/ martes 14 de junio de 2022

Pre-textos del caimán | La musa loca de la Generación Beat

“Joan Vollmer Adams Burroughs fue fundamental en la creación de la revolución Beat; de hecho, los fuegos que avivaron el motor Beat se iniciaron con Joan como mecenas y musa. Su apartamento en Nueva York fue el núcleo que atrajo a muchos de los personajes que jugaron un papel vital en la formación del Beat. […] Brillante y bien versada en filosofía y literatura, Joan fue la piedra en la que los principales escritores (Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Bill Burroughs) afilaron su intelecto. Reconocida como una de las personas más perceptivas del grupo, su mente fuerte y su naturaleza independiente ayudaron a impulsar a los Beats hacia una nueva sensibilidad”. Así la define Brenda Knight en Las mujeres de la generación Beat.

Joan Vollmer nació el 4 de febrero de 1923 en Loudonville, Nueva York. En 1940 se trasladó a la ciudad de Nueva York para estudiar en Barnard College, lugar en donde se encontraría con el grupo de los Beats. Con frecuencia los recibía en su departamento del Upper West Side. Era ya una intelectual que participaba en las discusiones. Pronto se enamoró de William S. Burroughs y algún tiempo después se mudaron a la Ciudad de México, un viaje de trágicas consecuencias.

La Generación Beat evolucionó en los años de la posguerra, cuando los jóvenes reflexionaban sobre el acontecer político y desarrollaban formas creativas de expresión. Se mostraban particularmente ansiosos por subvertir el statu quo y romper las normas tradicionales de la literatura. En ese ambiente Vollmer encontró su lugar, en un bar de Manhattan conoció a Edie Parker, la primera mujer de Jack Keouac. Como se llevaban muy bien decidieron buscar un departamento en el Upper West Side de Manhattan, eso fue posible debido a que el primer esposo de Vollmer fue reclutado para la guerra. Así, ese lugar se convirtió en el lugar de reunión de los idealistas Beat. Gracias a la generosidad de Vollmer, Burroughs, Kerouac y Ginsberg se convirtieron en los principales creadores del grupo.

Vollmer era una incondicional, baste con decir que en 1944 Burroughs y Kerouac fueron arrestados como testigos materiales de un asesinato, la víctima y el asesino eran amigos de los Beats, ella los conocía bien, pero se decantó por el grupo. Luego, Edie Parker se casó con Kerouac para que sus padres pudieran ayudarlo a pagar la fianza.

Ese acontecimiento profundizó la relación de Vollmer con el grupo. En 1945 le pidió el divorcio a su esposo. De alguna manera Ginsberg encarriló la relación de ella con Burroughs, pues el creía que eran almas gemelas telepáticas, con todo y que él era un homosexual activo. Él la amaba, decía que era “Una mujer extraordinaria, la persona más inteligente, con una visión inmediata del carácter de cualquiera”. La pareja, como el resto del grupo, compartían la afición por las drogas. A Burroughs le gustaba la heroína, mientras que ella prefería la bencedrina. El uso de tales drogas llevó a Vollmer al hospital Bellevue, después de un brote psicótico en 1946. Por su parte, Burroughs enfrentaba varios problemas. Fue arrestado por falsificar recetas y enviado a vivir con sus padres en Missouri. Apenas concluyó su periodo de prueba, recuperó a Vollmer. Se inicio entonces un periplo por las ciudades de Texas, Nueva York, Nueva Orleans, y poco después, fue arrestado por posesión de heroína. Es cuando deciden abandonar el país y, fatalmente, se mudaron a la Ciudad de México.

