/ viernes 1 de junio de 2018

Salvar la nave


El actual es tiempo crítico para los mexicanos, quienes vamos embarcados en una nave vieja que es el país...

Cuyo capitán y tripulación han perdido la brújula; viajamos guiados sólo por las estrellas, capoteando un temporal peligroso como lo son las elecciones y los terribles acontecimientos de violencia que cimbran a la nación.


Nuestra Patria es un barco sin rumbo y sin timón, donde los tripulantes nada hacen por la seguridad de los viajantes, ocupados más en salvarse del embate de las olas embravecidas, llevándose lo que pueden en caso de un naufragio.


Este barco que es México, iba bien, flotaba en mares con vientos fuertes y los podía capotear con destreza, gracias a la gran capacidad de quienes lo conducían y a la fortaleza de su estructura.


En otros tiempos, México solía ondear su bandera con orgullo y nada le pedía a ninguna flota del mundo, los pasajeros íbamos seguros, confiados en el alto sentido de responsabilidad de quienes lo conducían.


Desgraciadamente, de un tiempo a la fecha, los oficiales al mando comenzaron a caer en las garras de la corrupción, haciendo tratos con los piratas de los mares.

Y todo fue empezar, se descuidó el mantenimiento de la embarcación, se nombraron oficiales que no sabían nada de navegación profunda, gente que de mar sólo conocían las playas turísticas de moda y que sólo pensaban en depredar lo que podían para poder tener su propio yate de lujo.


Así condujeron a México por mucho tiempo, 80 años o más y, por supuesto, hoy nuestro país peligra de encallar en cualquier atolón o sucumbir ante cualquier tormenta, de no poner el remedio que se necesita.


Se hace necesario cambiar a toda la tripulación, desde el capitán hasta el más inútil grumete y renovar los instrumentos que mueven la nave.

Se hace preciso también, bajar a esos malos oficiales y dejarlos en una isla desierta para que no sigan contaminando a los que llegan.


Con esfuerzo, imaginación, honestidad y trabajo, México puede volver a ser aquel orgulloso trasatlántico que maravilló al mundo entero, bajo la conducción de grandes capitanes que le dieron lustre al arte de la navegación política.


Estamos en el momento justo del rescate a tiempo, antes de los malos vientos o del mar bravo, nos encontramos ante la disyuntiva de seguir igual con el peligro de irnos a pique, o de evitar la tragedia con un golpe de timón que nos cambie de rumbo y lleve a nuestra nave a la salvación de un puerto seguro.


El 1 de julio es la clave, ese día los mexicanos pasaremos a la historia como hombres que supimos salvar la nave, o como simples pasajeros a quienes no nos importó nuestro propio destino.


P.D.- Ningún barco se puede salvar, si el capitán ni siquiera sabe nadar.

e-mail:armando_juarezbecerra@hotmail.com


El actual es tiempo crítico para los mexicanos, quienes vamos embarcados en una nave vieja que es el país...

Cuyo capitán y tripulación han perdido la brújula; viajamos guiados sólo por las estrellas, capoteando un temporal peligroso como lo son las elecciones y los terribles acontecimientos de violencia que cimbran a la nación.


Nuestra Patria es un barco sin rumbo y sin timón, donde los tripulantes nada hacen por la seguridad de los viajantes, ocupados más en salvarse del embate de las olas embravecidas, llevándose lo que pueden en caso de un naufragio.


Este barco que es México, iba bien, flotaba en mares con vientos fuertes y los podía capotear con destreza, gracias a la gran capacidad de quienes lo conducían y a la fortaleza de su estructura.


En otros tiempos, México solía ondear su bandera con orgullo y nada le pedía a ninguna flota del mundo, los pasajeros íbamos seguros, confiados en el alto sentido de responsabilidad de quienes lo conducían.


Desgraciadamente, de un tiempo a la fecha, los oficiales al mando comenzaron a caer en las garras de la corrupción, haciendo tratos con los piratas de los mares.

Y todo fue empezar, se descuidó el mantenimiento de la embarcación, se nombraron oficiales que no sabían nada de navegación profunda, gente que de mar sólo conocían las playas turísticas de moda y que sólo pensaban en depredar lo que podían para poder tener su propio yate de lujo.


Así condujeron a México por mucho tiempo, 80 años o más y, por supuesto, hoy nuestro país peligra de encallar en cualquier atolón o sucumbir ante cualquier tormenta, de no poner el remedio que se necesita.


Se hace necesario cambiar a toda la tripulación, desde el capitán hasta el más inútil grumete y renovar los instrumentos que mueven la nave.

Se hace preciso también, bajar a esos malos oficiales y dejarlos en una isla desierta para que no sigan contaminando a los que llegan.


Con esfuerzo, imaginación, honestidad y trabajo, México puede volver a ser aquel orgulloso trasatlántico que maravilló al mundo entero, bajo la conducción de grandes capitanes que le dieron lustre al arte de la navegación política.


Estamos en el momento justo del rescate a tiempo, antes de los malos vientos o del mar bravo, nos encontramos ante la disyuntiva de seguir igual con el peligro de irnos a pique, o de evitar la tragedia con un golpe de timón que nos cambie de rumbo y lleve a nuestra nave a la salvación de un puerto seguro.


El 1 de julio es la clave, ese día los mexicanos pasaremos a la historia como hombres que supimos salvar la nave, o como simples pasajeros a quienes no nos importó nuestro propio destino.


P.D.- Ningún barco se puede salvar, si el capitán ni siquiera sabe nadar.

e-mail:armando_juarezbecerra@hotmail.com