/ viernes 14 de junio de 2019

Según testimonio que da el hombre de sí mismo, llenará su corazón de temor o de esperanza

Interesantes conclusiones están generando las actuales competencias internacionales de futbol.

Las viejas glorias han sido tocadas por la actividad de dichas celebraciones y, al ser inevitablemente movidos a una reflexión, se han atrevido a externar su opinión al respecto. Solamente los medios difusivos especializados se desvían de lo esencial para continuar explotando lo que produce dinero, lo vanal, lo espurio, el chisme, el hacer de la declinación a una convocatoria, un pecado capital, elevando el precio de la falta, al de un traidor a la patria. Y ¿quiénes son esos estúpidos para señalar a los que solamente hacen uso de su derecho a negarse? ¿Acaso ellos no son respetados en su destructiva acción de decir lo que piensan?

Hasta ahora, no he podido estar de acuerdo con lo escrito por Nietszche ni por Jean Paul Sartre, sin embargo, leerlos me ha movido a reflexionar, encontrando muchas respuestas a incógnitas de difícil discernimiento. Ese efecto está funcionando igual en este momento, en el que como nunca, abundan programas televisivos que tratan de futbol, en los que se brinda libertad, para que grupos de especialistas debatan sobre los numerosos temas que se producen con la densa actividad futbolera actual, en donde aquello parece más una pelea de gatos o perros, que una civilizada tertulia de propuestas.

Esto ha originado que como nunca antes había ocurrido, nos interesemos por lo que ocurre con nuestras selecciones. Las categorías Sub-20 y Sub-18, que tan buenos resultados venían presentando, en las que nuestros jóvenes (Aguirre, De la Rosa, Lainez) por nombrar algunos, eran destacados por la prensa internacional, ubicándolos entre lo mejor, en tan solo un año han pasado a figurar entre los primeros en ser eliminados de la contienda.

Ayer comentaba cómo hasta en el torneo Nuevas Promesas de Toulón, que quizás fue la única que cumplió, pero que yéndose a las tandas de penales, que se han significado por siempre como el estigma de nuestras selecciones, en esta ocasión en la que acertamos a cuatro de cinco, tal vez la mejor marca presentada, Japón no erró ninguno. Y eso también lo eliminé como excusa en mi columna de ayer, desechando la tan trillada justificación de querer comparar a un tiro penal con un volado, siendo mi argumento, el asegurar que nunca me he puesto nervioso al lanzar una moneda al aire, seguro de que no depende de mí el que caiga águila o sol, pero sí depende de mi aplomo el acertar o errar un tiro a once metros, cuando miles de ojos tienen puesta su mirada en mí. ¿Remedio? entrenar, entrenar, entrenar.

También observé en mis escritos la irresponsable elección de algunos directores técnicos, principalmente en aquellas categorías en las que nuestras selecciones se han destacado, para que ahora hayan sido eliminadas en la primera ronda y, otra como la Femenil, asidua participante que, con un nuevo director técnico, en esta ocasión ni siquiera calificó para asistir. Un “coloquial” valemadrismo, deribado del fracaso de todos nuestros vecinos de Concacaf, viene a otorgarnos el consuelo de que nuestra falla no es tan grande comparada con los resultados de los demás.

Pareciera que nadie se había dado cuenta de lo nocivo que es para nuestros esfuerzos por progresar, el pertenecer a Concacaf. Todo el confort que nos ofrece la facilidad para conseguir la calificación para asistir a los mundiales, es lo que hace que nuestros federativos se nieguen a correr el riesgo de cambiarnos a un barrio de mejor categoría, en el que para igualar al resto, nos veamos obligados a superarnos, corriendo el riesgo de que, estoy seguro, en muy contadas ocasiones no lo consigamos.

Estamos por iniciar la Copa de Oro y, mientras que en Europa, difícilmente puedo reconocer a los jóvenes que integran las nuevas alineaciones de España, Italia, Francia, Alemania, aquí estamos preocupadísimos porque no vamos a contar con fulano, mengano ni perengano, como si los jóvenes convocados no tuvieran nivel para enfrentar a las potencias de Tampuche, Horconcitos, Cucharas y Mata de Chávez contra las cuales vamos a competir. ¡NO! No estoy menospreciando a ninguno de nuestros vecinos, solamente estoy poniendo en la balanza todo el peso económico de nuestra Liga, seguramente la más cara de toda América, que en en todos los aspectos únicamente podría compararse con la MLS de los gringos... ¡Uuuuuy! Dios nos agarre confesados, vamos a jugar contra Cuba y Pata de pollo no quiso venir y, el Berna y la Víbora boa están lastimados Heeeelp.

