/ viernes 24 de agosto de 2018

Con café y a media luz | Sin mercados y sin…

Recientemente charlamosusted y yo acerca de la situación que prevalecía en la zona centro de la ciudad. Le manifesté mi opinión acerca de un descuido y abandono que se observaba a simple vista al pasear por las calles que hoy parecen ser escondidas por decenas de tendajos colocados por el comercio informal, fenómeno que, dicho sea de paso, parece no interesarle a nadie.

Describimos el cierre de locales que, otrora, albergaron marcas tradicionales que parecía que nunca iban a desaparecer, como el de la nevería más famosa del puerto ubicada en la calle de La Aduana o el de la ropa para caballero propiedad de una distinguida familia de nuestra sociedad.

En otra ocasión enlistamos los cines que brindaban esparcimiento a todos los habitantes que llegaban al corazón de Tampico. Mencionamos al “Isabel”, “Alcazar”, “Hilda”, “Alameda”, “Alhambra”, “Plaza”, “Tampico” y otros más que se escapan de mi memoria. Lo cierto es que pudimos contabilizar poco más de diez centros de proyección de películas desde los sesentas hasta ya superado el año dos mil, pues fue alrededor del 2010 o 2012 que los cinemas ubicados contra esquina del palacio municipal, dijeron adiós.

Lo último que cité fue el fracaso de la licitación del proyecto de la remodelación del parque “Pedro José Méndez”. Una obra que vendría a impulsar un punto que merece atención, pues cada vez son más los practicantes de algún deporte que escogen estas instalaciones para dedicarse a la sana diversión y alejarse, al mismo tiempo de los vicios y la pereza.

Y, como dice la ley de Murphy: “Cuando crees que las cosas no pueden estar peor, se ponen peor”, así ocurrió. Resulta que ahora desayuné con la noticia de que se le ha cancelado el contrato a la empresa constructora que se había comprometido a concluir los mercados municipales “Benito Juárez” y “Miguel Hidalgo”, ya que por fin se comprobó que en los últimos meses habían estado trabajando con una cantidad de personas menor a las necesarias para poder concluir el proyecto en el tiempo que se había pactado.

Esto me hizo pensar una serie de preguntas. La primera de ellas fue ¿por qué hasta ahora es que el Gobierno del Estado se percató de algo que “a todas luces” veíamos todos los tampiqueños y que muchas veces se declaró en los medios masivos cuando se señalaba que la obra, simplemente, no avanzaba como debía?

La respuesta más sencilla e inmediata al cuestionamiento anterior está determinada por tiempos y procedimientos burocráticos, además de una investigación que permita integrar de manera óptima un expediente lo suficientemente sólido para poder tomar una determinación y que ésta, a su vez, sea respaldada por dichos documentos cuando sea cuestionada por la contraparte.

La segunda y que, aquí entre nosotros, gentil amigo lector, nomás no se lo diga a nadie, es la que me preocupa más es ¿qué pasará ahora con estas obras que apenas y superaron el 60% de avance? Porque el costo del material sigue en aumento y lo que está expuesto a la intemperie se continúa deteriorando. Factores que, estamos seguros, el nuevo contratista expondrá en un “estira y afloja”, cuando se licite nuevamente este proyecto.

¿Quiénes son los perjudicados?

Aquí no hay mucho que pensar para definir la respuesta puesto que se ha dicho, escrito, demostrado por todos los medios posibles. Los lastimados somos los tampiqueños. Tanto el amigo oferente como sus “marchantes”, las amas de casa que surtían allí los productos necesarios para alimentar a su familia a precios cómodos.

Los que estarán de “plácemes” con este probable nuevo atraso son los propietarios de las cadenas de supermercados que se acomodaron por ese rumbo para poder satisfacer la demanda de un buen número de consumidores que estaban acostumbrados a “surtirse” en los centros de abastos.

Si la memoria no me falla, fue durante la administración de Gustavo Torres Salinas que los comerciantes fueron trasladados a las bodegas de los ferrocarriles. Es decir que, por lo menos, tres años sí llevan padeciendo dicha situación, tiempo que dista mucho de aquel prometido por la empresa para que retornasen a los modernos locales descritos en el plano.

¿Qué extraño conjuro de oscura invocación estará malogrando la suerte del centro de Tampico?, ¿será acaso un “amarre” hecho a la usanza gitana para trastocar los destinos de los comerciantes?, ¿o de plano son tantas las manos metidas en este asunto que ahora ya no se sabe cómo sanear esto y los únicos que estamos pagando los “platos rotos” somos todos nosotros? El tiempo pronto lo dirá.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma, que será un gran día!