En 1949 se instalaron en la calle Orizaba, de la famosísima Colonia Roma. En ese tiempo el autor aún no había conseguido logros literarios de importancia. Pero ocurrió que el ambiente chilango (tugurios, burdeles, cantinas), funcionó como como un verdadero estimulante “psicotrópico” que le allanó el camino de la creatividad y así pudo escribir varias de sus obras más importantes. Festivo por el hallazgo de una gran ciudad, decide invitar a Ginsberg, Marker y Kerouac a conocerla y a disfrutar de la vida, especialmente la nocturna, que brindaba la gran urbe. En aquel entonces la Ciudad de México gozaba de un auge económico, el ambiente era cordial y fiestero. Un paraíso en donde consumían morfina, opio, anfetaminas, peyote, marihuana, LSD, metanfetaminas… Eran frecuentes las visitas a las cantinas y a los “antros” como el “Bounty Bar”, ubicado en la ahora muy conocida avenida Álvaro Obregón; muchos cuentan que fue en ese lugar en donde escribió su obra más importante: El almuerzo desnudo. Era un ambiente festivo y a la vez un desafío a la suerte. El 6 de septiembre de 1951, John Healy andaba enfiestado, invitó a Will y Joan a seguir la “fiesta” en su propio departamento de la calle Monterrey, en la Roma.

En ese lugar había de todo, bebidas alcohólicas, jeringas, porros, cigarros. La pareja no podía despreciar esas tentadoras ofertas: Joan se lanzó al abismo, bebió ginebra, ron, tequila, se drogó con morfina, marihuana, todo lo que el anfitrión había “preparado”. Burroughs hizo lo mismo, y ya después, sacó su pistola, una Star calibre 38. Comenzó a jugar con ella, luego, le ofreció una ginebra a Joan. Brindaron. Entonces William le propone a Joan representar el momento en el que, en la obra Guillermo Tell, escrita por el romántico Federico Schiller, el personaje lanza una flecha a una manzana colocada en la cabeza de su hijo. Joan se colocó la ginebra en la cabeza, William a dos metros de distancia le dispara. Le dio en la cabeza. Fue llevada en una ambulancia de la Cruz Roja, pero antes de llegar al hospital, Joan falleció.

En el informe policial se dijo que “William pensó que (Joan) estaba bromeando” cuando se derrumbó después de que él le había disparado. Al parecer no se había dado cuenta que le había dado justo en la frente. El periódico The Albany Times Union informó, dos días después, que “La Sra. Joan Vollmer Burroughs, de 27 años, antes de Loudonville, fue asesinada a tiros por su esposo el jueves por la noche durante una fiesta en un departamento de la Ciudad de México”.

En 1952, Burroughs escribió la novela Queer, se publicó en 1985. En ella, como en la mayoría de sus obras, la muerte de Joan le persigue y le inspira: “Me veo obligado a llegar a la terrible conclusión de que nunca me habría convertido en escritor si no hubiera sido por la muerte de Joan. Vivo con la amenaza constante de posesión, y una necesidad de escapar de la pasión, del control. Entonces, la muerte de Joan me puso en contacto con el invasor, el Espíritu Feo, y me llevó a una lucha de por vida, en la que no tuve más remedio que escribir mi salida”.

Es muy importante hacer notar que Joan fue mucho más que una anécdota en la vida de Burroughs. Katie Bennett rescata su valioso aporte a la creación de la Generación Beat: “Con el paso de los meses, no me sorprendió descubrir que ella era mucho más que una mera nota al pie de la historia de William. Ella era un espíritu creativo. En la década de 1940 […] dirigió debates que duraron toda la noche y sentaron las bases para las características distintivas de la Generación Beat: libertad social y composición literaria espontánea. Presentó a Kerouac con Marcel Proust y a William le mostró los códices mayas, a través de su eventual descenso a la adicción, inspiró parcialmente el Aullido de Allen Ginsberg. La Generación Beat fue tanto un movimiento cultural como literario, y a través de su fluidez sexual y su negativa a someterse a la timidez femenina socialmente prescrita, Joan inspiró a las mujeres a convertirse en Beat”. ¡Viva Joan Vollmer!

La Generación Beat fue tanto un movimiento cultural como literario, y a través de su fluidez sexual y su negativa a someterse a la timidez femenina socialmente prescrita, Joan inspiró a las mujeres a convertirse en Beat.

