/ miércoles 1 de agosto de 2018

Con café y a media luz | Rumbo al cambio

Vertiginoso se ha antojado el avance de los días desde ese domingo en que se anunciara como presidente electo al candidato por el partido MORENA, Andrés Manuel López Obrador, dando paso a un cambio democrático emergido del más puro sentimiento manifestado por el voto popular que, buscando nuevos horizontes, se amparó bajo la sombra de aquel viejo adagio que reza “cualquier cambio es para mejorar”.

Después de ese triunfo arrollador en casi el cien por ciento de nuestro país, las sonrisas adornaron el rostro de los mexicanos pues vieron satisfecho el deseo del triunfo por el que llamaron su candidato y los gritos de júbilo se escucharon por doquier pues la “cuarta transformación”, término con el que no estoy muy de acuerdo, estaba por venir.

Con el transcurrir de las semanas, se plasmaron las ideas de trabajo en cincuenta apartados bien definidos y la presentación de los funcionarios que serán los responsables de llevar a buen puerto esta nueva administración pública de los Estados Unidos Mexicanos.

En ese ir y venir hubo contradicciones con los ideales expresados en campaña y correcciones en declaraciones vertidas a los reporteros, podemos citar el caso de la gasolina que, como en su momento señalaron los expertos, el precio no depende únicamente de la decisión de un mandatario sino que influyen cuestiones propias a los mercados; otro más es el del avión presidencial que ahora resulta no se puede vender; uno más es la migración de aproximadamente 2.7 millones de capitalinos, entre funcionarios y sus familias, que deberán buscar domicilio durante los próximos seis años en alguno de los estados a los que será movida la Secretaría a la cual están adscritos.

En este cambio, algunos gritos de júbilo han empezado a disminuir su volumen y han empezado a tornarse en cuestionamientos muy propios de la naturaleza humana al verse enfrentada a situaciones desconocidas de una etapa que, dicho sea de paso, aún no ha comenzado.

Estas declaraciones han sido replicadas a tal grado en los medios de comunicación nacional que temas como el del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México y la relación con los Estados Unidos de América han quedado momentáneamente en segundo lugar de la agenda noticiosa y se ha fijado la atención en los movimientos de AMLO.

Es más, ni siquiera el endeudamiento del gobierno de Enrique Peña Nieto, por más de 10 billones de pesos, ha sido escudriñado por los noticiarios nacionales como se debería, pues la losa de 80 mil pesos por pagar de cada mexicano para poder sanear las cuentas nacionales es algo sumamente preocupante y esta herencia para la administración del tabasqueño se traducirá, irremediablemente, en un incremento a los impuestos conocidos o, pudiéramos mencionarlo, a la creación de otros.

Me llama la atención las pláticas de café que he escuchado de algunos sectores de la sociedad en las que las palabras musitadas de triunfo han empezado a enmudecer y las sonrisas se han tornado en intercambios de miradas, la última razón de esto que le mencioné fue el nombramiento del licenciado Manuel Bartlett al frente de la Comisión Federal de Electricidad.

“¿Qué sabe este señor de la administración de una paraestatal como la CFE?”, ha sido la pregunta reiterada en todo el país, a tal grado que AMLO ya hizo uso del micrófono y ha respondido que durante los últimos años su subalterno ha estado trabajando en materia energética, lo que lo hace un individuo altamente calificado para ocupar el puesto en cuestión.

Y no pretendo jugar “al abogado del diablo”, gentil amigo lector, pero probablemente las cartas credenciales que el poblano tiene en este rubro sí garantizan un desempeño altamente eficiente y su currículum, el cual no conocemos, empata a la perfección con el ejercicio profesional técnico y administrativo para el control de los recursos de un monstruo como lo es la compañía de luz.

Sin embargo, también debemos reconocer que “la carta credencial” de la que este hombre no se ha podido desligar en los últimos 30 años es la del “error del 88”; la tristemente célebre “caída del sistema” que, se ha mencionado, fue el factor que determinó el triunfo del entonces candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario Institucional, Carlos Salinas de Gortari.

Aunque el senador por el Partido del Trabajo declaró recientemente que “no se cayó ningún sistema” y que “la caída fue una invención de Salinas, Fernández de Cevallos y Calderón para ocultar que ellos habían quemado los paquetes electorales”, el argumento no resulta del todo convincente.

Esta última declaración lleva a este humilde servidor a hacerse una pregunta: “¿Y por qué no denunció en su momento dicho delito federal y hasta hoy hace público el conocimiento de tal infracción?

Pero volviendo al tema que nos atañe, no estaría de más darle oportunidad a la administración “lopezobradorista” para observar cómo hace las cosas y si la estrategia planteada es la mejor, ya que, a fin de cuentas, son los burócratas los que terminan administrando las instituciones se llamen como se llamen, ¿no cree?