Hasta pronto amigo.

Interesantes conclusiones están generando las actuales competencias internacionales de futbol.

Las viejas glorias han sido tocadas por la actividad de dichas celebraciones y, al ser inevitablemente movidos a una reflexión, se han atrevido a externar su opinión al respecto. Solamente los medios difusivos especializados se desvían de lo esencial para continuar explotando lo que produce dinero, lo vanal, lo espurio, el chisme, el hacer de la declinación a una convocatoria, un pecado capital, elevando el precio de la falta, al de un traidor a la patria. Y ¿quiénes son esos estúpidos para señalar a los que solamente hacen uso de su derecho a negarse? ¿Acaso ellos no son respetados en su destructiva acción de decir lo que piensan?

Hasta ahora, no he podido estar de acuerdo con lo escrito por Nietszche ni por Jean Paul Sartre, sin embargo, leerlos me ha movido a reflexionar, encontrando muchas respuestas a incógnitas de difícil discernimiento. Ese efecto está funcionando igual en este momento, en el que como nunca, abundan programas televisivos que tratan de futbol, en los que se brinda libertad, para que grupos de especialistas debatan sobre los numerosos temas que se producen con la densa actividad futbolera actual, en donde aquello parece más una pelea de gatos o perros, que una civilizada tertulia de propuestas.

Esto ha originado que como nunca antes había ocurrido, nos interesemos por lo que ocurre con nuestras selecciones. Las categorías Sub-20 y Sub-18, que tan buenos resultados venían presentando, en las que nuestros jóvenes (Aguirre, De la Rosa, Lainez) por nombrar algunos, eran destacados por la prensa internacional, ubicándolos entre lo mejor, en tan solo un año han pasado a figurar entre los primeros en ser eliminados de la contienda.

Ayer comentaba cómo hasta en el torneo Nuevas Promesas de Toulón, que quizás fue la única que cumplió, pero que yéndose a las tandas de penales, que se han significado por siempre como el estigma de nuestras selecciones, en esta ocasión en la que acertamos a cuatro de cinco, tal vez la mejor marca presentada, Japón no erró ninguno. Y eso también lo eliminé como excusa en mi columna de ayer, desechando la tan trillada justificación de querer comparar a un tiro penal con un volado, siendo mi argumento, el asegurar que nunca me he puesto nervioso al lanzar una moneda al aire, seguro de que no depende de mí el que caiga águila o sol, pero sí depende de mi aplomo el acertar o errar un tiro a once metros, cuando miles de ojos tienen puesta su mirada en mí. ¿Remedio? entrenar, entrenar, entrenar.

También observé en mis escritos la irresponsable elección de algunos directores técnicos, principalmente en aquellas categorías en las que nuestras selecciones se han destacado, para que ahora hayan sido eliminadas en la primera ronda y, otra como la Femenil, asidua participante que, con un nuevo director técnico, en esta ocasión ni siquiera calificó para asistir. Un “coloquial” valemadrismo, deribado del fracaso de todos nuestros vecinos de Concacaf, viene a otorgarnos el consuelo de que nuestra falla no es tan grande comparada con los resultados de los demás.

Pareciera que nadie se había dado cuenta de lo nocivo que es para nuestros esfuerzos por progresar, el pertenecer a Concacaf. Todo el confort que nos ofrece la facilidad para conseguir la calificación para asistir a los mundiales, es lo que hace que nuestros federativos se nieguen a correr el riesgo de cambiarnos a un barrio de mejor categoría, en el que para igualar al resto, nos veamos obligados a superarnos, corriendo el riesgo de que, estoy seguro, en muy contadas ocasiones no lo consigamos.

Estamos por iniciar la Copa de Oro y, mientras que en Europa, difícilmente puedo reconocer a los jóvenes que integran las nuevas alineaciones de España, Italia, Francia, Alemania, aquí estamos preocupadísimos porque no vamos a contar con fulano, mengano ni perengano, como si los jóvenes convocados no tuvieran nivel para enfrentar a las potencias de Tampuche, Horconcitos, Cucharas y Mata de Chávez contra las cuales vamos a competir. ¡NO! No estoy menospreciando a ninguno de nuestros vecinos, solamente estoy poniendo en la balanza todo el peso económico de nuestra Liga, seguramente la más cara de toda América, que en en todos los aspectos únicamente podría compararse con la MLS de los gringos... ¡Uuuuuy! Dios nos agarre confesados, vamos a jugar contra Cuba y Pata de pollo no quiso venir y, el Berna y la Víbora boa están lastimados Heeeelp.

Hasta pronto amigo.