/ lunes 6 de mayo de 2019

Con café y a media luz | Posible golpe a la economía familiar

Uno de los más grandes dolores de cabeza que tiene la zona sur de Tamaulipas es, sin temor a equivocarme, el servicio de transporte público el cual, pudiera pensarse, es un padecimiento que no tiene, por lo pronto, algún síntoma de mejoría en los próximos años y, por el contrario, sí da atisbos de empeorar en lo que a materia de costos se refiere, en perjuicio directo de la población que hace uso de él diariamente.

Estoy de acuerdo con usted, querido amigo lector, que ya son varios años en los que la autoridad estatal ha negociado con los concesionarios y choferes para mantener a raya el precio del pasaje y que este no impacte al bolsillo del usuario, como también estoy de acuerdo con los trabajadores de las rutas en que ya no está siendo redituable la ganancia que les queda al final del día para satisfacer las necesidades más apremiantes al interior de sus hogares.

Entre estos dos polos tan drásticamente opuestos del problema existe un limbo político–social que no se ha subsanado y, curiosamente, se ha tenido el tiempo necesario para hacerlo, pero pareciera que no se desea tomar “al toro por los cuernos” y me refiero a la implementación de estrategias tanto directas como alternas para brindar un servicio de calidad en bien de la población.

En el caso de los responsables del volante y de los dueños de las concesiones, el argumento de los constantes aumentos al precio de los combustibles ya no es válido pues el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos ha detenido los llamados “gasolinazos”, mas eso no implica que no aumenten los costos de las refacciones, el servicio mecánico, las llantas y otros tantos detalles más que en una primera lectura escaparían de nuestra vista y que sí les perjudican severamente, además de que, al igual que usted y yo, ellos han sentido el aumento de los precios de la canasta básica.

Por otra parte, los usuarios, en repetidas ocasiones hemos manifestado por los diferentes medios de comunicación, tanto públicos como personales, las deficiencias que han identificado a la proveeduría de este servicio y que, a pesar de las inconformidades, las cosas no han cambiado mucho hasta la fecha y, por el contrario, han empeorado considerablemente.

Seguimos tolerando a conductores majaderos, insolentes, irrespetuosos, faltos de criterio que al sentirse amparados piensan que pueden ofender al pasaje, gritarle, bajarlo donde a ellos les plazca, cambiar la ruta a conveniencia en cuanto lo deciden y, en algunos casos, cobrar lo que les parezca que así les conviene. Y, en el peor de los casos, como ya hemos atestiguado un sinnúmero de ocasiones, “juegan carreras” contra el semáforo u otra unidad y terminan ocasionando accidentes que ya han cobrado varias vidas humanas.

Aunado a ello, las estrategias establecidas por el gremio en cuestión para hallar una solución han terminado por “ahorcar” al “mercado”, y debemos reconocer que también ha sido con la venia de gobiernos anteriores. Pues social y geográficamente hablando, el espacio en el que trabajan los operarios se ha venido reduciendo, ya que la necesidad ha ocasionado una sobresaturación al interior de las rutas y ahora hay más unidades atendiendo a un menor número de consumidores.

Ampliar las rutas a la par de establecer otras nuevas ocasionó lo mismo. Quizá si se hubieran organizado, se hubieran repartido “las rebanadas de este pastel” de una manera equitativa y las pérdidas serían menos drásticas para todos los que participan de este ejercicio económico.

La clase empresarial durante un buen tiempo pugnó para que se aterrizara un sistema de transporte como el SITEUR de la ciudad de Guadalajara que hasta el momento cuenta con dos líneas y se le está apostando a una tercera, o el METROREY de los vecinos neoleoneses que tantos embotellamientos les ha evitado. Incluso se mencionó una reorganización de las rutas a través del modelo de “econcentrales” que mucho les ha funcionado en poblaciones más pequeñas que la nuestra como Ciudad Valles en San Luis Potosí.

Cabe hacer mención que, en ninguno de esos sitios, con la implementación de las alternativas mencionadas, ha habido una disminución real de usuarios de transporte público en las rutas de microbuses y camiones. Hago la aclaración porque es el primer argumento que ponen sobre la mesa los conductores de las unidades. Aquí no tendría por qué ocurrir lo mismo, pues las condiciones en la estructura social, económica y de distancias es similar.

Todo evoluciona, crece, se moderniza y, prueba de ello, son nuestras ciudades que le han apostado al cambio y al crecimiento. Es momento que también se piense en un proyecto integral de transporte que, por lo menos con dos líneas, una las tres entidades en un menor tiempo, con paradas definidas, sin volverse parte del tráfico carretero local y a un costo menor para el bien de los consumidores.

