/ miércoles 21 de noviembre de 2018

Posada

En muchas películas mexicanas casi siempre que se toca el Día de Muertos... Innegablemente, aparecen dos elementos: las calaveritas de azúcar y las famosas obras de Posada, especialmente "La Catrina". Cuando Posada -así, sin más nombre, como los grandes- empezó a publicar sus caricaturas en El Jicote, en 1871, se veía venir a un artista que comprometía su tinta con las más elevadas causas del pueblo.

Nacido en un lugar donde la muerte, años después, arribaría en ferrocarril: Aguascalientes, José Guadalupe Posada vio la luz inicial el 2 de febrero de 1852. Con un talento temprano para el dibujo y la litografía, Posada estuvo, como decía de García Lorca el poeta chileno Pablo Neruda: más cerca de la muerte que de la tinta.

Así el célebre autor de "La Catrina" mantuvo una relación artística con la huesuda a través de la recomposición de su imagen; porque, ¿qué otra cosa es la caricatura sino la aliteración, la paranomasia de una realidad propuesta por lo real o lo imaginario? En un país como el nuestro donde la muerte es símbolo, personaje y presencia constantes, donde la muerte es motivo de risa y profundo dolor que se canta, se baila y se pronuncia en corridos y estrofas de otros cantos, Posada le dio el silencio de la tinta a través de la caricatura, del grabado, de la litografía, del cartel y la viñeta para marcar -¿fundar?- el moderno arte popular que tanto influiría en la obra de José Clemente Orozco y Diego Rivera.

Kierkegaard apuntaba en Diario de un Seductor que “más allá del mundo que habitamos existe, en un fondo lejano aún, otro mundo de un carácter más intensamente estético que nuestro mundo”. El mundo artístico de Posada estuvo habitado por la estética de la muerte. Sus caricaturas, con las cuales satirizó a personajes de la época así como a políticos pillos, calaron hondo en el sentir del pueblo que hicieron de José Guadalupe Posada un auténtico héroe, cosa que rayaría en la paradoja y lo insólito, ya que murió pobre, el 20 de enero de 1913 y sus restos fueron arrojados, a los siete años de su entierro, a la fosa común. Oh ironía: para estar con las osamentas que tanta fama le dieron.

Es "La Catrina", más que una crítica o visión de la clase social despótica de la época, una caricatura- símbolo que seguirá mostrando el talento de un artista lúdico que no demostró que lo humorístico sea etiqueta de superioridad alguna; mas al contrario: el humor es lo posterior de las almas sabias…

En muchas películas mexicanas casi siempre que se toca el Día de Muertos... Innegablemente, aparecen dos elementos: las calaveritas de azúcar y las famosas obras de Posada, especialmente "La Catrina". Cuando Posada -así, sin más nombre, como los grandes- empezó a publicar sus caricaturas en El Jicote, en 1871, se veía venir a un artista que comprometía su tinta con las más elevadas causas del pueblo.

Nacido en un lugar donde la muerte, años después, arribaría en ferrocarril: Aguascalientes, José Guadalupe Posada vio la luz inicial el 2 de febrero de 1852. Con un talento temprano para el dibujo y la litografía, Posada estuvo, como decía de García Lorca el poeta chileno Pablo Neruda: más cerca de la muerte que de la tinta.

Así el célebre autor de "La Catrina" mantuvo una relación artística con la huesuda a través de la recomposición de su imagen; porque, ¿qué otra cosa es la caricatura sino la aliteración, la paranomasia de una realidad propuesta por lo real o lo imaginario? En un país como el nuestro donde la muerte es símbolo, personaje y presencia constantes, donde la muerte es motivo de risa y profundo dolor que se canta, se baila y se pronuncia en corridos y estrofas de otros cantos, Posada le dio el silencio de la tinta a través de la caricatura, del grabado, de la litografía, del cartel y la viñeta para marcar -¿fundar?- el moderno arte popular que tanto influiría en la obra de José Clemente Orozco y Diego Rivera.

Kierkegaard apuntaba en Diario de un Seductor que “más allá del mundo que habitamos existe, en un fondo lejano aún, otro mundo de un carácter más intensamente estético que nuestro mundo”. El mundo artístico de Posada estuvo habitado por la estética de la muerte. Sus caricaturas, con las cuales satirizó a personajes de la época así como a políticos pillos, calaron hondo en el sentir del pueblo que hicieron de José Guadalupe Posada un auténtico héroe, cosa que rayaría en la paradoja y lo insólito, ya que murió pobre, el 20 de enero de 1913 y sus restos fueron arrojados, a los siete años de su entierro, a la fosa común. Oh ironía: para estar con las osamentas que tanta fama le dieron.

Es "La Catrina", más que una crítica o visión de la clase social despótica de la época, una caricatura- símbolo que seguirá mostrando el talento de un artista lúdico que no demostró que lo humorístico sea etiqueta de superioridad alguna; mas al contrario: el humor es lo posterior de las almas sabias…