/ viernes 6 de julio de 2018

Con café y a media luz | Renovarse o morir

Sin duda alguna, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en la pasada contienda por el cargo de titular del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos, tiene un sin número de lecturas y la gran mayoría de ellas está cimentada en el sentir del electorado que decidió a través de un ejercicio democrático cuál sería el rumbo que tomaría nuestra nación, hecho que es por demás plausible porque se respetó el voto de la mayoría.

La institucionalidad sobre la cual recayó la seriedad del conteo habla de la evolución que han tenido las autoridades en un proceso de madurez y reflexión sobre el quehacer que realizan y las consecuencias que éste conlleva, tanto para el presente como para el futuro de nuestro país. Asimismo, se pudo observar el nivel de seguridad ofrecido por las fuerzas armadas que se dedicaron a proteger las urnas y la papelería; aunque en algunos puntos se intentó hurtar el material, el mejor resguardo lo ofreció la misma ciudadanía.

El reconocimiento de derrota por parte de los rivales también ofrece una buena cantidad de perspectivas. En primer término y creo que el más importante para cada uno de los que aparecieron a cuadro, fue proteger la imagen de político de primer mundo que quisieron demostrar y, la segunda, el tratar de dejar bien parado al partido político que los arropó durante la campaña.

Y es eso último, lo que traigo a colación para la entrega de este día, querido amigo lector.

Si usted recuerda, y estoy seguro que así será, hubo un mote bien difundido por las redes sociales que se refería a la unificación de los escaparates políticos, esta amalgama de elementos fue, pomposamente, llamada PRIAN, en clara referencia a que en “ambas ollas se cocían las mismas habas” y, unos más, atinaron a agregar a un tercero en discordia y apostaron por el vocablo PRIAN-PRD, asegurando que los del “Sol Azteca” eran “correas del mismo cuero”.

Esta idea fue bien adoptada por la gran mayoría de los ciudadanos y decidieron rechazar todo lo que oliera a PRI, PAN y PRD.

Con esa clara tendencia de desprecio las cúpulas de los tres partidos se están viendo en la obligación de reconstituirse, de reinventarse y hasta en un momento dado, aventurarse a un esquema ideológico fantástico de “refundarse” con una nueva esencia, aunque con los mismos personajes que ya todos conocemos.

Solo es cuestión de repasar un poco la historia y veremos que cuando empezó a oler a derrota, corrientes tricolores gritaban a los cuatro vientos que había sido un error el colocar a un personaje como José Meade puesto que su imagen estaba plagada de claroscuros, era tibio y las marcas del vitíligo no le ayudaban a proyectar la idea de solidez y aplomo a la que nos tenía acostumbrados el “revolucionario institucional”, también se criticó duramente la labor de Aurelio Nuño al frente de la campaña, la cual durante todo el tiempo fue dando “golpes de ciego”, cambiando spots publicitarios, eslóganes propagandísticos, conceptos arcaicos y luego modernos, con argumentos tibios y después muy agresivos, así como serios y por último jocosos y ridículos como aquel de la novia que habla con su madre.

La pregunta es: ¿Acaso hasta el final de esta aventura se dieron cuenta que no era el candidato ideal?

Por otra parte, el capricho de Ricardo Anaya de ser él quien representara a los blanquiazules y su posterior berrinche al observar que Margarita Zavala le apostó a “la vía libre”, ocasionaron no nada más la fractura al interior del PAN, además le mereció la consabida derrota y el “premio de consolación” de decir, “seremos una oposición férrea”.

Le aseguro que, si el queretano hubiera aplicado “la del caballo alazán lucero”, otra hubiera sido la historia y era muy probable que el triunfo se lo hubiese llevado la dama y, por ende, el poder en cuestión estaría en este momento en las vitrinas de Acción Nacional.

En el mismo tenor y parafraseando al inmortal “charro cantor”, Jorge Negrete, en una de sus películas, “¡Para amolarla de acabar!”, la unión con el Partido de la Revolución Democrática, además de consolidar la fractura al interior de los panistas, también evidenció un debilitamiento del escaparate del Sol Azteca, el que, por cierto y apelando a la verdad, ya era “un secreto a voces” que retumbaba a nivel nacional.

Definitivamente, la oferta tradicionalista de discurso revolucionario y retador, con posturas de prudencia y recato o con las mismas ideas “innovadoras”, ya no son atractivas para el mercado de nuevos votantes que han terminado por no comprar con el poder de un voto todos los ideales que antes emocionaban.

Por último, es obligatorio observar de manera inmediata un cambio de fondo y de forma. Es imperativa una reconstrucción desde sus cimientos en cada uno de los partidos y en un punto radicalista, tal vez lo más sano sea desaparecerlos y reaparecer con uno completamente nuevo. ¿No cree?