Recientemente charlamosusted y yo acerca de la situación que prevalecía en la zona centro de la ciudad. Le manifesté mi opinión acerca de un descuido y abandono que se observaba a simple vista al pasear por las calles que hoy parecen ser escondidas por decenas de tendajos colocados por el comercio informal, fenómeno que, dicho sea de paso, parece no interesarle a nadie.

Describimos el cierre de locales que, otrora, albergaron marcas tradicionales que parecía que nunca iban a desaparecer, como el de la nevería más famosa del puerto ubicada en la calle de La Aduana o el de la ropa para caballero propiedad de una distinguida familia de nuestra sociedad.

En otra ocasión enlistamos los cines que brindaban esparcimiento a todos los habitantes que llegaban al corazón de Tampico. Mencionamos al “Isabel”, “Alcazar”, “Hilda”, “Alameda”, “Alhambra”, “Plaza”, “Tampico” y otros más que se escapan de mi memoria. Lo cierto es que pudimos contabilizar poco más de diez centros de proyección de películas desde los sesentas hasta ya superado el año dos mil, pues fue alrededor del 2010 o 2012 que los cinemas ubicados contra esquina del palacio municipal, dijeron adiós.

Lo último que cité fue el fracaso de la licitación del proyecto de la remodelación del parque “Pedro José Méndez”. Una obra que vendría a impulsar un punto que merece atención, pues cada vez son más los practicantes de algún deporte que escogen estas instalaciones para dedicarse a la sana diversión y alejarse, al mismo tiempo de los vicios y la pereza.

Y, como dice la ley de Murphy: “Cuando crees que las cosas no pueden estar peor, se ponen peor”, así ocurrió. Resulta que ahora desayuné con la noticia de que se le ha cancelado el contrato a la empresa constructora que se había comprometido a concluir los mercados municipales “Benito Juárez” y “Miguel Hidalgo”, ya que por fin se comprobó que en los últimos meses habían estado trabajando con una cantidad de personas menor a las necesarias para poder concluir el proyecto en el tiempo que se había pactado.

Esto me hizo pensar una serie de preguntas. La primera de ellas fue ¿por qué hasta ahora es que el Gobierno del Estado se percató de algo que “a todas luces” veíamos todos los tampiqueños y que muchas veces se declaró en los medios masivos cuando se señalaba que la obra, simplemente, no avanzaba como debía?

La respuesta más sencilla e inmediata al cuestionamiento anterior está determinada por tiempos y procedimientos burocráticos, además de una investigación que permita integrar de manera óptima un expediente lo suficientemente sólido para poder tomar una determinación y que ésta, a su vez, sea respaldada por dichos documentos cuando sea cuestionada por la contraparte.

La segunda y que, aquí entre nosotros, gentil amigo lector, nomás no se lo diga a nadie, es la que me preocupa más es ¿qué pasará ahora con estas obras que apenas y superaron el 60% de avance? Porque el costo del material sigue en aumento y lo que está expuesto a la intemperie se continúa deteriorando. Factores que, estamos seguros, el nuevo contratista expondrá en un “estira y afloja”, cuando se licite nuevamente este proyecto.

¿Quiénes son los perjudicados?

Aquí no hay mucho que pensar para definir la respuesta puesto que se ha dicho, escrito, demostrado por todos los medios posibles. Los lastimados somos los tampiqueños. Tanto el amigo oferente como sus “marchantes”, las amas de casa que surtían allí los productos necesarios para alimentar a su familia a precios cómodos.

Los que estarán de “plácemes” con este probable nuevo atraso son los propietarios de las cadenas de supermercados que se acomodaron por ese rumbo para poder satisfacer la demanda de un buen número de consumidores que estaban acostumbrados a “surtirse” en los centros de abastos.

Si la memoria no me falla, fue durante la administración de Gustavo Torres Salinas que los comerciantes fueron trasladados a las bodegas de los ferrocarriles. Es decir que, por lo menos, tres años sí llevan padeciendo dicha situación, tiempo que dista mucho de aquel prometido por la empresa para que retornasen a los modernos locales descritos en el plano.

¿Qué extraño conjuro de oscura invocación estará malogrando la suerte del centro de Tampico?, ¿será acaso un “amarre” hecho a la usanza gitana para trastocar los destinos de los comerciantes?, ¿o de plano son tantas las manos metidas en este asunto que ahora ya no se sabe cómo sanear esto y los únicos que estamos pagando los “platos rotos” somos todos nosotros? El tiempo pronto lo dirá.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma, que será un gran día!