  • Correo: enesto.jimher@gmail.com
  • Twitter: @OsirisJimenez

“Joan Vollmer Adams Burroughs fue fundamental en la creación de la revolución Beat; de hecho, los fuegos que avivaron el motor Beat se iniciaron con Joan como mecenas y musa. Su apartamento en Nueva York fue el núcleo que atrajo a muchos de los personajes que jugaron un papel vital en la formación del Beat. […] Brillante y bien versada en filosofía y literatura, Joan fue la piedra en la que los principales escritores (Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Bill Burroughs) afilaron su intelecto. Reconocida como una de las personas más perceptivas del grupo, su mente fuerte y su naturaleza independiente ayudaron a impulsar a los Beats hacia una nueva sensibilidad”. Así la define Brenda Knight en Las mujeres de la generación Beat.

Joan Vollmer nació el 4 de febrero de 1923 en Loudonville, Nueva York. En 1940 se trasladó a la ciudad de Nueva York para estudiar en Barnard College, lugar en donde se encontraría con el grupo de los Beats. Con frecuencia los recibía en su departamento del Upper West Side. Era ya una intelectual que participaba en las discusiones. Pronto se enamoró de William S. Burroughs y algún tiempo después se mudaron a la Ciudad de México, un viaje de trágicas consecuencias.

La Generación Beat evolucionó en los años de la posguerra, cuando los jóvenes reflexionaban sobre el acontecer político y desarrollaban formas creativas de expresión. Se mostraban particularmente ansiosos por subvertir el statu quo y romper las normas tradicionales de la literatura. En ese ambiente Vollmer encontró su lugar, en un bar de Manhattan conoció a Edie Parker, la primera mujer de Jack Keouac. Como se llevaban muy bien decidieron buscar un departamento en el Upper West Side de Manhattan, eso fue posible debido a que el primer esposo de Vollmer fue reclutado para la guerra. Así, ese lugar se convirtió en el lugar de reunión de los idealistas Beat. Gracias a la generosidad de Vollmer, Burroughs, Kerouac y Ginsberg se convirtieron en los principales creadores del grupo.

Vollmer era una incondicional, baste con decir que en 1944 Burroughs y Kerouac fueron arrestados como testigos materiales de un asesinato, la víctima y el asesino eran amigos de los Beats, ella los conocía bien, pero se decantó por el grupo. Luego, Edie Parker se casó con Kerouac para que sus padres pudieran ayudarlo a pagar la fianza.

Ese acontecimiento profundizó la relación de Vollmer con el grupo. En 1945 le pidió el divorcio a su esposo. De alguna manera Ginsberg encarriló la relación de ella con Burroughs, pues el creía que eran almas gemelas telepáticas, con todo y que él era un homosexual activo. Él la amaba, decía que era “Una mujer extraordinaria, la persona más inteligente, con una visión inmediata del carácter de cualquiera”. La pareja, como el resto del grupo, compartían la afición por las drogas. A Burroughs le gustaba la heroína, mientras que ella prefería la bencedrina. El uso de tales drogas llevó a Vollmer al hospital Bellevue, después de un brote psicótico en 1946. Por su parte, Burroughs enfrentaba varios problemas. Fue arrestado por falsificar recetas y enviado a vivir con sus padres en Missouri. Apenas concluyó su periodo de prueba, recuperó a Vollmer. Se inicio entonces un periplo por las ciudades de Texas, Nueva York, Nueva Orleans, y poco después, fue arrestado por posesión de heroína. Es cuando deciden abandonar el país y, fatalmente, se mudaron a la Ciudad de México.

