/ lunes 13 de mayo de 2019

Si te postran cien veces, te levantas otras cien, otras quinientas

Si Cruz Azul encontrara un sentido a estas palabras, entendería que no han de ser sus caídas tan violentas, ni tampoco por ley han de ser tantas... Peeeero, se necesita eso que algunos no tienen.

Con una innovación en el sistema, Pedro Caixinha se dispuso a tratar de al menos confundir a los jugadores americanistas. Esto consistió en colocar a Igor Lichnovsky, cuya especialidad es la defensa central, ubicado ahora como medio de contención, y no me corresponde entender ni tomar responsabilidades que son de Miguel Herrera, que es quien interpretará la idea del forcado, yo, la verdad, no le encontré sentido.

De esa manera, el Cruz Azul saltó a la cancha con: Jesús Corona, Madueña, Pablo Aguilar, Julio César Domínguez, Adrián Aldrete, Roberto Alvarado, Orbelín Pineda, Igor Lichnovski, Joshimar Yotu, Jonathan Rodríguez y Milton Caraglio. En la segunda parte, Misael Domínguez entró por Pineda, Edgar Méndez por Rodríguez y Cauteruccio por Aldrete... América por su parte se la jugó con Agustín Marchesín, Paúl Aguilar, Bruno Valdez, Emmanuel Aguilera, Sánchez, Ibarra, Matheus Uribe, Guido Rodríguez, Ibargüen, Nico Castillo y Roger Martínez, y en la segunda parte, Oribe por Castillo y López por Ibargüen.

Así vimos a una Máquina que desde el silbatazo del árbitro se fue sobre la meta contraria como era de esperarse, pero una cosa es irse sobre la meta contraria haciendo parecer que se está con solo eso buscando la caída de los goles necesarios, y otra bien distinta y preocupante el llegar a la meta contraria con balón dominado y con la movilidad adecuada de los que acompañan al que conduce, y esto no lo hacía el Cruz Azul, pues si bien es cierto que el ataque frontal vertiginoso preocupa, también lo es que dificulta el control y golpeo de balón al atacante.

Hubo llegadas peligrosas del “Cabecita” Rodríguez, tres para ser exactos, todas con el balón en el aire, que decidió tirar haciéndolo deficientemente, siendo criticado por los comentaristas, que aseguraban que Caraglio se encontraba en el centro esperando el pase, cosa que no ocurrió así, pues el argentino en los tres intentos estaba fuera del área. Y si les digo que el que se fuera el Cruz Azul sobre la meta contraria era lo conducente, lo mismo digo que el que América se quedó atrás, no por temor, sino porque el equipo necesitado era el otro y también porque Herrera desde hace tiempo ha estado imitando el juego de los Tigres.

El principio de la segunda parte fue lo mismo, un Cruz Azul desbocado encimando al América buscando aumentar la ventaja, pero poco a poco la Máquina comenzó a evidenciar algo que, a mi entender, es su defecto, el mal rendimiento físico de algunos de sus jugadores. Siendo Orbelín Pineda una pieza importante en la organización del ataque azul y teniendo edad como para correr igual durante todo el partido, sale del juego porque dejó de moverse, si a eso le cargamos la poca movilidad de Caraglio, ya tenemos a dos lastres en el equipo.

Situación parecida en el América, en donde Nico Castillo, clavado como poste de la CFE, se convierte en un jugador muy especial, que se encuentra ahí esperando a que sus compañeros fabriquen la oportunidad que lo deje solo para poder hacer uso de la única arma que le conocemos, su potente disparo, situación que en esta ocación se presentó una sola vez en el tiempo que permaneció en el terreno de juego, Oribe Peralta que lo sustituyó, apenas entró y ya había tocado el balón muchas más veces que él. Como se ha venido haciendo costumbre, el América ha salido adelante gracias a la gran actuación de Agustín Marchesín, que en el primer tiempo tocó ligeramente un potente disparo de Orbelín Pineda, que de no hacerlo hubiera tenido que sacarlo del fondo de las redes, y ya en el sobretiempo, un cabezazo de Caraglio justo a la base del poste fue atajado por el argentino apenas antes de rebasar la línea de meta.

Enseguida, el Monterrey se disponía a enmendar el error de Avilés Hurtado, que los puso en desventaja con el Necaxa un gol a cero. Haciendo valer el handicap que representa la localía, pero sobre todo la superioridad notable de la plantilla regiomontana, casi al final de la primera parte, Rodolfo Pizarro, haciendo gala de técnica individual, en un solo movimiento controla, gira y perfila para definir con un derechazo que se va pegado al poste, haciendo inútil la estirada de González. Vaya forma de vender cara la derrota, Necaxa ha corrido lo mismo que el Monterrey, dando la impresión de que estábamos viendo un juego entre ingleses o alemanes, finalmente, Rayados se salió con la suya y tendremos nuevamente el clásico regiomontano Tigres-Monterrey, mientras que el León estará atendiendo a las Águilas del América.