Seamos honestos, aunque a algunos no les guste, las obras de construcción nos molesten, el reordenamiento nos cause fatiga y las desviaciones sean infructuosas, la zona conurbada ya lo está demandando por su propia naturaleza de crecimiento y desarrollo y, un sistema colectivo como el metro, ya debe ser considerado como impostergable.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

Uno de los más grandes dolores de cabeza que tiene la zona sur de Tamaulipas es, sin temor a equivocarme, el servicio de transporte público el cual, pudiera pensarse, es un padecimiento que no tiene, por lo pronto, algún síntoma de mejoría en los próximos años y, por el contrario, sí da atisbos de empeorar en lo que a materia de costos se refiere, en perjuicio directo de la población que hace uso de él diariamente.

Estoy de acuerdo con usted, querido amigo lector, que ya son varios años en los que la autoridad estatal ha negociado con los concesionarios y choferes para mantener a raya el precio del pasaje y que este no impacte al bolsillo del usuario, como también estoy de acuerdo con los trabajadores de las rutas en que ya no está siendo redituable la ganancia que les queda al final del día para satisfacer las necesidades más apremiantes al interior de sus hogares.

Entre estos dos polos tan drásticamente opuestos del problema existe un limbo político–social que no se ha subsanado y, curiosamente, se ha tenido el tiempo necesario para hacerlo, pero pareciera que no se desea tomar “al toro por los cuernos” y me refiero a la implementación de estrategias tanto directas como alternas para brindar un servicio de calidad en bien de la población.

En el caso de los responsables del volante y de los dueños de las concesiones, el argumento de los constantes aumentos al precio de los combustibles ya no es válido pues el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos ha detenido los llamados “gasolinazos”, mas eso no implica que no aumenten los costos de las refacciones, el servicio mecánico, las llantas y otros tantos detalles más que en una primera lectura escaparían de nuestra vista y que sí les perjudican severamente, además de que, al igual que usted y yo, ellos han sentido el aumento de los precios de la canasta básica.

Por otra parte, los usuarios, en repetidas ocasiones hemos manifestado por los diferentes medios de comunicación, tanto públicos como personales, las deficiencias que han identificado a la proveeduría de este servicio y que, a pesar de las inconformidades, las cosas no han cambiado mucho hasta la fecha y, por el contrario, han empeorado considerablemente.

Seguimos tolerando a conductores majaderos, insolentes, irrespetuosos, faltos de criterio que al sentirse amparados piensan que pueden ofender al pasaje, gritarle, bajarlo donde a ellos les plazca, cambiar la ruta a conveniencia en cuanto lo deciden y, en algunos casos, cobrar lo que les parezca que así les conviene. Y, en el peor de los casos, como ya hemos atestiguado un sinnúmero de ocasiones, “juegan carreras” contra el semáforo u otra unidad y terminan ocasionando accidentes que ya han cobrado varias vidas humanas.

Aunado a ello, las estrategias establecidas por el gremio en cuestión para hallar una solución han terminado por “ahorcar” al “mercado”, y debemos reconocer que también ha sido con la venia de gobiernos anteriores. Pues social y geográficamente hablando, el espacio en el que trabajan los operarios se ha venido reduciendo, ya que la necesidad ha ocasionado una sobresaturación al interior de las rutas y ahora hay más unidades atendiendo a un menor número de consumidores.

Ampliar las rutas a la par de establecer otras nuevas ocasionó lo mismo. Quizá si se hubieran organizado, se hubieran repartido “las rebanadas de este pastel” de una manera equitativa y las pérdidas serían menos drásticas para todos los que participan de este ejercicio económico.

La clase empresarial durante un buen tiempo pugnó para que se aterrizara un sistema de transporte como el SITEUR de la ciudad de Guadalajara que hasta el momento cuenta con dos líneas y se le está apostando a una tercera, o el METROREY de los vecinos neoleoneses que tantos embotellamientos les ha evitado. Incluso se mencionó una reorganización de las rutas a través del modelo de “econcentrales” que mucho les ha funcionado en poblaciones más pequeñas que la nuestra como Ciudad Valles en San Luis Potosí.

Cabe hacer mención que, en ninguno de esos sitios, con la implementación de las alternativas mencionadas, ha habido una disminución real de usuarios de transporte público en las rutas de microbuses y camiones. Hago la aclaración porque es el primer argumento que ponen sobre la mesa los conductores de las unidades. Aquí no tendría por qué ocurrir lo mismo, pues las condiciones en la estructura social, económica y de distancias es similar.

Todo evoluciona, crece, se moderniza y, prueba de ello, son nuestras ciudades que le han apostado al cambio y al crecimiento. Es momento que también se piense en un proyecto integral de transporte que, por lo menos con dos líneas, una las tres entidades en un menor tiempo, con paradas definidas, sin volverse parte del tráfico carretero local y a un costo menor para el bien de los consumidores.

Seamos honestos, aunque a algunos no les guste, las obras de construcción nos molesten, el reordenamiento nos cause fatiga y las desviaciones sean infructuosas, la zona conurbada ya lo está demandando por su propia naturaleza de crecimiento y desarrollo y, un sistema colectivo como el metro, ya debe ser considerado como impostergable.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!