/ viernes 18 de octubre de 2019

Revocación del mandato

Las mexicanas y mexicanos que con espíritu cívico acudieron al Instituto Nacional Electoral (INE) para obtener su nueva credencial con fotografía

Y hacerlo a tiempo para participar en las pasadas elecciones presidenciales, merecen respeto, no solo por su valentía y autodeterminación, sino que tienen derecho de saber el destino de su voto.Particularmente, en lo que toca al derecho constitucional de revocar el mandato a gobernantes, cuya cuenta pendiente ya fue saldada por legisladores de la República.

Al momento de emitir el voto, comúnmente se cree que equivocarse no importa del todo, porque es siempre posible cambiar de parecer. Esto no opera en la vida real.

Es para congratularse que ya sea posible abrogar el fuero constitucional, cuyo obstáculo legal para hacerlo solo entorpecía el desarrollo de país.

Si bien la sociedad en su conjunto es ya más libre de señalar el mal hacer, el mal decir y el mal estar de los representantes populares, independientemente de siglas y colores, los cambios que el país demanda, está claro que requerían de la voluntad política necesaria para que la revocación de mandato fuera un acto posible, con objeto de disminuir las conductas inadecuadas por parte de quienes todavía creen detentar un poder que se avizora omnímodo. Hay quienes se preguntan si podrían producirse excesos o injusticias en el proceso mencionado sobre políticos señalados de ser ineficaces y corruptos. Quizás. Pero esto no llega a tanto ni es tan grave, seguramente, como las afrentas que la población ha padecido ante la ola de corruptelas e impunidad rampante que se vive. La gran mayoría de las mexicanas y mexicanos habla de la necesidad de que los cambios en el país sean acelerados. Mientras que una minoría, persiste en la idea de que los cambios solo pueden ser efectuados lentamente. Tal vez con la esperanza de que no se lleven a cabo, y todo quede en suspenso.

En suma, la democracia es un manjar que todos quieren degustar; pero primero hay que cocinarla.

Las mexicanas y mexicanos que con espíritu cívico acudieron al Instituto Nacional Electoral (INE) para obtener su nueva credencial con fotografía

Y hacerlo a tiempo para participar en las pasadas elecciones presidenciales, merecen respeto, no solo por su valentía y autodeterminación, sino que tienen derecho de saber el destino de su voto.Particularmente, en lo que toca al derecho constitucional de revocar el mandato a gobernantes, cuya cuenta pendiente ya fue saldada por legisladores de la República.

Al momento de emitir el voto, comúnmente se cree que equivocarse no importa del todo, porque es siempre posible cambiar de parecer. Esto no opera en la vida real.

Es para congratularse que ya sea posible abrogar el fuero constitucional, cuyo obstáculo legal para hacerlo solo entorpecía el desarrollo de país.

Si bien la sociedad en su conjunto es ya más libre de señalar el mal hacer, el mal decir y el mal estar de los representantes populares, independientemente de siglas y colores, los cambios que el país demanda, está claro que requerían de la voluntad política necesaria para que la revocación de mandato fuera un acto posible, con objeto de disminuir las conductas inadecuadas por parte de quienes todavía creen detentar un poder que se avizora omnímodo. Hay quienes se preguntan si podrían producirse excesos o injusticias en el proceso mencionado sobre políticos señalados de ser ineficaces y corruptos. Quizás. Pero esto no llega a tanto ni es tan grave, seguramente, como las afrentas que la población ha padecido ante la ola de corruptelas e impunidad rampante que se vive. La gran mayoría de las mexicanas y mexicanos habla de la necesidad de que los cambios en el país sean acelerados. Mientras que una minoría, persiste en la idea de que los cambios solo pueden ser efectuados lentamente. Tal vez con la esperanza de que no se lleven a cabo, y todo quede en suspenso.

En suma, la democracia es un manjar que todos quieren degustar; pero primero hay que cocinarla.