/ domingo 30 de junio de 2019

¿Podrá?

Quizá tengan razón, mucha razón, las voces discordantes que critican el proyecto toral de Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación de México...

Cuando señalan que será difícil, harto difícil, llevarla a cabo, merced al arraigo de la profunda corrupción imperante en todos los sectores de la vida cotidiana del mexicano, desde las cúpulas públicas hasta las capas sociales menos favorecidas.

Desde el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari, cual gota que a diario cae sobre la roca, así la corrupción se fue metiendo en las prácticas oficiales al más alto nivel de gobierno, hasta llegar a la rapiña más desvergonzada del último período correspondiente al mandato (¿) de Enrique Peña Nieto, calificado hoy como la era más nefasta para el país.

Fue tanto el desparpajo en el robo y el fraude contra la Nación, que el ejemplo cundió hasta las líneas más bajas del sector oficial, como son los cuerpos de Policía, Tránsito y servidores públicos municipales.

Cada día que pasa se descubren nuevos actos contrarios a la moral pública, todos ellos en relación a fraudes de miles de millones de dólares en contra del erario federal, en donde según denuncias, se involucra a secretarios de Estado, empleados de dependencias federales, grandes y pequeños empresarios y gente de la sociedad civil.

El más reciente escándalo de corrupción dado a conocer, fue en contra de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, cometido por empresas muy conocidas en base a la emisión de facturas apócrifas con las que defraudaron una cantidad supermillonaria –según denuncia más de 300 mil millones de pesos- dinero que hubiera alcanzado para la construcción del aeropuerto de Texcoco.

Los beneficiados no pagaban impuestos, las empresas factureras se los robaban y todavía muchos empresarios reclamaban la devolución de lo supuestamente pagado a Hacienda.

Eso es en lo macro y en lo político, pero también en los niveles bajos, una banda de atracadores policías fue descubierta y denunciada extorsionando a automovilistas en la Ciudad de México a la vista de todo mundo, sin que hayan sido detenidos o sancionados.

Por eso digo que quizá tienen razón los agoreros del desastre, porque, como dice el dicho “perro que come huevo, ni aunque le quemen el hocico” y como está de arraigada le enfermedad de la corrupción, va a necesitarse un verdadero milagro, o la intervención de un brujo cambujo para aliviar el mal que aqueja a los mexicanos.

Porque además, tantos despilfarros y fraudes se han denunciado, pero nadie ha ido a la cárcel, la Secretaría de la Función Pública los denuncia y el Poder Judicial los ampara, los bandidos de cuello blanco se andan paseando con sus novias y exhibiendo sus mal habidas fortunas, como si eso fuera un gran honor y no una desvergüenza.

Ojalá y la Cuarta Transformación no vaya a caer en una Enésima Deformación, porque a pesar de la buena fe del Presidente de la República, los malos mexicanos que encarnan a los quistes de la corrupción, están tan aferrados a su actividad depredadora, que será muy difícil desprenderlos de la rica ubre del saqueo impune.

Aquí pasan cosas tan inverosímiles que México está convertido en el País del Nunca Jamás, la pregunta es ¿podrá Andrés Manuel López Obrador cambiar el destino de la Patria, de la podredumbre en que se lo dejaron, hacia un mundo de paz, prosperidad y justicia social?.

P.D.- Algunos escépticos dicen que el mal de México está como la iglesia de mi pueblo; no tiene cura.

e-mail: armando_juarezbecerra@hotmail.com

Quizá tengan razón, mucha razón, las voces discordantes que critican el proyecto toral de Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación de México...

Cuando señalan que será difícil, harto difícil, llevarla a cabo, merced al arraigo de la profunda corrupción imperante en todos los sectores de la vida cotidiana del mexicano, desde las cúpulas públicas hasta las capas sociales menos favorecidas.

Desde el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari, cual gota que a diario cae sobre la roca, así la corrupción se fue metiendo en las prácticas oficiales al más alto nivel de gobierno, hasta llegar a la rapiña más desvergonzada del último período correspondiente al mandato (¿) de Enrique Peña Nieto, calificado hoy como la era más nefasta para el país.

Fue tanto el desparpajo en el robo y el fraude contra la Nación, que el ejemplo cundió hasta las líneas más bajas del sector oficial, como son los cuerpos de Policía, Tránsito y servidores públicos municipales.

Cada día que pasa se descubren nuevos actos contrarios a la moral pública, todos ellos en relación a fraudes de miles de millones de dólares en contra del erario federal, en donde según denuncias, se involucra a secretarios de Estado, empleados de dependencias federales, grandes y pequeños empresarios y gente de la sociedad civil.

El más reciente escándalo de corrupción dado a conocer, fue en contra de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, cometido por empresas muy conocidas en base a la emisión de facturas apócrifas con las que defraudaron una cantidad supermillonaria –según denuncia más de 300 mil millones de pesos- dinero que hubiera alcanzado para la construcción del aeropuerto de Texcoco.

Los beneficiados no pagaban impuestos, las empresas factureras se los robaban y todavía muchos empresarios reclamaban la devolución de lo supuestamente pagado a Hacienda.

Eso es en lo macro y en lo político, pero también en los niveles bajos, una banda de atracadores policías fue descubierta y denunciada extorsionando a automovilistas en la Ciudad de México a la vista de todo mundo, sin que hayan sido detenidos o sancionados.

Por eso digo que quizá tienen razón los agoreros del desastre, porque, como dice el dicho “perro que come huevo, ni aunque le quemen el hocico” y como está de arraigada le enfermedad de la corrupción, va a necesitarse un verdadero milagro, o la intervención de un brujo cambujo para aliviar el mal que aqueja a los mexicanos.

Porque además, tantos despilfarros y fraudes se han denunciado, pero nadie ha ido a la cárcel, la Secretaría de la Función Pública los denuncia y el Poder Judicial los ampara, los bandidos de cuello blanco se andan paseando con sus novias y exhibiendo sus mal habidas fortunas, como si eso fuera un gran honor y no una desvergüenza.

Ojalá y la Cuarta Transformación no vaya a caer en una Enésima Deformación, porque a pesar de la buena fe del Presidente de la República, los malos mexicanos que encarnan a los quistes de la corrupción, están tan aferrados a su actividad depredadora, que será muy difícil desprenderlos de la rica ubre del saqueo impune.

Aquí pasan cosas tan inverosímiles que México está convertido en el País del Nunca Jamás, la pregunta es ¿podrá Andrés Manuel López Obrador cambiar el destino de la Patria, de la podredumbre en que se lo dejaron, hacia un mundo de paz, prosperidad y justicia social?.

P.D.- Algunos escépticos dicen que el mal de México está como la iglesia de mi pueblo; no tiene cura.

e-mail: armando_juarezbecerra@hotmail.com