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día.


Vertiginoso se ha antojado el avance de los días desde ese domingo en que se anunciara como presidente electo al candidato por el partido MORENA, Andrés Manuel López Obrador, dando paso a un cambio democrático emergido del más puro sentimiento manifestado por el voto popular que, buscando nuevos horizontes, se amparó bajo la sombra de aquel viejo adagio que reza “cualquier cambio es para mejorar”.

Después de ese triunfo arrollador en casi el cien por ciento de nuestro país, las sonrisas adornaron el rostro de los mexicanos pues vieron satisfecho el deseo del triunfo por el que llamaron su candidato y los gritos de júbilo se escucharon por doquier pues la “cuarta transformación”, término con el que no estoy muy de acuerdo, estaba por venir.

Con el transcurrir de las semanas, se plasmaron las ideas de trabajo en cincuenta apartados bien definidos y la presentación de los funcionarios que serán los responsables de llevar a buen puerto esta nueva administración pública de los Estados Unidos Mexicanos.

En ese ir y venir hubo contradicciones con los ideales expresados en campaña y correcciones en declaraciones vertidas a los reporteros, podemos citar el caso de la gasolina que, como en su momento señalaron los expertos, el precio no depende únicamente de la decisión de un mandatario sino que influyen cuestiones propias a los mercados; otro más es el del avión presidencial que ahora resulta no se puede vender; uno más es la migración de aproximadamente 2.7 millones de capitalinos, entre funcionarios y sus familias, que deberán buscar domicilio durante los próximos seis años en alguno de los estados a los que será movida la Secretaría a la cual están adscritos.

En este cambio, algunos gritos de júbilo han empezado a disminuir su volumen y han empezado a tornarse en cuestionamientos muy propios de la naturaleza humana al verse enfrentada a situaciones desconocidas de una etapa que, dicho sea de paso, aún no ha comenzado.

Estas declaraciones han sido replicadas a tal grado en los medios de comunicación nacional que temas como el del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México y la relación con los Estados Unidos de América han quedado momentáneamente en segundo lugar de la agenda noticiosa y se ha fijado la atención en los movimientos de AMLO.

Es más, ni siquiera el endeudamiento del gobierno de Enrique Peña Nieto, por más de 10 billones de pesos, ha sido escudriñado por los noticiarios nacionales como se debería, pues la losa de 80 mil pesos por pagar de cada mexicano para poder sanear las cuentas nacionales es algo sumamente preocupante y esta herencia para la administración del tabasqueño se traducirá, irremediablemente, en un incremento a los impuestos conocidos o, pudiéramos mencionarlo, a la creación de otros.

Me llama la atención las pláticas de café que he escuchado de algunos sectores de la sociedad en las que las palabras musitadas de triunfo han empezado a enmudecer y las sonrisas se han tornado en intercambios de miradas, la última razón de esto que le mencioné fue el nombramiento del licenciado Manuel Bartlett al frente de la Comisión Federal de Electricidad.

“¿Qué sabe este señor de la administración de una paraestatal como la CFE?”, ha sido la pregunta reiterada en todo el país, a tal grado que AMLO ya hizo uso del micrófono y ha respondido que durante los últimos años su subalterno ha estado trabajando en materia energética, lo que lo hace un individuo altamente calificado para ocupar el puesto en cuestión.

Y no pretendo jugar “al abogado del diablo”, gentil amigo lector, pero probablemente las cartas credenciales que el poblano tiene en este rubro sí garantizan un desempeño altamente eficiente y su currículum, el cual no conocemos, empata a la perfección con el ejercicio profesional técnico y administrativo para el control de los recursos de un monstruo como lo es la compañía de luz.

Sin embargo, también debemos reconocer que “la carta credencial” de la que este hombre no se ha podido desligar en los últimos 30 años es la del “error del 88”; la tristemente célebre “caída del sistema” que, se ha mencionado, fue el factor que determinó el triunfo del entonces candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario Institucional, Carlos Salinas de Gortari.

Aunque el senador por el Partido del Trabajo declaró recientemente que “no se cayó ningún sistema” y que “la caída fue una invención de Salinas, Fernández de Cevallos y Calderón para ocultar que ellos habían quemado los paquetes electorales”, el argumento no resulta del todo convincente.

Esta última declaración lleva a este humilde servidor a hacerse una pregunta: “¿Y por qué no denunció en su momento dicho delito federal y hasta hoy hace público el conocimiento de tal infracción?

Pero volviendo al tema que nos atañe, no estaría de más darle oportunidad a la administración “lopezobradorista” para observar cómo hace las cosas y si la estrategia planteada es la mejor, ya que, a fin de cuentas, son los burócratas los que terminan administrando las instituciones se llamen como se llamen, ¿no cree?

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día.