/ jueves 17 de octubre de 2019

Se dice que si iniciamos bien, consecuentemente terminaremos bien


Tenemos comida instantánea, fotos instantáneas, café instantáneo... Pero no hay fut-bol instantáneo.

Recién hablábamos de la escasez de buenos formadores de jugador en México, escasez producida por el bajo salario que se concede a este importantísimo elemento de la educación deportiva. Y el daño al trabajo de formación lo produce el mismo padre del niño que ignorando lo más elemental del proceso de formación, antepone su influencia sobre la del sano desarrollo del mencionado proceso. Diariamente veo las páginas deportivas de los diarios, atiborradas de fotografías de niños de 4 ó 5 años de edad acompañadas de textos que hablan de los deseos del niño por llegar a ser otro “Chicharito”, palabras que reflejan el sueño del padre, no el del niño.

Ante la escasez de buenos jugadores nacionales, algunos informadores estamos poniendo el dedo en esa llaga, tratando de que los equipos que antes fueron canteras innagotables de las que surgían jugadores suficientes como para no necesitar de tanto extranjero: La Piedad, Atlas, Guadalajara y Pumas fueron los clubes más destacados en este tema, todos ellos apostaron por la compra de jugadores hechos, descuidando notablemente sus fuerzas básicas. Tanto en la Escuela para Directores Técnicos en fut-bol profesional, como en los Diplomados en Entrenamiento Deportivo, se observaba como asignatura de psicología a sus dos corrientes, la freudiana y la de Erick Erikson.

A fin de que los resultados obtenidos en las “Escuelas de Iniciación” sean cada vez mejores. Es oportuno implantar a nivel nacional una metodología y una didáctica hacia la cual todos los monitores instructores y entrenadores puedan orientarse. Solamente así será posible asegurar, en cualquier parte del país, las mismas posibilidades para todos los jóvenes jugadores y mejorar resultados. Se exige que los mejores entrenadores estén en la base, pero eso no ha sido posible en el pasado y no será posible en el futuro, porque a los técnicos del futbol base se les paga muy poco. Así, los mejores en experiencia y conocimientos se colocan en los mejores equipos, donde las remuneraciones son más altas. La dificultad del inicio a tan temprana edad, es que se decide poner a los pequeños de cuatro años en manos de un entrenador principiante, que con algunos conocimientos en entrenamiento para jóvenes ve al niño como a un “adulto chiquito”, nada más peligroso para un inicio.

Es sorprendente ver cuántos niños de cuatro años llegaron a mí con una alegría inyectada por el padre cariñoso, que le ha dedicado tiempo para jugar a compartir la pelota en algo que más adelante será futbol. Recordemos los dos principios de la preparación física, primero, el principio de la totalidad, cuya enseñanza nos la brinda el entorno (en la calle, en el patio, en la escuela), segundo, el principio de la adaptabilidad. El cual es inducido, siendo necesaria la participación del profesor acreditado.

Cuando se atiende a niños de 4 años, es indispensable una instrucción a los padres, cuya colaboración será siempre muy importante. A esta se le llama “Etapa del juego” y termina a los 6 años, la tarea será aprender la iniciativa sin una culpa exagerada. La iniciativa sugiere una respuesta positiva ante los retos del mundo, asumiendo responsabilidades, aprendiendo nuevas habilidades y sintiendose útil. Los padres pueden animar a sus hijos a que lleven a cabo sus ideas por sí mismos. Debemos alentar la fantasía, la curiosidad y la imaginación. Esta es la etapa para el juego, no para una educación formal. Ahora el niño puede imaginarse como nunca antes, una situación futura, una que no es la realidad actual. La iniciativa es el intento de hacer real lo irreal.

Pero si el niño puede imaginar un futuro, si puede jugar, también será responsable y, culpable. Si mi hijo de dos años tira mi reloj a la tasa del baño, puedo asumir sin temor a equivocarme, que no hubo mala intención en el acto. Aquello daba vueltas y vueltas en el agua, hasta que desapareció. ¡Qué divertido!. Pero si eso mismo lo hace mi hija de cinco años, deberíamos saber qué va a pasar con el reloj, qué va a pasar con el temperamento de papá y, sobre todo, ¿qué le va a pasar a ella? Podría sentirse culpable del acto... Ha llegado la capacidad para establecer juicios morales.

Un padre tiene la responsabilidad de animar al niño a que crezca. Pero si esto se establece de manera dura, lo que el niño aprende es a sentirse culpable. Demasiada iniciativa y muy poca culpa significa una tendencia maladaptativa que Erikson llama crueldad. La persona cruel toma la iniciativa. Tiene sus planes ya sea en materia de escuela o política, e incluso profesión. El problema es que no toma en cuenta a quien tiene que pisar para lograr su objetivo. La forma extrema de la crueldad es la sociopatía. La malignidad de culpa exagerada, lo que Erikson llama inhibición. La persona inhibida no probará cosa alguna, ya que si no hay aventura, nada se pierde y particularmente, nada de lo que sentirse culpable... Atención, una persona culposa puede convertirse en impotente y frígida. No deseamos un hijo inhibido.

