia de monstruos ideados del otro lado del Río Bravo. Naturalmente, yo prefiero la calabaza en tacha y la visión de un altar de Muertos bien surtido, a la imagen de brujas en su escoba lanzando fieras carcajadas, por cinematográfica que esta imagen resulte.

El Día de los Difuntos me atrae por los esqueletos de juguete, las calaveras de azúcar, el aroma de pan de levadura con huesitos dibujados, los altares olorosos a copal e incienso, y el ritual de poner un camino de flores a los que ya partieron. Es cuando me nutro con el pan de muerto recién salido de los hornos, acompañado de una humeante taza de chocolate espeso. El aroma de pan de levadura y la presencia del chocolate caliente me provocan un gran amor por la vida y respeto a la muerte. Las rebanadas de pan de muerto, adornadas con huesos de azúcar de colores, me hacen guiños detrás de los cristales de las panaderías, presagio de la felicidad de compartir con los vivientes el alimento sagrado en honor a los muertos.

NOTA DEL DIA.- Aristóteles señaló que el tiempo libre no es el fin del trabajo, es el trabajo el fin de tiempo libre. Por tanto, éste debe consagrarse al arte, la ciencia, la política y, de preferencia, a la filosofía. Sin embargo, en un mundo donde el tiempo libre es una actividad vacía, ¿Dónde queda el amor a los valores humanos y el cultivo del intelecto? La sociedad entró en una etapa en que la vida para entenderse necesita de la ayuda de la economía. En la Antigua Grecia esto no era indispensable. ¿Será que la separación arbitraria del trabajo y tiempo libre responde a intereses que se relacionan con el desinterés para comprometerse en las decisiones colectivas? ¿Será que ya se perdió la fe en la oportunidad de ser escuchados por intermedio de actividades artísticas, filosóficas y políticas? ¿Por qué razón se llegó al grado de postular que el tiempo libre es “únicamente para pasarla bien y ya”? ¿La filosofía? Nombre ¡Para flojonazos! (Además, filosofar nos recuerda que pertenecemos a la raza humana y eso no es práctico ni conveniente). ¿Los libros? ¡Leer no es divertido! ¿La política? ¡Eso es una actividad muy sucia, dejénosla a nosotros, gritan los políticos!