/ miércoles 4 de julio de 2018

Remover el pasado


Hace años a una joven le cambiaron su bebé en una policlínica de maternidad.


Habían transcurrido varios días de su alta en el nosocomio de un pueblito en sudamérica, cuando su hija de seis años, que recién había aprendido a leer en la escuela, deletreo en el brazalete de identificación de su hermanita un nombre distinto al de su familia. Tras de una rápida consulta a los archivos del dispensario, los padres de la criatura comprobaron que el neonato no era el de ellos, había sido cambiado. Afligidos, comprobaron que su nene habitaba con un matrimonio residente en una ciudad cercana, los cuales permanecían ajenos a tan tremendo error.


El momento de la devolución, inevitablemente con la firma de acta de Notario, fue inenarrable y emotivo; ambas progenitoras derramaron lágrimas y profesaron acurrucos, mimos y besos al bebé que, por unos días, alimentaron y cuidaron como propio. Por un instante, pareció que no lo querían regresar.


De una nota periodística como la descrita en párrafos anteriores, acerca de la naturaleza humana, el amor y las emociones, surgió la idea para un cuento que el canta autor argentino, Fito Paez, llevó al celuloide. El filme es sobre una abuela víctima de la dictadura argentina, que recupera a sus dos nietos, luego de una prueba de ADN, pero ellos finalmente deciden permanecer con su familia adoptiva.


Los trágicos hechos acaecidos durante la política del terror de la dictadura en Argentina, hace más de veinte años, dejaron en la orfandad a muchos bebés, hijos de rebeldes muertos, y estos fueron adoptados por sus perseguidores. Actualmente familiares de esos niños y niñas luchan por encontrarlos, y para ello recurren a los archivos recuperados y a los análisis del ADN. No obstante, será que Fito Paez quiere decirnos que con el paso de mucho tiempo, a veces es mejor no remover las cenizas del pasado.


Hace años a una joven le cambiaron su bebé en una policlínica de maternidad.


Habían transcurrido varios días de su alta en el nosocomio de un pueblito en sudamérica, cuando su hija de seis años, que recién había aprendido a leer en la escuela, deletreo en el brazalete de identificación de su hermanita un nombre distinto al de su familia. Tras de una rápida consulta a los archivos del dispensario, los padres de la criatura comprobaron que el neonato no era el de ellos, había sido cambiado. Afligidos, comprobaron que su nene habitaba con un matrimonio residente en una ciudad cercana, los cuales permanecían ajenos a tan tremendo error.


El momento de la devolución, inevitablemente con la firma de acta de Notario, fue inenarrable y emotivo; ambas progenitoras derramaron lágrimas y profesaron acurrucos, mimos y besos al bebé que, por unos días, alimentaron y cuidaron como propio. Por un instante, pareció que no lo querían regresar.


De una nota periodística como la descrita en párrafos anteriores, acerca de la naturaleza humana, el amor y las emociones, surgió la idea para un cuento que el canta autor argentino, Fito Paez, llevó al celuloide. El filme es sobre una abuela víctima de la dictadura argentina, que recupera a sus dos nietos, luego de una prueba de ADN, pero ellos finalmente deciden permanecer con su familia adoptiva.


Los trágicos hechos acaecidos durante la política del terror de la dictadura en Argentina, hace más de veinte años, dejaron en la orfandad a muchos bebés, hijos de rebeldes muertos, y estos fueron adoptados por sus perseguidores. Actualmente familiares de esos niños y niñas luchan por encontrarlos, y para ello recurren a los archivos recuperados y a los análisis del ADN. No obstante, será que Fito Paez quiere decirnos que con el paso de mucho tiempo, a veces es mejor no remover las cenizas del pasado.