Hasta pronto amigo.


Tenemos comida instantánea, fotos instantáneas, café instantáneo... Pero no hay fut-bol instantáneo.

Recién hablábamos de la escasez de buenos formadores de jugador en México, escasez producida por el bajo salario que se concede a este importantísimo elemento de la educación deportiva. Y el daño al trabajo de formación lo produce el mismo padre del niño que ignorando lo más elemental del proceso de formación, antepone su influencia sobre la del sano desarrollo del mencionado proceso. Diariamente veo las páginas deportivas de los diarios, atiborradas de fotografías de niños de 4 ó 5 años de edad acompañadas de textos que hablan de los deseos del niño por llegar a ser otro “Chicharito”, palabras que reflejan el sueño del padre, no el del niño.

Ante la escasez de buenos jugadores nacionales, algunos informadores estamos poniendo el dedo en esa llaga, tratando de que los equipos que antes fueron canteras innagotables de las que surgían jugadores suficientes como para no necesitar de tanto extranjero: La Piedad, Atlas, Guadalajara y Pumas fueron los clubes más destacados en este tema, todos ellos apostaron por la compra de jugadores hechos, descuidando notablemente sus fuerzas básicas. Tanto en la Escuela para Directores Técnicos en fut-bol profesional, como en los Diplomados en Entrenamiento Deportivo, se observaba como asignatura de psicología a sus dos corrientes, la freudiana y la de Erick Erikson.

A fin de que los resultados obtenidos en las “Escuelas de Iniciación” sean cada vez mejores. Es oportuno implantar a nivel nacional una metodología y una didáctica hacia la cual todos los monitores instructores y entrenadores puedan orientarse. Solamente así será posible asegurar, en cualquier parte del país, las mismas posibilidades para todos los jóvenes jugadores y mejorar resultados. Se exige que los mejores entrenadores estén en la base, pero eso no ha sido posible en el pasado y no será posible en el futuro, porque a los técnicos del futbol base se les paga muy poco. Así, los mejores en experiencia y conocimientos se colocan en los mejores equipos, donde las remuneraciones son más altas. La dificultad del inicio a tan temprana edad, es que se decide poner a los pequeños de cuatro años en manos de un entrenador principiante, que con algunos conocimientos en entrenamiento para jóvenes ve al niño como a un “adulto chiquito”, nada más peligroso para un inicio.

Es sorprendente ver cuántos niños de cuatro años llegaron a mí con una alegría inyectada por el padre cariñoso, que le ha dedicado tiempo para jugar a compartir la pelota en algo que más adelante será futbol. Recordemos los dos principios de la preparación física, primero, el principio de la totalidad, cuya enseñanza nos la brinda el entorno (en la calle, en el patio, en la escuela), segundo, el principio de la adaptabilidad. El cual es inducido, siendo necesaria la participación del profesor acreditado.

Cuando se atiende a niños de 4 años, es indispensable una instrucción a los padres, cuya colaboración será siempre muy importante. A esta se le llama “Etapa del juego” y termina a los 6 años, la tarea será aprender la iniciativa sin una culpa exagerada. La iniciativa sugiere una respuesta positiva ante los retos del mundo, asumiendo responsabilidades, aprendiendo nuevas habilidades y sintiendose útil. Los padres pueden animar a sus hijos a que lleven a cabo sus ideas por sí mismos. Debemos alentar la fantasía, la curiosidad y la imaginación. Esta es la etapa para el juego, no para una educación formal. Ahora el niño puede imaginarse como nunca antes, una situación futura, una que no es la realidad actual. La iniciativa es el intento de hacer real lo irreal.

Pero si el niño puede imaginar un futuro, si puede jugar, también será responsable y, culpable. Si mi hijo de dos años tira mi reloj a la tasa del baño, puedo asumir sin temor a equivocarme, que no hubo mala intención en el acto. Aquello daba vueltas y vueltas en el agua, hasta que desapareció. ¡Qué divertido!. Pero si eso mismo lo hace mi hija de cinco años, deberíamos saber qué va a pasar con el reloj, qué va a pasar con el temperamento de papá y, sobre todo, ¿qué le va a pasar a ella? Podría sentirse culpable del acto... Ha llegado la capacidad para establecer juicios morales.

Un padre tiene la responsabilidad de animar al niño a que crezca. Pero si esto se establece de manera dura, lo que el niño aprende es a sentirse culpable. Demasiada iniciativa y muy poca culpa significa una tendencia maladaptativa que Erikson llama crueldad. La persona cruel toma la iniciativa. Tiene sus planes ya sea en materia de escuela o política, e incluso profesión. El problema es que no toma en cuenta a quien tiene que pisar para lograr su objetivo. La forma extrema de la crueldad es la sociopatía. La malignidad de culpa exagerada, lo que Erikson llama inhibición. La persona inhibida no probará cosa alguna, ya que si no hay aventura, nada se pierde y particularmente, nada de lo que sentirse culpable... Atención, una persona culposa puede convertirse en impotente y frígida. No deseamos un hijo inhibido.

Hasta pronto amigo.