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!


Sin duda alguna, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en la pasada contienda por el cargo de titular del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos, tiene un sin número de lecturas y la gran mayoría de ellas está cimentada en el sentir del electorado que decidió a través de un ejercicio democrático cuál sería el rumbo que tomaría nuestra nación, hecho que es por demás plausible porque se respetó el voto de la mayoría.

La institucionalidad sobre la cual recayó la seriedad del conteo habla de la evolución que han tenido las autoridades en un proceso de madurez y reflexión sobre el quehacer que realizan y las consecuencias que éste conlleva, tanto para el presente como para el futuro de nuestro país. Asimismo, se pudo observar el nivel de seguridad ofrecido por las fuerzas armadas que se dedicaron a proteger las urnas y la papelería; aunque en algunos puntos se intentó hurtar el material, el mejor resguardo lo ofreció la misma ciudadanía.

El reconocimiento de derrota por parte de los rivales también ofrece una buena cantidad de perspectivas. En primer término y creo que el más importante para cada uno de los que aparecieron a cuadro, fue proteger la imagen de político de primer mundo que quisieron demostrar y, la segunda, el tratar de dejar bien parado al partido político que los arropó durante la campaña.

Y es eso último, lo que traigo a colación para la entrega de este día, querido amigo lector.

Si usted recuerda, y estoy seguro que así será, hubo un mote bien difundido por las redes sociales que se refería a la unificación de los escaparates políticos, esta amalgama de elementos fue, pomposamente, llamada PRIAN, en clara referencia a que en “ambas ollas se cocían las mismas habas” y, unos más, atinaron a agregar a un tercero en discordia y apostaron por el vocablo PRIAN-PRD, asegurando que los del “Sol Azteca” eran “correas del mismo cuero”.

Esta idea fue bien adoptada por la gran mayoría de los ciudadanos y decidieron rechazar todo lo que oliera a PRI, PAN y PRD.

Con esa clara tendencia de desprecio las cúpulas de los tres partidos se están viendo en la obligación de reconstituirse, de reinventarse y hasta en un momento dado, aventurarse a un esquema ideológico fantástico de “refundarse” con una nueva esencia, aunque con los mismos personajes que ya todos conocemos.

Solo es cuestión de repasar un poco la historia y veremos que cuando empezó a oler a derrota, corrientes tricolores gritaban a los cuatro vientos que había sido un error el colocar a un personaje como José Meade puesto que su imagen estaba plagada de claroscuros, era tibio y las marcas del vitíligo no le ayudaban a proyectar la idea de solidez y aplomo a la que nos tenía acostumbrados el “revolucionario institucional”, también se criticó duramente la labor de Aurelio Nuño al frente de la campaña, la cual durante todo el tiempo fue dando “golpes de ciego”, cambiando spots publicitarios, eslóganes propagandísticos, conceptos arcaicos y luego modernos, con argumentos tibios y después muy agresivos, así como serios y por último jocosos y ridículos como aquel de la novia que habla con su madre.

La pregunta es: ¿Acaso hasta el final de esta aventura se dieron cuenta que no era el candidato ideal?

Por otra parte, el capricho de Ricardo Anaya de ser él quien representara a los blanquiazules y su posterior berrinche al observar que Margarita Zavala le apostó a “la vía libre”, ocasionaron no nada más la fractura al interior del PAN, además le mereció la consabida derrota y el “premio de consolación” de decir, “seremos una oposición férrea”.

Le aseguro que, si el queretano hubiera aplicado “la del caballo alazán lucero”, otra hubiera sido la historia y era muy probable que el triunfo se lo hubiese llevado la dama y, por ende, el poder en cuestión estaría en este momento en las vitrinas de Acción Nacional.

En el mismo tenor y parafraseando al inmortal “charro cantor”, Jorge Negrete, en una de sus películas, “¡Para amolarla de acabar!”, la unión con el Partido de la Revolución Democrática, además de consolidar la fractura al interior de los panistas, también evidenció un debilitamiento del escaparate del Sol Azteca, el que, por cierto y apelando a la verdad, ya era “un secreto a voces” que retumbaba a nivel nacional.

Definitivamente, la oferta tradicionalista de discurso revolucionario y retador, con posturas de prudencia y recato o con las mismas ideas “innovadoras”, ya no son atractivas para el mercado de nuevos votantes que han terminado por no comprar con el poder de un voto todos los ideales que antes emocionaban.

Por último, es obligatorio observar de manera inmediata un cambio de fondo y de forma. Es imperativa una reconstrucción desde sus cimientos en cada uno de los partidos y en un punto radicalista, tal vez lo más sano sea desaparecerlos y reaparecer con uno completamente nuevo. ¿No cree?

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!