/ domingo 17 de noviembre de 2019

Quien mira demasiado las cosas ajenas, no goza de las propias.

¿Brasil? ¿Cuál Brasil?... Los de allá, los de abajo, los bailadores de zamba

Pienso que nada de edificante tiene el que esté ponderando los méritos de jugadores actuales que ustedes están mirando actuar. Fue mi propuesta desde el momento que inicié esta columna, el que jamás les hablaría de un futbolista que no haya visto jugar, ya sea en persona o por televisión, entonces lo mejor es que les platique de aquellos grandes hombres de los que ya no se habla y, que en su tiempo fueron los Messi y los Cristiano Ronaldo.

En esta ocasión les hablaré de un jugador soviético, aclarando que ese gentilicio jamás lo usamos en el pasado, para el mundo entero, el soviético era un ruso y ruso se quedaba y, como la Unión Soviética era enorme, no nos podemos explicar que un futbolista ucraniano fuera ruso. Esta situación nos hace preguntarnos, ¿Cómo es que Rusia no se ha mostrado como la gran potencia que debería ser? Algo muy parecido a la desaparecida Yugoslavia, que estaba compuesta por Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia, de las que destacan futbolísticamente, Croacia, Serbia y Eslovenia, que independientes, han ganado más que cuando conformaban a la desaparecida Yugoslavia.

Un mérito semejante al de Uruguay, considerado potencia mundial, siendo uno de los países más pequeños del mundo. Así, Oleg Blokhim era un ucraniano soviético que jugaba para el Dínamo de Kiev, de Ucrania, en aquel tiempo Unión Soviética. En la temporada 1981-1982, Oleg Vladimirovich Blokhine batió todos los records goleadores del futbol soviético al marcar su tanto número 153 en la decimosexta jornada de Liga con su equipo, el Dínamo de Kiev.

Desde 1948, ese récord estaba en posesión del ex-jugador del torpedo de Moscú, Alexander Ponomarev, que había logrado sumar 152 goles en su prolongada carrera. Oleg Blokhine, llamado “La Flecha de Ucrania”, entusiasma por la velocidad y la precisión de su juego. Si creen ustedes que lo que hace Messi no lo ha hecho nadie, se equivocan. Extremo a la antigua usanza, cubría los 100 metros planos en 10 segundos, para el gobierno soviético era un dilema el ubicar a Oleg en una disciplina, o el futbol, o el atletismo olímpico.

Nació en 1952 en Kiev y a los 23 años, en 1975, fue designado mejor jugador europeo del año “Balón de Oro”. Esa misma temporada ganó con su equipo, el Dínamo de Kiev, la Recopa y la Súpercopa de Europa. Su fuerte y abierta personalidad, la eficacia goleadora de su juego y su capacidad par adaptarse a cualquier sistema colectivo, le hicieron pieza codiciada de los grandes clubes europeos, entre ellos el Real Madrid, que pretendió en vano enrolarlo en sus filas. En cierta ocasión Blokhine confesó que le hubiese gustado jugar en el Ajax que ganó tres copas de Europa. No es el único jugador ucraniano que los merengues no logran vestir de blanco, el otro fue Andry Shevchenko que hubiera conformado un tridente de miedo junto a Raúl y Ronaldo. Blokhine jugo en el Mundial México 86 e Italia 90.

Tenemos para hoy, como platillo fuerte, la final del Campeonato Sub-17 Brasil 2019. Sabemos bien que el jugador brasileño es de contentillo, a ellos los motiva una alegría carnavalera que si el día del juego la tienen, no hay poder en el mundo que los detenga, de esa forma han logrado conquistar cinco Copas del Mundo, tres de la mano de Pelé, una de Romario y Bebeto y la última en Japón-Corea en 1982. Cuna de grandes jugadores, todos de una personalidad impactante como lo fue Garrincha , quizás el futbolista más querido en la historia del futbol mundial, que regalaba felicidad a la tribuna propia y a la ajena, pues el público nunca lo pitó y premió con aplausos todas las increíbles evoluciones que realizaba. No quiero contarles lo que ocurría cuando esos monstruos estaban de vena, que los que ganaron los tres primeros trofeos, siempre lucieron bien, aún cuando Pelé, en Chile-62 abandonó por lesión en el segundo juego. Ahí apareció Garrincha para hacerse cargo del liderazgo, haciéndolo tan bien, que nos olvidamos de Pelé.

Pero la volubilidad del brasileño es tal, que bien se nos puede presentar un grupo de monstruos como aquellos, ante los que lo único que procede es ponernos a rezar o que los once cariocas salgan desesperados y distraídos porque el carnaval se tarda. Por muy mexicanos que seamos y, mucho reconocimiento que le tengamos al Jimy Lozano y a Fernando Tena, los brasileños que entonces encararon, en nada se parecían a los que hemos visto brillar en el futbol europeo, así que lo que podemos esperar, como dijo nuestra gran filósofa, la “Chimoltrufia” como digo una cosa, digo otra, lo más seguro es que quien sabe.