En 1949 se instalaron en la calle Orizaba, de la famosísima Colonia Roma. En ese tiempo el autor aún no había conseguido logros literarios de importancia. Pero ocurrió que el ambiente chilango (tugurios, burdeles, cantinas), funcionó como como un verdadero estimulante “psicotrópico” que le allanó el camino de la creatividad y así pudo escribir varias de sus obras más importantes. Festivo por el hallazgo de una gran ciudad, decide invitar a Ginsberg, Marker y Kerouac a conocerla y a disfrutar de la vida, especialmente la nocturna, que brindaba la gran urbe. En aquel entonces la Ciudad de México gozaba de un auge económico, el ambiente era cordial y fiestero. Un paraíso en donde consumían morfina, opio, anfetaminas, peyote, marihuana, LSD, metanfetaminas… Eran frecuentes las visitas a las cantinas y a los “antros” como el “Bounty Bar”, ubicado en la ahora muy conocida avenida Álvaro Obregón; muchos cuentan que fue en ese lugar en donde escribió su obra más importante: El almuerzo desnudo. Era un ambiente festivo y a la vez un desafío a la suerte. El 6 de septiembre de 1951, John Healy andaba enfiestado, invitó a Will y Joan a seguir la “fiesta” en su propio departamento de la calle Monterrey, en la Roma.

En ese lugar había de todo, bebidas alcohólicas, jeringas, porros, cigarros. La pareja no podía despreciar esas tentadoras ofertas: Joan se lanzó al abismo, bebió ginebra, ron, tequila, se drogó con morfina, marihuana, todo lo que el anfitrión había “preparado”. Burroughs hizo lo mismo, y ya después, sacó su pistola, una Star calibre 38. Comenzó a jugar con ella, luego, le ofreció una ginebra a Joan. Brindaron. Entonces William le propone a Joan representar el momento en el que, en la obra Guillermo Tell, escrita por el romántico Federico Schiller, el personaje lanza una flecha a una manzana colocada en la cabeza de su hijo. Joan se colocó la ginebra en la cabeza, William a dos metros de distancia le dispara. Le dio en la cabeza. Fue llevada en una ambulancia de la Cruz Roja, pero antes de llegar al hospital, Joan falleció.

En el informe policial se dijo que “William pensó que (Joan) estaba bromeando” cuando se derrumbó después de que él le había disparado. Al parecer no se había dado cuenta que le había dado justo en la frente. El periódico The Albany Times Union informó, dos días después, que “La Sra. Joan Vollmer Burroughs, de 27 años, antes de Loudonville, fue asesinada a tiros por su esposo el jueves por la noche durante una fiesta en un departamento de la Ciudad de México”.

En 1952, Burroughs escribió la novela Queer, se publicó en 1985. En ella, como en la mayoría de sus obras, la muerte de Joan le persigue y le inspira: “Me veo obligado a llegar a la terrible conclusión de que nunca me habría convertido en escritor si no hubiera sido por la muerte de Joan. Vivo con la amenaza constante de posesión, y una necesidad de escapar de la pasión, del control. Entonces, la muerte de Joan me puso en contacto con el invasor, el Espíritu Feo, y me llevó a una lucha de por vida, en la que no tuve más remedio que escribir mi salida”.

Es muy importante hacer notar que Joan fue mucho más que una anécdota en la vida de Burroughs. Katie Bennett rescata su valioso aporte a la creación de la Generación Beat: “Con el paso de los meses, no me sorprendió descubrir que ella era mucho más que una mera nota al pie de la historia de William. Ella era un espíritu creativo. En la década de 1940 […] dirigió debates que duraron toda la noche y sentaron las bases para las características distintivas de la Generación Beat: libertad social y composición literaria espontánea. Presentó a Kerouac con Marcel Proust y a William le mostró los códices mayas, a través de su eventual descenso a la adicción, inspiró parcialmente el Aullido de Allen Ginsberg. La Generación Beat fue tanto un movimiento cultural como literario, y a través de su fluidez sexual y su negativa a someterse a la timidez femenina socialmente prescrita, Joan inspiró a las mujeres a convertirse en Beat”. ¡Viva Joan Vollmer!

La Generación Beat fue tanto un movimiento cultural como literario, y a través de su fluidez sexual y su negativa a someterse a la timidez femenina socialmente prescrita, Joan inspiró a las mujeres a convertirse en Beat.

  • Correo: enesto.jimher@gmail.com
  • Twitter: @OsirisJimenez