Hasta pronto amigo.

Si Cruz Azul encontrara un sentido a estas palabras, entendería que no han de ser sus caídas tan violentas, ni tampoco por ley han de ser tantas... Peeeero, se necesita eso que algunos no tienen.

Con una innovación en el sistema, Pedro Caixinha se dispuso a tratar de al menos confundir a los jugadores americanistas. Esto consistió en colocar a Igor Lichnovsky, cuya especialidad es la defensa central, ubicado ahora como medio de contención, y no me corresponde entender ni tomar responsabilidades que son de Miguel Herrera, que es quien interpretará la idea del forcado, yo, la verdad, no le encontré sentido.

De esa manera, el Cruz Azul saltó a la cancha con: Jesús Corona, Madueña, Pablo Aguilar, Julio César Domínguez, Adrián Aldrete, Roberto Alvarado, Orbelín Pineda, Igor Lichnovski, Joshimar Yotu, Jonathan Rodríguez y Milton Caraglio. En la segunda parte, Misael Domínguez entró por Pineda, Edgar Méndez por Rodríguez y Cauteruccio por Aldrete... América por su parte se la jugó con Agustín Marchesín, Paúl Aguilar, Bruno Valdez, Emmanuel Aguilera, Sánchez, Ibarra, Matheus Uribe, Guido Rodríguez, Ibargüen, Nico Castillo y Roger Martínez, y en la segunda parte, Oribe por Castillo y López por Ibargüen.

Así vimos a una Máquina que desde el silbatazo del árbitro se fue sobre la meta contraria como era de esperarse, pero una cosa es irse sobre la meta contraria haciendo parecer que se está con solo eso buscando la caída de los goles necesarios, y otra bien distinta y preocupante el llegar a la meta contraria con balón dominado y con la movilidad adecuada de los que acompañan al que conduce, y esto no lo hacía el Cruz Azul, pues si bien es cierto que el ataque frontal vertiginoso preocupa, también lo es que dificulta el control y golpeo de balón al atacante.

Hubo llegadas peligrosas del “Cabecita” Rodríguez, tres para ser exactos, todas con el balón en el aire, que decidió tirar haciéndolo deficientemente, siendo criticado por los comentaristas, que aseguraban que Caraglio se encontraba en el centro esperando el pase, cosa que no ocurrió así, pues el argentino en los tres intentos estaba fuera del área. Y si les digo que el que se fuera el Cruz Azul sobre la meta contraria era lo conducente, lo mismo digo que el que América se quedó atrás, no por temor, sino porque el equipo necesitado era el otro y también porque Herrera desde hace tiempo ha estado imitando el juego de los Tigres.

El principio de la segunda parte fue lo mismo, un Cruz Azul desbocado encimando al América buscando aumentar la ventaja, pero poco a poco la Máquina comenzó a evidenciar algo que, a mi entender, es su defecto, el mal rendimiento físico de algunos de sus jugadores. Siendo Orbelín Pineda una pieza importante en la organización del ataque azul y teniendo edad como para correr igual durante todo el partido, sale del juego porque dejó de moverse, si a eso le cargamos la poca movilidad de Caraglio, ya tenemos a dos lastres en el equipo.

Situación parecida en el América, en donde Nico Castillo, clavado como poste de la CFE, se convierte en un jugador muy especial, que se encuentra ahí esperando a que sus compañeros fabriquen la oportunidad que lo deje solo para poder hacer uso de la única arma que le conocemos, su potente disparo, situación que en esta ocación se presentó una sola vez en el tiempo que permaneció en el terreno de juego, Oribe Peralta que lo sustituyó, apenas entró y ya había tocado el balón muchas más veces que él. Como se ha venido haciendo costumbre, el América ha salido adelante gracias a la gran actuación de Agustín Marchesín, que en el primer tiempo tocó ligeramente un potente disparo de Orbelín Pineda, que de no hacerlo hubiera tenido que sacarlo del fondo de las redes, y ya en el sobretiempo, un cabezazo de Caraglio justo a la base del poste fue atajado por el argentino apenas antes de rebasar la línea de meta.

Enseguida, el Monterrey se disponía a enmendar el error de Avilés Hurtado, que los puso en desventaja con el Necaxa un gol a cero. Haciendo valer el handicap que representa la localía, pero sobre todo la superioridad notable de la plantilla regiomontana, casi al final de la primera parte, Rodolfo Pizarro, haciendo gala de técnica individual, en un solo movimiento controla, gira y perfila para definir con un derechazo que se va pegado al poste, haciendo inútil la estirada de González. Vaya forma de vender cara la derrota, Necaxa ha corrido lo mismo que el Monterrey, dando la impresión de que estábamos viendo un juego entre ingleses o alemanes, finalmente, Rayados se salió con la suya y tendremos nuevamente el clásico regiomontano Tigres-Monterrey, mientras que el León estará atendiendo a las Águilas del América.

Hasta pronto amigo.