Hasta pronto amigo.

¿Brasil? ¿Cuál Brasil?... Los de allá, los de abajo, los bailadores de zamba

Pienso que nada de edificante tiene el que esté ponderando los méritos de jugadores actuales que ustedes están mirando actuar. Fue mi propuesta desde el momento que inicié esta columna, el que jamás les hablaría de un futbolista que no haya visto jugar, ya sea en persona o por televisión, entonces lo mejor es que les platique de aquellos grandes hombres de los que ya no se habla y, que en su tiempo fueron los Messi y los Cristiano Ronaldo.

En esta ocasión les hablaré de un jugador soviético, aclarando que ese gentilicio jamás lo usamos en el pasado, para el mundo entero, el soviético era un ruso y ruso se quedaba y, como la Unión Soviética era enorme, no nos podemos explicar que un futbolista ucraniano fuera ruso. Esta situación nos hace preguntarnos, ¿Cómo es que Rusia no se ha mostrado como la gran potencia que debería ser? Algo muy parecido a la desaparecida Yugoslavia, que estaba compuesta por Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia, de las que destacan futbolísticamente, Croacia, Serbia y Eslovenia, que independientes, han ganado más que cuando conformaban a la desaparecida Yugoslavia.

Un mérito semejante al de Uruguay, considerado potencia mundial, siendo uno de los países más pequeños del mundo. Así, Oleg Blokhim era un ucraniano soviético que jugaba para el Dínamo de Kiev, de Ucrania, en aquel tiempo Unión Soviética. En la temporada 1981-1982, Oleg Vladimirovich Blokhine batió todos los records goleadores del futbol soviético al marcar su tanto número 153 en la decimosexta jornada de Liga con su equipo, el Dínamo de Kiev.

Desde 1948, ese récord estaba en posesión del ex-jugador del torpedo de Moscú, Alexander Ponomarev, que había logrado sumar 152 goles en su prolongada carrera. Oleg Blokhine, llamado “La Flecha de Ucrania”, entusiasma por la velocidad y la precisión de su juego. Si creen ustedes que lo que hace Messi no lo ha hecho nadie, se equivocan. Extremo a la antigua usanza, cubría los 100 metros planos en 10 segundos, para el gobierno soviético era un dilema el ubicar a Oleg en una disciplina, o el futbol, o el atletismo olímpico.

Nació en 1952 en Kiev y a los 23 años, en 1975, fue designado mejor jugador europeo del año “Balón de Oro”. Esa misma temporada ganó con su equipo, el Dínamo de Kiev, la Recopa y la Súpercopa de Europa. Su fuerte y abierta personalidad, la eficacia goleadora de su juego y su capacidad par adaptarse a cualquier sistema colectivo, le hicieron pieza codiciada de los grandes clubes europeos, entre ellos el Real Madrid, que pretendió en vano enrolarlo en sus filas. En cierta ocasión Blokhine confesó que le hubiese gustado jugar en el Ajax que ganó tres copas de Europa. No es el único jugador ucraniano que los merengues no logran vestir de blanco, el otro fue Andry Shevchenko que hubiera conformado un tridente de miedo junto a Raúl y Ronaldo. Blokhine jugo en el Mundial México 86 e Italia 90.

Tenemos para hoy, como platillo fuerte, la final del Campeonato Sub-17 Brasil 2019. Sabemos bien que el jugador brasileño es de contentillo, a ellos los motiva una alegría carnavalera que si el día del juego la tienen, no hay poder en el mundo que los detenga, de esa forma han logrado conquistar cinco Copas del Mundo, tres de la mano de Pelé, una de Romario y Bebeto y la última en Japón-Corea en 1982. Cuna de grandes jugadores, todos de una personalidad impactante como lo fue Garrincha , quizás el futbolista más querido en la historia del futbol mundial, que regalaba felicidad a la tribuna propia y a la ajena, pues el público nunca lo pitó y premió con aplausos todas las increíbles evoluciones que realizaba. No quiero contarles lo que ocurría cuando esos monstruos estaban de vena, que los que ganaron los tres primeros trofeos, siempre lucieron bien, aún cuando Pelé, en Chile-62 abandonó por lesión en el segundo juego. Ahí apareció Garrincha para hacerse cargo del liderazgo, haciéndolo tan bien, que nos olvidamos de Pelé.

Pero la volubilidad del brasileño es tal, que bien se nos puede presentar un grupo de monstruos como aquellos, ante los que lo único que procede es ponernos a rezar o que los once cariocas salgan desesperados y distraídos porque el carnaval se tarda. Por muy mexicanos que seamos y, mucho reconocimiento que le tengamos al Jimy Lozano y a Fernando Tena, los brasileños que entonces encararon, en nada se parecían a los que hemos visto brillar en el futbol europeo, así que lo que podemos esperar, como dijo nuestra gran filósofa, la “Chimoltrufia” como digo una cosa, digo otra, lo más seguro es que quien sabe.

Hasta pronto amigo.